¿QUÉ VALENCIA VALE?

 

¡A TOREAR, VALIENTES!

*[A los dieciséis meses de esta fiesta se celebró otra con el mismo nombre. Entremedias, los nombres perdieron su significado original.]

Ordenar este caos, sin ayuda, es cosa de titanes, por lo que es lógico que Casado solo no pueda hacerlo. Pero es que, además, él mismo está hecho un lío, pues no acaba de entender del todo lo que pasa en España ni en su propio partido.

Por ejemplo, amigo íntimo de Isabel Díaz desde los veinte años, no puede entender que de pronto ésta se le presente como una perfecta extraña. Aupado a la cabeza del PP (por intereses) no sale de su perplejidad al toparse con tantos tropiezos en su propia casa y con la desafección de los medios 'afines'. Persona de orden y trabajadora, le causa un profundo asombro comprobar que esos valores fundantes ya no están en su partido, ni en sus líderes...

Y es que Pablo ha cuajado como líder poco a poco, más en duras que en maduras, y ha sido el azar y no sus tretas lo que le ha puesto a las puertas del gobierno  de la nación. Fue un joven como muchos, con inquietudes sociales, buen estudiante, que empezó muy pronto a interesarse por la política, siempre dentro de la moderación; cuyos padres, respetados y queridos entre sus conciudadanos, llevan una vida tranquila y ordenada en una capital de provincias; y que con las huellas de esa vida familiar grabadas en su alma y reflejadas en su rostro, se ha metido en la refriega de devolverle a España el lustre.

Pero ésa es una empresa de titanes, ciertamente. En estos años llamados de 'progreso', el capital ha ido rompiendo el tejido sano de nuestra sociedad, mediante señuelos; también sufragaron nuevos partidos para dividirnos y se adueñaron de la Prensa y de los políticos. Y luego el covid.

Se llenó la Plaza de toros de Valencia ¿y qué? O mejor ¿y para qué? Porque reunir a 9000 personas en un sitio no es ninguna hazaña; otra cosa muy distinta sería reunir a 900.000, o si me apuras a 90.000, que son menos de los que se juntan en un estadio para ver un derby. 

El caso es que saltó a los medios la foto del 'lleno hasta la bandera'; y el domingo por la tarde informaba La Razón de que ‘todo había salido bien’, que la iniciativa del PP de una ‘semana por la unidad’ había sido un éxito y había culminado con ‘un baño de masas’ de Casado en Valencia; y que gracias a la 'noble' renuncia de Díaz Ayuso quedaba consagrado 'definitivamente' el liderazgo de Pablo.  El ABC también lo decía, aunque sin ningún entusiasmo, y el resto de periódicos daban la noticia, pero poniéndole peros. Y así, muy reconfortados, nos acostamos el domingo millones de españoles que vivimos con zozobra el caos del momento actual.  

Pero hete aquí que al levantarnos al día siguiente vimos que el diario del PP sacaba como primera foto de portada el rostro apenado de Isabel Díaz, como si algún malvado le hubiera arrebatado el fruto de su trabajo. Cual spot Revlon-Covid/ cubiertas boca y nariz/ con la enseña de Madrid/ y el rojigualda de España,/ la líder más alabada/ negros el pelo y perfil/ abatía su mirada/ que era un dolor su sentir. Y el mismo día, como si esa imagen hubiera abierto una veda, las más afiladas plumas del ABC volaban ya como flechas hacia el tierno corazón de Casado.

Hoy, al tercer día de 'resucitada la alternativa al caos', vuelve a la carga desafiante el ejército de la Prensa, con sus ingeniosas maquinarias en cabeza, el batallón de arqueros detrás y los flancos cubiertos por las legiones de comentaristas de redes; un ejército de orcos ávidos de sangre para desmochar todo atisbo de ilusión. Este es el panorama.

Los que anhelamos una España viva, que trabaje en paz con espíritu cívico y que fomente virtudes en la educación, al ver el domingo a tantos líderes enarbolando ese mismo deseo, sentimos renacer nuestra esperanza. Pero si como parece todo fue un engaño,  si la cizaña de la división sigue igual de fuerte en los medios, ¿cómo resistiremos al desánimo? Porque esa y no otra es la batalla que libramos, la del orden frente al caos, la verdad frente al engaño, las virtudes frente al dinero y la esperanza frente a la desesperación.

Para mí la respuesta está clara, y ya que ayer fue San Francisco de Asís -que se quedó desnudo en público para sofocar el intento de su rico padre de hacerle un vanidoso como él- la expresaré con una oración suya:

Que allí donde haya odio, ponga yo amor;

donde haya ofensa, ponga yo perdón;

donde haya discordia, ponga yo unión;

donde haya error, ponga yo verdad;

donde haya duda, ponga yo fe;

donde haya desesperación, ponga yo esperanza;

donde haya tinieblas, ponga yo luz;

donde haya tristeza, ponga yo alegría…

porque dando se recibe, porque muriendo a uno mismo, se nace a la verdadera vida…  porque enfangándose en el caos, por amor, limpia uno su conciencia… y le encuentra sentido al sufrimiento.



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