LA SENDA DEL PESCADOR Y EL CAMPO DE MARGARITAS
Lo mejor es siempre gratis. |
Desde el 2006 hasta el curso 16-17 trabajé contento en el IES Universidad Laboral de Toledo. No es que no tuviera dificultades, que sí las tenía, y muchas, pero me las arreglaba para meterlas en el saco del 'dejarse la vida por hacer el bien' y seguía adelante. Después de ese curso, sin embargo, la cosa cambió. Y en noviembre del 2018, con 56 años, me 'desterraron' definitivamente de las aulas. La orden salió de un despacho de caoba, el 8 de marzo de ese mismo año, cuando en el mundo entero se conmemoraba el reconocimiento de la igualdad entre los sexos.
Tomarme a mí como cordero para el sacrificio, en aras de esa igualdad, me parece una burla grotesca. Me explico. Cuando por el sinsentido de mi vida, zarandeada por el viento de las ambiciones desatado a la muerte de Franco, me vi postrado y sin fuerzas para seguir adelante, fue una mujer, trabajadora y honesta -mi madre- la que tiró de mí con enorme tesón y esfuerzo hasta sacarme del bache.
Otra mujer, mi abuela paterna, de la que mi madre elogiaba su sencilla fineza, se jugó la vida albergando en su casa a la que su final acreditó como noble dama y a la que, en el torbellino de la Transición, aclamaron las masas como icono del poder de las mujeres.
Y, en fin, viví intensamente en las tres últimas décadas solo con mujeres, 14 años con mi madre y mi hermana mayor, y otros 14 con mi mujer y mi hija... ¿Qué más prueba de amor y reconocimiento a las mujeres tengo que dar? Convengo en que la sociedad tiene con ellas una deuda grande, pero sigo diciendo que esa deuda está siendo instrumentada por los que no las aman.
¿O acaso hay amor en la desinformación? ¿es amar a las mujeres decirles a las niñas de doce años que las relaciones sexuales se rigen por la apetencia, o que no se precisa ningún conocimiento -excepto el de los 'derechos' civiles- en esa esfera personal? Porque exactamente eso venían a decir las guías que retiré cautelarmente del aulario de la ESO el 8 de marzo de 2018...
Esa fue la gota que desbordó el vaso de mi incorrección... Hasta entonces había sido un maestro creativo y luchador, al que los alumnos apreciaban sinceramente, y del que aprendían más por el ejemplo que por las palabras. Las dificultades de la vida me habían hecho tomar conciencia de la urgencia de enseñar actitudes, y los aplausos de los alumnos, desde infantil a la Universidad, me confirmaron en el acierto de mi enfoque.
Me embarcaba con ellos en proyectos audaces... ¡y teníamos éxito! Del Claustro de fin de curso de 2012 -con más de 150 profesores- salió una sentida ovación a una de esas iniciativas mías, con alumnos desmotivados, que había conseguido suscitar en ellos una respuesta madura. De aquel germen saldría mi primer libro, 'El Quid del Éxito Académico', que muchos conocéis y en el que doy claves para la innovación docente.
A pesar de las dificultades, que surgen siempre cuando se intenta innovar, nunca dejé de comprometerme con los chicos. En la primavera de 2017, con el pequeño grupo de alumnos que tenía asignados aquel curso, planifiqué una lección al aire libre: "El ecosistema de Gredos" (en la web de la Uni estará el reportaje si no lo han retirado). Saldríamos a primera hora, hasta Arenas de San Pedro; caminaríamos doce kilómetros por la Ruta de los Pescadores, que es circular, llegando de vuelta a Arenas hacia la una, para almorzar. El sitio para compartir la mesa sería el albergue que rigen las alcantarinas, con las que había acordado un sencillo menú a base de pasta (que ellas mejorarían con creces). Tendrían luego un rato libre, antes de 'la clase de la tarde, en la que haríamos una visita guiada al complejo monumental del monasterio de San Pedro de Alcántara, de mediados del XVI, a 3 km de Arenas, siguiendo el espectacular cauce del Arroyo Avellaneda.
Las semanas previas a la salida había estado lloviendo, pero el día de la excursión amaneció con un sol radiante. Llegamos según lo previsto al punto de arranque de la ruta, exultantes por la maravillosa exuberancia de la naturaleza que nos rodeaba. El río del Arenal bajaba espléndido, rebosante de aguas espumantes, y el puente colgante que atraviesa la garganta, al poco de empezar la ruta, puso el punto de aventura necesario para que camináramos por ambas márgenes disfrutando como niños en busca del arca perdida. Todo, el paisaje, la flora y la fauna, nos envolvían como en un abrazo fraterno. Algunos pasos estaban resbaladizos por el barro, pero no para poner dificultades sino para estimular el compañerismo. Hubo breves paradas para reponer fuerzas, y alegría y buen trato en todo momento. Un placer continuo para los sentidos, con los muchos colores y aromas y con los diversos cantos de los pájaros.
En una poza, no lejos del final del trayecto, los más ardientes se medio bañaron en las aguas gélidas. Y entre unas cosas y otras llegamos, súper-contentos, a la casa de las alcantarinas.
Una joven italiana encantadora se ganó inmediatamente el afecto del grupo; con maravillosa sencillez les condujo al comedor y les sirvió; comieron todos hasta hartarse y fue entonces cuando nos hicimos este selfie...
...¡divino! Y estando en ese 'momento dulce', nos sorprendió aquella comunidad con otro regalo de ensueño. Valentina se llevó a los chicos al patio, una extensión de hierba de forma irregular pero casi como un campo de fútbol; desapareció dentro de una caseta y salió con un balón, y los invitó a jugar... Durante unos instantes nos quedamos todos en suspenso, sobrecogidos, sin saber qué hacer... porque aquel campo estaba totalmente cubierto de margaritas que nunca nadie había pisado. Poco a poco, los chicos fueron asimilando 'aquel momento mágico': que también ellos eran valiosos, dignos de ser amados y de recibir regalos inmerecidos, como aquel campo virgen de margaritas; y uno a uno fueron entrando a tomar posesión de aquello que la vida les ofrecía gratis, sin pelear por ello.
No oí a ninguno comentar aquel hecho, ni nada de aquel día, pero estoy seguro de que 'la clase de ecología en Gredos' ha pasado a formar parte de los sólidos cimientos de sus personas, aquellos que sólo el amor puede poner.
Comentarios
Publicar un comentario