UNA RAMITA DE OLIVO

 

La vida se abre paso

    

Queridos lectores:

Os escribo un domingo más con el ánimo de avanzar juntos hacia una sociedad mejor. Cada uno de nosotros tiene algo que aportar al bien común y así nos vamos acercando a nuestra meta: el cielo.
La sabiduría del cielo es más discreta que la de la tierra, pero más profunda. Aquel doctor de la Ley que le preguntó a Jesús cómo llegar al cielo, se hacía un lío respecto al mandamiento del amor, y Jesús le respondió con la parábola del buen samaritano. A nuestro arzobispo le oí decir que a amar se aprende amando, que es otra forma sencilla de decir que para alcanzar el reino de Dios no hace falta romperse la cabeza.
Es en la conciencia personal donde nos habla Jesús, donde encontramos la luz para caminar. Y tanta más luz encontraremos cuanto más frecuentemos ese santuario.
Allí están escondidas las razones históricas que los sabios ansían penetrar, las que explican el devenir humano; las que sólo Dios conoce y que al final de los tiempos, cuando triunfe el Resto de Israel, resplandecerán como piedras preciosas de un edificio eterno. Ahora están empañadas en sangre, pero un día brillarán como el sol.
¿Por qué, por ejemplo, uno de nosotros cuya luz admira el mundo, renuncia a ser idolatrado ‘sin obtener nada a cambio’? Eso es un escándalo para los sabios, y por eso en los periódicos nadie lo menciona. ¿Por qué han sido tantos en la Historia los que han preferido la ignominia a la fama? Es una pregunta interesante que, sin embargo, no interesa. ¿No estaremos perdiendo el norte?
“Se equivocó la paloma; se equivocaba… por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua… se equivocaba.” Necesitamos el agua… el Agua Viva, pero vamos tras el trigo, tras los destellos dorados de este mundo que pasa… equivocados vamos.
Con la misma sencillez que opera en el amor y que conforma la sabiduría ‘del cielo’, llegamos a la conclusión de que sólo hay dos caminos para el hombre en la tierra: cerdos o santos. Si se rebajan las expectativas de una vida cada vez más pura, más elevada en todos los sentidos, se hace a costa del embrutecimiento de la población.
¿Cómo podemos acostumbrarnos a atrocidades como las que de vez en cuando afloran en nuestras tierras? Matanzas absurdas; crímenes planificados de lesa humanidad; violación de niñas por grupos de ‘hombres’… ‘manadas’, sí… Por eso se eleva por ley la dignidad de los animales, para que se note menos el abismo en que estamos cayendo.
Por la misma razón se sustituyen los méritos tradicionales de los líderes – abnegación, tesón, esfuerzo, talento-  por sus contrarios – oportunismo, inconstancia, búsqueda del placer, sumisión- según una lógica perversa que nos aboca a vivir como animales.
En la tensión entre contrarios se desenvuelve nuestra vida. Todos ‘sabemos’ que se nos pedirá cuentas de nuestros actos, que no es lo mismo, por ejemplo, matar que salvar una vida; y sabemos también, por la fe y el testimonio de muchos, que hay salida a pesar de que parezca lo contrario. No vamos a verla ilustrada con lindas estadísticas y atractivas fotos en la prensa; pero si buscamos esos ejemplos de vida, si estamos abiertos a la verdad, el bien y la belleza, nos saldrán al encuentro los testimonios que necesitamos para mantenernos en pie en nuestras luchas; para levantar la cabeza cuando nos sintamos hundidos; para conservar la esperanza en medio de los voceros que nos la quieren quitar. ¡Feliz domingo, hermanos!

 


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