EL NUEVO CASANOVA

 

¿Quién es el buen maestro que enseña a respetar las líneas rojas?


La Guerra Mundial es ya un hecho, pero no sucede en el Este de Europa, sino en cada casa del mundo, en cada pueblo, en cada grupo humano. Combaten impíos contra temerosos de Dios; y las armas son, respectivamente, la mentira y la verdad. A los primeros les acompaña la violencia, mientras que a los segundos los precede la paz.

Es crucial desenmascarar la acción oculta del maligno. Su empeño, por ejemplo, en demostrar que dos milenios de cristianismo no han traído ningún progreso, que Confucio, Mahoma o los pueblos sin religión, están siendo más eficaces en conseguir un bienestar material duradero.

Vamos de casa al trabajo o al centro comercial, sin detenernos, y ‘nos enteramos’ de la realidad por lo que nos cuentan a través de ‘una ventanita’: una pandemia, una guerra, comercios cerrados, mercados desabastecidos, camiones, tractores y taxis parados… “¿Pero no ves que Occidente se está desmoronando, que cae empresa tras empresa…? ¿No ves que Rabat le gana a Madrid, que China acecha, que en la India asan a los cristianos…?”, dicen por esa ventanita a todas horas… y te acobardas, porque, aunque tengas dudas sobre la verdad de esa ‘conclusión’, no hay forma de despejarlas.

El ‘Servicio de Inteligencia de los malos’ se ha volcado en pulverizar todo resto sólido de la hegemonía cultural de occidente. Allí donde el brillo de una llama atrae a los que vagan, acuden prestos. Desorientan y seducen a ‘los bienintencionados’ para desgajarlos del tronco original. Con buenas razones, les aclaran ‘personalmente’ el panorama (‘milagro’ de las TIC) y una vez confortada su conciencia los fidelizan a base de privaciones-azucarillo; y los apartan de la orilla donde Jesucristo sacia. Siembran cizaña de noche, contaminan las fuentes, trocan en perversión la conversión.

Sistemáticamente ‘deconstruyen’ todo soporte de la clave de la Historia, del suceso de la encarnación de Dios. Dado que esa Piedra Angular –Cristo vivo- es indestructible, golpean sin piedad el arco en torno a ella y el edificio que sustenta. Con armas post-nucleares, que devastan las mentes seduciendo, trituran las piedras vivas que aún resisten; minan los cimientos personales que el Amor plantó durante generaciones; machacan hasta el más mínimo resto de memoria de la venida de Dios al mundo.

Con su descomunal aparato propagandístico revisan y reescriben relatos, crónicas y doctrinas; y tuercen cada palabra que sale de la boca de los que respetan la Tradición… La mayoría de la población sólo accede a la cultura tradicional a través de versiones que la deforman; la memoria viva está encerrada en residencias y amenazada; el presente es un chorro apabullante de chorradas; y a quienes osan decir la verdad se les aísla con los espinos del miedo.

Y mientras caudales ingentes de recursos nutren las corrientes de pensamiento que niegan la centralidad de Jesucristo, en la propia Iglesia se abandonan los sembrados que prometían fértiles cosechas. El formidable sueño de Dios, de hombres y mujeres nuevos viviendo en el Matrimonio la potencia insuperable del amor humano, ha devenido hoy en rastrojos que arden, en campos desolados donde sólo brotan cardos. Desmontar ‘las pamplinas’ del género –que hace lo propio con la moral natural- iba a ser pan comido para la Teología del Cuerpo, sembrada por San Juan Pablo II y cultivada por el Papa Emérito, y, sin embargo, esa fuerza revolucionaria languidece hoy, cautiva de gerifaltes, mientras se abren paso en nuestras vidas toda suerte de teorías ‘posmodernas’, cuya sola complejidad y extrañeza incomodan hasta el rechazo al sentido común (un ejemplo tomado al azar: file:///C:/Users/Usuario/Documents/ABUSO%20SEXUAL/3880-12141-1-PB.pdf).

Aquel acontecimiento central de la Historia, la Encarnación, fue celebrado ayer como solemnidad en la Iglesia. De él se han derivado, en una historia jalonada de luchas, las más gloriosas conquistas del espíritu humano. Y en todo ese tiempo y en cada crisis, la Palabra revelada ha sido siempre la luz que indicaba la salida. La Palabra de Dios es viva y es eficaz, y es más tajante que una espada de doble filo. Se abre paso a través de las corazas y máscaras que nos ponemos hasta dejar al descubierto la verdad de nuestros corazones:

“Se dirigió entonces Jesús a la gente y a sus discípulos y les dijo: 'En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; ensanchan las filacterias y alargan las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame 'Rabbí'. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar 'Rabbí', porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie 'Padre' vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar 'Instructores', porque uno solo es vuestro Instructor: Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que devoráis la hacienda de las viudas, so capa de largas oraciones: por eso tendréis una sentencia más rigurosa! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: 'Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; más si jura por el oro del Santuario queda obligado!' ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: 'Si uno jura por el altar, eso no es nada; más si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado.' ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo que había que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña e intemperancia! ¡Fariseo ciego, purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: 'Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas'! Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!

'¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar de la condenación de la gehenna?’

Por eso, he aquí que yo envío a vosotros profetas, sabios y escribas: a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del inocente Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el Santuario y el altar. Yo os aseguro: todo esto recaerá sobre esta generación.

¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Mat 23)

¡Qué tremendo ‘Jesús-Sacerdote’ hablándoles a sus hermanos sacerdotes! ¡Pero estaba practicando con ellos la corrección fraterna!, estaba practicando ‘lo más importante de la Ley’: la justicia, la misericordia y la fe.

El Evangelio según San Mateo presenta en este capítulo 23, y en los dos siguientes, una serie de discursos de Jesús, los últimos antes de La Pasión. Tienen, por tanto, la fuerza de ‘lo que dice un hombre que sabe que va a morir’. El 24 es especialmente revelador en estos momentos críticos de nuestra historia, y dice así:

“Cuando salió Jesús del Templo, mientras caminaba se le acercaron sus discípulos para mostrarle las construcciones del Templo. Pero él les respondió: '¿Veis todo esto? Yo os aseguro: no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derruida.' Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: 'Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será el signo de tu venida y del fin del mundo.' Jesús les respondió: 'Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: 'Yo soy el Enviado de Dios', y engañarán a muchos. Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin. Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos. Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento. Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente. Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos. Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el final, se salvará.

Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin. Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo (el que lea, que comprenda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; el que esté en el terrado, no baje a recoger las cosas de su casa; y el que esté en el campo, no regrese en busca de su manto. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Orad para que vuestra huida no suceda en invierno ni en día de sábado. Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla. Y si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días.

Entonces, si alguno os dice: 'Mirad, el Enviado de Dios está aquí o allí', no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes signos y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Así que si os dicen: 'Está en el desierto', no salgáis; 'Está en los aposentos', no lo creáis. Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre. Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.

Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Él enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.

De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Más de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre. Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque, como en los días que precedieron al diluvio comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.

Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.

Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.

¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: 'Mi señor tarda', y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” (Mat 24)

Y, finalmente, el 25 recoge dos parábolas y un anuncio dramáticos. La última parábola –palabra- es la de los talentos, y es la denuncia más incisiva y oportuna que cabe hacer hoy al pueblo fiel. Y no es casualidad que case como anillo al dedo con la acusación de hipocresía a los pastores: muchas personas religiosas, en el fondo, viven su relación con Dios con desconfianza, con miedo, de un modo poco evangélico.

“Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas.

 Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron.

 Mas a media noche se oyó un grito: '¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!'

 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: 'Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.' Pero las prudentes replicaron: 'No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.'

Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: '¡Señor, señor, ábrenos!' Pero él respondió: 'En verdad os digo que no os conozco.' Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.

Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente, el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: 'Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.' Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose también el de los dos talentos dijo: 'Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.' Su señor le dijo: '¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.' Llegándose también el que había recibido un talento dijo: 'Señor, sé que eres un hombre exigente, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.' Mas su señor le respondió: 'Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque al que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que cree tener se le quitará. Y al siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.'

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el Rey a los de su derecha: 'Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y acudisteis a mí.' Entonces los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?' Y el Rey les dirá: 'En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.'

Entonces dirá también a los de su izquierda: 'Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me acogisteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.' Entonces dirán también éstos: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?' Y él entonces les responderá: 'En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.' E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.”


Es verdad que mi vida es un lío, pero podéis creerme si os digo que no es mía; que vivo la vida con Jesús o, como San Pablo, que es Jesús quien vive en mí. Por eso, aunque muchas son mis aflicciones, me asiste una fuerza, que no es mía, para superarlas. Si mi vida fuera mía, hace mucho que habría sido puesto fuera de combate. Pero sigo en la lucha y el amor de Cristo me urge.

Ahora se habla de la corrupción en la Iglesia. Y es innegable que existe, pues todos somos pecadores. Pero es necesario poner freno a la injusta atribución de culpas que los medios realizan. Y con esa idea, y las razones que me asistieron para promover una labor humanitaria en el ámbito educativo, presenté este fin de semana una denuncia ante los juzgados. Respecto a las razones que interpelan de modo particular mi conciencia, están cada vez más presentes las que proceden de la siguiente situación de injusticia: “El abuso sexual infantil se caracteriza por ser un acto de violencia cometido cuando alguien utiliza a un menor para sentir placer sexual. El niño no es capaz o no tiene edad para entender este hecho cuando lo sufre; sin embargo, más adelante, causará culpabilidad, baja autoestima, problemas con la sexualidad, dificultad en la construcción de relaciones duraderas, falta de confianza en sí mismo y en las personas que lo rodean. (National Center of Child and Neglect – NCCAN, 2004).”

 

 

D. Julio Manuel Espina Fernández, con DNI 0X3X30X3P, vecino de Toledo, c/ Roma 1, 2ºI, comparezco ante el Juzgado de Guardia de esta ciudad y, bajo promesa de decir verdad y como mejor corresponda en derecho, vengo en denunciar los siguientes hechos:

Acudí por primera vez a la Comisaría del CNP de esta localidad en junio de 2013 con la intención de denunciar al director del colegio público J. de Foxá y al Inspector Jefe Educativo de Toledo, por acoso laboral. Los motivos para hostigarme eran varios: haber puesto yo en su conocimiento y en el de sus superiores un caso de conductas sexuales deshonestas por parte del profesorado del centro; haberles conminado a reparar el daño causado al alumnado permitiendo hacer burla del Papa Emérito Benedicto XVI en el hall del centro, con motivo de su renuncia al papado en vísperas de la Cuaresma de 2013, fechas del Carnaval Escolar; haberles comunicado mi rechazo a permitir la instalación de un ‘Photocall’ de marcas comerciales en el recinto escolar, vulnerando la norma que protege los recintos educativos públicos frente a los intereses de particulares.

En aquella ocasión, en la Comisaría, fui vejado por agentes del Cuerpo, de los que recibí desinformación, insultos, desprecios, humillaciones y hasta alguna patada, todo con el fin de disuadirme de mi propósito.

Volví en 2015 a denunciar otro abuso, de pederastia, en mi Comunidad Educativa. En esta ocasión me pasaron a hablar con el Grupo IV, con un inspector que me mostró desde el primer momento su nula disposición a colaborar y su aversión hacia mí, como si yo fuera el delincuente. Le leí el texto de la denuncia que quería interponer y rechazó darle curso, obligándome a irme de vuelta con el papel y con la pena de no haber podido obtener protección para los alumnos. Pero a ese daño vinieron a sumarse otros, porque al día siguiente acudieron de esa Comisaría a decirle al director del Colegio –según él mismo me confesó- que un loco había ido a decirles que allí se estaban dando casos de abuso sexual del alumnado. Y, lógicamente, el presunto delito quedó impune, los delincuentes avisados, los alumnos sin protección, las víctimas sin reparación, y mi fama pisoteada por la gente. Poco después, cierto personal del centro, sorprendido en estafa de alumnos, y con quienes el pederasta denunciado se mostraba muy complaciente, escandalizó a la comunidad educativa insultándome y amenazándome públicamente, con grave daño moral. Se da aquí la circunstancia de que el propio director, condicionado por la versión policial y por tanto sin culpa, había contribuido al expolio de mi persona por haberse negado a escucharme y por haber adoptado otras medidas de exclusión sobre mí.

Por aquellas fechas noté cierta alteración del archivo de mis papeles en casa y acudí de nuevo al CNP a interponer una denuncia. Eran documentos importantes los que echaba en falta y esperaba una investigación que no se produjo, por lo que me consta.

Con este mismo motivo me presenté otra vez en la Comisaría el día 9 de este mes, hacia las 21:30. En la garita me preguntaron a qué iba y les dije que me habían robado ‘mis joyas’ (se trataba de varias hojas, algunas con fotos de un milagro presenciado por mí en Fátima, y del ‘Papa-fantoche-BXVI’ a la entrada del J. de Foxá); el agente me preguntó si había ido la Policía a mi casa y dije que no; y me mandó pasar. Salió poco después a mi encuentro el policía que atendía la oficina de Denuncias y le detallé más el asunto; me recriminó el no haber expuesto el caso con claridad al Policía de la entrada, aduciendo que, por la hora que era, tenían que priorizar su trabajo pues estaba él solo para atender las denuncias, y dándome a entender que, si bien comprendía que para mí eran ‘joyas’ aquellos papeles, para ellos no lo eran, y me mando esperar. Eran aproximadamente las 22:10 cuando vino a mí otro agente, el de nº de placa 88XX8. En todo el tiempo de espera no había habido nadie más que yo en la antesala del despacho de denuncias.

Este policía quiso saber si había habido destrozos, algún signo de fuerza en la puerta, robo, deterioro u otros desórdenes, y le dije que no. Preguntó por qué aquellos objetos eran tan importantes para mí, y le contesté que eran pruebas de inocencia en un proceso seguido contra mí. Comoquiera que no supe darle la referencia del proceso en cuestión, ni en qué juzgado se seguía, se empezó a incomodar, por no ver él que hubiera materia para una denuncia. Entonces le dije que me habían echado del trabajo y que había tenido que defenderme ante el Juez por una demanda de Incapacitación, aunque ya estaba concluida… como mi interlocutor sólo viera en esto una razón más para determinar la falta de materia para una denuncia, por el hecho de estar ‘cerrado’ el proceso, añadí que, al habla con un abogado, por esa injusticia de haberme privado las autoridades académicas de mi derecho a ejercer la docencia con alumnos, estaba iniciando un procedimiento Contencioso, y le hice ver cierta relación de los documentos desaparecidos con esa acción. A partir de ahí empezó a cuestionar que las fotos del milagro existieran realmente, desviando el curso de la entrevista a la peregrina búsqueda en gúguel de pruebas de la ocurrencia del suceso milagroso. Como no viera en la red otro milagro del sol que el de octubre de 1917, intentaba disuadirme de mi propósito de denunciar aconsejándome que proporcionara yo datos objetivos del suceso, y que volviera por allí cuando los hubiera encontrado. Como yo ya había hecho la búsqueda en gúguel sin éxito, le dije que no, que aquello que me pedía no estaba a mi alcance, pero que por haber habido miles de testigos aquel 13 de mayo de 2011 en la explanada de la Basílica de Fátima, no le sería difícil a alguien con los medios de la policía obtener ese dato; y a esto respondió que tratándose de otro país no les era posible actuar en ese sentido. Yo estaba dialogando muy calmado, con parsimonia incluso, todo el tiempo, derrochando paciencia ante la contumacia en negarse a tomar nota de mi denuncia con argumentos del tipo: “Es como si viene Vd. a decir que le han robado el coche y no da ni la matrícula, ni la marca, ni el color, ni tampoco el tipo de seguro, lugar o fecha del robo”; en ese momento, al decirle que en nuestra ley se presumía la veracidad del ciudadano en sus declaraciones a las autoridades, el joven policía, elevando la voz y con acritud, me leyó un protocolo según el cual una denuncia en el CNP no acredita la veracidad del relato, y fue inútil que yo tratara de que viera la diferencia entre ‘presumir’ y ‘acreditar’. Añadiendo torpes argumentos disuasorios dijo: “Tiene que comprender Vd. que si alguien entrara en su casa para robarle unos documentos lo haría aprovechando un momento en que Vd. no estuviese allí; entrarían rompiendo la cerradura y abrirían cajones desparramando su contenido, arrojando todo lo que les impidiera ir al grano… y cuando lo encontraran se irían a toda prisa…”, faltándole sólo decir que llevarían antifaz, jersey a rayas, guantes y saco al hombro. Y tanto despropósito me movió a sugerirle que había otras formas de acceder a una vivienda, como por ejemplo obtener del arrendador de la misma otro juego de llaves; y su agresiva actitud dejó ver que, de no estar yo en mi sitio, a poco que pudiera pondría en mi boca una acusación infundada. Y efectivamente, tal y como me temía, enseguida padecí su mala práctica profesional. Afeándome haber acudido a acusar ‘a alguien’ sin tener seguridad de la ocurrencia de la acción delictiva, y volviendo a repetirme que la falta de signos de fuerza era una evidencia de la inexistencia de delito, incurrí de nuevo en respuesta ingenua al intentar ‘explicarle’ que esa ausencia de señales podía ser debida a un modus operandi más sofisticado… como el de acceder frecuentemente al piso aprovechando las muchas ocasiones en que sólo estaba cerrado con el resbalón, y tener, gracias a ese trabajo previo, total certeza de dónde estaba lo que les interesaba para cuando hiciera falta sustraerlo. En ese momento, tal vez viendo el agente la ocasión de despachar mi enojosa comparecencia, sacó pecho y afirmó que yo acababa de acusar a las Autoridades Educativas de pagar, con el dinero del contribuyente, a delincuentes profesionales para castigarme. Prevenido de que semejante malicia podía ocurrir, rápidamente le corregí por haber retorcido mi discurso; pero él, arrastrado ya por el subido tono en que cabalgaba, desoyó mi queja las varias veces que la formulé, y se ratificó en su calumnia, afirmando que, efectivamente, lo que yo acababa de hacer era una grave acusación contra mis superiores jerárquicos. A los suyos tenía él en mente, sin duda, cuando arrojó aquella inmundicia sobre mí, y en su apuro, ansiando como los judíos en el mar Rojo encontrar una salida, interpretó el palo al agua de la sonora queja que con cuatro dedos puse sobre la mesa como la señal para avanzar; y de un brinco aupándose sobre las alas de su vehemencia me echó del cuarto, haciéndose la víctima; y mientras me abría la puerta, y perplejo me inclinaba yo hacia su pecho para ver su placa, le faltó tiempo para decirme que aquel joven solitario que hacia la mitad de la sala en penumbra veíamos moviéndose inquieto, iba a ser testigo de ‘mi proceder violento’ si se me ocurría emprender alguna acción contra él (!).

Estaba sobre la mesa un caso sensible; uno de los muchos en que se atribuía culpa a la Iglesia sin ser obra suya el daño causado. Presido una fundación educativa dirigida a compensar las lagunas que el sistema educativo no alcanza a cubrir, y que se originan las más de las veces por traumas ocultos, como la violencia física o moral. Una mujer violada cambia: se inhibe sexualmente o se hace promiscua, fifty-fifty. Pero en el caso de infantes la herida cala más hondo, y al crecer, o bien caen ellos en el abuso o bien se topan con una frustrante incapacidad para construir su mundo afectivo-sexual de forma estable y satisfactoria.

Me encontré con D. J. X.D. muy asentado en el colegio y con muy buena fama, lo cual es frecuente en el perfil de abusadores. Otros signos vi en él que me animaron a tantearle; y le abordé dos o tres veces. Recurrir a meter miedo es un truco clásico que los pederastas usan habitualmente: Primero aterran y luego achuchan. Y lo usan también para ahuyentar a los adultos que sospechan. D. J. lo puso en práctica conmigo, y de un modo tan duro que no necesité más confirmación de mis sospechas. Como muchos compañeros, D. J. solía comer y cuidar en el comedor, y allí pasaban cosas; cosas que tenían que ver con la pedagogía de la nutrición… y que suscitaban castigos y recompensas. Como siempre que se quiere ocultar algo, el acceso a los extraños estaba restringido en el área del comedor… pero yo no era propiamente un extraño, y un día de tantos vi jaleo en la zona de los aseos. Al acercarme salió del office la cocinera con un utensilio en la mano, que era, según parece, el que empleaba habitualmente para abrir aquella puerta que aterrorizaba a los infantes.

Cuando todo esto sucedía aún trabajaban en el colegio dos hermanas, expertas y veteranas, y una de ellas, al enterarse de que me ponían por loco, me confesó que había visto cosas.

Pero todos estos signos de abuso no interesaron a aquel inspector de policía, que mostró mayor afinidad con D.J. que conmigo. En vez de investigar se encargó de llevar a una vía muerta mi denuncia y de poner en guardia a los abusadores. Y como también se ocupó en difamarme me vi obligado a buscar más pruebas del delito. Recopilé las fotos del grupo de D. J. que pude y las comparé con las de los chicos de los otros grupos de su mismo nivel. Y, tal y como yo sospechaba, obtuve otra prueba inequívoca de conducta deshonesta: Los alumnos de la clase de D. J. -de nueve años- reflejaban una iniciación prematura en la sexualidad, siendo patente en cada rostro la voluntad y destreza en seducir. Los chicos de los otros grupos de la misma edad posaban inocentemente, con la naturalidad propia de su edad, ajenos por completo a su capacidad para atraer sexualmente. Lógicamente, a raíz de ese descubrimiento, sobrevinieron algunos cambios, solo significativos para mí. Para empezar, las orlas dejaron de componerse artesanalmente, y la impronta del tutor en ellas se esfumó. (Por cierto, a propósito de fotografías y de lo que todas estas obligaciones mías me reportan, me he encontrado este año con la inquietante sorpresa de que en el cole de mi hija aparecen desfigurados en la orla de grupo ella y su mejor amigo -dos de los más educados de la clase, al decir de quien tiene el juicio para hacerlo (!).) Sucedió también que D. J. abandonó su plácido retiro en sus funciones habituales y empezó a dejarse ver más por los padres y a interactuar con ellos, a la hora de las entradas y salidas. Otra reacción sorprendente fue que uno de los más próximos a su círculo, con cargo institucional y miembro significado de la plataforma cooperativa que operaba en el colegio, anunció a la comunidad la inminente prejubilación de D. J., apenas un trimestre escolar después de mi denuncia, al comenzar un nuevo curso. D. J. pasó a atender la biblioteca en horario extraescolar, y ya no vigilaba tanto el comedor. Todavía reciente el ‘seísmo’, tuvimos una breve conversación en el patio, en la que mintió sobre algunos hechos y versionó, quitándoles hierro, las duras palabras de nuestro anterior encuentro. No fui testigo directo de sus abusos, pero obtuve certeza de que acontecieron. Y respecto a las cocineras lo mismo, en su cambio de actitud para conmigo quedaron confesas de su participación en el delito.

Los cambios sobrevenidos no dejaban lugar a duda: modificación de actitudes y rutinas con inequívoca intención de ocultar pruebas, traslados, encubrimiento o modificación de rastros del delito… y otro caso cerrado en falso por la intervención de un perro-pastor asalariado al que no le importaban las ovejas y que dejó irse al lobo a hacer estragos a otra parte: niños y mayores abandonados a su suerte, en un círculo vicioso del que uno solo no puede salir. ¿Y la fundación? Fíate fue enseguida víctima de una durísima campaña de descrédito. Pero había además otras personas afectas a D. J. que según todos los indicios y las investigaciones que yo hice se sumaban a él para ser rémora del barco que intenta llevar a buen puerto a las jóvenes generaciones. Se guarecían bajo el paraguas de una de esas iniciativas de ayuda humanitaria y también gozaban de buena fama. Al modo de ese tipo de organizaciones, se daban a conocer con la venta de productos de comercio justo, y otros. Pero en esto precisamente me resonaba a mí, cada vez que me acercaba a ese ‘buen’ mercado, el eco de las quejas de mi madre respecto del bajo precio que los organizadores ponían a las viandas que ella, durante varios días y con gran esfuerzo, cocinaba para colaborar en el rastrillo parroquial de Manos Unidas: “Si esto es para ayudar a los pobres habrá que venderlo un poquito más caro, y no al contrario”. Claro que sí. Algo parecido a dos que compiten por alquilar un mismo piso, y ante lo elevado del precio uno asiente sin rechistar, y el otro, porfía con el dueño por una rebaja. ¿Quién tiene intención de pagar puntualmente? O ¿Cómo averiguó Salomón quién era la verdadera madre?... Parece que no era el bien humanitario lo que buscaban los amigos de D. J., como pude comprobar en carne propia en aquel escandaloso lance que sufrieron mi familia y mi fama por su causa. Y lo que investigué al respecto corroboró mis sospechas: direcciones-tapadera, contenidos fraudulentos, acciones impropias, colaboraciones inquietantes, subvenciones infundadas…

 

Acudí al CNP como presidente de una fundación nacida para ayudar a los alumnos con trabas ocultas o especiales, como las que provocan los abusos; pero lo hice también como padre, docente y ciudadano; y recurrí a la policía tras agotar las vías de la compasión y la persuasión. No tuve éxito entonces y tampoco espero tenerlo ahora, con esta denuncia en los juzgados. Porque se me hace patente el uso político que se está haciendo de este tema.

Es un caso claro de doble moral. Por una parte, se promueve, incluso entre los escolares más jóvenes, la desinhibición total en el comportamiento sexual, desligándolo por completo de cualquier implicación moral, y normalizando todas sus modalidades sobre la endeble base del acuerdo entre las partes. Y, por otra parte, se criminaliza a la Iglesia, con linchamientos mediáticos, por los -proporcionalmente escasos- delitos cometidos por los sacerdotes. Y cuando un ciudadano acude a la justicia buscando remedio a casos de padres de familia que practican el incesto, o a casos que, amparándose en el buen nombre de la Iglesia, pasan impunes o se facturan a cuenta de ese buen nombre, es él quien sufre castigo y no el delincuente.  

Al decirle al Agente 88XX8 que me robaban pruebas para sustentar mi defensa, me faltó decirle que acababan de borrar de mi correo corporativo todos los intercambios de mensajes con la Administración que probaban que me habían incapacitado laboralmente sin haber tenido una sola baja ¡en treinta años! por la patología que me atribuían.

Así mismo, recién pagada por mí una tasa para obtener de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre una firma electrónica, alguien me la hackeó y presentó un escrito a mi nombre en el Registro de la Dirección General de Policía.

Cuál es en esto la responsabilidad penal del Agente 88XX8 no soy quién para decidirlo. Tal vez lo suyo sea simplemente una falta disciplinaria grave. Pero es obvio que se enmarca en una acción contraria a la sana convivencia ciudadana. Espero firmemente que se investiguen a fondo estos hechos y se me llame a declarar por ellos. ¡Buen domingo, amigos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. El 1 de mayo de 2011 fui a Roma con mi esposa a la beatificación de San JPII, y el 13 a Fátima. Al final de la Misa solemne, la asamblea celebró al buen hijo de María, de cuyo amor hizo lema papal: 'totus tuus'. En la corona de la imagen de la Virgen de Fátima que preside la Capelinha, se encastró en su día la bala que disparó certeramente un experto francotirador, y que hubiera matado al Papa si su trayectoria no hubiera sido milagrosamente cambiada por la Virgen María. Los miles de fieles que asistíamos en oración a ese homenaje en la explanada, pudimos ver en ese momento un halo de luz en torno al sol, una corona circular, del todo desconocida para todos. Al día siguiente apareció en los periódicos y nosotros compramos uno, que conservábamos como una reliquia. El suceso fue vivido con ejemplar piedad por el pueblo creyente, que lo recibió con sentido agradecimiento y verdadera unción. Como anécdota diré que, mientras a la sencilla asamblea allí congregada aquel viernes el milagro no la sacó de la oración sino al contrario, a los periodistas que cubrían el evento no se les iba la mirada del astro rey.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario