FRC, UN SOLO CORAZÓN
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El misterio que anunciamos: una zarza ardiendo -luz viva, pan entregado- que no se extingue. |
Este fin de semana se celebró en Guadarrama el XXXII encuentro nacional de Familias por el Reino de Cristo. Entre doscientas y trescientas personas nos reunimos para festejar el Amor misericordioso de Jesús, adorando, rezando, instruyéndonos y compartiendo experiencias; un auténtico regalo que cada año recibimos de Dios para comenzar la lucha de un nuevo curso, actualizando nuestra fe y animando nuestra esperanza.
El lema de este año fue “El Corazón de Jesús es el Corazón de la Iglesia”, y, aunque suene a cosa antigua, el meollo de ese asunto es de rabiosa actualidad. Porque si algún sentido tiene hoy en día pertenecer a la Iglesia es, justamente, encontrarse en ella con ese Amor incondicional que, acogiéndote en tu pobreza, te sana. La doliente humanidad de hoy llenó en todo momento el auditorio en que nos reuníamos, apretándose en cada butaca los dolores de muchos corazones heridos... Todos ansiábamos escuchar una palabra de aliento, de esperanza, para tanto desconsuelo. ¿Y qué fue lo que oímos? Fue la noticia nueva y que nunca se gasta: Que el alivio está en cargar con tu cruz de cada día… con Jesús.
Todos lo sabíamos, pero todos necesitábamos volver a escucharlo. Todos estábamos soportando el peso de nuestra cruz en aquel momento, y todos experimentamos, una vez más, la presencia de Jesús a nuestro lado, dándonos la fuerza necesaria para caminar. Yo, en concreto, tenía conmigo el dolor de la persecución que sufro, que a veces me hace vacilar; y la pena de ver el dolor de la mujer que Dios me dio como compañera, que en esta etapa del camino carga con una cruz muy pesada.
Hace unos veinte meses me llamó una hermana en la fe, una consagrada al Señor, diciéndome que estaba preocupada por mi esposa, porque la había visto vagar como una oveja perdida… En aquel momento estaba mi esposa en pleno duelo por su madre; dormía en el piso de arriba mientras nuestra hija y yo lo hacíamos en el estudio de la parte de abajo; y no quería más que estar sola; cosa nada rara, por cierto, pues todo el mundo sabe que el desánimo se expresa a menudo inculpando a otros de los males propios. Había puesto ella un candado por consejo de la policía y rehuía mi ayuda… no sabía que esos consejos que le daban no buscaban su bien; y quedó a merced del cazador, y usada como cebo para cazarme a mí. Empezaron entonces a hacerle la vida imposible. Veintitrés instancias presentó a la Dirección Provincial para salir de la trampa que le había dejado con apenas mil euros de sueldo, sin obtener respuesta; le robaron varias veces la cartera; el vecino de la piel del diablo la amenazó de muerte y la hostigó día y noche; varias veces también le cegaron la cerradura (las primeras veces, como ya no podía pagar otra vez los trescientos que cobra un cerrajero, recurrió a mí, que a base de acetona, ganzúas, fuego, y horas, le abrí la puerta en tres o cuatro ocasiones; hasta que ya no pudo más, la pobre...); la acosaron, acusaron y condenaron injustamente; esto lo hizo, en concreto, un falso guardia de seguridad de la Uni, que, después de causar ese daño, alzó el vuelo. Este 'pájaro' consiguió que un Juez la condenara diciéndole mentiras, de lo cual fueron testigos la cámara de la Delegación, y la que quitaron de la fachada de la Plaza de la Constitución (se ve el hueco tres filas más abajo de la placa, en un ladrillo blanco), pero, desamparados y desasistidos, no pudimos demostrarlo.
Y a esa maldad personal, promovida con dinero, se suma la institucional, que usa el miedo y el silencio de sus trabajadores para implementarse: lo que la Administración corrupta (no toda ella lo está) puede hacer para acabar con un ciudadano es pavoroso; y la mayoría de nosotros no tenemos medios para hacerle frente. Por ejemplo, puede instarte un expediente y sancionarte sin que te enteres, o puede equivocarse Hacienda y quitarte dinero indebidamente, y meses más tarde devolvértelo…
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Notificaciones de Agencia Tributaria de estos meses para mi esposa |
En febrero del año pasado, descargando sobre mi esposa, a un tiempo, el peso de deudas agazapadas, de otras inventadas, y de la súbita supresión del ingreso de la nómina, la derribó el enemigo. Y rodando por el suelo la vio esta hermana en la fe que habló conmigo. Unos días más tarde, la propia Administración que la despojó, llevó su faena al extremo, aprovechando la maquinaria covid: La arrancó de nuestra vida cinco meses, condenando todos mis intentos de obtener información sobre ella (kafkiano y perverso, ciertamente), y evidenciando el intento, una vez más, de destruir nuestra familia.
En agosto del año pasado nos reunimos de nuevo para cubrir otra etapa; heridos, pero los tres juntos. Algunos de los hermanos en la fe han venido a mí este fin de semana a mostrarme su preocupación por ver inexpresiva a mi esposa, y yo los he tranquilizado. ¡Cómo me gustaría poder compartir con ellos todo lo que estamos viviendo! pero Dios, en su infinita bondad, nos hace caminar solos por ahora. Unos saben unas cosas, otros creen saber otras, ninguno de ellos ha oído mi versión detallada, y oigo rumores de opiniones sobre nosotros que confunden y tuercen el buen juicio.
Nosotros libramos una batalla por la preservación de nuestra familia, seriamente amenazada. Nos vemos en aprietos por vivir nuestra vocación matrimonial sinceramente, íntegramente; y os aseguro que Dios nos muestra de sobra que nuestra actitud es conforme a su voluntad. Ahora tenemos que hacer frente a una aviesa y falsa acusación de acoso vecinal. Han urdido un plan para probar que 'no estamos bien'. Han grabado, después de haberla despojado, imágenes de mi esposa indigente; y pretenden encerrarla en uno de esos gulags modernos semi-públicos llamados 'fundaciones asistenciales'. El siguiente paso sería instar de oficio nuestra nulidad, y matarme a mí de paso quitándome a mi 'tesorito'. Pero Dios resiste a los soberbios y no permitirá que quedemos confundidos ni avergonzados.
A los que con corazón noble leéis estas cosas os digo que no lloréis por nosotros, sino por vuestras familias, pues nosotros somos sólo el conejillo de lo que se avecina; y también os pido, y esto encarecidamente, que levantéis vuestras manos, limpias de ira y divisiones, pidiendo a Dios que actúe para mover todos los corazones al cumplimiento de su voluntad. Un abrazo en el Señor.
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