UNA BUENA NOTICIA

 

La publicación de un libro siempre es una buena noticia.



porque el libro era un compendio de artículos publicados en el blog de Fíate, y la edición allí me resultó un trabajo agradable. E igual de fácil fue su publicación, para la que conté con la ayuda inestimable de la Sra. Martos, la dueña del Hotel Santo Amaro, y su colaboración en hacerme llegar a España los doscientos ejemplares del libro.
En resumen, entre unos y otros, mis cinco libros no me han supuesto ningún quebranto económico, aunque tampoco me han hecho rico. Ahora resta que sus palabras, como la lluvia que cae del cielo y no regresa a él sin antes haber fecundado la tierra, cumplan su función de traernos una sociedad mejor. Yo he plantado y regado, pero es el Señor el que tiene que hacer crecer la semilla; y en esa esperanza sigo trabajando.
Y como anunciaba en julio a mis seguidores de Facebook, tengo el gusto de presentaros ahora Con el Alma en el Crisol, la segunda parte de la trilogía 153 rosas. Me gustaría poder tener un acto de difusión en vivo y en directo, aunque con lo revuelto que está el patio no sé si va a ser posible. Entre otras cosas porque estos doce años de mi vida que narro, han sido especialmente turbulentos, y han venido con mucha persecución sobre mí y sobre mi familia. Ayer mismo, charlando con unos amigos en el club, volví a  percatarme de la dura difamación que se sigue haciendo caer sobre nosotros, y de lo difícil que resulta hacerle frente. 
Intentaba yo explicarles a estos dos amigos, personas de buena formación y muy queridos de la gente, el motivo y los principales rasgos de esa persecución que sufro, y me asombraba toparme una y otra vez con el muro del prejuicio que sobre mí tenían formado, sin haberles dado motivo para ello. A pesar de su claro entendimiento, por encima de la media, el 'dos más dos, cuatro' de mi vida actual, era para ellos un tres o un cinco. Esbocé como pude los reveladores hechos más sobresalientes de mi historia reciente, que sin la explicación de una represalia no se entenderían, y nada, erre que erre... "Tú sientes que te quieren hacer daño...", "tú vas a la policía con algo que tú te imaginas, y con tu historial... ¿qué esperas?".
De poco sirvió que les dijera que un compañero me había reconocido haber abusado de una alumna de infantil, a la que, según él, ya había forzado su padre; que me habían jubilado por esquizofrenia sin haber tenido una sola baja en más de treinta años, y faltando quince días para retirarme por la edad; que en comisaría me hubieran metido en el calabozo sin motivo... nada de esto les resultó raro y parecía que seguían pensando 'por algo sería, no me vengas tú con que la sociedad está mal'. En cambio, al decirles que de los dieciséis a los dieciocho, recién llegado a la capital desde mi pueblecito natal, desorientado por las turbulencias de la transición y por las de la crisis de salud de mi padre, me había arrastrado la corriente de los tiempos (la apología del porro de Tierno Galván, p.ej.) y había ido a dar con chicos que fumaban petas, eso sí les interesó y lo vieron como la causa y la prueba
 












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