MISIÓN: LA FAMILIA

Sin comentarios.

Me senté en un banco a descansar, y se me acercó un chaval de unos 18 años, de aspecto frágil. "Soy Carlos, de Cádiz, dijo, e inició una conversación casual... ¿qué tal... eres de este barrio... qué haces por aquí... tienes familia? etc. etc. Me preguntó la edad y le dije que me parecía mejor no decírsela, y empecé a explicarle por qué, pero entonces el chico se vino abajo, como si le hubiera ofendido... y se enfrascó en su móvil... Hice algún intento de animarle, pero sin éxito. Después de un minuto o dos en silencio, me despedí, diciéndole que me esperaba mi esposa; pero él, como despechado, sin mirarme siquiera, chasqueó los dedos y dijo: ¡aire! ¿Qué maleza asfixiaba sus pensamientos?...
Carlos así hay muchos, son, de hecho, la mayoría de los de su edad, chicos heridos a más no poder; incapaces de entender y seguir una conversación sin dramáticas interferencias, producto de sus llagas supurantes: este es el país que estamos formando, masas despersonalizadas, ignorantes totales de la grandísima dignidad que portan; cumplimiento de la profecía de Ezequiel 5: los padres se comerán a los hijos y los hijos a los padres, y al resto lo aventaré, porque no habéis respetado mis normas. La juventud son seres inermes, desarmados por la atrofia activamente buscada en ellos de las funciones superiores: desde la memoria, fundamento indispensable del pensamiento, aviesamente desprestigiada,  hasta la voluntad, perversamente desatendida en su educación. Este Carlos, de Cádiz, es icono de la generación Ca-Ca: tienen la autoestima por los suelos, y es dificilísimo ayudarles sin pringarte hasta las cejas. Pero es urgentísimo hacerlo, nos va la vida en ello. Una apisonadora de  maldad los ha aplastado contra el suelo; y claman desde allí como clama la sangre de Abel desde el fondo de la tierra. 
¿A quién enviaré? dice el Señor. Aquí estoy, Señor, hágase en mí según tu palabra. Hoy, domingo mundial de las misiones, no tenemos que hacer la maleta para evangelizar a los pobres; los tenemos en la puerta de al lado... son nuestros propios hijos... a los que, ciertamente, nos estamos comiendo vivos.

Ya va de boca en boca: “El covid y Ucrania han venido para esclavizarnos”. Pues, efectivamente, así es, aunque conviene ignorarlo, por la sencilla razón de que hablar de ello es agrandar su efecto, y también porque al comentarlo sólo conseguiría uno salir pringado. Entonces ¿qué tenemos que hacer? Nada más y nada menos que escuchar a tu corazón, hermano; buscar la paz y correr tras ella.
Y en lo concreto: ¡No más pagas extra! ¡No más subsidios! ¡No más parches ni chanchullos! Esto es España, señores, pícara, sí, pero, sobre todo, noble. En estos momentos, todo aquel que, de una u otra forma, afirme que existen varias opciones políticas, está siendo ocasión de tropiezo para los pobres y los sencillos. La política es cosa del pasado; ahora estamos ante la verdadera opción: de Dios, o del diablo. Quien niegue a Jesucristo, Dios y hombre verdadero, vivo entre nosotros para siempre, es del Anticristo. Y si afirmamos a Jesucristo, nuestra única salida es escucharle y seguirle. Este es el programa, y no hay otro. Y como dice la canción “Nunca es triste la verdad…”.
La vida puede cambiar en un instante: un golpe de suerte o de mala suerte, la pérdida de un ser querido, o, simplemente, que te sientes un momento en tu sillón y te plantees, como una persona sensata, la pregunta fundamental: ¿creo yo en ese Dios vivo en el que creyeron la mayoría de mis paisanos desde hace dos mil años? Y al que se decida a creer, al instante se le encenderá un piloto que ya no le dejará nunca hasta llegar al destino dichoso.
Entre otras ventajas, esa luz de la fe sirve para que no tropieces mientras caminas; y para que sepas quién es quién. Por ejemplo, si te topas con un gallego en una escalera no te costará saber si sube o si baja. Núñez, por ejemplo, y como él, el resto de actores de la política nacional, intentan barrer la Constitución, último obstáculo para que las leyes españolas sirvan sólo a los que nos mandan. En la Prensa, salvo aquel breve período en que el de Ourense salió revestido de dignidad, para tapar la canallada con la que él y los suyos quitaron de en medio a Casado, al del PP se le ve siempre esquinado en las fotos, como corresponde a la obra que intenta llevar a cabo: cargarse el TC entregándole a Sánchez el CGPJ, sin que los bien pensantes de su partido se escandalicen; y a espaldas de éstos ya ha pactado con Sánchez que siga otra legislatura, para terminar de hacer trizas la Carta Magna.
Lo que estamos viviendo no son ‘nuevas formas de política’, ni siquiera un cambio de sociedad. La esclavitud, de la que ya habla el pueblo, significa ver cómo sufren tus hijos, hasta desear la muerte, y no poder hacer nada; significa el apagón de todas las realidades que tradicionalmente nos consolaban en esta vida: la familia, el amor, la amistad, la belleza… Y no hay ninguna alternativa viable a esa tradición, por más que insistan; los que creen que sí la hay, padecen la misma ceguera que quienes les han engañado; cabe mejorar la tradición, pero no suprimirla.
También son necios y ciegos los clérigos que abogan por un entendimiento con esta quimera que viene. No hay componenda posible; no se puede servir a Dios y al dinero; y el Vatican Mall es el icono del Mal Vaticano, el dinero reinando en la Ciudad Eterna; ¿por qué sino se tuvo callado hasta que abrió sus  puertas? 
Estos tiempos son propicios para recuperar las esencias: los primeros cristianos vivían en comunidades donde se ponía todo en común, y eran admirados del resto de la sociedad por el amor que había entre ellos. Nos toca revisar a quién seguimos, ¿al Dios pobre pero rico en amor? ¿o al becerro de oro que manejamos a nuestro antojo? Llevo unos años en que las circunstancias me están obligando a tener a todas horas muy presente que estoy de paso, que aquí no está lo que busco, y que ‘tengo que pasar mucho para alcanzarlo’. Me ladran, luego cabalgo; tengo claro que la vida no es ir de banquete en banquete, y de engaño en engaño; que la vida pasa volando, y los placeres, ‘acordados, dan dolor’.
Urge preguntarse por el modo correcto de vivir; por el modo de hacer frente al sufrimiento, al vacío existencial al que nos empujan. ¿A dónde vamos a acudir?, le dijo Pedro a Jesús, “sólo Tú tienes palabras de vida eterna”. Y unos agentes del orden se atrevieron a decirles a sus jefes: “no le hemos detenido porque nadie ha hablado como este hombre”. Esa es la verdad, y en ese hombre, que conmovió a la gente sencilla y aún vive entre nosotros, están todas las respuestas.
Nos hemos alejado mucho del ideal de una vida tranquila y apacible, piadosa y digna… Ya San Pablo, temiendo, tal vez, el momento aciago que ahora ya estamos viviendo, en el que no hay paz posible para el honrado, mandaba rezar a los varones, limpios de ira, y recordaba a las mujeres cómo habrían de salvarse por el recto cumplimiento del mandato de dar vida (concebir, alumbrar y criar, en sentido amplio).
Porque Dios, al principio, había asignado al varón el rol de jardinero, y a la mujer el de dar vida y ser una con el varón. Pero al pecar, Dios hubo de retocar sus intenciones, con el fin de que, por las nuevas, pudiéramos recuperar la armonía. Y así, el dulce trabajo pasó a ser para el varón un combate, y la condición de la mujer pasó a ser la de estar necesitada del varón, seducirlo, y ser dominada por él. Pero, hoy día, ¿realmente nos santificamos en el trabajo, o en dar nueva vida, según el deseo de Dios? No, hoy tiende el varón a ganarse el pan con el sudor ‘del de enfrente’, y la mujer, alzándose sobre la base material que fue plantada por el trabajo de los varones, los domina en su ámbito laboral, y obliga al varón a seducirla para tener hijos.
Volviendo a San Pablo: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones. Así mismo, que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad. La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer, que, seducida, incurrió en la transgresión. Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere en la fe, en la caridad y en la santidad.” Nota de la Biblia de Jerusalén: "‘La vocación de la mujer es ante todo dar la vida y criar a los hijos’ (*Quizá haya aquí una puntada contra los falsos doctores que proscribían el matrimonio, según 1Tim 4: “El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos -que eran los suyos y son los nuestros- algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia, delatándoles; éstos prohíben el matrimonio… ”)" Tal como hacen hoy, de hecho, Mons. Bordeyne, Mons. Paglia, o la Sra. Mazzucato, desde la Academia Pontificia para la Vida, fundada por San Juan Pablo II.
Explicó el Papa Emérito, en 2019, que los fenómenos de la anticoncepción, el mal llamado ‘matrimonio homosexual’, la pederastia, y la cuestión del género, están entrelazados y responden a un plan, que se manifestó en el mayo del 68, apenas terminado el Concilio, y que, optando por la violencia, y mediante el engaño, atacó la autoridad moral de la Iglesia. La HV del Papa Pablo VI, en julio del 68, supuso apuntalar la doctrina católica sobre la moral sexual; y las catequesis de San Juan Pablo II sobre el Amor Humano, y su Teología del Cuerpo, abrieron horizontes insospechados en ese campo. ¡Cuánto esfuerzo y sufrimiento para nada!... si es que ha sido para nada. 
Porque hoy precisamente celebra la Iglesia Universal la bendita memoria de San Juan Pablo II; y en esta ocasión las laudes entonan una súplica confiada, un cántico de victoria, y una invitación a la alabanza divina. Al lado de esto, en las lecturas, San Pedro nos insta a poner empeño en secundar nuestra vocación a la santidad; Baruc nos exhorta a no regalar a extranjeros la inconmensurable dignidad de nuestra filiación divina, y San Pedro Crisólogo nos anima a profundizar en esa raíz espiritual que nos sustenta. Y es evidente que, si practicamos esto, tenemos asegurado el permanecer firmes en la fe, alegres en la esperanza y ardientes en el amor; y, ‘Al que siga el buen camino le haré ver la salvación de Dios’ (Sal 49)
Pero es cierto que ese camino está cada vez más difícil de encontrar, porque son muchos los que se esfuerzan en ocultarlo; y en silenciar a quienes lo anuncian. En el triste magazine que son hoy los diarios digitales, suelo echar un vistazo de corrido a ‘los santos’, por ver si pesco algo interesante. Y hoy reparó mi mirada en lo siguiente: 
“Disney+ estrenará el próximo miércoles día 12…" - A ver, me dije, hoy es sábado 22... y el miércoles próximo no es día 12… esta noticia también nos llega con retraso… aquí hay gato encerrado. 
En Texas, en 1980, ‘la dulce Candy’, de treinta años, mató brutalmente a otra madre del cole de su hija, y lo reconoció. Su abogado alegó Defensa Propia, y la declararon inocente. Divulgaron que padecía una fijación desde los catorce años, cuando, al parecer, no era tan mansa, y su madre, que presumiblemente la quería, la había agredido por negarse ella a ser atendida médicamente respecto de cierta desadaptación. Disney se recrea en ese episodio, grabando en la imaginación de los niños un cuadro tétrico de la atención sanitaria, suscitando así la antipatía hacia la madre de Candy. Coincide que en los 80, y en Texas, también yo pasé por un servicio público de salud mental -un hospital de beneficencia- y tengo que decir que el personal era encantador, y muy bien formado: nada del nido del Cuco, ni torturas a niños… pero a Disney le pareció bien aderezarlo con esa salsa (¡ojo al dato!). La defensa explicó que, con su trauma a cuestas, al reconocerle Candy a la víctima el haber sido amante de su esposo, y ser atacada por ésta, no supo gestionar sus miedos y se puso como una fiera. 
¿Quién iba a ser el guapo que condenara a una pobre víctima de maltrato infantil? En el Caso-Candy ¿qué importancia tenía que su respuesta automática ante una agresión inesperada fuera monstruosa, o que el supuesto maltrato y el trauma no fueran probados? Aquí se hizo cierto el dicho de que una buena teoría es la mejor práctica. Poniéndonos en la situación de un caso que tenía conmocionado al país más poderoso de la Tierra... ¿Qué hilos no se moverían entre las bambalinas de 'La Justicia'? Es obvio que la sentencia no podía no ser política. Y siendo así, es muy fácil que al juez y al jurado les alcanzaran 'los vientos de la nueva libertad', rolando ya desde la antigua - 'greco-judeo-cristiana' - hacia una 'mejor', emancipada de toda autoridad moral… y parental. 
Disney ya venía promoviendo la homosexualidad y la desinhibición sexual en sus últimas series para niños; y el venirnos ahora con esto, es obvio que responde al mismo afán de secundar el plan del Anticristo. Los niños beben los vientos por las creaciones de Disney, y son, tristemente, formados por ellas ¡Atención, papás! Porque ya está abierta la veda de una nueva caza de brujas: la de los padres que ejercen responsablemente su paternidad. A partir de ahora, si corriges los defectos de tus hijos, serás un mal padre; ellos se desahogarán con sus iguales, que en sus inquietas imaginaciones oirán a la dulce Candy atormentada por su madre, y ya no estarás seguro... Ya leísteis aquí mi comentario sobre lo de los comisarios en los coles 'para detectar violencias domésticas'… En el 2020, mediante una de las nuevas leyes, mi esposa y yo fuimos llevados ante el juez por la mentirosa acusación de no cumplir nuestros deberes de padres; este planeado ataque fue precedido por la ominosa violencia psicológica contra nuestra peque, que, durante todo el trimestre anterior, intermitentemente, había sido marginada por sus mejores amigas, describiendo ella misma su tortura al despedirse de mí el primer día del segundo trimestre: “Ahí voy, a la locura”. Sin duda alguna, aquel mal trago de nuestra familia eran las primeras ráfagas del temporal que ya nos está afectando a todos… Y lo peor es que ya visteis cómo un sector de la Iglesia está a favor de ese plan perverso para demonizar a los que queremos educar con respeto a la Ley Natural, y a los valores que heredamos de nuestros antepasados. ¿Que viene viento del norte? va a llover; ¿que viene del sur? va a hacer bochorno... No podemos seguir mirando para otra parte; será duro, sí, pero no permitirá Dios que la prueba supere nuestras fuerzas.
Anteayer leí, en ese diario que ataca a la verdadera Iglesia, esta nota:


Un retrato al óleo borroso, una foto de perfil, y ésta, difusa, con el santo Papa afectado


El denunciante del que habla la nota, mal que le pese, fue adecuadamente tratado, pues siendo uno, se hace pasar por varios. Lo que de verdad es un escándalo es que Monseñor Roca muriera violentamente en la carretera y sólo haya una foto suya, y de perfil, en el buscador; y que su secretario particular muriera también súbitamente poco después, y no se sepa nada de ninguno de los dos. ¿Qué pasó ahí?... porque llama la atención la cara de buenos y de listos de ambos… Y ¿por qué, de 39 obispos, es a éste al único que El País le tapa la cara? Es obvio que el que apañó este artículo sabía lo del accidente, y el por qué interesaba ocultar el rostro del muerto; y si esto es así es porque dicho autor estaba también en el ajo. Pero, ¿de qué ajo se trata?


La nota sobre Monseñor Roca aparecía anteayer bajo este titular que acusa a 39 obispos de complicidad con la pederastia de clérigos. Con ese fin acusatorio, difundía El País textos escabrosos con profusión de datos; pero, desbrozada toda esa maraña informativa, saltaba a la vista que la intención del artículo era, exclusivamente, difamar, calumniar y desprestigiar al principal candidato a ser cabeza de la Iglesia española en breve; para eclipsar y proscribir el nombre de Jesucristo. Y éste es ‘el ajo’. 

Los Señores del Mundo son los ministros del Malo, el cual persigue acabar con el poder de Dios, desterrando a Jesucristo. Como Éste habita en su Iglesia, esos ministros se afanan en mancillarla; y con embustes y violencia ganan adeptos para su causa entre la gente sencilla, la cual, previamente, ha sido embrutecida por la incesante acción socio-política perversa que desde ocultos despachos promueven. 

Hoy, la Iglesia está atravesada por las mismas siete espadas que atravesaron el Corazón de María al pie de la Cruz. Porque, siendo el desamor que le tiene el mundo muy grande, los mayores dolores de Jesucristo en estos tiempos son los que sufren sus hijos de manos de los pastores impíos.

El País no quiso saber nada cuando les escribí para contarles lo que había pasado en Toledo. Dejaron pasar semanas hasta que me llamaron deshaciéndose en disculpas; pero para entonces ya soplaban otros vientos, y elegí otro foro para contar lo que sabía.

Los últimos años de Monseñor Plaza aquí, en Toledo, fueron calamitosos para él. Rodeado de lobos, le hicieron temblar a base de bien. Entre operaciones con escalpelos y operaciones de las que ‘setecaenlospelos’ vivió los últimos dos o tres años de su prelatura, ansiando que el Papa aceptara su renuncia. En los sermones ya no le salía ni la voz ni el discurso, y, sin embargo, una vez retirado, lo recuperó rápidamente. En aquel lapso calamitoso, fue delegando todo su poder en su segundo, hoy obispo. 

Fue por esas calendas cuando acudí yo al obispado a denunciar el abuso contumaz en Infantes, con el resultado que ya sabéis (que, pretendiendo un servidor proteger a los niños, salí escaldado y con mi fama por los suelos). Yo ya había olido el humo de Satanás en la diócesis, inconfundible para mí porque era el mismo tufo que me precedía por aquel entonces a todas partes. Con mi matrimonio en un tris de disolverse, veía la peluda y negra mano actuando en mis desventuras como el que ve el sol brillar; y vi perfectamente que el hoy obispo auxiliar era asalariado. Lo vi, sí, como lo habrán visto otras ovejas del redil, de las que dice el Señor que “…a un asalariado no le seguirían”. Intranquila la diócesis por la tardanza en resolver la sucesión de Don Braulio, "alguien” sacó de un polvoriento legajo, dormido en un solitario archivo diocesano de provincias, el rancio caso de un muerto, propicio para arrojárselo a Mons. Plaza a la cara, y amedrentarle, cuando estaba aún convaleciente de sus operaciones y ansiando su retiro. Y esto sucedió para que él no interfiriera con su opinión en el nombramiento de su sustituto. Llegado a oídos de Francisco, el Papa, el asunto de Mons. Plaza, intervino oportunamente “alguien” cercano a éste, alguien hábil en intrigas palaciegas, para sacar de apuros al pobre Don Braulio, con lo que éste le quedaría sumamente agradecido… 

Con un apoyo de ese estilo subiría al estrado del 'Salón Jesús Hornillos', de la mano del que ya se corría que era su candidato, el hoy obispo auxiliar. Y ambos dos, al alimón -ratón y queso, o queso y ratón- no tuvieron empacho en trolear al pueblo, como hacen los políticos. Yo pasaba por allí, vi y sufrí, y como el Señor me diera la gracia, me levanté y se lo reproché, pública, aunque elegantemente. Y créanme que lo pagué bien caro. Atravesando yo, como estaba, un momento muy delicado en el acoso a mi matrimonio, conspiró, me consta, este gran conseguidor, contra mí, de modo que me volvieron la espalda los pocos de la curia que me tenían estima.  Él mismo me hizo violencia psicológica, sumándose, sin pudor, a la que me llegaba desde la Administración, y lo hizo manipulando a sus sacerdotes para, hablando en plata, "emparanoyarme", pues ese juego practicaban -equivocadamente- contra mí mis perseguidores en la frágil posición en que me encontraba.  Y asimismo, siendo yo delegado de alumnos en el Instituto de CC Religiosas, medió para que no se me convocara al órgano colegiado, cuya representación recaía sobre él por delegación del titular; y, por último, como guinda del pastel de estas lindezas que le debo, no quiso recibirme cuando solicité entrevistarme con él. Ya más recientemente, al acceder a la sede primada el que fuera director del mes de ejercicios que a mi esposa y a mí nos catapultó al Altar, el equipo de afines al hoy Auxiliar le mintió al arzobispo sobre mi persona, como el mismo pastor primado me desveló, generándonos un gran sufrimiento a mí y a los míos, y causando un grave perjuicio a la verdad. 

Este obispo auxiliar merecería figurar en la lista de El País, pues él gobernaba, de hecho, la diócesis, cuando yo descubrí los abusos en el colegio y di la voz de alarma. Pero no, en vez de eso, ese periódico lo está promocionando para que ocupe el segundo puesto de la Conferencia Episcopal, que deja libre Mons. Argüello, tras ser nombrado arzobispo. 

Sufrí mucho al comienzo del pontificado del Papa Francisco, cuando vi que no iba a obtener de él una confirmación de la doctrina moral de la Iglesia sobre el matrimonio. Y cuando nos trajo a Madrid a Mons. Paglia, con su nueva visión 'abierta', fui a su encuentro y le dije públicamente que somos muchos en España los que no la compartimos. Y lo mismo hice desde el blog de Fíate con cierto prelado escurridizo, que, desde su igualmente inaccesible atalaya, dejó caer sobre la grey, con mucho peligro, conceptos cercanos a esa doctrina errónea. 

Cumplió hace poco los dos sietes y se fue pidiendo perdón, y arrastrando consigo al dique seco a otro de su quinta que nos acaba de dejar, desgastado, ciertamente, hasta la extenuación; y como no hay dos sin tres, se irá en breve otro más de setenta y siete, dejando vacante el liderazgo de la Iglesia española. Los enemigos de Dios, de la Iglesia y de España, harán todo lo posible para que el puesto no lo ocupe Monseñor Sanz, que está, con razón, en todas las quinielas. Y por eso le han metido anteayer en esa cesta de 38 manzanas, con gusanos, cuya media de edad es de casi 92 años; a él, que tiene sólo 67 floridas primaveras y la cabeza y el corazón dando buenos frutos. Esa posibilidad sucesoria les saca sarpullidos a los intrigantes entrometidos en la Iglesia, porque supondría la continuidad del plan de Dios en esta bendita tierra de María, que nos sigue sosteniendo por los hijos e hijas que fervientemente le rezan agarrados al rosario.

Lista negra de obispos, con su edad en la tierra, tanto encima como debajo.
 

Me encontré el otro día con la mejor profesional de la psicología que conozco en Toledo, y me dijo que Monseñor Sanz la había invitado a dar formación al clero de su diócesis, y que le había propuesto también dirigir su Oficina para la Atención a Víctimas de Abusos. Pero de estas cosas no se hace eco El País, que en cambio nos sale cada poco con películas de lo más extrañas, como la de esa madre con dos hijas que convivían, en cierto municipio asturiano (del que de sus gentes se dice por allí que el más tonto arregla relojes), con un sacerdote en el año 1992, situación llamativa por demás en aquel pueblo de mil y pico habitantes; y tan inverosímil como los hechos truculentos que la adoban, destacando el intento de suicidio de la hija menor, al que sigue una denuncia al juez por parte de la familia de la señora, que ella misma desmiente, etc. etc.

Convertidos los diarios en páginas de sucesos, uno de los grandes daba también hace poco la noticia de que el Cardenal de Valencia había pedido la renuncia por la edad, y el Papa se la había concedido; y, valorando su honesta trayectoria, terminaba diciendo que, según el propio prelado, él mismo había ayudado a que saliera elegido Bergoglio en el cónclave. Pero fuentes dignas de todo crédito han explicado que, la víspera de la elección, se habían reunido en casa de este prelado, en Roma, cuatro cardenales a cenar, y a los postres les había dicho el anfitrión que el futuro papa tenía que ser "como Francisco, para sostener a la Iglesia viviendo las Bienaventuranzas..." (sic) 

Me quito el sombrero ante esas palabras, pero me ha venido a la mente una idea alternativa para el perfil del siguiente Papa: más que a un San Francisco, necesitaríamos a un San Pablo, que hable sin tapujos de la verdadera doctrina en todos sus extremos, pero especialmente en lo que se refiere al rol del varón y de la mujer en la Iglesia y en el mundo. Porque..., bueno, ya todos sabemos por qué. Pero diré que la sociedad está a punto de desaparecer por el abandono y el desamparo en que se encuentran las iglesias domésticas, que están lanzando un SOS dramático desde hace tiempo para que se las rescate del rodillo sociopolítico que las está machacando, y que tiene corrompido hasta las heces el proyecto estrella de Dios de salvar al mundo por el amor humano. 

Por mi parte, vengo trabajando desde hace tiempo en esta misión. Bajo el patrocinio de San José, Santa Teresita, y San Juan Pablo II, os animo a que os apuntéis a sembrar de nuevo la semilla del Evangelio de la Familia en esta tierra de santos, hoy quemada por los vapores de Botero. ¡Manda, Señor, trabajadores a tu mies!









  

  





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