¡MARAN ATHA!
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Vendrá el Señor y nos librará. |
‘De los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos’, dice el salmo. Munilla habla del alarmante ascenso de suicidios infantiles… ¿Quién va a sacar a nuestros hijos de la violencia? A unos se les quita la vida antes de nacer; a otros poco después (en nada se parece el suicidio de un niño al de un bróker arruinado; el niño no es libre en su elección, sino que la violencia de su ambiente le ha empujado); y muchos otros se matan ellos solos caminando por las sendas impracticables de los placeres, o de una mal entendida libertad.
Dos niñas de aspecto frágil y delicado se daban besitos delante de mí ayer en una tienda. Desde pequeñas habían visto películas de princesas y, ya en el instituto, se encontraron desubicadas en un ambiente bárbaro; les llegó la voz del Gran Hermano, y entendieron que su sitio era el amor homosexual. Ahora tienen enfrente la incomprensión e, incluso, la intolerancia de la mayoría; y después de unos añitos, el desengaño. Y, como ellas, en otros caminos sin salida, se pierden muchos, por no encontrar a tiempo a alguien que les mostrara el único camino que acaba bien; deambulan un tiempo por desiertos inhóspitos, y mueren finalmente en la desesperanza, si Dios no lo remedia. (Ahí están los números de un Nobel de Economía: En quince años murieron medio millón de blancos de EEUU, entre 20 y 50 años, por adicciones o suicidios).
Hay, sin embargo, en esos desiertos, alguien que grita: “Preparad el camino al Señor; allanad sus sendas…” (Is 40,3); “lavaos… desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia a los desfavorecidos. Y después hablaremos -dice el Señor” (Is 1,18). Juan el Bautista fue la primera voz en el desierto, y los guías necios y ciegos de su tiempo no le hicieron caso, y lo mataron. Después de él, que era ‘la voz’, vino al mundo ‘la Palabra’, e hicieron con Él lo mismo. Pero mientras que Juan pasó, la Palabra se quedó para siempre entre nosotros; murió una vez -al pecado- y ya no morirá más, pues resucitó y vive para siempre… y le da poder al que lo crea para ser hijo de Dios. Éstos continúan la labor del Bautista; y el que escuche su voz puede salvarse. (‘Hay testigos hoy también’, dijo Benedicto XVI en un excepcional texto en 2019; “…y es una inercia del corazón lo que hace que muchos no quieran enterarse”).
En resumidas cuentas, hay un camino practicable en la vida, sólo uno; el que señala Isaías: esforzarse en practicar las virtudes; escoger el bien y rechazar el mal; y suplicar a Dios que tenga misericordia con nosotros. El que elija caminar por esta senda se encontrará en ella con el resucitado, que le explicará el libro de la Vida, y se le abrirán los ojos del corazón para entender. Una vez que uno ha accedido a esa luz ya está orientado, y será muy difícil engañarlo. Y como esto lo saben los que tienen por Dios a su vientre, y por gloria a sus vergüenzas, intentan por todos los medios apartarnos de esa vía.
El cuerpo y el alma tienen aspiraciones antagónicas. Mientras que uno reclama que se satisfagan sus apetitos, la otra le manda callar. Pero la solución no es matar el alma para no experimentar culpa; más bien consiste en implorar de Dios sabiduría para sopesar los bienes terrenos (pues necesitamos cuidados materiales) amando intensamente los del cielo (esto es, la vida sin pecado que goza con la amistad incondicional de Dios).
Ahora bien, ¿quién anuncia al mundo que hay en él un Salvador? ¿quién les predica a los niños y jóvenes que hay esperanza, o quién les abre los ojos sobre la verdad de su sexualidad, sobre el sentido de su vida? Durante unos años los tenemos en las parroquias, o van a peregrinaciones, pero cada vez en menor número, y mientras que la catequesis del mundo les sigue llamando y (de)formando, la fe que apenas había sido plantada en sus almas es asfixiada por esas vigorosas malas hierbas.
Ante la prepotencia de la mentalidad dominante, tampoco los adultos tienen fuerzas, ni coraje, para mantenerse en sus creencias; y así, poco a poco se va debilitando la vida de fe, al tiempo que gana terreno en la Iglesia la apostasía, el anuncio de un dios que no es el verdadero. Renunció Benedicto XVI anunciando la urgencia de una catequesis rigurosa, y sobrevinieron las distintas crisis que fueron alejando cada vez más esa urgente necesidad de formación del pueblo. Se trataba de darle oportunidad al creyente de gustar internamente de la potencia de Dios habitando en nuestro interior, lo que se suele designar como 'el encuentro personal con Jesucristo'. Porque sin palpar esa realidad es muy difícil enfrentarse a las duras pruebas que le esperan al fiel.
A los católicos ya se nos ve sólo en las iglesias. No hay manifestaciones de católicos; no se sale a la calle para pedir lluvia, o para pedir que cese la violencia, por ejemplo. Quedan, como vestigios culturales, los corpus o semanas santas, con cierto interés artístico o antropológico, y poco más. ¿En qué factoría, o en qué centro de trabajo alza la voz un católico para defender al oprimido? ¿Qué pastor, qué obispo, dice valientemente que el gobierno nos está conduciendo a la muerte? Los hay, ciertamente; pero son pocos, se les hace poco caso y son cruelmente perseguidos.
En vísperas de la Guerra Civil se levantó un diputado y anunció con datos el caos social, la inminencia del desastre. En el hemiciclo de hoy, dijo un diputado que la salud mental de los jóvenes era un problema, y le mandaron al médico. Nadie contabiliza los casos de suicidio, ni los de los que esperan en los corredores de la muerte de sanatorios siquiátricos concertados, residencias geriátricas semipúblicas, albergues, comedores sociales, penitenciarías, casas asistenciales, reformatorios; ni tampoco, en fin, los de los incontables hogares convertidos en barcos que naufragan... ¡millones de vidas rotas! Todo eso se oculta; los desfavorecidos no tienen voz; y así, aceptando sin más esa realidad, nos vamos subiendo todos, poco a poco, a la barca que cruza al Hades.
Hoy es un día para salir a gritar al desierto. Porque se ha conculcado definitivamente la voz de esos millones de desfavorecidos; porque los partidos políticos han renunciado a su defensa, y no nos queda más que esperar en Dios. En medio del Mundial de Fútbol, y enfilando la alegría y las comidas fraternas de Navidad, se nos ha anunciado que la Constitución está secuestrada y tiene los días contados, y que, por tanto, el derecho es papel mojado.
Nuestra Ley fundamental llevaba tiempo en la UVI, desde que el propio Presidente la ultrajó dictando un decreto anticonstitucional, que repartía, contraviniendo la Ley, su Autoridad Única en la Alarma, con los presidentes autonómicos. Este fraude de Ley permitió a Doña Isabel Díaz Ay… disolver su asamblea sin causa justificada, y reforzar su imagen para echar a Casado (le ordenaron los magnates: “abre bares; que te vamos a ensalzar en Prensa para que arrases); y tras ella entró triunfante ‘el Candidato’, el Sr. Núñez; por otra parte, a Sánchez le sirvió la jugada para, echando a Iglesias, renovar su imagen –agotada por la destrucción de la economía, por aliarse con gente de mala fama, y por sacar de noche leyes devastadoras- y con ello reinventarse, para, si fuera necesario, rematar la demolición de bienes e instituciones ‘de este peligroso país, que sigue creyendo en la familia, en la amistad, en la verdad, en la libertad, y en el amor…’.
Y ahora, al final de otro año terrible, cansados de luchar, nos clavan por la espalda este alfanje de filo curvo, cortante hasta la médula. Los magnates detestan a España porque se opone a sus intereses, porque les reprocha su modo de obrar, porque les considera amorales; y la condenan a sufrir ultraje, humillación y burla. Ésta resulta evidente en la provocación que a diario nos afrenta en los medios: Callan, desinforman, hacen noticia de chismes, y, cuando lanzan un brutal ataque –como fue la exhumación de Franco- se jactan de ello. Este proceder es diabólico, y va dirigido a provocar el odio, es decir, a apartarnos de la paz de los hijos de Dios, que se saben cuidados y amados; de tal modo que, por recurrir -"creyéndonos justificados"- a la violencia, nos puedan machacar ‘con razón’.
Pero sucede que, por un milagroso designio de Dios, España ha resistido a estos insidiosos envites, poniendo en acción el arsenal de virtud que ha recibido como herencia: caridad con los pobres; paciencia en la adversidad; esperanza contra toda esperanza… y ha superado las distintas crisis, plandemias y afrentas de nuestros políticos. Esto es ya insufrible para los inquietos magnates, y toda vez que ya está hecho puré nuestro sistema legal, se ha dado orden para que se desarticule del todo la norma suprema de los españoles; esto es, para que se desactive la vieja democracia y se instale la nueva, que es totalitaria.
La degradación sistemática en los medios de la imagen del Presidente Rajoy -hecha con maña y saña por La Gaceta para los propios votantes del PP- logró que la prevaricación del juez De Prada pasara desapercibida; sin embargo, su acusación en falso al PP fue la excusa para derribar a Rajoy y poner a Sánchez. En ese momento estábamos saliendo, con derroche de esfuerzo y virtud, de la crisis, y teníamos los Presupuestos aprobados. Los años que vinieron después fueron los del expolio de España. El gobierno de Rajoy representaba la continuidad de un proyecto nacional impulsado por el noble espíritu de una tierra con alma, y era un peligro para el proyecto sin Dios del nuevo orden. Cuando acabaron con él, ya hacía tiempo que en su propia casa le segaban la hierba bajo los pies a Rajoy…
Moción de censura, ¡qué bien!, dijeron los medios. Los mismos medios que llevan tres años callando como muertos ante la destrucción sistemática de nuestro tejido socio-económico. Y esos medios siguen callando hoy, cuando se anuncia el fin del estado de derecho, y el advenimiento del totalitarismo más salvaje; ése que exige adoración al ídolo del dinero, revestido de libertad democrática, y que se cobra más vidas humanas ofrecidas en sacrificio que ninguna deidad antigua.
He leído esta mañana La Razón, y ayer leí el ABC, y tratan la noticia del CGPJ y del TC como si de un avatar más de la vida parlamentaria se tratara. ¡Qué horror! ¡Pero si está en juego la condena a la esclavitud de millones de españoles!
Un gobierno ilícito teje leyes devastadoras al amparo de una alarma ilegal, y se da por bueno; destruye la economía… y se da por bueno; destruye a la juventud… y se da por bueno; acaba con la familia… y se da por bueno; mete en la cárcel a inocentes y suelta a los culpables… y no pasa nada; exime de culpa a traidores y corruptos… y nadie se inmuta; finalmente dice que es antidemocrático resistirse a que el Tribunal Constitucional se convierta en una agencia del gobierno, y los medios silencian la alta traición al Estado de Derecho que eso encubre…
En el colmo del desafuero totalitario, el gobierno modifica el código penal para que los que estuvieron a punto de cargarse a España no vayan a la cárcel; y para que los que han usado el dinero de todos para poner a cuarenta millones de españoles en grave peligro, no puedan estar más de cuatro años en la cárcel. (Mientras tanto, estoy yo pendiente de una condena a tres años por una denuncia falsa).
Pero siendo gravísimo lo anterior, lo que no tiene otro nombre que crimen de lesa humanidad, es que, en el mismo acto de modificar el código penal se perpetre la liquidación, de hecho, de la ley Suprema de los españoles. ¿Cómo es posible que algo tan delicado como el nombramiento de miembros del alto Tribunal pueda modificarse de esta manera vil? Quienes accedieron al gobierno por un golpe de estado encubierto (obra de la prensa y de la infamia) esgrimen falta de lealtad del PP para dar la estocada final a la España eterna. ¡Y la prensa ‘de derechas’ no dice ni pío! ¡Maran atha! ¡Ven, Señor Jesús!
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