EL ABRAZO DE ALONSO

Ni genial, ni elegante; simplemente... humano.

 

Los ingenieros de la quimera han ordenado a la prensa divulgar razones políticas para el trasvase de votos de VOX al PP, pero, en realidad, no hay ninguna. Me explico.
¿Hay alguna ideología detrás de que una madre tradicional respalde el aborto de su hija? ¿o detrás de que a los treinta años de casada se separe? ¿o de que vea normal la homosexualidad de su hijo? No; o, mejor dicho, sí; detrás de la renuncia de esa madre a su sentir más íntimo está la violencia de la ideología de las ideas, ésa que cree que sólo nuestras ideas pueden hacer que el mundo sea mejor; o sea, la ideología de que Dios no existe, o se reduce a un ‘Amor Universal’, que casa con todas las ideas sin interferir en ellas.
Pero quienes así piensan pasan por alto que 'su solución al mal de la humanidad' ya se intentó en el pasado, y fracasó. En el dolor de esa madre, que, por no ver salida a los grandes problemas que la afligen, entra por los falsos caminos que se le abren, late un deseo de verdad no satisfecho. Y en su frustración, ante la política inhumana de Pedro, el Cruel, orienta su voto intuitivamente hacia aquella tendencia que garantice mejor su desalojo.
Condenados a hacer lo que nos desagrada, no renunciamos a nuestras raíces, y, en cuanto se presenta la ocasión, retoñamos. El domingo pasado lo vimos en la tele: Fernando Alonso -que lleva años jugándose la vida en los circuitos- entrando en meta con un podio merecidísimo, fue informado al echar pie a tierra de que un fallo de un mecánico del equipo acababa de privarle del bronce; y la reacción del asturiano fue ir a boxes a buscarlo… ¡para darle un abrazo!   
Abascal comprende muy bien a esas madres, padres e hijos de España, profundamente descontentos; cuando él dice libremente lo que piensa del gobierno, hace discursos brillantes, sinceros y certeros. Pero Santiago no es el dueño del partido, ni mucho menos. Del mismo modo que Iglesias y Ribera fueron ‘inventados’ para dividir, Abascal lo fue para ser, solamente, válvula de escape de la olla a presión española; y nunca será una opción real de gobierno.
De resultas, tenemos a la fría IA del 2030 luchando en la piel de toro contra el instinto de millones de españoles que han mamado de las ubres de la verdad eterna, en sus múltiples manifestaciones amorosas. Por ese sexto sentido, muchos nos hemos dado cuenta de que si no nos unimos en torno a Núñez -aparcando los desagrados particulares que unos y otros nos causan- no conseguiremos librarnos de la bestia de la Moncloa.
Pero en Bruselas también se han dado cuenta de que los españoles están empezando a caerse del guindo, y mientras pasan de apretarnos las tuercas a untarnos con jabón de cifras, se esfuerzan también en reforzar la farsa de los partidos. En todos ellos tienen a sus delfines siempre bien colocados... y a la señal del jefe ejecutan su disciplinada danza racional, que nos emboba... como ya están haciendo ahora Inés, Cuca y Buxadé… Porque sólo sobre la farsa de partidos -la demogresca, que diría De Prada- pueden ellos edificar su proyecto: una cárcel con fachada democrática; con la muerte reinando… como si Dios no existiera… ¿Puede haber mayor quimera?
Los periódicos de hoy son un martillo pilón machacándonos el cerebro. Habituados como estamos a filtrarlo todo por nuestro limitado razonamiento, sin dejar casi espacio a lo que nos susurra el corazón, la prensa lacaya nos da de nuestra propia medicina; y como tiene detrás una inteligencia muy superior a la nuestra, nos es difícil sustraernos a sus “buenas razones”. Sabiendo esto, se impone un sobrehumano esfuerzo: aunque nos cause vértigo dar este paso, nos conviene hacerlo por el bien de España; conscientes de que no se puede salir de una situación calamitosa haciendo lo mismo que nos ha conducido a ella, se impone un acto de fe, un dejarse llevar por 'lo que me dicta el corazón', por aquello ‘que me huele bien’. La fe es necesaria, siempre, para orientarse adecuadamente en la vida, pero hay momentos en que lo es especialmente; los momentos, tal vez, más decisivos de nuestra existencia… como el de casarse, por ejemplo; y también momentos puntuales, como el de esta ocasión histórica de las próximas elecciones generales, en el que, si no conseguimos enderezar la nave de España, nos hundiremos definitivamente… si Dios no lo remedia. 
Hoy somos víctimas de una violencia más destructiva que la física. 'Tienes un troyano', dicen, como si eso fuese 'Tienes un grano'; el móvil es el enemigo en casa, para matar lo que más apreciamos; los datos que de continuo lleva al "Gran Hermano", procesados aviesamente con ciencia matemática y psicológica, nos anulan (por eso hay una cacería decretada contra quienes no usan el móvil, esto es, los ancianos; y el próximo otoño, en víspera de las elecciones, caerán otros cientos de miles). 
En resumen, queda como solución la estrategia de los tres monosabios: ‘No ver, no oír, no hablar’; en una palabra, no razonar, y, por intuición, sexto sentido, o fe, votar a Núñez tapándonos la nariz; y acto seguido, cuando salga elegido, batirnos el cobre para exigirle el futuro digno para nuestros hijos que hoy se nos está robando.

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