EL ARCO DE LA SANGRE: PÓRTICO DE LA LIBERTAD
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El Arco de la Sangre, con Cervantes por delante, y la plaza por detrás, es cárdeno sello fiable, de esta cristiana ciudad. |
Sumario:
Justifico el voto al PP. Sánchez ha devastado España por orden de los magnates del 2030. Las leyes de muerte son consecuencia de un capitalismo emancipado de Dios. VOX pudo salirse del sistema pero no lo hizo; no es de fiar, ni tiene nada que ofrecer. El PP tampoco, pero es el único que puede juntar una mayoría holgada para alejar la amenaza de otro frankenstein. Recuperado el timón, 'la gente de bien nos amotinaremos', y desde Génova pondremos rumbo hacia las costas de la piel de toro, para reconstruir sus ruinas.
Somos lo que leemos. Ahora bien, la mayoría de los españoles apenas leen. Entonces, 'si somos apenas nada', y vamos a votar: ¿qué podrá salir de las urnas? Y la respuesta, por más que sea dura, es la que es: muy poca cosa. De aquí se puede extraer una primera conclusión: que todos los líos que nos cuenta la prensa, sobre las izquierdas y las derechas, son, en realidad, relleno, paja, humo para despistar. Y, después de esta conclusión, otra: que salga lo que salga de las urnas, seguirán siendo los amos de la Prensa - que son los amos de España- los que sigan mandando.
En principio, parece que no hay salida; pero los que ya peinamos canas sabemos por experiencia que la vida te da sorpresas, tanto para bien como para mal. Y esto vale también para el futuro político de España. La pregunta, por tanto, es: 'Contando con que vamos a seguir siendo números en manos de los magnates del mundo ¿cuál puede ser nuestra ganancia en estas elecciones? Y a continuación: ¿Qué tenemos que votar?
Si queremos luchar por España, estamos obligados, durante el tiempo que Dios quiera, a convivir con formas políticas en descomposición, y a intervenir en ellas con valor, decisión y aplomo, con la esperanza cierta de que está en nuestras manos legar a nuestros hijos una vida digna. Esta es la realidad, y por más que nos cueste aceptarla, cuanto antes lo hagamos, mejor para todos.
Para poner un marco adecuado al cuadro de la política actual, es necesario dejar claro que no hay ningún partido que se escape a la realidad de la corrupción; no hay un partido, convenzámonos, mejor que otro... porque lo que está dañado es el sustrato humano mismo del que brotan los distintos partidos.
La política se fue construyendo como ciencia moderna al amparo de una visión del mundo que contaba con la dignidad real del hombre, y que iba inseparablemente unida a una concepción de la vida como don sagrado; se trataba, obviamente, de una visión adquirida no por casualidad, ni como llovida del cielo... o, más bien, sí... bajada del cielo por pura Misericordia de Dios. Con el paso del tiempo, y el concurso de los vicios humanos, aquel manantial saludable, que garantizaba la vida, se fue contaminando, hasta llegar al momento actual, en que no llega a los pueblos caudal alguno libre de impurezas.
En vez de la fuente arcana, ruinosos depósitos artificiales nos reflejan una imagen deformada de nuestra naturaleza, desprovista de toda gracia, y exenta de pudor y respeto hacia Aquel con cuya Palabra se juntaron las aguas del Universo y emergió la Tierra, como paraíso del hombre. Y, aunque el que es principio de nuestra dignidad, una vez bajado del cielo, ya no se irá nunca, se difunde rabiosamente que esto es un cuento de viejas; y ello para que, en el trono reservado al Arcano para gobernar, pueda tomar asiento un Arquitecto humano. Este es el escenario, y es lógico que nos asuste.
En vez de luz tenemos oscuridad, y en vez de alegría, miedo; pero así estaba también el mundo cuando la infinita Misericordia de Dios decidió enviarnos al Salvador. Desde entonces, y durante dos milenios, fuimos alumbrados por su luz, y, con ella, prosperamos mucho; pero al vernos cada vez más hermosos y fuertes, nos fuimos olvidando de que lo habíamos recibido todo de Alguien; y entonces huyó la luz de nuestras vidas, nos fuimos apagando paulatinamente, hasta quedar, en el momento actual, casi a oscuras. Sin embargo, del mismo modo que la Misericordia divina se mostró en aquel lejano día, a pesar de nuestras miserias, amiga de los hombres de buena voluntad, hoy, en el quicio del tercer milenio, el Autor del Perdón parece querer mostrarse todavía más espléndido que antes, y está llamando insistentemente a nuestra puerta.
No habiendo transcurrido un año desde que el odio encendiera en el corazón del imperio humano aquellas dos gigantescas teas humeantes, un fiel vicario de Cristo, desafiando al dolor que ya era su compañero inseparable de viaje, volvió a surcar los cielos para luchar contra el Mal, rumbo a su tierra, para consagrar al mundo a la Divina Misericordia, desde el Santuario de Lagiewniki, en Cracovia. Cuando ya su agonía había empezado, y en unos meses lo llevaría al cielo, el Papa Magno dio su último aldabonazo al mundo, convocándole a confiar y corresponder al Amor infinito de Dios.
A pesar de los negros nubarrones que nos amenazan, desde el contexto de ese testimonio y de esa llamada, y viendo la vaciedad y el engaño de las propuestas mundanas, aún podemos pensar, con realismo, que estas elecciones pueden ser un paso importante en nuestro país, si los que amamos la paz votamos unidos.
A los que mueven entre bambalinas la tramoya política española, les da lo mismo quién gobierne. Lo verdaderamente importante para ellos es que España no se rearme moralmente. Por eso, aunque de vez en cuando den la consigna a Núñez de emplear alguna técnica aglutinante, como aquello de 'el partido de la gente de bien', al mismo tiempo que crean esa ilusión del PP de siempre, se encargan de dividirlo. Porque los ingenieros de la quimera saben que ya toca un cambio de gobierno, y, por tanto, se afanan en buscar la manera de evitar que la masa, que está escandalizada con la deriva totalitaria, cuaje en una gran mayoría que pueda poner trabas a su afán demoledor de la tradición. Esto explica que se den paradojas como convocar a la 'gente de bien' para derrotar a Sánchez, y, acto seguido, posicionarse como defensor del aborto.
Además, y por otro lado, lo de 'la gente de bien' es hoy una expresión casi vacía de contenido; porque, apelando al grupo social que no comulga con la laxitud moral vigente, se está apelando a un sector de la población que viene mermando muy rápidamente. Y, lo que en un tiempo no muy lejano hubiera podido ser un guiño amistoso para un sector social potente, hoy es apenas un brindis al sol.
¿De dónde puede salir en España un grupo numeroso capaz de unirse en un sentir común y trastocar los pronósticos? ¿Cómo se va a invertir la tendencia a la disgregación del voto, que tanto nos perjudica?
Tenemos que mirar al sol para encontrar luz, vida, calor; pero tal parece que un encantamiento nos hace creer que el sol ya no existe, cuando, sin embargo, es obvio que está ahí. Sólo hay que saber esperar, anclados en la certeza de que las nubes terminarán pasando. Pero no esperar pasivamente, sino siendo guías para los que aún ven menos que nosotros; para nuestros hijos, por ejemplo.
Aprovechando la falta de luz, se nos está intentando robar a los hijos. Valiéndose del ruido, se nos impide acercarnos a ellos, con el propósito de aislarlos para corromperlos, y que ya no quieran volver con nosotros. Es absolutamente necesario denunciar las violencias que aun podemos percibir a nuestro alrededor. Porque, precisamente, uno de los puntos fuertes del plan de los magnates es levantar muros entre los jóvenes, los adultos y los ancianos; de tal manera que ni siquiera la sangre sirva ya como facilitador de unión. Y, poco a poco, van configurando entre nosotros tres culturas, distintas y antagónicas, lo cual, todavía, estamos a tiempo de evitar.
En el 'parque de las Tres Culturas', de Toledo, hay un monumento representativo de aquella convivencia ciudadana ejemplar: el motivo son tres arcos, cada uno típico de una de esas tres grandes culturas, que confluyen en un punto central.
El conjunto está contiguo a la zona de los más pequeños, y, en el mismo recinto, hay un banco de hierro a la derecha, y uno moderno a la izquierda, ambos mirando al parquecito, los cuales, curiosamente, nos proporcionan una metáfora de la unión deseable que nos haría fuertes: en el centro, los niños, y, pendientes de ellos, los abuelos, con la seguridad de su experiencia, y los padres, con su juventud; y, todos ellos, atentos a sus mutuas necesidades.
¿Qué tienen de diferente estos tiempos de aquellos que lograron superar hondas diferencias culturales? Básicamente, la sofisticación del engaño; hasta el punto de llevar a los mayores a creer que no hay solución, y a los que hoy son adultos a persuadirse de que lo que con amor sembraron en ellos sus padres era todo falso, y de que no hay verdad, que todo es relativo. Pero, más allá de las apariencias, todos tenemos vivencias que indican que las barreras son más relatadas que reales, que, diseminada en medio del creciente caos, existe una gran mayoría de gente compartiendo la preocupación de ver que su vida, la vida, cada vez está más deteriorada. De ellos, unos se debaten con sus ansiedades, tratando de comprender qué está pasando, mientras que otros sufren violencia por intentar, con mayor o menor pasión, compartir con el resto la luz que a ellos ya les ha llegado, y les alumbra la salida. Con sesenta y un años a la espalda, no me cabe duda de que estas personas son la esperanza de España; no renunciando a conocer la verdad, en esa aspiración fundamental tienen en sus manos el poder de transformar la realidad; porque ese deseo de verdad es el aglutinante capaz de cuajar la mayoría del cambio que España necesita con urgencia.
En la consagración del Santuario de la Divina Misericordia, San Juan Pablo II comenzó su homilía con estas palabras: "Oh inconcebible e insondable misericordia de Dios, ¿quién te puede adorar y exaltar de modo digno? Oh sumo atributo de Dios omnipotente, tú eres la dulce esperanza de los pecadores".
Ni qué decir tiene que los pecadores somos todos nosotros, y bien se podría decir que en ese abismo de misericordia está la verdad que sostuvo a la humanidad hasta hoy, y nuestra única posibilidad de vivir y convivir en paz. Precisamente en medio de las abrumadoras manifestaciones del mal que hoy padecemos, se hace más evidente que nunca que tenemos necesidad de confiar en el amor omnipotente de Dios; que sólo en la invocación sincera de su Misericordia encontramos alivio a nuestra angustia, y una fuente infalible de esperanza. De esa fe en la misericordia divina ha de venir el fuego que purifique al mundo, la paz y la felicidad del hombre en la Tierra; y convirtiéndonos en testigos de esa misericordia colaboraremos todos a ese fin.
Sánchez debe ser desalojado de la Moncloa porque ha perpetrado el expolio de España. Esa, y ninguna otra, debe ser la bandera única de la campaña electoral. Desde el inicio de la democracia, España aceptó ser despojada de su esencia a cambio de dinero, mientras los políticos hacían callar a los inconformes con la mordaza de la corrección política. Pero, como aún así no moría la vieja España, le atizaron donde más le dolía: "¿te gustan las cosas claras?... pues toma confusión". Siendo España bipartidista por definición, los magnates pagaron partidos ficticios, para enredarla en el caos: Ciudadanos, Podemos... Y como vieron que resistía, fueron a llamar a otro elefante... y vino VOX.
La desfiguración de España y del PP nos inquietaba a muchos; y la esperanza de rehabilitarla que trajo VOX, cayó como lluvia en tierra reseca. Yo también quedé deslumbrado por ese prodigio, pero, pareciéndome demasiado bonito para ser real, me fui a Madrid al acto de elección de su presidente; y estando allí, en mitad del evento, me desperté del sueño: El responsable de la caída de Rajoy y, por tanto, del expolio subsiguiente de España, subió al estrado entre aclamaciones. El partido promesa ovacionaba al director de Intereconomía, cuyo diario había alentado la pinza Riberánchez todo aquel agónico año de desgobierno, y, encima, cuando venció el PP -por segunda vez consecutiva en pocos meses, y por amplia mayoría- se tiró al cuello de Rajoy, sin que hubiera día, desde entonces, en que La Gaceta no hiciera burla de él y no le señalara como a un impresentable; hasta destrozar su liderazgo y la estabilidad de España... Y luego se esfumó, reapareciendo meses más tarde disfrazado de El diario de la Iberosfera, o algo por el estilo.
Pero lo que yo vi tan meridianamente claro pasó inadvertido para la mayoría. VOX empezó a sonar mucho; y subió como la espuma al vencer en Andalucía. Y se empezó a hablar de su proyección nacional.
De aquella se subió mucha gente 'al bus de VOX', gente desencantada con el PP por su laxitud moral y su nula oposición; personas honradas, pero poco perspicaces; porque, financiado por los magnates, este joven partido estuvo desde su comienzo bajo el estricto control del capital. El líder que propició aquella histórica victoria andaluza, un católico carismático, en cosa de meses quedó amortizado con calumnias, y nunca más se supo. Pero el ejemplo más claro de la filiación extrapatriótica de VOX fue su cainita colaboración con Sánchez para que saliera aprobado el Decreto de regulación de los Fondos Europeos, o, lo que es lo mismo, el instrumento jurídico-económico encargado de meter a España de cabeza en el plan para instaurar en pocos años un orden totalitario mundial. Asombrará, y les parecerá a muchos sórdida esta afirmación, pero su triste confirmación quedó patente en aquella votación esperpéntica de hace dos años, en la que el voto de VOX fue decisivo para sacar adelante el vil decreto del gobierno.
Es muy probable que en el 28-M venza, en número de votos, la oposición a Sánchez. Si eso llegara a suceder, ese triunfo se atribuiría, con toda seguridad, a la coyuntura escénica que ahora, a marchas forzadas, está montando la prensa: el sí es sí, la ley trans, el comodín de la corrupción, el paripé de Ferrovial, y otros camelos por el estilo. Y también es fácil imaginar cómo será ese más que probable triunfo: justito, pero sin embargo, magnificado por los medios; una ridícula derrota para quienes tanto daño han hecho, pero suficiente para generar una euforia colectiva que embote las mentes, de tal modo que, aturdidos por el ruido mediático, no haya quien repare en la falaz explicación que, sonando de fondo como un mantra, grabará en el subconsciente colectivo la imagen de un Sánchez perdiendo las elecciones por los excesos de sus socios.
Los ingenieros del 2030 harán cualquier cosa para evitar que penetre en la opinión pública la idea de que España ha castigado con su voto al causante de su expolio, al gran saqueador de su herencia milenaria; porque, en su loco plan, este crimen nunca ha sucedido; y antes de que el país reaccione, la maquinaria pensada para someter al mundo, habrá disparado los resortes que clausuren la contestación social, y los dispensadores de soma o mato lubricarán convenientemente el artificio, que marchará como un reloj...
La prensa intentará negar por todos los medios que esa devastación moral y material de nuestro país haya tenido lugar; y que haya sido perpetrada durante el bastardo gobierno de coalición, salido de la traición de un juez corrupto y una prensa sin ley, la cual, con técnicas de manipulación de masas, y virulentas violencias encubiertas, ya ejerce de hecho como despótico capataz del país; y del mismo modo que en su día puso en las manos de Sánchez el bastón de mando, intentará hacer ahora lo propio con otro de parecido pelaje, que ejecute del mismo modo servil los planes de sus amos.
Y al hilo de esto, por cierto, corremos también el riesgo, para las generales, de que Europa nos abra el grifo del dinero, y se esgriman como mérito de este gobierno un montón de logros económicos, que, propagados por la Prensa, serían argumentos concluyentes del 'buen hacer' de Sánchez... y fácilmente le empujarían, si no a ganar, sí al menos a remontar y empatar las elecciones, y prolongar así la agonía de nuestra malherida querida España.
Hacia ahí apuntan los líos actuales de Calviño, Escrivá, Díaz Ay..., and company: siguen la estrategia de afrentar y enfrentar a los distintos agentes sociales: autónomos y empresarios prófugos, interinos fijos y funcionarios, parados y asalariados mínimos vitales, hipotecados y okupas, sanitarios públicos y privados, súperpensionistas liándola en Marbella y la explotada clase trabajadora... un totum revolutum altamente inflamable, para que, llegando la segunda mitad del año, burla burlando y por arte de birlivanderleyen, mejore todo espectacularmente en un abrir y cerrar de ojos, y brille Sánchez como una estrella en el firmamento, para renovar su mandato y acabar de rematarnos.
Y encaja asimismo, como anillo al dedo, en esa inquietante hipótesis, el bajísimo perfil opositor de Núñez... Se da el caso de que desde la defenestración de Rajoy, el deterioro del PP ha venido siendo imparable (prueba indirecta de que ambas acciones guardan relación). No se trata de un declive transitorio, sino que forma parte de la logística de ese quimérico gobierno mundial: debilitar a todas las fuerzas políticas -y a todas las instituciones (todos los vínculos)- para ser suplantadas a su debido tiempo por la única voluntad omnipotente del Gran Hermano. El último, y clamoroso, desaguisado devaluador en el PP, ha sido el escándalo del posicionamiento de su líder a favor del crimen del aborto.
Por ese tema escabroso, y enfrentados al dilema de qué votar, algunos obispos han mirado a VOX, pero, aparte de lo ya dicho, han pasado por alto que ningún partido regenerador puede ser tomado en serio sin una propuesta económica alternativa al capitalismo, el cual es la fuente de donde mana la deriva legislativa anti-vida. La oposición al aborto, sin referencia a una política económica alternativa -que VOX no tiene- es una postura vacía de contenido; y depositar en VOX el voto de la gran mayoría católica de España sería desaprovechar una ocasión crucial para reorganizar la resistencia a la barbarie que se nos está imponiendo.
¿Qué podemos hacer?
Es pretencioso todo intento humano de erradicar la pobreza y la desigualdad del mundo; y ahora estamos ante uno de ellos, terrible, el cual, como los anteriores, también acabará en tragedia. Frente a la violencia y al engaño que siempre acompañan estos intentos -y hoy más que nunca, por la sofisticación con que están siendo implementados- tenemos a nuestro alcance las mismas armas que en el pasado han sido eficaces para resistirlos. A saber: La búsqueda de la verdad, la paciencia y la fe. Por la primera resistiremos a los intentos de hacernos comulgar con ruedas de molino, por la segunda nos pondremos en la disposición adecuada para tener éxito, y por la tercera obtendremos la fuerza que nos lo dará.
En la historia reciente ha habido dos líderes espirituales indiscutibles que han avisado al mundo de los peligros de deshumanización que hoy, tristemente, son ya una realidad. Ambos coincidían en señalar la imposibilidad de crear un paraíso en la tierra que no conllevara una amenaza seria de auto-destrucción; y señalaban esa imposibilidad como la causa determinante de que Dios -al que definían como Misericordia infinita, o Amor puro- se conmoviera ante nuestra miseria y nos entregara como remedio a nuestra infelicidad a su Hijo Único. Y en acoger en nuestra historia a esta persona -Dios y Hombre verdadero- situaban ambos líderes la posibilidad de vencer al mal y promover un futuro digno para la humanidad.
En concreto, San Juan Pablo II legó al mundo la fe en la Divina Misericordia, como remedio a la desesperanza y al miedo; mientras que Benedicto XVI nos legó su pasión por la Verdad y su penetrante acercamiento a ella, y la demostración, de más precio que el oro, de que esa verdad se deja encontrar por los sencillos, y se aleja de los razonamientos complicados. Ambos también fueron claro ejemplo del valor de la paciencia en la lucha contra el mal, del que ambos sufrieron sus zarpazos, sin que ello les apartara del camino de la mansedumbre.
Si les hubiéramos preguntado qué tenemos que votar en las próximas elecciones, creo que, de una u otra manera, nos dirían que la clave está más en la lucha política que en el voto. Que los católicos hemos de librar, como todo el mundo, la batalla de las habichuelas: "Al César lo que es del César", "A los pobres siempre los tendréis", "San José fue obrero (y, a su muerte, 'María traspasó la carpintería'...)", etc., etc., sobran las referencias. La superación del mal social que nos oprime pasa por luchar para hacer presente a Cristo en la economía y en la sociedad, lo cual es la única política con futuro. El modelo de la economía liberal es connatral con la ley de libertad que nos encarna: 'libres en el bien -"Ama y haz lo que quieras" (S. Agustín)-; esclavos cuando elegimos hacer el mal'; y ese modelo trajo prosperidad al mundo mientras se mantuvo respetuoso con Dios - Sumo Bien.
La solución a nuestros problemas no va a venir a la jornada siguiente de la noche electoral, sino que habrá de construirse en el día a día; trabajando y orando, de la mano de la Virgen María, Madre de la Misericordia Divina, en comunión con el Papa, y respetando la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
Para terminar, una vez dicho todo lo anterior, sigo afirmando que es urgente desalojar a Sánchez, y que hay que hacerlo del modo más rotundo posible, sin dejarle el menor resquicio matemático a otra componenda de las suyas. Y acto seguido, al día siguiente mismo, ponernos a trabajar, codo con codo, para hacerle ver al nuevo presidente por qué sendas queremos caminar y por cuáles no. La primera piedra de ese futuro ya hace tiempo que está puesta, y lo estará para siempre: es la sangre del hijo único de Dios, convertido en clave del arco de la Historia, por el que se va levantando, hasta llegar finalmente al cielo, el edificio del Reino de Cristo: Reino de Paz, Justicia, y Amor. ¡TODOS UNIDOS, Y ADELANTE!
Postdata Domingo, 5 de marzo de 2023
Los periódicos de hoy son 'la sala de Houston de la misión 2030 ante un contratiempo': contienen la respiración ante una España que despierta de un mal sueño. Las rotativas paralizadas; los materiales lanzados ayer, congelados en las pantallas; las más señeras plumas intentando convencernos de que lo único noticiable hoy es que Susan* ya no da más de sí, y todo le sale mal (Ignacio Camacho: Las Noches de Cabiria, en ABC, 08:00), o de que el problema de nuestra democracia somos los que pensamos que nos están despojando... y lo expresamos con libertad (Justino Sinova: Los Conspiradores, en El Mundo 8:30); entretanto, Monseñor Gänswein ya ha salido de su encierro penitencial, y vive de alquiler en un apartamento de trescientos metros cercano a la casa del Papa. Nos espera una semana de acontecimientos, y luego otra, y otra... hasta la victoria final.
*(Su Sánchez)
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