DIOS ANDA ENTRE PUCHERAZOS

¡Mirad que estoy a la puerta y llamo! Si me abrís, entraré y cenaremos juntos.

 

¡Feliz día del Corpus, toledanos! Con 18º y lluvia suave, desfiló una vez más por nuestras calles el Rey de reyes. Rodeado de alegres campanillas y filigranas doradas, le vimos pasar en procesión con un nutrido grupo de gente de toda edad y condición, ataviados con sus mejores galas; y, cerrando el cortejo, varios pelotones de soldados de infantería con el fusil al hombro. 
"Dios, de copas en Toledo", dijo el poeta. Y dijo bien, porque no se avergüenza este Dios de ninguna de sus criaturas; y hasta el tugurio más bajo le parece al Señor digno de recibir su visita. Tenemos, por tanto, un Dios que es un crack, un fenómeno... lo nunca visto. Dios, el más importante, poniéndose el último; Él, que es el primero, dejándose llevar mansamente por torpes personitas como nosotros. Hay quienes no quieren verlo así, y persuaden a otros de que 'eso del pan que es Dios' es un símbolo, una forma de dar a entender que Dios es Amor Universal, 'un pedazo de pan'; y se ponen nerviosos al ver que algunos le hacemos al 'símbolo' honores de Rey Verdadero; pero allá cada cual. Yo, por mi parte, afirmo con todo mi ser que Dios existe, que llama incesantemente a nuestra puerta, y que, si le abrimos, entra para transformar nuestra humilde existencia en una vida gloriosa... y ya aquí en la Tierra. Si alguien decide creer en Jesús, y guarda sus mandamientos, Él y su Padre vendrán a habitar en su corazón, y, obviamente, transformarán su vida en algo valiosísimo. Es crucial que todo el mundo entienda que la felicidad no está en ningún tipo de vida que prescinda de Dios; que a ese estado anhelado sólo tenemos acceso por la amistad con ese Dios bueno; y, en definitiva, que la felicidad es Él, estar con Él, y hacernos por su trato capaces de amar a todo el mundo.
Y, dicho esto, se entiende que el trono que se le brinda a este Rey sea una enorme joya de oro y piedras preciosas, realizada por uno de los mejores orfebres de la cristiandad; y que su paseo por las calles sea una fiesta espléndida, donde todo hable de la gran alegría de ser el pueblo escogido de Dios: flores y mantos de colores en las ventanas, faroles y tapices en las fachadas, plantas aromáticas perfumando el aire, banderas, guirnaldas, y un palio para cubrir al Sol del sol durante todo el recorrido. 
Todos los estamentos sociales tuvieron tradicionalmente su sitio en esta procesión; y a lo largo de los siglos se fue enriqueciendo, a medida que la sociedad se iba haciendo más compleja. Hoy aparecen como huellas de otro tiempo algunas figuras, pero la mayoría siguen teniendo plena vigencia: órdenes, cofradías, profesiones, investigadores, doctores, fuerzas armadas, y autoridades. 
Los rostros de mis hermanos, esculpidos en mil avatares de la vida, me llamaron poderosamente la atención desde mi primer 'corpus'. Veía en ellos algo grande que en el devenir diario me pasaba desapercibido; veía, cómo decirlo, el aire de familia que cada uno de ellos tenía con Jesucristo; y esta impresión solía exaltar mi humanidad. Sin embargo, tengo que confesar que cuando hoy vi desfilar a las autoridades, aparté la vista; porque tuve la certeza de estar contemplando a la cizaña entre el trigo.
Llevaba conmigo en ese momento el sufrimiento de una sospecha abrumadora: que el Presidente del Gobierno había mentido a la nación al declarar que la debacle electoral de su partido le había hecho adelantar las elecciones.
El lunes de la noticia tuve claro que la razón del fulminante anticipo de las generales no tenía nada que ver con lo que el presidente decía, sino que, simple y llanamente, era un modo de echar tierra sobre los resultados de las municipales. Esa semana compré periódicos en papel, pensando en documentar un momento histórico decisivo. No sabía entonces en qué se concretaba el embuste del Presidente, pero hoy, por fin, ya lo sé. 
Aquellos periódicos, como viene siendo habitual, no me dieron pistas para entender lo que estaba ocurriendo, sino antes al contrario, venían sembrados de tropiezos que apartaban al lector de la verdad. No analizaban, por supuesto, los resultados de los recientes comicios, sino que se volcaban por entero en la nueva etapa mediática decretada por Sánchez a las pocas horas del escrutinio. Y este 'descuido' reafirmó mi sospecha de un engaño.
Decidido a enterarme de lo que estaba ocurriendo, busqué en Internet los datos exactos del recuento, y ya me vino al rostro la primera bofetada: ¡no aparecían por ninguna parte! Por fin, tras un esforzado rastreo, encontré una gráfica de barras de Europa Press, y una página de El País que resultó ser un montón de piezas de puzle que había que ir casando. 
En este gráfico se intenta enmascarar, tras un gris opaco, el gran engaño.

La vieja Ley Electoral española determina que es necesario la deliberación del Consejo de Ministros para disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones, lo cual es algo de sentido común. Se nos dijo que el Presidente no consultó con nadie esa decisión, y que actuó así por esto, lo otro y lo de más allá. Pero no era verdad. 
En el teatro que es hoy la política, el guion lo escribe el empresario, y todos los que interpretan la obra están a sueldo. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que el trámite consultivo se había hecho antes del 28M, aunque no para deliberar, sino para que cada cual supiera qué papel tenía que representar en el nuevo acto de la tragicomedia. 
El empresario mueve a los títeres con el fin de adueñarse de nuestro país y esclavizarlo; pero en su teatrillo es más importante la voz en off que lo que se dice en escena. Esta voz es un narrador omnisciente (que lo sabe todo), y sabe lo que tiene que decir para que cuando algo suceda en las tablas, el espectador se lo crea; es el caso, por ejemplo, de la columna de Camacho dos días después del triunfo azul, anticipando la derrota del PP en julio por 'el miedo a ganar'.

                     ¿Cómo supo Camacho en tan solo 24 h que ya había siete millones temblando? 

El asunto no deja de parecerse a aquellas viejas películas del Oeste, en las que, si uno se fijaba bien, veía que el indio se caía del caballo antes de que el vaquero le disparase, y cosas así. Y después de años de mentiras, ya no nos es tan difícil cazarlas.
Estas votaciones han sido un fraude en muchos aspectos decisivos. En primer lugar, porque los votos los cuenta una empresa, y no los españoles mismos; una empresa a sueldo, con lo que el fraude está cantado. (Que nadie se escandalice, toda vez que la Verdad y la honradez han sido descartadas de nuestro nuevo modo de vivir). 
En segundo lugar, porque si en 2019 hubo tres millones y medio de votos a VOX y dos millones a C's (5'5 en total), y en estas elecciones sólo sumaron 1'8 millones, hay un diferencial a favor del centro-derecha, que no queda explicado por el aumento de 1'9 millones del PP. ¿A dónde han ido a parar esos casi dos millones de votos? Que nadie se haya hecho esta pregunta es harto sospechoso también. 
Los medios no nos han dejado pensar en estas cosas; Internet ha escondido los resultados, y la Prensa ha intentado apartarnos de ellos con embustes: 'La debacle socialista', han dicho. Pero, ¿qué debacle?; setecientos cincuenta mil votos de diferencia... ¿Es esa ridícula cifra todo el castigo que España le ha dado a la temeraria y antihumana política del gobierno? No me lo puedo creer. 
Con más moral que el alcoyano me puse a montar el rompecabezas que facilitó El País (el diario propicio para las grandes mentiras); y estaba a punto de cuadrarlo cuando saltó la liebre. 
Ayer, día 7, aún no había sido actualizada la información del recuento que este medio había publicado en la noche electoral, y los datos que yo vi eran sobre el 99'97 % escrutado. Eché muchas horas cotejando, sumando, consultando siglas, comparando resultados, infiriendo conclusiones... y, al mediodía de hoy, jueves del Corpus, cuando empezaba a estar maduro el fruto de mi pesquisa, al mover las hojas de El País descubrí otro, más apetecible que el mío: Los datos confusos y dispersos a más no poder, que yo intentaba aparejar, aparecían inocentemente agrupados en una sola tabla, al alcance de un click de cualquier lector; y para colmo se decía que habían sido publicados ¡el uno de junio!, cuando ayer mismo, día 7, aun no habían visto la luz.
El meollo del asunto -que yo barrunto- es el siguiente: España votó un ¡FUERA! como una casa al Sr. Sánchez; pero la hydra depredadora (de la voluntad popular), al servicio de la quimera, engulló unos cuantos millones de votos, y los escupió luego según los intereses del jefe. En un ambiguo 'Otros' -que Europa Press disimuló entre el gris y el longuis, y que El País camufló entre cientos de siglas encriptadas- se hallaban más de tres millones de votos favorables al Nuevo Franky, molón y resucitado, de la amazona rubia de Galicia. Y por si eso no bastara para asegurar una reedición del bastardo gobierno que perpetró el expolio de España, en el arqueo final electoral se echan en falta en torno a otro millón de votos más, que tendrá retenidos en sus tentáculos la hydra venenosahermana gemela del CIS de las tenazas, esperando órdenes. Y mientras tanto... la prensa canalla, que si no miente calla, nos camela día a día, tachando cada uno de éstos que pasan en el calendario, sumando empujoncitos del ascua a su sardina, esperando llegar así, ¡birli, birlocando!, al 23 de julio nefando... 
Pero como me dijo a mí el Cardenal Cañizares hace muy poquito, con sus palabras sencillas, que yo versiono literariamente: "Es mi esperanza que 'no consentirá Dios que el hombre dé el cambiazo a la religión, pues Él ha establecido ya en su Monte Santo, Altura Hermosa, al que nos ha de salvar, y no permitirá que la muerte prevalezca sobre las puertas de Sión' ".

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