LA PRENSA DEL CORAZÓN
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En el principio, el espíritu aleteaba sobre las aguas; ahora, en el final, gravita sobre nuestros corazones y nuestras cabezas para darnos luz y paz. |
El corazón humano, el ser humano, es un misterio; y un misterio unido al misterio de Dios. Porque bien sea para alabarlo, bien para denostarlo, todas las vidas giran en torno a Dios, y a nadie deja indiferente esa misteriosa realidad. Yendo un paso más allá, se puede decir del Amor lo mismo que de Dios. Pero no nos interesa tanto que nos hablen de Dios -o del Amor- como vivir, palpar, sentir esta realidad. Lo que hace la diferencia -gran misterio es éste-, en lo que a convencer de la existencia de Dios se refiere, es que se le muestre vivo y actuante en medio de nosotros; y a través de nosotros, pues no hay otra manera de hacerlo. Entonces todo cambia; cuando Dios "se deja sentir" no hay quien se le resista; y cuando esto sucede traspasamos nuestra humilde existencia para vivir en "la verdadera", la dichosa... que es 'estar con Él'.
No estoy hablando de ficciones, sino de lo que ha sido vivido diariamente por millones de personas en todo el mundo; porque a todo el mundo ha llegado la presencia del Dios vivo; y en todo el mundo ha encontrado corazones dispuestos a dejarse habitar por Él, y, de esa manera, darlo a conocer en su misterio maravilloso y transformador.
La presencia de Dios entre nosotros se suele identificar o reconocer por la delicadeza en el trato. Allí donde hay Amor, no hay ofensa, sino perdón; donde hay Amor, no hay tristeza, sino alegría; donde se vive con Dios no hay temor, sino esperanza.
Llevar a Dios a los hombres es el más bello oficio del mundo, la tarea más cautivadora, la profesión que paga con creces todos los desvelos... Sentir la obra sanadora que realiza Dios en los corazones es una experiencia sublime; de otro mundo...
Lo admirable en estas cosas es que nadie queda al margen, como decía al principio. Si bien es cierto que los grados en el conocimiento de Dios ocupan una horquilla infinita, todos esos estados, desde el punto más bajo, comparten la misma dicha celestial, la misma transformadora experiencia de 'tocar la Vida, de palpar, gustar, disfrutar, de la verdadera existencia'; nada se compara a descubrir que la vida tiene sentido; que no estamos abocados al fracaso.
Todo esto lo digo por pura gracia de Dios, por participación de su misterio; por haber sido bendecido en este momento por la fuente de la vida y del conocimiento; y goza mi alma inmensamente al recibir este don inmerecido; puedo decir, sin rubor, que en este momento es Dios quien habla por mí. ¡Qué grande es Dios! que no se hace problema de compartir su ser con un pecador... me quito el sombrero, doblo mi rodilla... me postro... y lo adoro en su altar del mundo... ¡Bendito sea Dios, altísimo y bondadosísimo Señor! que da la vida en abundancia a quienes se la piden...
Andamos estos días de cabeza con las elecciones. Aquí hay 47 millones de corazones buscando algo de amor que llevarse a la boca. Y, perdónenme la expresión, y con todo mi respeto a quienes trabajan en la Prensa, pero buscar esas migajas de amor en los medios, es como buscarse la vida en un estercolero. Sin embargo, hasta en un muladar puede crecer una flor. Miren por donde, al abrir hoy la prensa, encontré pedacitos de amor. Es verdad que escasos, como tristes garbanzos flotando en un caldo de posguerra, pero, en medio de la pobreza habitual, casi me parecieron perlas...
Aquí, en el mundo, y en España, vivimos una multitud de seres ávidos de amor; corazones a los que no se puede engañar; a los que les dan igual las letras que lleven los paraguas que les ofrecen sombra, porque no buscan satisfacción intelectual, sino cubrir sus necesidades básicas de amor... Y las personas que trabajan en los medios no son ninguna excepción.
Los periodistas son hoy profesionales muy sufridos, porque día a día experimentan la sequedad del mundo, y a pesar de eso, siguen al pie del cañón, esperando un milagro editorial, un dedo de Lázaro que les moje la lengua abrasada por las llamas del desamor y la codicia...
Pero los milagros existen, y, cada día, en forma de micromilagros, o incluso de milagros silenciosos, nos dan fuerzas para seguir adelante; y cuando nos parece que se nos está acabando el aire, y que no vamos a aguantar mucho más, vienen a nuestra vida presencias de Dios que nos esponjan el corazón y nos elevan el ánimo para continuar el camino.
En esas pinceladas rosas de la prensa de hoy, mi alma atisba un mundo de colores detrás de la oscuridad. No son gran cosa, pero son ese soplo de Dios que me mantiene con vida. Detrás de los titulares que he seleccionado, no hay mucho más que unos borrones claros sobre cuadros oscuros, o tapados; pero por pobres que sean esos textos, son pálpito de vida... y estoy seguro de que quienes los hayan escrito se habrán sentido aliviados, al poder tocar, aunque sea con guantes y de lejos, las preocupaciones de la gente, su afán de verdad, sus anhelos de paz y prosperidad.
Digo como San Pablo: "Aunque detrás de estas concesiones bulla la rivalidad, yo me felicito de que hayan llegado hoy a nuestras casas... mañana, Dios dirá".
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