ESTO HA HECHO EL SEÑOR POR MÍ (actualizado)

El mayor recato mostró ante Dios la que iba a ser su Madre: "Fíat" ('Hágase'), fue todo lo que dijo.



El mundo se convulsiona por la ofensiva sin precedentes de los partidarios de un mundo sin Dios. Filósofos y teólogos cristianos,  y 'dizque' cristianos, inmersos en la confusión reinante, se agitan en torno a esa ofensiva, a veces olvidando que es de rodillas como mejor se sirve a la Verdad.
A estas alturas, profetas y sacerdotes 'vagan sin sentido por el país', mientras las ovejas deambulan dispersas entre los lobos. ¿Quién les recordará Mt 10, 16?: "Mejor es perder la vida que el alma... y no dialoguéis con el Mal". Porque, ciertamente, con esa mirada turbia que decía Castellani, es fácil errar... Y es necesario dialogar, sí, pero con el Verbo Encarnado; en la lectura asidua de la Palabra, Dios nos va guiando, disipando las sombras a nuestro paso... y así, poco a poco, viendo los demás nuestra moderación, nadie podrá negar que el Reino de Dios actúa ya en la Tierra.
La experiencia del cristiano es que las promesas del Señor se cumplen. Mi vida ahora está amenazada: un ejército le ha puesto sitio a mi alma; pero, aunque tengo a menudo en los labios el Salmo 68 ('las afrentas me destrozan el corazón y desfallezco'), sigo adelante, porque Dios me sostiene. 
Ya conocéis mi testimonio, compartido en 153 rosas por obra y deseo del Señor. Los gastos de edición de La Brisa del Alcázar -la primera parte de la trilogía- ya han sido cubiertos, y los ejemplares que me quedan los estoy dando gratis. En cuanto a la segunda -Con el Alma en el Crisol-, que publiqué hace unos meses, la costeé con mi primer sueldo de jubilado, a modo de auto-homenaje, por lo que también la regalo. Esta difusión de balde no le está gustando nada a Don Dinero, y me está friendo a 'gastos inesperados'; por lo que no sé lo que aguantaré; ya Dios dirá.
El nacimiento de esta trilogía de rosas vino precedido de una cruel persecución, que no cesó 'en el parto, ni después del parto'; pero cuanta más saña emplea el enemigo, mayor bendición llueve sobre mí... y me pone en el corazón y en los labios una invocación: ¡Veni, veni, Enmanuel!



Sí, de mi interior aflora ese canto, 'Veni, veni, Enmanuel', pero brota con la misma fuerza una súplica: "Rorate Caeli..."

Destilad, cielos, el rocío; lloved, nubes, al Justo.
No te enojes Señor,
no te acuerdes más de nuestra maldad.
La ciudad del Santo está desierta;
Sión ha quedado arrasada,
Jerusalén, desolada,
la casa de tu santidad y tu gloria,
donde te alabaron nuestros padres.
Destilad, cielos, el rocío; lloved, nubes, al Justo.
Hemos pecado y estamos manchados.
Hemos caído como las hojas
y nuestras maldades nos arrastraron como el viento.
Nos escondiste tu rostro
y nos dejaste con nuestra iniquidad.
Destilad, cielos, el rocío; lloved, nubes, al Justo.
Mira, Señor, la aflicción de tu pueblo
y envía al Prometido:
envíanos al Cordero que rige la Tierra,
desde el desierto de Petra
hasta el monte de la hija de Sión,
para que rompa el yugo de nuestra esclavitud.
Destilad, cielos, el rocío; lloved, nubes, al Justo.
Consuélate, pueblo mío, consuélate,
que pronto llegará tu salvación;
¿Por qué te consumes de tristeza?
¿Por qué se renueva tu dolor?
Te salvaré, no temas:
yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu redentor.

Es necesario hablar de la fe a todo el mundo, esa pequeña palabra que tiene la virtualidad de enlazar nuestra vida humilde con la vida de Dios; único objetivo que nos llena. Es necesario predicar, a tiempo, y a destiempo; porque, al igual que Dios, amando, vivimos. Y hoy más que nunca es urgente predicar con la propia vida. 
Hace dos mil veintitrés años, y seis meses, sucedió un prodigio en un pueblo próximo a Jerusalén, donde vivían una pareja de ancianos sin hijos. Él era sacerdote, y, un día, mientras oficiaba en el Templo, se le apareció un arcángel para comunicarle que su mujer quedaría embarazada, y se quedó mudo de repente por no dar crédito a aquellas palabras (al fin y al cabo, ¿qué podría predicar un sacerdote que no creía en los milagros?) 
"... Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses, diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres». Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret..."
Las escrituras abundan en ejemplos de la fecundidad de la fe. En los salmos, que son la oración del pueblo de Dios a lo largo de la Historia, se narra el gozoso encuentro con el Señor cuando se han superado los respetos y miedos humanos...  Y también en El Cantar de los Cantares encontramos esta expresión de gozo:
Los centinelas me encontraron,
los que hacen la ronda en la ciudad:
"¿Habéis visto al amor de mi alma?"
Apenas habíalos pasado,
cuando encontré al amor de mi alma.
El 'habialos pasado' hace referencia a la libertad cristiana, la cual, sin excluir -normalmente- el respeto a las leyes humanas, o la sumisión debida a los poderes del mundo, los trasciende, abrazando como Ley suprema la del Amor. De la abundancia de vida que alcanzamos por la fe, tenemos, en negativo, el caso de la mujer de Lot, que quedó convertida en estatua de sal, presa de los insidiosos apegos humanos; y, en positivo, el caso de Isabel, que por la fe mereció concebir un hijo en su vejez. Llama la atención, en este segundo relato, la reacción de agradecimiento de la santa, y, en concreto, esos cinco meses de ocultación que presentó como oblación al Señor, los cuales, sin duda, desvelan un aspecto de la vida cristiana ligado a la acogida de dones. A este respecto, aunque no soy biblista, he recibido una luz particular. 
El mismo Arcángel San Gabriel que anunció a Zacarias la maternidad de su mujer, acudiría seis meses más tarde a Nazaret, a ofrecerle a María ser la Madre del Creador. En esta escena preciosa -la Anunciación-, el Ángel le desvela a la Virgen que su prima Isabel está de seis meses. Dado que el Salvador fue concebido un 25 de marzo, la concepción del Bautista tuvo que acontecer un 25 de septiembre, y, por tanto, los cinco meses que ella pasó 'en casa' suman 153 días
En La Brisa del Alcázar he contado cómo el número 153 se convirtió para mí -católico converso- en Palabra de Dios viva y eficaz. Explico ahí que, al regresar a la Iglesia, y a la Biblia como fuente, me llamaba la atención que se dijese el número exacto de peces de la pesca milagrosa en el lago, tras la Resurrección de Jesús; me parecía que era algo sin sentido, extraño a la Palabra Revelada, donde no hay desperdicio; y, dicho eso, pasaba a exponer las asombrosas circunstancias por las que ese número terminaría convirtiéndose en verdadera presencia de Dios -vivísima y eficacísima- en mi vida. Recomiendo la lectura del libro, donde este prodigio se documenta en muchas, y muy felices, ocasiones. Sirva de muestra un botón.
En la segunda entrega de 153 rosas -Con el Alma en el Crisol- no me detuve en presentar situaciones en las que se pusiera de manifiesto la presencia del cielo en mi vida por medio de esa cifra, aunque las hubo, y muchas. Otras circunstancias, también muy explícitas, de la amorosa Providencia divina, me parecieron más relevantes, y relegué un poco el protagonismo de la 'cifra mágica'. Sin embargo, el 153 me hizo un guiño ayer, al darme cuenta de que los cinco meses de Isabel equivalían a 153 días, y entonces recordé que también me había intrigado siempre el porqué de la duración de aquella ofrenda -¿por qué cinco, y no tres, o siete, o nueve? De modo que volví a examinar el pasaje bíblico a la luz del significado del 153 que me había sido revelado.
La reacción de la prima de la Virgen, al conocer la gracia que Dios le había concedido, fue recogerse. Ella, de vida piadosa como su marido, por puro agradecimiento, al verse libre del oprobio público de la esterilidad, optó por retirarse; y esto, seguramente, para estar a solas con su bienhechor. Siendo un alma de oración, es lógico pensar que tal decisión la habría 'consultado' con Dios, y que a Él le habría parecido bien, como marco adecuado para la gestación del que habría de ser el precursor del Salvador, "el más grande nacido de mujer" (Lc 7, 28). Contaría Isabel con que Zacarías tendría que multiplicarse para dar abasto con las ocupaciones habituales y las sobrevenidas, y caería entonces en la cuenta de que el haber quedado mudo su marido le habría de ser más una ayuda que un obstáculo, pues ya se sabe que a menudo hablamos demasiado; y también en esto, la mudez de su marido como una ayuda para proteger la intimidad, el silencio de los corazones ante un acontecimiento extraordinario, vería ella la acción de la Providencia y una confirmación de su decisión. 
Ahora bien, si la ofrenda de Isabel fue una inspiración del cielo, ¿cómo supo que el sacrificio acepto a Dios tenía que ser de cinco meses? En realidad no lo supo, sino que el Señor mismo lo decidió por ella cuando, al cumplirse ese tiempo, recibió la visita de su prima, y con ella, la del mismo Salvador; en todo caso, la elección de Dios - el 153 que, al igual que la cruz, expresa el sentido de la existencia humana- tiene, según me ha sido dado a entender, este sentido: "El recato, la admiración, y la adoración debidas ante la inminente venida del Salvador al mundo, deberían durar... ¡siempre!" El acontecimiento que no pasa jamás, y que tiene asombrados a los ángeles y a toda la Corte Celestial -que Dios se hace hombre y el hombre Dios-, merece por nuestra parte una actitud de recogimiento permanente... preparatoria de la vida dichosa que nos está reservada en el cielo, y que no será otra sino vivir en compañía del verdaderamente Santo. 
En conclusión, ser testigo de que tan maravilloso hecho se ha producido realmente -que Dios se ha dignado vivir entre nosotros y estará aquí hasta el fin del mundo-, trae consigo una misión de por vida, con una doble vertiente: el recogimiento, representado por la actitud de Santa Isabel "durante 153 días", y el anuncio a todas las gentes, representado por la recuperación asombrosa del habla por parte de Zacarías, cuando, al ser preguntado cómo quería que se llamara su hijo, escribió en una tablilla 'Juan', que significa 'Dios es favorable', e, inmediatamente, se le soltó la lengua y entonó el Benedictus.





Yo fui beneficiado por Dios grandemente, y no puedo guardar para mí ese inmenso favor que Dios me hizo. Sé que Dios me pide que hable, pero sé también que me llama insistentemente al recogimiento, a la escucha y a la maduración de su Palabra en mi corazón. Este blog, y mis libros, son un canto de alabanza a mi buen Dios, son mi oración y mi testimonio, con ellos anuncio que Dios se ha dignado quitar de mi vida el oprobio, anuncio lo que el Señor ha hecho por mí: muchos y grandes milagros, como el de devolverme la voz, de la que tanto tiempo (los veinte años de mi enfermedad) estuve privado.
La Palabra de Dios jamás podrá estar cautiva de nadie, jamás podrá perder su libertad, aún cuando haya muchos muy ocupados en ponerle cepos. Porque Ella es la Verdad, y la Verdad, habitando en nosotros, nos hace libres. Si se aparta uno del ruido, se encuentra con la Palabra, tal como ella es: alegre, sonora, veraz y fecunda. Y aquí recojo dos buenos ejemplos, recientes y oportunos: 
Su Eminencia (Cardenal Zen), ¿cómo se encuentra?
Diría que bastante bien, mi salud no está tan mal para mi edad. Estoy a punto de cumplir 92 años y estoy muy agradecido a Dios por haberme permitido llegar hasta este día en bastante buena forma. En todo debemos estar agradecidos a Dios por lo que nos ofrece. Después de algunos momentos difíciles, ahora siento que mi fuerza vuelve y espero poder pronto retomar mis actividades anteriores, como visitar a los prisioneros, un apostolado que me importa mucho y que llevo realizando durante más de 20 años.
¿Se mantiene informado sobre los acontecimientos actuales?
Claro, me mantengo muy informado sobre las noticias, especialmente las relacionadas con la Iglesia, que naturalmente me interesan y me preocupan de manera muy especial. Hoy, con los modernos medios de comunicación, es bastante fácil estar al tanto de todo lo que sucede. Debemos saber hacer buen uso de estos medios y, naturalmente, en el caso de noticias que nos llegan de muchas fuentes diferentes y dispares, debemos saber leerlas críticamente, ejerciendo una sana prudencia. Pensemos en la información contradictoria que nos llega, por ejemplo, sobre las guerras en curso, que no son solo guerras por territorio, sino sobre todo guerras de propaganda.
¿Qué nos puede contar sobre su libro de Adviento, sus meditaciones?
Sinceramente, son textos tomados principalmente de mis homilías y discursos, que datan de varios años atrás. Después de reorganizar todo el material, lo revisé, haciendo correcciones aquí y allá. Me parece que ha surgido un conjunto bastante orgánico que espero que el lector también encuentre útil para su progreso espiritual. Aunque el título solo hace referencia al Adviento, en el libro hay textos que se refieren tanto al Adviento como a la Navidad. Este es un tiempo de gracia, un tiempo en el que nos preparamos para dar la bienvenida al Santo Niño. Que nosotros, como los pastores y los magos de Oriente, y como José y María, demos la bienvenida al advenimiento del Santo Niño que nos trae paz y amor. Si sentimos que pertenecemos al grupo de «grandes pecadores», no debemos desesperar, porque Jesús nació precisamente para nosotros. No imitemos a los posaderos de Belén ni a los habitantes de Jerusalén, ni a los sumos sacerdotes ni a los ancianos del pueblo, ni al cruel Herodes, porque ellos han cerrado sus corazones. Los pobres no pueden entrar. Así que Jesús tampoco entrará. Pero debemos orar por ellos y pedir a Dios que abra la puerta de sus corazones, que derrita sus corazones de piedra. Porque ellos también son hijos de Dios. Debemos tener esperanza en que los que están fuera puedan entrar y que los que están dentro puedan permanecer.
¿Cómo se vive este tiempo especial en el que el Hijo de Dios se encarna para la salvación de todos los hombres?
En verdad, es un tiempo de gracia para todos, un tiempo en el que estamos llamados a apresurarnos como los pastores o los Magos hacia el pesebre para adorar al Niño Jesús. En un hermoso villancico de Navidad, «Adeste Fideles», se dice «et nos ovanti gradu festinemus [con paso alegre apresurémonos]» para ir y estar en la presencia de Emmanuel, «Dios con nosotros». Este es un tiempo en el que también sentimos fuertemente la presencia de María, la Madre de Jesús, María que es nuestra ayuda, María Auxiliadora, un nombre tan querido para nosotros, los Salesianos. ¡Cómo debemos confiar nuestras penas y sufrimientos a María! Hoy nos parece que hay mucho motivo para desesperar, pero María no nos abandona, está con nosotros y nos muestra a su Hijo, nuestro Salvador.
En el libro hay una sección en la que usted recuerda algunas canciones litúrgicas para Adviento y Navidad. ¿Por qué?
En realidad, esa es una parte completamente nueva. Acepté su propuesta de hablar sobre estas canciones de Adviento y Navidad y quise traer algunos recuerdos de mi juventud temprana, cuando fui acogido por los buenos padres Salesianos en mi ciudad, Shanghai. La liturgia y la música sacra fueron una parte importante de todo esto. Creo que es importante recordar el papel de una buena música sacra en la liturgia. Para mí, el canto sacro, especialmente el canto gregoriano, es una ayuda espiritual muy importante que me ha apoyado y sigue apoyándome en momentos difíciles. Me entristece mucho que hoy en día esta riqueza para la vida de la Iglesia se haya perdido. Entiendo que hubo un deseo de hacer participar más a la asamblea en la Misa a través del canto, pero no deberíamos haber desechado toda nuestra hermosa tradición musical, una verdadera lástima. ¿Se logró realmente esta participación de la asamblea? En muchos lugares me parece que la tradición musical de la Iglesia se ha sacrificado sin recibir nada a cambio.
En la Iglesia parece ser un momento delicado, un momento en el que hay divisiones e inquietudes en algunos países, como Alemania. ¿Cuál ha sido su experiencia frente a estas cosas?
Estoy preocupado. Lo que está sucediendo en Alemania me parece similar a lo que ocurrió en Holanda, donde la fe experimentó una crisis devastadora. Me preocupa que algunos, bajo el pretexto de la sinodalidad, puedan desear avanzar una agenda muy personal que involucre la introducción de ideas que están en conflicto directo con la doctrina de la Iglesia, una doctrina que la Iglesia tiene el deber de conservar y que no puede cambiar. Hoy estamos experimentando una gran confusión y creo que es apropiado señalar que la apertura a lo nuevo no significa distorsionar los fundamentos de nuestra fe. El querido Pontífice Benedicto XVI, a quien recuerdo con tanto cariño, nos advirtió del peligro de estos «derrumbes doctrinales». ¿Cuánto se sigue escuchando esto hoy en día? Me parece que hoy su legado no es respetado y es una lástima, porque fue un gran intelectual para la Iglesia. Aun así, parezco ver signos de una gran discontinuidad entre lo que sucede hoy y los pontificados anteriores. A Jesús encomendamos su barca, su Iglesia, durante la tormenta en el lago, porque solo Él puede llevarla a un lugar seguro.
El Sínodo sobre la Sinodalidad acaba de concluir, ¿qué piensa usted al respecto?
Aquí también no pude evitar expresar mi preocupación. El Sínodo, como lo quiso el Santo Pablo VI, es un órgano consultivo para los obispos en unión con el Papa. Podría parecer que hacer votar a no obispos sería algo bueno, pero en realidad no lo es por el simple hecho de que distorsiona lo que debería ser un Sínodo. De esta manera, se ve afectada la misma estructura de la Iglesia. El 15 de septiembre de 1965, Pablo VI erigió el Sínodo como emanación del Concilio y especificó: «Con Nuestra autoridad apostólica erigimos y constituimos en esta noble Ciudad un consejo permanente de Obispos para la Iglesia universal, sujeto directa e inmediatamente a Nuestro poder y que llamamos el Sínodo de los Obispos». ¡Sínodo de los Obispos! Por supuesto, un poco más adelante el Papa dijo que este Sínodo podía perfeccionarse, pero no en el sentido de ser distorsionado. No oculté mi consternación ante algunas de las iniciativas que se vieron durante los días del Sínodo y sentí cierto desaliento, debo confesarlo.
Parece muy preocupado por este Sínodo. Usted, junto con otros Cardenales, también firmó las dubia dirigidas al Santo Padre, quien esta vez respondió. ¿No está contento?
Aquí no se trata de estar contento. El Papa (o alguien en su nombre) redactó una respuesta, inusualmente rápida, a nuestras dubia, pero desafortunadamente la respuesta no aclara realmente los problemas que le habíamos presentado. Parece ser el método habitual utilizado en la Iglesia en las últimas décadas, en el que no se responde con un «sí sí, no no», sino que se dan respuestas que aparentemente cierran la puerta principal a algunos temas, dejando la puerta trasera ampliamente abierta. El pueblo de Dios necesita claridad, necesita tener referencias firmes en cuestiones de doctrina y moral, no estas respuestas escurridizas. Ya estamos viviendo tiempos de gran incertidumbre, la Iglesia debe ofrecer doctrina segura, no asuntos fluidos. Un lema cartujo reza: stat crux dum volvitur orbis, la cruz permanece mientras el mundo gira. Aquí, debemos intentar recuperar este fuerte sentido de nuestra fe. Debemos alcanzar a aquellos que están lejos, pero para traerlos de vuelta al redil, ¡no para que nos saquen de nuestro hogar! Recordamos que San Juan Pablo II al comienzo de su pontificado nos pidió que no tuviéramos miedo y que abriéramos las puertas a Cristo, pero por lo que observo, parece que muchos en la Iglesia están preocupados por complacer al mundo en lugar de complacerlo a Él.
[Y, el segundo ejemplo:]
Giampaolo Crepaldi fue elevado a prelado de Trieste por Benedicto XVI, como arzobispo; es emérito desde principios de año, por tener 75; y es Presidente y fundador del Centro Internacional Cardenal Van Thuan. El diario La Veritá le entrevistó el día de San Juan de la Cruz. 
Monseñor Crepaldi afirma que la crisis actual de la Iglesia se debe «en particular, a las ansias pastorales que corren el riesgo de anteponerse a la luz de la doctrina. El deseo legítimo de estar presentes, hacer cosas, encontrarse con el mundo y colaborar tiene el peligro de convertirse en un criterio en sí mismo, en lugar de ser la aplicación prudente de un criterio doctrinal».
En cuanto a la relación con el mundo, Mons. Crepaldi señala que «existe un sistema global y coordinado» que «pretende crear una nueva humanidad», algo que la Iglesia debería «abordar críticamente». A ese respecto, considera que, entre los católicos, «en general, prevalece la adaptación» a la nueva sociedad post-cristiana, «aunque hay realidades del mundo católico que son contrarias al nuevo globalismo que desarraiga a las personas de las sociedades naturales». Esas realidades católicas «se oponen a una única religión universal del buen comportamiento, deseada por Immanuel Kant, la Ilustración y la masonería».
El prelado italiano advierte que la Iglesia «corre el peligro de perder de vista su papel único para la salvación y convertirse en uno de los muchos organismos de ética social, según los deseos del mundo». A ese respecto, recuerda que, en la fiesta de la Inmaculada Concepción celebrada el pasado 8 de diciembre, «nos limitamos a decir que María Inmaculada se opondría hoy al ‘femicidio’».
Otro peligro moderno se encuentra en las «ideologías humanas del ecologismo y del climatismo», que «tienen como objetivo, apenas escondido, eliminar la primacía del hombre derivada de su carácter de imagen de Dios». En ese sentido, «las doctrinas del antiespecismo o movimientos como Extinction Rebellion requieren el fin de la primacía del hombre. Estas posiciones no son compatibles con la doctrina católica".
Al hilo del escándalo Luca Casarini, el arzobispo emérito afirma que «en la Iglesia de hoy se ha abierto camino la idea de que podemos colaborar con todos. Esto no es cierto, porque lo que une a las personas en una acción común son los fines y, si no hay acuerdo en los fines, es mejor no colaborar. Para evaluar los fines, sin embargo, se necesitan criterios doctrinales y no solamente prácticos». También critica las «transformaciones teológicas que se han producido, especialmente en el campo de la teología moral, en particular el concepto de pecado como algo «inadecuado», que supone que todos vamos por buen camino y la única diferencia es que algunos han avanzado más que otros, pero nadie se queda fuera».
En cuanto al caso del obispo norteamericano Joseph Strickland, que fue retirado recientemente de su diócesis por el Vaticano sin que se hayan explicado las razones para ello, Mons. Crepaldi señala que «no existe un ‘positivismo católico’ en virtud del cual todo lo que se enseña desde arriba es automáticamente correcto». A ese respecto, hace referencia a que los responsables de las duras medidas tomadas contra Mons. Strickland podrían ser «hombres concretos de Iglesia que tienen una formación teológica particular» y que pretenden que la Iglesia avance en una dirección que «en algunos puntos, parece no ser conforme con la Tradición y el depósito de la fe».
Como conclusión, ante la pregunta de la entrevistadora sobre si existe un problema de fe entre los obispos, Mons. Crepaldi responde escuetamente que «existe el problema de cómo entender la fe». (Resumen de IC; entrevista completa en: Il pensiero forte).

Estos dos prelados han sufrido persecución, se ha intentado conculcar su libertad para proclamar la Palabra, pero esto les ha servido para agudizar su mirada y reafirmarse en sus puntos de vista. Hay una tentación muy fuerte cuando ves la desproporción entre tus fuerzas y las de tus enemigos, que es la de dejarse avasallar pensando que no puedes hacer nada. Pero, como todo en la vida, la clave está en vivir esa cruz con Jesús, y esto lo cambia todo; empezando por no dar por perdido ningún combate. Poco a poco, se te va haciendo muy evidente que no estás solo, que Jesucristo -hombre y Dios verdadero- está contigo; y, lo que es aún mucho más grande: que Él te garantiza la victoria en todos los combates (lo cual no excluye las penurias y penalidades).
Y una vez dicho todo esto, confieso que estoy contento de poder dirigirme otra vez a ustedes, a pesar de las incesantes luchas. Porque si soy capaz de darle al teclado en medio de mis tribulaciones es gracias al Señor, y pueden creer sin la más mínima duda que esto de tener a Dios como tu guardaespaldas es lo más satisfactorio que una persona puede experimentar. 
Vivimos tiempos recios, pero en esta espinosa existencia nuestra es donde se hace presente Cristo... con poder. Según lo vas notando, e incorporando a tu vida (ganando confianza en Él), se hace todo más fácil, aunque de un modo nuevo: "-Cargad con mi yugo... que es suave". Y no sólo eso, que ya es muchísimo, sino que esa fuerza que Él nos da podemos compartirla, y animar con ella a cualquiera que lo necesite, aún en medio de muchos padecimientos propios. 
Me alegro también de poder decir hoy estas cosas porque son la verdad que necesita nuestro mundo. Yo cuento a menudo desgracias que observo, y enfoco a los que las provocan con la esperanza de que, viéndose descubiertos, cambien de actitud; pero en esta ocasión pongo el énfasis en que, en medio de las dificultades, Dios nos da las fuerzas necesarias para la lucha. Digo, además, que en mi trayectoria estoy comprobando que, si te fías de Dios, vas siempre a más; afirmo rotundamente que todo lo que Él promete lo cumple con creces. 
Esa experiencia, mía y de tantos, por la que muchos frágiles -entre los que me cuento- han dado muestras de una fortaleza inexplicable, es un escándalo para este mundo en que vivimos. No es de extrañar, pues, que, en esta clásica adhesión del alma a Dios, puesta del revés, esté la clave de interpretación del ciclón social en el que estamos metidos: una subversión del orden natural destinada a hacer desaparecer toda referencia espiritual, y, por tanto, toda posibilidad de unirse a Dios y así recibir fuerzas de Él. Este intento de sacudirse el yugo de Dios, que es una constante en la Historia, implica esta vez una revolución silenciosa, un alzamiento soterrado de millones de almas contra Dios y contra los que lo aman. Y si su plan es oculto, su empleo 'científico' de la mentira como arma para llevarlo a cabo, le viene como anillo al dedo; y esto es lo que explica la confusión que lo invade todo. Si vivir es participar en la guerra del príncipe de este mundo contra el Príncipe de la Paz, estamos ahora en una/la batalla decisiva, la 'París versus Roma'.
Yo, por mi parte, comulgo con las palabras del Himno, y renuncio a toda seducción de las vanas glorias del mundo:
Querido lector: 
- ¿Quieres que tu vida sea emocionante? Ponte a hablar de tú a Tú con Jesucristo Sacramentado; vete a la Capilla de la Adoración y reza; sencillamente, como si le hablaras a un amigo o a tu padre; y muy pronto comprobarás que cuando rezas no hablas con un fantasma sino con alguien que te ama muchísimo; y que se complace en concederte los deseos más íntimos de tu corazón.
Ayer colgué en 'Mis historias", de la red, datos de un nuevo atropello de nuestros gobernantes (un robo bien pensado), y 'hoy' me encontré un golpazo en el coche de mil euros de reparación. Lo había aparcado perfectamente, en un sitio espacioso para todos, y el impacto fue tan fuerte que hay que cambiar la aleta, y reparar la puerta, que no abre.



Trampa para multar
Señalización ilegal (dos pegatinas sobre señales de ORA 'invisibilizadas' por la fronda, el imán del ocio y la nítida señal horizontal azul)




La usura llega hasta el extremo de imponer el pago exclusivo con monedas en parquímetros que no devuelven cambio (hecho verificado por mí durante varios días en éste de la foto, y en varios más)

Y abundando en ofensas, respecto al golpe que nos dieron en el utilitario, ya va para dos meses y medio con el bollo en el lateral, y todo apunta a que van a hacerme pagar a mí el destrozo. Y si alguno cree que exagero, que juzgue por sí mismo: 
¿Se acuerdan de la multita 'para cubrir gastos' del cementerio? Pues me han aplicado la Ley Mordaza, y me han clavado una mordida que va desde seiscientos a treinta mil euros. Me acusan de una falta grave, y equiparan mi acción a las siguientes:


Y también sucedió esta semanita que, habiendo pasado dos meses de aquella vista oral en que, siendo yo el acusado, no se me citó, me enteré de que la jueza falló en contra mía, diciendo que el refuerzo de la vigueta semi-útil con una doble T, soldada a placa de 200x200x10 mm, anclada con espirros a la maestra, y apoyada en el otro extremo mediante pilar IPN sobre la estructura del edificio, 'es de mantequilla'; y que si no quiero ir a la cárcel tengo que desembolsar entre quince y veinte mil del ala a una firma catalana, que trabajan muy fino... De haber estado yo en la sala le habría dicho que un experto diseñó y ejecutó la obra, que el perito que fue a verla mintió, que la abogada primera que tuve fue sobornada y me maltrató renunciando al caso y subiendo 'por la cara' a mil euros su minuta por el sencillo texto de oposición que prácticamente redacté yo, y dejando de aportar, a juzgar por la sentencia, las pruebas de notario que le facilité, y que acreditaban, por un lado, la idoneidad de la obra, y, por otro, el descubrimiento de un colapso estructural -enconado y encubierto- en el entorno inmediato de la vigueta, pruebas éstas que convertían en una temeridad la demanda vecinal (y, ahora, también la propia sentencia, que ordena ejecutar, sin revisarlo, un proyecto viciado por causa sobrevenida).

En una edificación accidentada desde el principio, al final se les rompió el forjado de un apartamento, lo parchearon con una zapata de cemento macizo, que disimularon con un arma(rio)toste en el hall. Al cabo de 27 años me llegó ese pastel a mí, y la Providencia me lo destapó; al punto comprendí por qué me acosaban, y fui a ver a D. Iván para que levantara Acta. 

Y le habría dicho también a Su señoría, de haber estado yo en la Sala, que la letrada que sustituyó a la que me dejó en la estacada también fue ilegal, y ocultó la información que delataba que la parte demandante mentía desde el principio, y provocó mi indefensión, omitiendo su obligación de convocarme para el juicio oral. Pero, como llegué al Palacio cuando ya había terminado el paripé, sólo pude decirle a la Magistrada que su justicia brillaba... por su ausencia, y pude apenas retarla a dar una explicación sensata al hecho de que un encausado (supuestamente declarado en rebeldía por no acudir al juicio) se presentase ante su juzgador a la media hora de concluida la vista... reto que declinó aceptar, obviamente.
Cuando se acerque el momento de la vista oral de mayo, en que voy acusado bajo pena de cárcel de loco-perverso-mata-vecinas, dejarán salir el toro de "A este señor le acucian sus deudas, hace locuras, despilfarra en libros, desprecia las normas y le multan por ello continuamente, y, en fin, maltrata a su familia y a cuantos le rodean"... Y entonces... entonces llegará el desquite del Señor. Amén.
 

Después de su 'fiat', la Virgen María, con su grandiosa pequeñez, puso voz para siempre
a las maravillas que obra Dios en todas sus criaturas.

























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