En el centro de la villa del oso y el madroño, en la esencia de España, se conoce y se vive esta verdad. Efectivamente, Dios está vivo; es uno de nosotros, y , aunque es cierto que en los últimos veinte siglos está en la gloria, atravesando un largo momento dulce, también tuvo momentos malos, muy malos, los peores que imaginarse puedan. Por esto estamos de suerte, porque "uno" que lo puede todo, y lo entiende todo, y lo penetra todo, vive a nuestro lado mendigando nuestro amor. ¿Será posible una suerte mayor que ésta? Ciertamente, no. Si yo no soy un cantamañanas, y estoy convencido de estas cosas, y las vivo, y disfruto de ellas como un verderón, ¿ qué puede impedir que cualquier otro las viva? A bote pronto distingo varios obstáculos: la cultura dominante, el miedo, y el rechazo a no ser tú el que lleve las riendas de tu vida. Cuando nacemos somos "depositados" en un hábitat preexistente, que nos marca, querámoslo o no. Cuanto más reacio sea ese ambiente a admiti...