COMPLACERSE EN LA VERDAD DEL AMOR
Ir añadiendo a la fe... virtud, conocimiento, templanza, tenacidad, piedad, amor fraterno, y Caridad. |
La razón práctica termina preguntándose "¿Quién es mi prójimo?" (Lc 10, 29), o "¿Qué es la verdad?" (Jn 18, 38); de tal manera que, no queriendo ser iluminados por el resplandor de la verdad del amor, los que eligen ese camino de la razón pura -y dura- van añadiendo miseria tras miseria a sus vidas, en una especie de huida hacia 'adelante', hacia un futuro mejor que existe sólo en su imaginación.
Por eso, el marco de la discusión actual sobre el rearme es el de un nuevo intento de someter a los ciudadanos mediante engaño. Echando tierra sobre el drama de la dana y sus preguntas sin respuesta, las autoridades nos enfrentan a otro desafío temible. En vez de resolver las dudas lacerantes sobre los fenómenos recientes que nos arrebataron a muchos seres queridos; en vez de pedirle cuentas a este gobierno por la devastación que nos está asolando; en vez de intentar corregir esta deriva política suicida, Prensa y políticos nos arrojan a un nuevo escenario de muerte. ¿Queda alguien en España, de más de cincuenta años, que no se haya dado cuenta aún de que el último cuarto de siglo ha sido un via crucis de acontecimientos extraños y adversos previamente programados? Hace falta estar ciego para no darse cuenta de que detrás de este rosario de desgracias hay un plan de exterminio cultural disfrazado de proyecto de progreso.
La segunda semana de esta campaña de formación de opinión favorable al 'gasto extra' ha comenzado de un modo muy agresivo en el 'diario de los lectores influyentes'. No obstante, ha sido un segundo espada el encargado de lanzarla, reservándose los pesos pesados (Zarzalejos, Varela, etc.) para cuando las fuerzas que resisten ya estén mermadas. Sobre su autor, el Sr. García, debo decir que me ha sorprendido en él, dada su corta edad -cuarenta años-, su arte para engañar. Se muestra como un maestro consumado en la manipulación en cada palabra de su artículo, desde la primera a la última.
La serpiente le dijo a Eva: ¿Por qué Dios no os deja comer de ningún árbol del jardín? El diablo es mentiroso y homicida desde el principio. De sobra sabía él que nuestros primeros padres podían comer de todos los árboles excepto de uno; pero con su media verdad hizo entrar a Eva en diálogo con Él, y ése es el comienzo de la desgracia; porque la 'razón emancipada' del Maligno supera en años-luz a la nuestra. El Sr. García hace gala de ser alumno aventajado de tan oscuro maestro. También comienza su asalto con una pregunta capciosa: "¿Estarías dispuesto..." Su (des)enfoque del problema consigue desplazarnos de una buena posición a una posición desfavorable para el combate (ése es siempre el fin de la mentira); de tener delante la traición de nuestros representantes nos traslada a la tesitura de tener la oportunidad de portarnos como ciudadanos ejemplares y sensatos. Si mordemos ese anzuelo entramos en diálogo con quien tiene recursos de sobra para vencer nuestras resistencias.
Nos aleja aún más de la verdad con la segunda parte de la pregunta: "... a vivir peor para vivir seguro?", que agita las aguas del debate sobre la situación de Europa en el mundo con una petición de principio: la de que actualmente no existe ninguna seguridad armada ('...de ninguno de los árboles del bosque'). Bueno, bueno... pian pianito, Sr. García, que eso es muy discutible; muchísimo más, desde luego, que el hecho de que la Prensa nos engaña a diario mientras el país se desmorona.
Engaño nada más empezar, ya lo vemos, y engaño y juego sucio al terminar, porque el titular afirma a renglón seguido: "Todos los sacrificios que haremos los europeos", dejando asentado que la imposición de cargas es un hecho, cuando no pasa de ser una propuesta que se tiene que discutir. Y ya en ese fango, se espesa aún más el engaño al decir "...los sacrificios que haremos...", porque el sacrificio es siempre algo voluntario, y, al menos en España, no se ha expresado esa voluntad, ni se ha tenido la oportunidad de hacerlo.
El subtítulo es también una trampa gordísima desde su mismo comienzo: "Todos los sacrificios que haremos..."; porque si el Sr. García pudiera de verdad mencionarlos todos en su texto, eso significaría que son un número limitado, que el esfuerzo de virtud cívica al que se nos invita es coyuntural, transitorio, y que una vez pasado el mal trago estaríamos mejor que antes. Muy astuto el plumilla, ciertamente, porque no se trata de eso en absoluto sino de llevarnos a un estado de pobreza estructural, que nos reduzca a la total impotencia y nos deje a merced del torcido proyecto social en marcha.
Cuántas mentiras, ¡qué talento para el mal! Y aún no nos ha clavado del todo el aguijón este avezado especialista en gramática parda. "Los sacrificios que haremos los europeos", dice, alineándonos a los pobres españolitos con los pudientes vecinos del centro y norte de Europa; y obviando el hecho de que el coviyuso ha propiciado la devastación de nuestro país, y que la imposición en marcha supone, especialmente para España, el empujón definitivo a las tristes mazmorras del imperio de Don Dinero.
La mala intención que lleva esta medida de aumento de gasto se trasluce en el alto grado de agresividad con que se ha elaborado este artículo. El Confidencial ha cargado tanto las tintas que, viendo la reacción que tuvimos algunos, al cabo de unas horas intentó dar marcha atrás. En su habitual arrogancia, cometieron el error de ser explícitos en las consecuencias de sus pretendidas restricciones, ilustrando el texto con la imagen de una estantería de supermercado; y al advertir su error, sin sonrojo alguno, cambiaron inopinadamente la foto y el titular por estos otros:
Una niña bajo un fuerte sol mordiendo una silla, y al fondo una compañía de soldados en posición de 'descanso'. Dejando al margen lo forzado de la foto, su intención es asociar el esfuerzo ciudadano a la protección de nuestros hijos. Resulta hipócrita y bochornoso, sin duda, dado que se está intentando por todos los medios romper los vínculos paterno-filiales y sustituirlos por el derecho del Papá-Estado a decidir sobre la vida de todas las personas. En cualquier caso, la idea es disociar la estrechez que se nos quiere imponer de la escasez alimentaria. Pero les ha salido mal la jugada, porque al intentar disimular su error han dejado patente que estas discutidas medidas están calculadas precisamente para acogotar con hambre y aflicción a la mayor parte de los españoles.
En cuanto a la modificación del título, al cortar el "¿Estarías dispuesto...?" se aligera, por una parte, la doblez que contenía esa formulación del tema; y, por otra, se suprime con ese corte el 'imprudente' tono de consulta del artículo, y de paso se corrige la zafiedad que suponía la contradicción entre hacer como que se consultaba y acto seguido decir que daba igual lo que se respondiera porque el tema ya estaba decidido; y la misma intención depuradora tiene marcar el adjetivo 'seguro' con el adverbio 'más': se elimina la exageración de decir que España vive en condiciones de total indefensión militar.
El hecho es que se nos está empujando a entregar de bobilis bobilis nuestro legado material y espiritual a unas personas que se creen en posesión de la verdad y se niegan en redondo a dialogar con las culturas milenarias presentes en el planeta.
El Sr. Rodríguez, expresidente español, se presentó en la Casa Blanca con su familia ataviada al estilo gótico, en un alarde de supremacía de la razón pura que no se somete a ningún condicionamiento cultural; y el mismo significado tuvo su negativa a saludar al Papa en su visita a España. Este presidente inauguró entre nosotros un nuevo modo de hacer política, que prescindía de la voluntad de los ciudadanos, y ese estilo permanece y se va perfeccionando.
Algo tan gordo como quitarle la comida de la boca a una persona hambrienta, para doblegarla, es propio de una tiranía. Y el hecho de que políticos y prensa se pongan de acuerdo para perpetrar esa ofensa a los españoles, ya muy ofendidos, es inaceptable y requiere una respuesta contundente de todos y cada uno de los ciudadanos sensatos de nuestro país. Porque, insisto en ello, el significado de esta novedad (en un siglo en que vamos de sobresalto en sobresalto) no es en absoluto una respuesta a una amenaza bélica, sino un ladino intento de reducir a polvo definitivamente las bases seculares de nuestra civilización, amasadas con el Derecho Natural y los valores eternos.
Que los aspavientos de un anciano líder bravucón, precedidos de una tosca campaña de imagen, y de unas elecciones cuyo diseño está obsoleto y no garantiza la limpieza (por la pérdida de preponderancia de la verdad como valor social, y por el vertiginoso desarrollo de las tecnologías de comunicación, vigilancia, y predicción), que ese esperpento, digo, marque el rumbo de Europa, ¿en qué cabeza cabe? ¿Cómo es posible que un farol de un pícaro actor sea la coartada para arruinar del todo a España?
En el cuerpo del artículo del Sr. García no se entra en ningún momento a razonar; consigue su propósito propagandístico a base de volcar masivamente basura informativa para disuadir de analizar la cuestión y dar por buena la versión oficial de lo que ocurre; exactamente lo mismo que se hizo con el covid. Es típico del periodismo actual llevar la mentira al paroxismo y protegerla con la burla y el ultraje del lector. Un género así inevitablemente comporta una intención destructiva; y en el caso que nos ocupa, de tener éxito este nuevo embuste, traería consecuencias gravísimas, no sólo para España, sino para la paz mundial, para la posibilidad misma de la convivencia social.
Se repite así el significado de la contienda civil española: España como escenario de un combate espiritual, entre las fuerzas del bien y la verdad y las potencias del mal. Por aquel entonces, al estallar la guerra, el mundo miraba a los sublevados con recelo por efecto de la fuerte propaganda de los enemigos de Dios; pero esa mirada cambió gracias a la Carta al Mundo de los Obispos Españoles, en la que el relato desapasionado y objetivo de los hechos anti-humanos que aquí estaban sucediendo abrió los ojos definitivamente a los hombres de buena voluntad, convenciéndoles de que ese combate espiritual, y no otra cosa, era la verdad de lo que aquí acontecía, y que del resultado de nuestro conflicto dependía el futuro de la historia de Europa.
Una vez más tenemos ante el mundo la responsabilidad de impedir que este atentado contra la dignidad humana, de consecuencias nefastas, llegue a perpetrarse. Es necesario tomar conciencia y enterarse bien -hacerse uno entero, dueño de sí- y responder contundentemente a esta tentativa de las autoridades de acabar con nuestras libertades y derechos, de liquidar las únicas bases posibles de civilización.
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