LA LUNA DE NISSAN

 

Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes
véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme. El joven se marchó triste porque era rico, y no es posible servir a dos señores.


Trump transformado en Joker, Sánchez en sombra chinesca, y el Papa, en esperpento; sin comentarios. Porque no es esta la clase de agitación de la que hoy nos conviene hablar. Hoy es el día de Ramos, y son los ramos espirituales del alma los que tenemos que agitar. Jesucristo entró en Jerusalén montado en un borrico, y la gente, que había visto sus obras, le reconoció como Rey, como el Salvador que tenía que venir al mundo para trocar la miseria en gozo. Unos días más tarde, sin embargo, las autoridades, preocupadas por su popularidad, le prendieron y le ejecutaron. 
Jesucristo, mientras estuvo entre nosotros, aprendió sufriendo a obedecer, y, cumpliendo fielmente la voluntad de su Padre, nos santificó en la Cruz. Dios juzgó puro su sacrificio, y lo resucitó; y una vez resucitado, ascendió al cielo como hombre, 'desde el ocaso de nuestra ínfima vileza', llevando consigo a la humanidad deificada. El significado de esta acción del hombre-Dios es que hemos sido perfeccionados para siempre los que por el bautismo verdadero nos unimos a Él. Ya no estamos sometidos a la Ley y al castigo; somos criaturas nuevas. En nosotros, los católicos, el amor consigue desplazar al temor; y así estamos ya para siempre con Dios. Por la humildad del corazón accedemos a la vida de la gracia, por la puerta de la fe. Tenemos un mediador sentado a la derecha de Dios Padre; uno que comprende nuestro barro e intercede por nosotros día y noche. Él está en su trono esperando nuestras súplicas para llenarnos con su gracia, de modo que podamos resistir. Él transformará nuestro cuerpo mortal en uno glorioso como el suyo; y el que espera en el Señor no queda confundido. Esperad en Él, sed valientes de corazón, y veréis su gloria. 
Lo que hoy celebramos es algo extraordinario: la condena que merecía la multitud de nuestros pecados ha sido abolida; la dependencia de los ídolos, la esclavitud, ha sido superada. Hoy proclama el pueblo fiel el reinado eterno del Hijo de David, el León de Judá, destinado a gobernar con vara de hierro sobre todos los pueblos... pero la caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará; no voceará por las calles, no porfiará... porque su cetro es la mansedumbre, y es su corona la Misericordia. 

Esto dice el Señor:
- Oíd, sedientos todos,
acudid por agua, también
los que no tenéis dinero:
venid, comprad trigo;
comed sin pagar vino y leche de balde.
¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta? ¿Y el salario en lo que no da hartura?
Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí, escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David. (Is 55, 1-3)
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios.
No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre; herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos y un muchachito los apacentará. La vaca pastará con la osa y sus crías vivirán juntas. El león comerá paja con el buey.
El niño jugará sobre el agujero de la víbora; la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo, porque así como las aguas colman el mar, así está lleno el país de la ciencia del Señor. Aquel día la raíz de Jesé se alzará como bandera de los pueblos, la buscarán todas las naciones y será gloriosa su morada. (Is 11, 1-10)
Queridos amigos, estas palabras proféticas han resultado ser veraces, doy fe; me uno a la multitud de creyentes que han probado con el testimonio de sus vidas que Dios es fiel en sus promesas. ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!














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