NEUROVISIÓN
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Psicólogos, neurocientíficos, comunicólogos, diseñan artefactos para atrofiar nuestras facultades superiores. |
La semana que hoy termina tuvo en medio un aniversario muy especial, que quedó enterrado entre el aluvión de infrainformaciones sobre el Papa. Ese día me propuse publicar un artículo al respecto, pero otras prioridades me hicieron posponerlo. Empezaba así:
“Un catorce de mayo, como hoy, pero del año 1733, celebrándose la Solemnidad de la Ascensión, un seminarista de veintiún años recibió del mismo Señor Jesucristo, tras haber comulgado, la encomienda de extender la devoción del Sagrado Corazón de Jesús en España y por todo el mundo. Con tal ardor se entregó a esa tarea que movió a sus superiores a ordenarle sin tener aún la edad necesaria. Cantó su primera misa el día de Reyes de 1735, y en noviembre de ese año murió de tifus. El Señor le había prometido: “Reinaré en España y con más veneración que en otras partes”. “
Aunque parezca raro, coloqué a continuación de esta introducción lo siguiente:
La consecuencia principal del apagón del 28 de abril pasado no fue el habernos tenido entretenidos con chismes otra buena temporada, ni tampoco el servir de cortina a la extraña muerte del Papa Francisco, la principal consecuencia del inusitado corte de energía en el país fue el habernos preparado para encajar mejor cualquier versión de peligros futuros que implique cambios grandes, quiebras económicas, o pérdidas graves de derechos.
Esta tarde del sábado, en un rato de descanso, puse la tele y vi el final de “El Sexto Sentido”, esa película con Bruce Willis que trata el tema de los espíritus. La magia del tono emocional de ese final de película fue rota bruscamente por la irrupción en pantalla de un ambiente de alarma en las noticias de la Cuatro. Se ponía a España en peligro por las declaraciones de Sánchez acusando a Israel de matanzas.
Todo mentira, los medios actuales mienten de principio a fin. Yo, que estaba tomándome un pequeño descanso, mecido por los suaves compases del dulce reencuentro de un matrimonio, mientras paladeaba un buen vino y una pequeña merienda, casi me atraganto con la súbita dramatización de las noticias. Poco menos que el preludio de una guerra.
Nos conviene ir preparándonos porque la Agenda no va a cesar en su empeño, nada la va a detener, y aunque sobre el papel inicial contasen con sólo unos cientos de miles de muertos, el saldo puede llegar a ser muchísimo más elevado. Porque un precio en sangre tan elevado como el que ha costado hacer el mundo libre que hoy disfrutamos, no se puede saldar matando sólo a unos cientos de miles de octogenarios, por muy listos y diestros en engaños que sean los ingenieros del plan.
Están empeñados en acogotarnos con esos inventos mediáticos. Nuestro Presidente se mudó a Moncloa por la conspiración contra Rajoy (la crónica ocupó años en fiate.es). Pactó para ello con etarras y sediciosos (cargados con mochilas de muerte), y ejecutó el expolio de España con fanático empeño (las muertes de esa destrucción son sin duda, aunque no computen como crímenes ordenados por nuestro presidente, mucho más numerosas que las ficticias o reales que él le pueda atribuir a Israel.)
¿Quién ha estado en Gaza en un bombardeo y ha visto morir a niños? Nada de lo que hoy ofrecen nuestras pantallas puede tomarse por verdad. Nada. Es una temeridad seguir viendo ‘las noticias’ y tomándolas por información de lo que sucede.
En este momento está clarísimo que se pretende crear un ambiente de excepción para dominar la contestación social a la esclavización en marcha. (Continuará)
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