POR ALUSIONES
Hoy es el día en que los castellano-manchegos celebramos ser una comunidad. En este lugar de la Mancha tenemos un patrimonio material y espiritual común; y una historia, un presente y un futuro que nos une. Reconocemos el valor de todo esto y un día al año lo celebramos. Y bien está. Al mismo tiempo formamos parte de otra comunidad más amplia, con la que de igual modo estamos comprometidos. De ésta, la prensa afirma hoy que sus grandes problemas son la vivienda y la corrupción. Y a esto respondo por alusiones y por salir al paso de una manipulación.
Si uno se da una vuelta mirando a su alrededor podrá ver una enorme cantidad de viviendas cerradas. Hasta hace diez años, la mayoría de la gente tenía una vivienda en propiedad, e invertían sus ahorros en bienes inmuebles. ¿Cómo puede ser entonces que la vivienda sea hoy el problema más gordo para los españoles?
La respuesta está en el contexto de una prensa al servicio de un nuevo orden que quiere romper con el pasado. Las casas nos arraigan, y por eso hace falta demolerlas; y lo primero es convertirlas en un problema, lo cual justificaría la intervención expropiadora de los políticos. Además, 'nuestros pisos' son la economía que nos defiende, y por tanto vienen a ser los muros que custodian el orden que se renueva de generación en generación.
Ciertamente están amenazados nuestros ahorros, pero nos conviene ir más allá.
"Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios." (Lc 12, 16)
"Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal." (Mt 6, 25)
En esta guerra, el bien principal a defender es la fuente de todos los bienes, no es material y, sin embargo, provee todo lo material. Parece no estar en peligro ni necesitar defensa -Dios es siempre más- pero su presencia en medio de nosotros está amenazada. Por eso él mismo nos insta a procurar que su Reino y su justicia se hagan realidad en nuestro tiempo.
"Clama a voz en grito, no te moderes; levanta tu voz como cuerno y denuncia a mi pueblo su rebeldía y a la casa de Jacob sus pecados. A mí me buscan día a día y les agrada conocer mis caminos, como si fueran gente que la virtud practica y el rito de su Dios no hubiesen abandonado. Me preguntan por las leyes justas, la vecindad de su Dios les agrada.
-¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves? ¿Para qué nos humillamos, si tú no lo sabes?
-Es que el día en que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz. ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh?
¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá. Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy.» Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía. Te guiará Yahveh de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan.
Reedificarán, de ti, tus ruinas antiguas, levantarás los cimientos de pasadas generaciones, se te llamará Reparador de brechas, y Restaurador de senderos frecuentados." (Is 58)
Hemos empezado este artículo con la preocupación por las cosas materiales -"los graneros"-; pero Dios nos ha redirigido la mirada a las armas espirituales -ayuno bien entendido, limosna, oración- y de éstas cabe esperar la fortificación de los cimientos antiguos.
Me costó bastante escribir mi anterior artículo, por lo delicado de los temas y por su complejidad. El primero de ellos venía a decir que el conocer a media jornada el porcentaje de votos emitidos hasta ese momento, unido a la vigilancia constante a que nos someten (en tiempo electoral es de suponer un rastreo del historial comunicativo de cada ciudadano), y a la capacidad aumentada de procesamiento digital, bastaba para predecir el resultado final de las elecciones, con información suficiente para planear una mínima intervención de suplantación de unos cuantos cientos de identidades que falsearan la aritmética electoral y cambiaran el signo del siguiente gobierno. A este respecto, propongo hacer un examen aleatorio de algunas mesas, chequeando los datos de los que votaron a última hora.
Esta semana, me topé otra vez con el buenismo. Entre nosotros, los católicos, la caridad fraterna nos obliga a no pasar por alto lo que no se ajusta al Evangelio; si uno comete una falta, los demás tienen el deber de hablar con él, con delicadeza. Sin embargo, no pocas veces se imponen los respetos humanos, con lo que se hace pasar a Dios por mentiroso... ¡Sálvanos, salvador del mundo! La Iglesia dirigente insiste en acompasarse con la política, abonando las malas hierbas que ésta siembra, como la torcida acusación de impureza de los clérigos, la interesada preocupación ecológica, o la destructiva visión de los géneros; colaborando así gran parte de la curia en el plan pensado para la destrucción de la Iglesia.
¿Por qué en vez de ir de comparsa en la macabra representación del fin de la era cristiana, no se dedican nuestros pastores a denunciar la hipocresía de nuestros gobernantes, o la perversión de los medios? ¿Acaso no redunda en muertes que la Prensa se pase semanas mareándonos con chismes mientras en cada hogar se gestiona un drama? ¿No hay que ayudar a la gente en sus problemas para salvar almas? Los medios se obstinan en no informar; en vez de ello, nos atrofian con culebrones absurdos, sin principio ni final, desde las chaladuras de Trump hasta no sé qué fontanero de Ferraz... elaborando a diario la antología del disparate, mientras se tambalea el edificio de la única civilización posible, que es la que se cimienta en la verdad.
Esos mismos medios presentan a la Iglesia como una organización meramente humana, y dividida, siendo la aviesa intención que mueve su errado enfoque el introducir como interlocutor válido de la verdad eterna a los ideólogos de la Agenda.
La trampa se inscribe en la corriente del radical antagonismo entre Dios y el mundo. Ya en el siglo II recogía un autor anónimo la esencia de esa enemistad, en un excelente texto conocido como La Carta a Diogneto.
@biteproject La Epístola a Diogneto es una obra apologética cristiana, escrita, quizás, hacia finales del siglo II. El autor de este texto tenía como propósito dar a conocer el movimiento cristiano, con la esperanza de corregir las acusaciones sobre los cristianos que circulaban entre los paganos. El autor de la carta afirma que aunque los cristianos siguen las costumbres locales en el vestido, la comida y otros aspectos de la vida “en cualquier ciudad en que vivan, ellos también demuestran el notable y ciertamente carácter inusual de su propia ciudadanía”, como la negativa a adorar a los muchos dioses del Imperio romano. Por ejemplo, dice, que los cristianos no “exponen” a sus hijos, refiriéndose a la práctica romana de desechar a los bebés no deseados después del nacimiento, también expone la postura de no represalia de los cristianos hacia aquellos que los desprecian o los persiguen. #apologetica #epistola #cristianos #imperioromano ♬ sonido original - biteproject
"Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.
Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho.
Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Los judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad.
Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno, sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres.
El alma ama al cuerpo y a sus miembros, a pesar de que éste la aborrece; también los cristianos aman a los que los odian. El alma está encerrada en el cuerpo, pero es ella la que mantiene unido el cuerpo *[el desalmado se mata a sí mismo]; también los cristianos se hallan retenidos en el mundo como en una cárcel, pero ellos son los que mantienen la trabazón del mundo. El alma inmortal habita en una tienda mortal; también los cristianos viven como peregrinos en moradas corruptibles, mientras esperan la incorrupción celestial. El alma se perfecciona con la mortificación en el comer y beber; también los cristianos, constantemente mortificados, se multiplican más y más. Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado, que no les es lícito desertar de él."
En lo que va de milenio estamos asistiendo a una acelerada
descomposición del alma cristiana de las sociedades; en vez de bien y verdad, predomina la confusión y el mal en todas las esferas humanas. La prensa bastarda, y esa falsa iglesia infiltrada -como virus letal- en el Cuerpo de Cristo, son agentes destacados en la alteración que sufrimos. Bien se podría decir que ellos son los verdaderos grandes problemas de los españoles.
Unos y otros siguen un programa de 'deconstrucción', y lo aplican con especial ahínco en la formación de las nuevas generaciones. Me duele especialmente constatar hasta qué punto han alcanzado ya a los colegios religiosos, de modo que no sólo se renuncie a educar
cristianamente, sino que se adopten abiertamente los modos de la enseñanza aconfesional, que buscan sin tapujos proscribir la presencia de Dios en la sociedad.
Todo sucede por algo, y es obvio que la agitación generalizada de los últimos años es fruto de esa actividad planificada de corrupción; y es evidente también que si seguimos con este gobierno catastrófico es por el enquistamiento de la mentira en nuestras instituciones, el cual debilita también a los católicos.
Intentando ajustarme a la voluntad de Dios, que es el verdadero programa de una vida, me he ido yo enterando cada vez más de todo. Tal vez por eso, los partidarios de la mentira me atacan tanto. En esta calamitosa época que nos está tocando vivir, permitió Dios que la fe de nuestra familia fuera probada muy pronto, y que, con apenas dos años nuestra hija, comenzáramos a vivir una etapa dura, que todavía sigue. En todo este tiempo ha sido mi pena más honda el que mis hermanos de fe creyeran los embustes que se contaban de mí, y depusieran el buen concepto en el que hasta entonces me tenían. Ya publicada mi biografía, aumentó mi aflicción el ver que aún seguían dudando de que mi relación con Dios me hubiera ayudado a rehacer mi vida, despreciando así también mi gran esfuerzo y el de los que me ayudaron, y la contribución de mi experiencia al bien común. Y volviendo en este punto a Juanma, que en paz esté, y a su accidentada biografía, después de aquellos largos años de estudio, llegó a una encrucijada, pues fue elegido por la curia para promover el entendimiento (desde Roma muy mal entendido) con otras religiones; y con esa encomienda, más un buen número de costosas horas de docencia (a priori poco rentables) quedó el pobre bastante desaprovechado, muy atado al establishment y miope por ello para distinguir por si mismo la acción de Dios en ciertas almas. ¡Qué distinto resultó ser su sacerdocio de aquel que prometían sus primeros tiempos, de prédicas inflamadas en amor! En esto se advierte, como en la zancadilleada vida intraeclesial mía -y de tantos otros- la acción soterrada del enemigo, de la que hablé en el párrafo anterior.
Le oí decir a un veterano director de colegio que la educación es tarea de los padres, en lo cual se muestra este experto muy cercano a lo que se dice en la calle: que el colegio forme la mente y el hogar el espíritu. Sin embargo, creo que es difícil que se puedan separar esos ámbitos, y que, quiérase o no, cuando están los chicos en el colegio reciben también formación sobre 'lo que se debe hacer'.
Mi esposa y yo, docentes ambos, elegimos en su día un colegio católico para nuestra hija con la intención de que Jesucristo fuera el principio integrador de su educación, de mente y espíritu. Ambos habíamos tenido profesores cuyo ejemplo nos había edificado, por haber sido ellos reflejo del 'Maestro bueno', y esa misma experiencia queríamos para nuestra hija. Los jóvenes tienen derecho a conocer la religión católica en toda su hondura humana e intelectual, absolutamente capaz de llenar las grandes aspiraciones de sus inquietas mentes, y de dar cauce a los nobles deseos de sus ardientes corazones, y los adultos tenemos la obligación de facilitárselo.
Siendo yo profesor asociado en la Universidad me cuestionaba la moralidad de enseñar determinados contenidos, y, consultando el tema con mi director espiritual, me aclaró que la libertad de cátedra me permitía tratar los temas obligatorios del modo en que a mí me pareciera adecuado, pudiendo elegir un enfoque breve o más extenso para según qué temas, y bastando en ocasiones con mencionar la existencia de un asunto o las aportaciones más relevantes en él, y empleándome más a fondo en el desarrollo de otros. Y traigo esto a colación por la actualidad que tiene para los docentes, obligados por leyes inadecuadas a impartir temarios inabarcables a una audiencia cada vez más refractaria al esquema magisterial de enseñanza.
Mientras la vida del joven es llevada por un camino, el sistema educativo va por otro; todo el mundo lo sabe pero no hay quien le ponga el cascabel al gato. Esta distorsión, que frustra a los docentes, se utiliza para tenerlos pillados (por presunta incompetencia), de modo que se les pueda castigar si protestan. La paz que sólo Jesucristo puede dar -la que se encuentra abrazando la cruz de cada día- es despreciada. Y cuanto menos vale, más hostil se hace el ambiente del joven, que crece inseguro, avasallado, 'sin sitio para descansar'... Asaeteado por todos sus flancos, se le sigue exigiendo, cínicamente, que permanezca inmóvil en su pupitre durante horas, y que atienda a discursos escasamente adaptados y/o motivadores. La ley propicia así un contexto educativo deshumanizado, y, en general, empobrecedor, lo cual encaja con un diseño social que pretende pacificar la sociedad a base de despojar a los ciudadanos de lo más elevado de su condición.
Me preocupa especialmente que el currículum impartido en los centros de la Iglesia se contamine con las modas del mundo, y olvide poner en el centro a Jesucristo. Un ejemplo significativo nos lo proporcionan a menudo las actividades impuestas a los alumnos, desde infantil a bachillerato; desde el 'Dibuja una familia con dos mamás' hasta los textos obligatorios poco acertados. He pasado muchas horas en las bibliotecas de los centros de enseñanza, y puedo decir que hay muchos libros que quitan las ganas de leer, que desincentivan el hábito lector.
El primer curso de bachillerato supone un salto cualitativo de exigencia académica; yo lo noté, y nuestra hija también lo está notando. Por echarle una mano me he encontrado con las sorpresas que ya les he ido contando -el 'encriptado' libro de mates; el cerrojazo a la investigación de la IA, el desacierto en la elección de contenidos...- y más. Sé por experiencia que el trato entre adultos -del tipo que sea- se extiende a los hijos. Mis padres eran docentes, y aunque de estilos distintos, tenían en común el respeto por los alumnos, actitud ésa que yo eché de menos en algún colega suyo. Ya siendo maestro, y digno hijo de mis padres, también me gané la antipatía de algunos compañeros por mi forma de tratar a los alumnos. Hoy entiendo mejor que entonces que el mandato evangélico del amor no consiste sólo en no hacer daño, sino que además nos obliga a sacar del error al que lo padece, a tratar a los demás como queremos que ellos nos traten. Fui muchas veces testigo del abuso psicológico en las aulas, que se aprovecha de la ignorancia de los alumnos para dominarlos, y a menudo haciéndose pasar por 'amigo'. Con estos métodos se malea a las nuevas generaciones, torciendo su recto sentir y entender, resultando en un daño de la confianza mutua que exige la relación alumno-profesor, y, finalmente, en la corrupción de las bases de la convivencia ciudadana. Aunque es cierto que el oficio de enseñar es cada vez más duro, y se sufre mucho en el aula, Dios está siempre a nuestro lado para ayudarnos, y hay que acudir a Él para que podamos educar sin tener que asustar o lastimar a los alumnos. En una de las reuniones preceptivas de padres con tutores, nos decía un profesor que el desempeño escolar, en general, había empeorado, y que ellos no sabían por qué. Me llamó la atención su comentario; en primer lugar, porque algunas razones para ese cambio son evidentes -como la dispersión que padecen- pero, sobre todo, porque lo dijo como si no le importara, y como si no se diera cuenta de que para nosotros era motivo de preocupación. En último extremo, el desafecto y la desconsideración son consecuencia de la falta de verdad social, desde la impuesta por las leyes hasta la de los medios de comunicación, que extienden el error. Lo cierto es que la ocultación de Jesucristo, con el mensaje emancipador de la cruz, llena nuestros campos de cultivo de maleza.
Está de moda entre los jóvenes un breve movimiento ideológico, que se inició hacia 1830 y duró unos sesenta años, que exaltaba la rebeldía y el individualismo, y lo estudian en este trimestre los de primero de bachiller, junto con una obrita de esa época; no digo yo que hubiera sido mejor obligarles a leer de un tirón las casi mil páginas del Quijote, porque sería contraproducente, ya que el mismo Cervantes escribió que el Quijote lo manosearían los niños, lo leerían los jóvenes, lo entenderían los adultos y lo celebrarían los ancianos, y todo tiene su momento en la vida; pero tampoco arregla nada tratar determinados temas sólo porque estén de actualidad. El Padre Mendizábal aconsejaba que procurásemos curar al enfermo sin mencionar su enfermedad, pues sólo es bueno aquello que hace bien; y que, por ejemplo, si un adolescente estuviera convencido de que no da la talla, y se preocupara mucho porque le sobrara o le faltara tal o cual medida normativa, lo bueno sería, compadeciéndose de él, hablarle al corazón sobre las bienaventuranzas, para calmar su herida, y nunca hacernos cercanos pero conviniendo con él en que 'tiene un defecto', porque abriríamos su herida. En el fondo se trata de llevar a los chicos a la verdad del evangelio, porque les hace fuertes, mientras que alimentarlos 'con lo que les gusta', los debilita.
El texto de lectura obligatoria en cuestión -según la edición de Cátedra- cuenta la historia de un señor que 'quisiera tener por padrino a Luzbel... es un poema de la noche y de la muerte... la máxima expresión de la muerte terrorífica, desesperada, opuesta al conformismo, a la aceptación cristiana...
El protagonista dice:
Goce yo el presente, disfrute yo ahora,
y el diablo me lleve, si quiere, al morir...
Extrema su irreverencia ante una imagen de Cristo... El poeta ha pretendido crear un ejemplo de figura satánica; con frecuencia se ampara en el diablo...
Casalduero: "lo específico y esencial no es el donjuanismo sino lo satánico, la rebeldía". Y Juan Valera: "le basta con seducir a la protagonista y matar a su hermano".
El personaje femenino nos hace pensar en Ofelia... Se nos presenta la heroína en dos situaciones de distinta fortuna: la desdicha del abandono, la inconsciencia y el desequilibrio mental presente, y la evocación del pasado feliz, confiada y ardiente, seducida por las caricias del amante.
Del conflicto amoroso, provocado por el cinismo del protagonista, ella pierde la razón, sufre misteriosa y silenciosa locura. Elvira recoge flores, cantando, por la ribera del río, lo mismo que Ofelia...
*[La obra y la vida del autor se mezclan: Teresa... casada con un rico a los 19, al mismo tiempo fue seducida por el escritor, se fugó, tuvo una hija a los 24 con él, que la desatendió, quedando sola y muriendo tres años después. Él fue a verla cadáver y lo narró en El Canto a Teresa]
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