VÍA LUCIS
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Todo conduce a Él... |
Hoy, 10 de abril de 2022,
escribo esto Por Orden de… nuestro Padre que está en los cielos, que es veraz y
lo ve todo. Él ha visto el oprobio que ha caído sobre mí y sobre mi familia y
se ha compadecido, y por orden suya salgo al paso de algunas maledicencias y
ofensas que pesan sobre nosotros y que hace falta reparar. No es que con esto
se vaya a restablecer del todo nuestra fama -salvo un milagro- pero al menos
algunas almas nobles entenderán.
Verdaderamente, toda esa inmundicia que nos han echado
tiene por fin impedirnos vivir con autenticidad todo lo que conlleva el
sacramento del Matrimonio.
Habíamos llegado al Altar ya mayores, con una mochila
cargadita a las espaldas, pero convenientemente aconsejados, y bien discernido
el hecho de que Dios nos llamaba a ese tipo de vida. Y una vez casados, y
felices, las pruebas de fe no se hicieron esperar.
Dos problemas nos hicieron sufrir desde el principio:
Que yo aún no había roto del todo el vínculo afectivo con mi madre y que los
hijos no llegaban y ya éramos mayores. Dos penosas tareas que abordar; y a
ellas nos pusimos, juntos, y las superamos. María Dolores, mi madre, murió en
nuestra compañía, pasando de mis brazos a los de la Virgen de los Dolores, el
15 de septiembre de 2006. Y dos años después nació nuestra hija Teresa. Y desde
su nacimiento hemos estado viviendo bajo el signo de la Cruz.
Apenas un par de meses después de ser padre, me
abrieron un expediente por corregir a un párvulo díscolo con una palmada en el
culete: un mes sin sueldo. Mi esposa y yo, al enterarnos de la que se nos venía
encima, y en prevención de una sanción más alta (el instructor insinuó cárcel)
decidimos renunciar a la excedencia por el cuidado de hija que pensábamos
pedir, y Teresa empezó a ir a la Guardería con cinco meses.
Aquella ‘falta’ mía surgió como consecuencia de mi esfuerzo
por educar y de mi cansancio. Teníamos un bebé, a mí me habían asignado grupos
de infantil por primera vez en veinte años, y para colmo de ocupaciones,
acababa de empezar a dar clases en la Universidad por las tardes y tenía que
prepararlas. De modo que aquel error, un jueves a última hora, por intentar corregir
a un niño que había pegado a otro y a mí me había pateado al regañarle, era
bastante disculpable, y se hubiera podido quedar en una amonestación cariñosa
de la directora si no fuera porque ésta quería ciertamente hacerme daño. Tanto
es así que no le bastó la sanción de un mes que me impusieron gracias a su
empeño (me consta), sino que siguió conspirando hasta lograr que se me jubile
por enfermedad.
Esa jubilación es una ofensa a la verdad -la de que con
la ayuda de Dios la esquizofrenia se cura- que hiere gravemente a mi familia;
pero es también un hachazo a la esperanza de muchos padres que están peleando
por sacar a sus hijos enfermos adelante. Junto a esa afrenta se me han endosado
muchas cosas vergonzosas más. Pero, ¿son verdad? Ciertamente, no.
Al poco de llegar a Mocejón le dije a la directora que
en aquel colegio mandaban los niños, y su orgullo no pudo con ello. Siempre lo disimuló,
pero secretamente se hizo mi más acérrima enemiga. En el caso del párvulo, me
sacó con mano suave la confesión de haber propinado aquella palmada, y le faltó
tiempo para denunciarme. Y desde entonces no descansó hasta el desenlace ya
dicho.
Se rodeaba de padres y madres para facilitarse el
trabajo, pero no por el bien de los niños. Esposa del secretario (e-mérito) del
Ayuntamiento de Toledo, gozó siempre de un colchón de favor por parte de las
autoridades, y se aprovechó de él para gobernar el colegio al modo en que la señorita
de un cortijo lo haría.
Mi primer año allí hice un gran trabajo con los
chicos, y para Navidades de 2005 todos los padres de mi tutoría, salvo los de
una alumna, me lo agradecieron con regalos, con motivo de mi cumpleaños, el 20
de diciembre. Sin embargo, las intrigas de Geni, que interiormente no
descansaba, se encargaron de borrar esa huella de la mente y del corazón de los
padres.
Habiéndome yo señalado al criticar sus métodos y caído
en desgracia por su traición, me hice persona non grata y objetivo a batir para
aquellos que, dentro de las instituciones, trabajaban ya entonces con oscuros
intereses políticos, y que hoy se frotan las manos viendo cerca el momento de llegar
a ser ‘alguien’ en eso que llaman Nuevo Orden, o nueva normalidad.
Tras un vergonzante proceso en que, insólita e
irregularmente, la administración descalificó la actuación del Instructor y aumentó
la sanción que me había impuesto, yo quedé marcado y perseguido. Estuve en
comisión de servicios en la Laboral los tres cursos siguientes, y en el último
de ellos tuve un accidente laboral (reconocido por la administración) que me
dejó como secuela la parálisis del nervio cubital (el EMG registró ‘nula
actividad nerviosa’). Y fue entonces, en el proceso clínico-administrativo
desencadenado por ese hecho, cuando se evidenció que se había dado una orden de
‘caza y captura’ contra mí. Y empecé a vivir un auténtico calvario.
Transcurridos aquellos tres cursos en la Laboral con
buen desempeño por mi parte, impacientes mis perseguidores, por sorpresa y a
traición, habiendo la JCCM elegido nuestro instituto para un Proyecto elaborado
por mí, me exiliaron a otro centro. Estando allí, el 11 de febrero de 2013, me llamó
el SESCAM para un tratamiento antiviral con un fármaco experimental; y tanto resultó
ser, que casi me mata.
Sumada al súper-agresivo tratamiento la neuropatía que
me provocó el accidente del instituto, en medio de un cataclismo familiar y de
otro vecinal, me vi abocado a una baja de dos cursos en la que sufrí los
acervos ataques de esos enemigos míos que operaban en la sombra de las
instituciones.
En junio de 2013 denuncié al Inspector jefe educativo
por acoso laboral. El trimestre anterior había sido muy duro por el tratamiento,
y al incorporarme al trabajo vi que la única salida al mobbing laboral que
me hacían era presentar una denuncia ante el CNP.
Aquel Inspector era el que había impedido que yo
desarrollara en el IES Universidad Laboral el Proyecto de Innovación Docente ‘Quixote
educa’, seleccionado por la Junta. Me retiró, inexplicablemente, la Comisión de
Servicios, desoyendo incluso la apelación del director del Centro en nombre de
toda la Comunidad, la cual había dado su aprobación a la ejecución del referido
proyecto. Para más inri, adujo que me la retiraba por motivos económicos, pero se
vio que no era cierto porque me la mantuvo para ejercer en otro centro, en el
que, por cierto, las necesidades de mis servicios eran notablemente menores.
Pero aquel inspector actuaba con otras motivaciones
que las puramente técnicas, como quedó claro al comenzar el curso siguiente: En
agosto me llamó su secretaria para citarme con él en su despacho el primer día
laboral de septiembre. Me extrañó mucho porque no había materia para aquel
encuentro, que yo supiera. Y en efecto, la cita era sólo una excusa para retenerme
y evitar que yo acudiera a Mocejón, porque en ese día se iba a celebrar -por
primera vez en la historia del colegio- el Claustro de comienzo de curso, y
convenía que yo no estuviera presente para que no pudiera elegir el primero, según
mi antigüedad, y asignarme así los peores grupos y un pésimo horario. Y como un
mal trae otro, aquella jugarreta obligó al inspector, para cubrirse las
espaldas, a descontarme el sueldo de un día de trabajo por ¡ausencia
injustificada! Mi alegación fue rechazada, con la firma del Sr. Gómez de Agüero…
pájaro de mal tal en este cuento, como luego veréis.
Con tan mal principio, llegué a Mocejón en septiembre
de 2013 convertido en un fantoche de feria. Porque el maltrato implicaba
también a padres y profesores, y una buena parte de éstos me hicieron el vacío
nada más llegar, creando en torno a mí una atmósfera irrespirable. Con el hándicap
añadido de la disfunción de mi mano derecha para agarrar la tiza, y viendo la
hostilidad reinante, opté por pedir una adaptación de puesto de trabajo; y como
no me la concedieron, pedí la baja.
Tenían que curar mi mano para que pudiera escribir o darme
una alternativa; y me sometí entonces a un proceso clínico-administrativo
plagado de asechanzas. A pesar de presentar más de diez escritos en Atención al
Paciente por malas prácticas y abusos – que en realidad eran intentos de desestabilizarme
para ‘demostrar’ que mi salud mental no era buena- no conseguía salir del lío. Tuve
claro que mi lesión podía dar lugar a una IP, y que eso era justo lo que
buscaban a toda costa evitar, porque esa posibilidad, muy plausible, me dejaría
con la pensión máxima y la libertad de ejercer como psicólogo y director de la
fundación educativo-sanitaria que acababa de poner en marcha. Por eso el equipo
de trauma – con el Dr. Cotarelo dirigiendo el cotarro- lejos de darme
esperanzas, me aterraba, anticipándome alternativas quirúrgicas arriesgadísimas
-transferir tendones de unos dedos a otros- y dejándome bien claro que esas
operaciones eran la salida a mi problema que abordarían – aunque no ofreciera garantías
de éxito y exigiera una rehabilitación larga y dura y un coste social en días
de baja muy elevado para luego, a lo mejor, seguir necesitado una adaptación en
mi puesto laboral. Esa perspectiva ‘única’, tan problemática, en el acoso y
soledad de entonces era ciertamente sombría. Ellos y el INSS sabían que el
tratamiento experimental del año anterior me había dejado como secuela crónica
un eccema numular -el más duro de los que se conocen- que se vuelve muy agresivo
en invierno, especialmente en las zonas cutáneas más expuestas, como manos y
codos, las cuales, en mi caso, además, estaban debilitadas por las cicatrices
de la cirugía del accidente. Otra operación en estas zonas agravaría el eccema,
exponiéndome a una sensible pérdida de calidad de vida: porque el estrés
asociado al picor se agravaría, y afectaría al sueño y a la imagen personal
(por pudor no os muestro el aspecto de mis codos o mis manos este mismo
invierno). Y mi inquietud ante esa posibilidad aumentaba al comprobar que a
aquel siniestro médico (cuya práctica denuncié) no sólo no le importaban esos
efectos colaterales, sino que incluso ¡parecía desearlos!
Durante todo aquel período un operativo en la sombra
hacía burla de mí – me citaba a deshora, con otro nombre, cuando el médico no
estaba, para lo que no había pedido, y mil perrerías más- y convertía mi
proceso en un zarzal que metía miedo, con el propósito de frustrar mi
aspiración a una incapacidad.
Fue tan virulento el ataque que sufrí en esos dos años, que para sobrevivir hube de echar mano de todo mi potencial de virtud y talento. ¡Ah de la santa audacia!
Pasé por sucesivos exámenes médicos en la Seguridad
Social, con quien Muface tenía un convenio para el seguimiento de las incapacidades
temporales. Varias veces me atendió el Dr. Lima, a quien ya conocía desde una
baja que tuve en 2005, en la que había dado la cara el virus en forma de
fatiga. En 2013 aceptó mi invitación a la presentación de mi primer libro en el
Palacio de Benacazón, y poco después tuve ocasión de agradecérselo personalmente,
en mi primera revisión por la baja del nervio cubital. También aproveché
aquella ocasión para hacerle ver que estaba al tanto de cierto comportamiento suyo
reprobable; y después de aquello ya no le vi más. En la siguiente inspección,
en el tercer trimestre de aquel curso, me examinó otra persona, y en la de
comienzos del curso siguiente, al preguntar por él me dijeron que había
conseguido el traslado a su comunidad (¿fueron coincidencia mi reproche y su
retirada? Supe que no por un ‘allegado’ suyo, y luego vi en la red una noticia
sobre él y cierto club de fútbol de aficionados en Galicia). En la revisión de
septiembre del 14, una médico ‘del Amo’ (el causante en la sombra de mis
quebrantos), a pesar de tener en su mesa las pruebas diagnósticas de
Parapléjicos, que mostraban nula actividad en la inervación de los músculos de
la ‘pinza fina’, escribió que yo estaba para trabajar con la tiza.
Por no ser cierto, su dictamen me abocó a pedir una
nueva Incapacidad Temporal, conforme a la parálisis del nervio cubital y las lesiones
concomitantes (agravamiento del eczema), la cual duró desde octubre del 14 a mayo
del 15. En ese período la Administración educativa me estuvo pagando como si estuviera
‘de Alta’, y a mis peticiones formales (con pago de tasas incluido) de informes
que acreditaran mi situación administrativa, respondían con el silencio; y
llegaron incluso a usar la fuerza para desalojarme de la Consejería cuando
acudí personalmente a aclarar mi situación. Algún tiempo después me fueron
robados de casa todos los partes de aquel periodo, emitidos y firmados cada
quince días por mi médica de cabecera.
Estas y otras anomalías vinieron acompañadas de
grandes dificultades en mi día a día, sin duda alguna como parte de un plan de
acoso: Extorsión organizada, en varios frentes (multas e impuestos indebidos, encarnizamiento
sancionador en mi actividad de autónomo en la edición de libros, usura y engaño
del Banco de París, que me duplicaba y hasta llegó a triplicarme los recibos
que me cobraba por un préstamo que pedí para crear la Fundación, obligándome a acudir
al Notario y al Juzgado, y a tener que pagarles
ocho mil euros por un préstamo de dos mil); aislamiento social (mediante la
propagación organizada de calumnias); cruel acoso vecinal; constantes trabas de
comunicación a cargo de Correos y de las tecnológicas con muy lesivas
consecuencias sobre mis intereses; y una maraña interminable de actos
administrativos desquiciantes en Sanidad (como colgar sucesivamente datos
falsos en mi historial a pesar de mis comunicados de advertencia) y en Educación,
como el ya dicho de ningunear mis solicitudes formales de información. A esa
inquietante suspensión de derechos se sumaba en aquella época el sufrir la
desaparición y la alteración del archivo de documentos en mi propia casa; haciéndose
cada vez más evidente que detrás de todo aquello había un plan para hacerme
perder pie. Finalmente, con motivo de ciertos avatares en la publicación de mi
autobiografía, se me hizo patente que corría un serio peligro de ser enterrado
en vida; y en ese momento pedí el alta.
En aquel túnel “Sabático” que atravesé, estuve a punto
de morir asfixiado por una conjunción de fuerzas que yo no podía entender, pero
gracias a Dios fue emergiendo poco a poco la explicación cabal del asunto. Se presentó
a mi entendimiento al tirar de los cabos sueltos; algo parecido a lo de Newton:
‘Si la pera se cae es porque algo tira de ella’; si todo lo que me pasa me lleva
a hundirme cada vez más es porque alguien tira de mí hacia el fondo. Tal cual.
Hay que decir que desde esa perspectiva se iluminaron mutuamente
los acontecimientos personales de mi vida y los sociales: ‘Tanta confusión e
incertidumbre en la política, que cada vez nos empobrecía más, podía deberse a
la misma intención oculta -de borrar todo rastro y testimonio de verdad- que me
había asolado a mí’.
Confirmadas mis sospechas sobre ese particular, y una
vez ‘apuntalada mi casa’ con la incorporación al trabajo, me fui convirtiendo
en testigo de excepción de la adulteración en marcha de las instituciones, como
parte del proceso de engarce de eslabones jurídico-políticos destinados a
formar la cadena con la que se nos pretende subyugar.
En junio de 2015, Mocejón era mejor que la muerte en
vida a la que me habían ido empujando, pero era ‘territorio apache’. En
cualquier caso, la historia la lleva Dios, y doy fe de que durante toda mi
vida, pero especialmente desde que ya maduro abracé la fe, Dios ha estado
siempre a mi derecha como poderoso guerrero. Y así, en aquel final de curso en
que volví a las aulas de aquel triste colegio, un triste suceso casual vino a condonarme
tres años de aquella condena a galeras: un niño de seis años, con toda su
inocencia a cuestas, se masturbó delante de mí creyéndose amparado por su
pequeño pupitre.
La Fundación Fíate nació inspirada para destapar y
sanar trabas en la educación de los niños, como las que deja un abuso; y desde que
Fíate nació me han estado saliendo al paso constantes casos de abusos. El de
este niño apuntaba a un adiestramiento por parte de ‘maestros’ cercanos al niño,
pero la recién llegada directora provincial, Cristiana, no me hizo otra
pregunta en su despacho que si quería trabajar de nuevo en la Laboral, y
lógicamente, le dije que sí.
Aunque desde el primer momento
de mi regreso a la Uni empecé a notar un tufillo a rancio en ciertos compañeros
nuevos, no fue hasta el 2017-2018 cuando se pusieron muy mal las cosas, presagiando
la tormenta preparada para ‘derribar mi casa’.
Con la excusa de la crisis – con toda seguridad un
caos inducido- sobrevinieron muchos cambios en las instituciones. En el
instituto aumentó mucho la matrícula de repente y con ella la dotación de
personal, sobre todo de profesores de 1º y 2º de la ESO. Como yo había sufrido la
acción de impostores, podía identificarlos sin temor a equivocarme, puesto que
en las guerras se aprende a conocer al enemigo. Es lógico pensar que uno de los
servicios más avasallados por el poder paralelo en los organismos públicos fuera
el de Personal; porque desde esas ‘comandancias’ se puede influir mucho en el
funcionamiento de las instituciones, en nuestro caso poniendo y quitando
profesores.
Por ser yo Profesor de Apoyo, tenía por jefe al orientador
de turno, y sufrí de parte de varios de éstos muchas encerronas para
desacreditarme. Organizaban a sus ‘zapadores’ de los grupos de 1º y 2º de la ESO,
a los que pertenecían mis alumnos, para armármela. De varios de ellos comuniqué
a las autoridades malas prácticas profesionales que me perjudicaban, incurriendo
a veces en faltas disciplinarias graves, que quedaban sin sanción o se volvían
contra mí. Al mismo tiempo, los recién llegados tomaban posiciones para, en
cuanto se presentara la ocasión, entrar en la dirección del centro y manejarlo
desde dentro. Ése fue el caso del Jefe de Estudios Adjunto de la ESO, Sr. de Guerra, que se
rebeló muy pronto como un impostor: Habiéndome yo quejado a uno de aquellos compañeros
recién llegados a la ESO de sus contraproducentes métodos con mis alumnos (meterles miedo, sabiéndose apadrinado), el
nuevo jefe de estudios, sin interesarse siquiera por mi versión de lo sucedido,
tomó como verdadera la del profe que le llevó el cuento y me llamó agriamente al
orden, evidenciando que había entre ellos una turbia complicidad, previa a su reciente llegada al centro. Y como ésa, me
hizo muchísimas en aquel año. Supe que llamaba a mis alumnos en fin de semana
para malmeter contra mí, y con eso ya está dicho todo. Su cercanía a cierto
inspector Vigilante resultaba obscena, y a pesar de estar ambos comprometidos
por los hechos que repetidas veces puse en conocimiento de las autoridades,
manipularon para acusarme falsamente y abrirme un trámite de Audiencia. Nada
pudieron probar, pero habían enturbiado mi fama, que era lo que querían, y al
año siguiente harían valer esa faena.
La encubierta y sistemática suplantación de todo lo
que en nuestra sociedad funcionaba bien, adelantó mucho en los años que
siguieron a la crisis. La política se llenó de asesores, parásitos-amebas que
comían el pan de todos para engordar a los suyos, y un ‘señor Ameba’ me mandó a
Mocejón en septiembre del 2018, habiéndome dicho en junio que iba a continuar
en la Laboral.
Los acontecimientos se sucedieron en cascada. En
flagrante indefensión se me acusó falsamente y se me encerró en una cárcel de
ignominia, con la complicidad de muchos agentes, algunos muy poderosos. Puesto
en la picota por el linchamiento mediático de La Sexta, el ABC, Facebook, etc.
etc., no pararon hasta jubilarme por enfermedad, pisoteando el derecho que
tenía a jubilarme por la edad tras 37 años de cotización.
En cuanto estalló el pastel de Mocejón lo puse en
conocimiento de Inspección de Trabajo, como presunta vulneración de las leyes de Protección de Datos y de Prevención de Riesgos Laborales, con la advertencia de que todo apuntaba a delitos graves, y con el 'Suplico' de que se adoptaran medidas cautelares para impedirlo.
¡Un año tardaron en responderme! Y envolviendo toda su actuación en fraude y
engaño, utilizaron las consecuencias de su inacción para incapacitarme.
Con precisión matemática que delataba una inteligencia detrás de mi desgracia, me hicieron pasar tres veces por el Equipo de Valoración de Incapacidades (el EVI). En la segunda, en el verano del 19, rodando yo por el suelo, advertí la turbia implicación de agentes del Grupo IV del CNP – el que protege a las familias, como ellos dicen- y puse una denuncia en el Juzgado que les comprometía. Entonces ocurrió algo que muestra claramente que mi sospecha era fundada, y es que, insólitamente, se sobreseyó el expediente judicial ¡en siete días! Al componer este barrido de hechos que os estoy ofreciendo, he descubierto que en el extracto de los procesos a mi nombre, que el Decanato me facilitó hace unos días, hay cuarenta expedientes ¡y no está el iniciado aquel verano! Y este borrado habla elocuentemente en favor de la verdad que os estoy contando: que hay un plan meticuloso para atacar mi centro vital, mi matrimonio.
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¿Puede acaso un maestro enajenado formar alumnos sanos? |
¿Por qué no renuncio a esta lucha? Muy sencillo: porque
va dirigida a acabar con mi matrimonio – que es lo único de lo que tengo seguridad
que es la voluntad de Dios para mi vida - y si permito que en él abran una
rendija, entrarán por ella en tromba hasta devastarlo. Es como la lucha contra
el terrorismo, o como el diálogo entre religiones: hay una verdad que nos
obliga a todos, y si una de las partes no admite ese punto de partida, no hay
acuerdo posible.
La violencia de mis perseguidores me reafirma en lo
que acabo de decir, y podéis estar seguros de que nunca han escatimado
esfuerzos para espantarme. Tan sólo mi adhesión personal a Cristo me ha
permitido sobrevivir. Sin ninguna duda, esto es lo más importante en la lucha
de un cristiano: poner a Jesucristo en el centro; lo cual significa luchar con
las armas de la verdad, la justicia, el anuncio del Evangelio, la fe, el
Espíritu que habita en la Palabra de Dios, y la esperanza de la salvación. Porque
en cuanto a los medios del enemigo, aterran, o sea, son ‘terrenales’, y puestos
nosotros a luchar con esas armas no duraríamos un asalto. Juzgad por vosotros
mismos:
La crisis del 2012, el covid y Ucrania, están aconteciendo en la historia reciente para adelantar la creación de un Estado sin Dios. En este estado, de privación total de libertad, interesa que todo parezca como siempre, que la dura esclavitud soterrada no se note; y a ese fin le conviene ‘la alternancia en el poder’, que es ‘lo de siempre’, y que ya la Prensa nos anuncia a bombo y platillo con el nuevo ídolo de ‘la derecha’.
Y lo mismo que pasa aquí, pasa a nivel planetario: en la cúpula del mundo hay sólo ‘Uno’ (sea colegiado o individual, eso no nos importa) y siendo uno no cabe guerra alguna; pero conviene que parezca que el mundo sigue teniendo bloques enfrentados; porque así, en el tejemaneje de 'tensiones ficticias', que concierne sólo a los 'entendidos', se controlan mejor las que emergen de la verdadera opresión de los pueblos, la que se quiere ocultar con esa 'normalidad' totalmente anormal impuesta.
Mi combate es brutal y desigual: “Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, estoy seguro en ella”. (Sal 27, 3) En los salmos se contiene la oración verdadera de los cristianos, lo que nos toca vivir y la respuesta espiritual que esa vida suscita. Ese ejército también ha acampado en torno a mí y los míos; con su apabullante poder me difaman por donde quiera que voy, diciendo que me invento persecuciones, que estoy loco; y me obligan a caminar a todas horas entre ‘ruidos y sombras’. Con siniestros embajadores, expertos en mentiras, intentan aislarme y silenciarme, con calumnias, comprando voluntades y regalando los oídos de unos y de otros sin importarles un comino la salvación de las almas. Pero Dios les hace frente y me mantiene a salvo. Mi acoso pertenece a ese mundo oscuro que cualquiera con cierta edad conoce y teme; el lugar donde habitan las imaginaciones que tienen poder para intimidarnos y noquearnos. Pensemos en el suicidio, por ejemplo: -¡Pero si parecía una persona normal!... Toma, claro, y lo era, pero es a los normales a los que nos acosan los espíritus de las alturas; y logran engañar a muchos. Y ¡ojo!, porque, como decía el Cura de Ars (un cura de pueblo al que acudían gentes de toda Francia para confesar, hasta el punto de que el gobierno hizo una línea de ferrocarril con una parada allí): “si uno no se topa de frente con el Maligno es porque camina en su mismo sentido”, de lo cual doy fe.
Hace unos días celebrábamos el aniversario del paso al cielo de San Juan Pablo II, el Grande, que según parece fue también un gran exorcista, al que los malos espíritus temían. Desconocer que nuestra vida se desenvuelve entre los polos del Bien y del Mal es una gran desgracia. Y la prueba de que la padecemos es que vivimos en medio de una gran confusión, en un terreno donde medra el Ambiguo, ese gran mentiroso que huye de la luz porque sus obras son malas. Y por el poder que ha alcanzado, los que nos gobiernan hacen caer chuzos de punta sobre el que se atreve a decir la verdad; y es tan fiero su ataque, que sólo estando muy unido a Dios se puede aguantar.
“Aquí caben todos”, dijo Núñez cínicamente al día siguiente de quitar de en medio a Casado; porque los que mienten necesitan que todos creamos sus mentiras para estar tranquilos. "Pero, Sr. Núñez, si caben todos, por qué se alegró Vd. tanto de que echaran a Rajoy… si con el cadáver de D. Mariano aún caliente le vimos entrar tan contento, el primero de todos, en casa de Frankenstein...".
Ahora, una vez desmontado el andamiaje jurídico que garantizaba -al menos sobre el papel- nuestra democracia, y sustituido por otro, vasallo de la plutocracia, toca volver a la ‘normalidad’: todo como antes… pero infinitamente peor, sin libertad. Ahora la disidencia va a ser heroica y mortal; y su voz se ahogará en canales muertos de la red antes de salir a la superficie. Las reformas que se vienen anunciando, y que se harán a toda prisa, son mejoras de la red para que el Amo tenga al mundo en su consola y juegue con él a ser Dios.
Pero como aún no lo tiene, tiembla… y éste es nuestro tiempo, el tiempo en que hemos de dar testimonio aún a costa de nuestra vida, porque de lo que nosotros hagamos dependerá el futuro de nuestros hijos. Cada uno tenemos una misión que cumplir, personal e intransferible, que de no llevarse a cabo dejará un vacío insustituible. En ella nos jugamos un premio inconmensurable; ¡y atención a esos que dicen que ese premio ya lo tenemos concedido! porque nos llevan a la condenación...
Los dolores del alumbramiento de ese maravilloso don ya han comenzado (para todos y cada uno de nosotros): rumores de guerras, guerras de verdad, epidemias, astros que se caen, dos en una cama de los que uno será llevado y el otro no… Jesucristo viniendo con gloria a separar las cabras de las ovejas; y este es también el momento en que “A muchos nos entregarán a la tortura y nos matarán; y los que lo vean, escandalizados, se traicionarán entre ellos y se odiarán.”; y el momento también en que surgirán muchos Cristos diciendo: “Venid a mí, que el enviado de Dios soy yo”.
Usurpar el nombre de los que en el orden del bien son algo siempre ha estado de actualidad, y hoy más si cabe: Núñez toma asiento en el Congreso del PP al lado de Rajoy; el nombre de San Juan Pablo II figura en la puerta de los que combaten su legado; y el de San Pablo lo mismo; y a mí, modestia aparte, ya me han hackeado la firma electrónica para hacerme daño.
Esta semana ha sido para mí de infarto, sorteando trampas. No tengo más remedio que caminar sobre arenas movedizas, sin encontrar apoyos; la gente que yo trato, aunque asolada por las contradicciones, llegado el momento de decidir optan por el autoengaño, diciéndose a sí mismos que, más o menos, todo está bien, que en esta parte del mundo las libertades son respetadas y que vivimos en un estado de derecho. El mismo Juez Decano de Toledo lo expresaba el otro día: “Aquí se deciden asuntos muy importantes, y, que yo sepa, los jueces hacen su trabajo en libertad; y aun después, si uno no está satisfecho con su decisión, se puede acudir a un Juez de una instancia superior.”...
Previendo yo que iba a tener que viajar, llevé con tiempo el coche al taller porque dos puertas no abrían y saltaba la alarma. No les metí prisa, pero el tiempo pasaba y seguían dándome largas. El lunes de la semana misma de irnos me presenté en el taller, y en quince días no habían conseguido dos piezas sencillas de desguace, y ponerlas nuevas me suponía 500 €, que, con la precariedad en que nos tienen (hace cuatro meses que no me pagan) me colocaba de nuevo en la picota de padre negligente… Entonces me arremangué y me fui yo mismo a un desguace de Ontígola a buscar las cerraduras; tenían la del copiloto -que era la que 'pitaba'- y vi cómo la sacaban. El miércoles por la mañana me fui a mi otro taller de confianza… ‘Porfa, tengo una urgencia’… “Imposible, amigo” … -¿Qué hago, Señor?...
Una de las mejores películas que he visto en mi vida, por la sabiduría que transmite, es Los Siete Magníficos, pero en la versión original, claro. Unos pobres colonos viven asolados por las incursiones de los bandidos en el tiempo de las cosechas; desmoralizados, van finalmente a consultar con el más anciano, y éste no duda: 'Debéis hacerles frente'. ¿Unos pocos campesinos sin armas frente a cuadrillas de bandoleros organizados? Pero la vida manda, no la eliges tú; y te conviene secundar la iniciativa de Dios. El grueso de la película, que abarca una gran parte de la vida de aquellas personas, transcurre en una lucha que ellos no se habían imaginado, que no se buscaron ni deseaban, pero que era la que les tocaba… en la que aprenderían a sufrir, a amar, a perder para ganar, a conocerse a sí mismos… y a vivir y morir por algo…
Eran las diez cuando me puse con la cerradura en el callejón del taller, pidiendo herramientas que devolvía, literalmente, corriendo. Lo que vi en el desguace, mi pericia y mi paciencia, iban a culminar con el éxito, pero antes tendría que decirle adiós al jefe cuando se iba a comer mientras yo seguía allí, bajo el sol del mediodía… sufriendo, rezando y ofreciendo… Metí en el buzón del taller la última herramienta que me habían prestado, con una nota: “¡Funcionó! Muchas gracias.”
El portón trasero me supuso otra aventura; me habían pedido doscientos… ¡Bufff… para, para! Pero... cómo que cambiarlo todo… yo no veo que esta pieza esté mal… ‘Sí hombre, no ves esto y lo otro y lo de más allá…’; “Ahh… síí… bueeno… vaale... pídela… “ Y yo, todavía, sin terminar de ver aquello que tan claro estaba…: “¡Oye chaval!, perdona que insista, pero… si esa pieza está doblada… tal vez desdoblándola…” Vaya... que sí, que me la querían meter doblada… Pero la fuerza de la verdad, la lucha por un mundo mejor, y el coraje… El tío de Alcaraz tenía razón con lo de las tres ces: Cabeza, corazón y gónadas…
Al final, el cierre del copiloto fueron treinta euros, el portón trasero veinte, y sustituir el reposa-brazos y la consola-techo para gafas, cincuenta; en total: cien euros justos… ¡Un magnífico 90 % de ahorro respecto al presupuesto inicial!
"Pero si tu familia es de clase media, qué necesidad tienes tú de meterte en esos fregaos…", me dijeron unos que gozan del favor de la púrpura y que ya me han retirado el saludo…
¿De clase media?... Verás, déjame que te explique. Sí, hubo un tiempo en que teníamos un piso y un estudio, una ‘segunda vivienda’ en Asturias, dos coches y dos bicicletas; y en que éramos católicos practicantes: asiduos a los sacramentos y a la piedad; al rezo y a escuchar a Dios en nuestras conciencias… lo que se llama ‘vida de fe’… De fe sí, pero ¿de fe probada? Porque si no es probada no se sabe si es fe verdadera.
Bueno, para nuestro bien, a nuestro matrimonio le llegaron las pruebas muy pronto. El bloque entero de vecinos, salvo 'hon-Rosa' excepción, se alió contra nosotros en guerra santa, dirigida además por ‘un cruzado’. Nos destrozaron los pisos; nos robaron las bicis; promovieron la destrucción de nuestros coches; y hace ya cuatro veranos que no gozamos del descanso en la ‘patria querida’. Finalmente, abandonamos los pisos a su suerte para salvar ‘la mayor’: el honor. Le habían pedido al juez en su día que nos impusiera una orden de incomunicación, y lo hizo; y luego le pidieron que la ampliara con una de alejamiento, para que fuera, de hecho, definitiva… Y fue entonces cuando, antes de que el juez se pronunciara, nos fuimos del barrio por cuenta propia. Una vez en c/ Roma 1, y precisamente por eso, nuestra defensa logró que el juez desestimara la ampliación cautelar pedida por la acusación; pero al 'cruzado' le faltó tiempo para recurrir la decisión del Juez.
El taimado letrado, habiendo yo desnudado en este foro su deshonroso proceder, y tomando ya el asunto como algo más que personal, despachó, antes de presentar su aberrante recurso, al famoso camerunés, a quien defendía P. O. de… Al fin y al cabo, este pobre diablo, amante de la maría, violador de Navidades, instigador de multas de doscientos euros por cantar en Nochebuena, y acusado de un delito de Daños Graves a mi esposa, era ya sólo una rémora en la caza de brujas contra nuestro matrimonio que este leguleyo con piel de cordero, a punto de retirarse, ha tomado a pecho pensando en colgarse de él una medalla. Porque este ‘beato nada beato’ sabe que acabar con nosotros es poner el broche de oro a su carrera, ganarse un puesto vitalicio en los bancos, banquetes y palcos de honor de la muy noble, muy leal, benemérita, heroica, invicta y buena ciudad de Toledo, primada de las españas, pero cadavérica plaza católica sobre la que los buitres dan vueltas ya ávidos de carnaza.
Así que, todos a una contra un pobre matrimonio atribulado que resiste en la verdad, el bronco vecino de color, aunque blanqueado con la admisión de su hijo a recibir de la Iglesia educación primaria y catequesis pre-comunión, ya sólo puede aportarle problemas ‘al beato’, puesto que el infierno de sus ruidos no llega a la calle Roma y el diluvio de sus aguas sucias ya no nos moja (y de hecho, hace unas semanas que se secó la fuente).
Éramos de clase media, sí, pero ahora pagamos una renta altísima, alquilar lo del Recodo es un camino de espinos y sigue generando gastos, a mí no me pagan desde noviembre, porque los de la Avda. de Europa 'no son de Hacienda y yo ya no soy de Educación'… Y en esta vulnerabilidad socio-económica se echan sobre nosotros como chacales, enseñando también los dientes a quienes osan no colaborar con ellos –el de los quinientos euros del coche balbuceaba, avergonzado, al empujarme al cepo, y los jefes de los otros talleres bajaban la mirada al tratar tretas conmigo… Y así viniendo la vida, en estos pocos días, desde el acervo ataque con venenovid del que me salvó el Señor y del certero artículo con el que respondí al ataque, nos han llovido las desgracias económicas: Revisión al alza del impuesto por la compra del estudio: mil cuatrocientos euros, con vulneración de la tutela judicial efectiva al ningunear nuestra alegación… "Aunque siempre puedo recurrir" (¡pero cuántos abogados voy a necesitar para ser tratado con normalidad!) Por la impugnación de mi jubilación pagué doscientos cincuenta, que es más o menos lo que cuesta cada intervención letrada; salvo que actúe el enemigo empujando con sus siniestras razones a los letrados a delinquir, lo cual fue el caso, curiosamente también en estos días, de cierta abogada que abruptamente renunció a nuestra defensa, clavándonos de paso mil euros por un escrito de oposición que casi le dicté yo (originado por la pretensión de los vecinos de hacerme pasar por "un loco que va al notario a levantar acta de una grieta en el forjado que él mismo provocó", pero la cual solo dio la cara cuando quité un armario de obra desubicado en el hall, cuyas marcas están aún en la pared). Y suma y sigue: Otro quebranto nos llega de la DGT: hacen como que no alegué una multa injusta y me imponen novecientos euros de sanción… ¿Otro abogado? Ya lo estoy buscando… pero suele pasarme que en cuanto me acerco yo, alzan el vuelo los mochuelos.
Y hablando de volátiles… Quiero dejar muy claro que mi lucha no es mía, que mis éxitos no son míos, y que mis ocurrencias son tan sólo acciones que secundan las inspiraciones del... volátil. ¡A ver!, si diciendo cosas que efectivamente suceden, la mayoría no las cree y siguen tachándome de loco, cómo voy a hablar del Espíritu Santo… Prefiero decirles que lo que yo sé sobre lo que pasa en España y en el mundo me lo dice… un pajarito… Y aquel de Vds. que acepte la invitación de Jesús a hacerse como un niño para entrar en el Reino de los cielos, podrá creerlo y entender, y, sobre todo, podrá conocer la verdad y hacerse libre.
He puesto algunos ejemplos de esta cacería económica, pero ha habido más: multas inventadas, condenas injustas, deudas que se dejan pasar para cobrártelas en el peor momento, trampas onerosas… Y de éstas quiero contar la última:
El martes 'limpié' el buzón del Recodo, y el jueves recogí un aviso de correos -de una notificación- cuyo plazo vencía ¡el mismo jueves! Fui a buscarlo pues; y era la respuesta de la Administración ninguneando mis alegaciones a la revisión del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales. Decía literalmente que no había presentado pruebas, y que la valoración que habían hecho era conforme a la Ley. Unos meses atrás me había dado la razón el Tribunal Económico, recogiendo la jurisprudencia que establecía que la carga de la prueba en una revisión de ese impuesto correspondía a la administración y no al ciudadano, cuya declaración impositiva se presuponía veraz. En la fundamentación establecía la necesidad de una valoración real, in situ, que ahora, en la liquidación definitiva, se negaba, además de decir que no había presentado yo pruebas... Las fotos de un transformador de Alta Tensión a tres metros de la entrada al garaje en un exiguo fondo de saco, las del cuartito de relés con manchas de agua y óxido en el suelo (0,5 m2) por las fugas de los tubos (de 100 mm) que saliendo de la caldera pasan por su techito para calentar el edificio; las de la grieta de al menos cuatro metros de longitud que encontré en el suelo del estudio causante del impuesto; las del levantamiento de medio metro del nivel de la acera a la altura de lo que fue en su día un apartamento de no se sabe quién; las del techo del garaje que incumple la normativa de 2 metros y medio de altura mínima; las de un entorno con edificios abandonados, con pérdida de los servicios que ofrecía el centro comercial de Zoco-Europa, con contenedores a 200 m salvando un desnivel del 11%, etc. etc. etc. .. Esas fotos ¿no son pruebas de que la valoración del inmueble como vivienda de lujo no es real y requiere una visita técnica al lugar?
Pero volviendo al buzón donde me encontré el regalito ¿Cómo puede ser que si el martes no estaba, dos días más tarde apareciera y fuera ya el último día de plazo para recogerlo? Correos es una empresa 'semi'-pública; y ya me ha armado varias, como cuando descubrí que el apartado de correos que yo estaba pagando y usando era compartido por otro usuario... ¡tela! pero de esto hablaré otro día. El asunto es que ese jueves pasé por el Recodo 'de casualidad', y, de no haberlo hecho, la notificación hubiera sido publicada en el BOE -adquiriendo firmeza administrativa sin que yo hubiera tenido conocimiento de ello- y me enteraría cuando llegara a mi cuenta el embargo de bienes por valor de la subida del impuesto, más una cuantiosa multa, más los intereses de demora; y me llegaría, si Dios para entonces no hubiera cambiado ya mi suerte, en el momento en que semejante cargo a traición me pudiera hacer más daño. Sé por experiencia que así se las gastan nuestras autoridades con los que les reprochan sus desmanes.
Eso de que se puede recurrir la decisión del juez es en teoría; en la práctica hay mil maneras de hacerlo inviable, y si cada una de ellas te sale por mil euros… necesitas ser millonario para resistir a la injusticia flagrante.
Ahora me toca hacer y pagar otros escritos semejantes al de la jubilación (última foto): para afrontar la multa injusta, para el impuesto abusivo, para la usura de la abogada, para la colaboración al mobbing del seguro de mediamar que nos arregló la tableta y se cargó -'por principios *NN'- los datos que contenía, y esto sí que tocó un tema sensible...
A los que discuten los planes de los poderosos les aguardan las más dolorosas persecuciones, pues nada puede parar la ambición de los sin Dios. Esa persecución ocurre clandestinamente, de modo que sea indemostrable. Aún así, los hijos de Dios gozan de una protección especial, y a menudo viven milagros que les salvan. El otro día nuestra hija invitó a una amiga a jugar al tenis en el Patronato, "un club para la clase media en el que una hora de pista sin luz cuesta diez euros". Al terminar las llevé a Domino's a comerse una pizza, y a los cuarenta minutos me fui a buscarlas. Resultó que acababan de servirles la comida… lo cual no cuadraba con lo habitual allí en las condiciones de afluencia que vi al llegar… Además, en aquella mirada que eché en torno, noté algo más, también ‘inusual’… aquella mesa alta, con chicazos, tenía las pizzas casi enteras cuando la miré... ¿por qué entonces mi mirada casual se encontró con la de dos o tres de ellos? ¿acaso mozalbetes de 16 ó 17 años, a las diez de la noche de un viernes, pueden estar más pendientes de un señor, invisible para ellos en condiciones normales, que de saciar sus estómagos? Y aquella chica sentada en la mesa grande, repleta de mujeres, ¿por qué me mantuvo tanto tiempo la mirada, ajena por completo a sus acompañantes?… Les di diez minutos de prórroga a las niñas, me di un paseo, y volví. Entonces me pidieron irse al baño, que estaba justo al lado, y me senté en el sitio que dejó la amiga de mi hija; la mesita estaba arrimada a la pared, con las dos sillas frente a frente; y a continuación había otra mesa igual, con la misma disposición, y, sentada frente a mí, había una chica que miraba el móvil mientras esperaba a su acompañante… Me llamó la atención su cara… la de una chica que no estaba en su ambiente… su rostro y su expresión delataban estar habituada a la violencia… y al tiempo que salían 'mis niñas' del baño llegó su compañera… Tal para cual, un rostro duro, una actitud vigilante y desconfiada… y captó enseguida que yo me había dado cuenta… Quise hacerle una foto y disparé tres o cuatro veces, en tres o cuatro momentos y posiciones distintas… y en ninguna dejó ver su rostro… Ya en el coche, solos mi hija y yo, le pregunté: Esa mesa en que estabais, ¿era la única libre cuando llegasteis? Le extrañó la pregunta, y al tiempo que me respondía afirmativamente, me dijo: ¿Por qué me lo preguntas? Yo callé, y al poco le contesté: “Me es difícil darte una respuesta... Si era la única mesa libre, entonces os visteis obligadas a ocuparla…” y muy rápidamente, como el que comprende, zanjó ella la conversación: ‘Sí… pero tampoco estaba tan mal’. Es muy 'larga' nuestra Teresa, ya lo creo que lo es… Le encantan los relatos de intriga; y tiene, además de mucho pesquis -a la fuerza ahorcan- mucha fuerza y vigor físico… Alguna vez, sobre todo cuando me coge de sparring, le he sugerido que se apunte a kárate en las extraescolares del colegio -lo haría muy bien y le daría seguridad y a nosotros tranquilidad- pero me dice… ¿sabes tú el estrés que conlleva comprometerse con una actividad extraescolar? Y la verdad es que no… me tuve que callar… y rezar… Hablo muy a menudo con su Ángel de la Guarda, y me consta que le debo mucho; ojalá no me lo cobre de golpe como estos malvados, aunque estoy seguro de que no lo hará. Nuestra hija ha vuelto a ir a aquella pizzería con su amiga pero acompañada de su madre.
Ah, y no crean que esto de la extorsión me pasa sólo a mí; colega hay por ahí que, bien enterados sus detractores de la tristeza que le sobrevino a esta persona a la muerte de una suerte de hija, cargaron furiosamente contra ella, desorientándola con engaño y aturdiéndola; luego propagaron bulos difamatorios y dieron órdenes a subalternos y a sicarios (que luego se esfumaron) para que la acosaran incluso físicamente; y así, hecha añicos y desamparada, le quitaron sin escrúpulos el 55 % del sueldo ¡durante más de un año! y, como a feroz enemigo, concertaron mandarle de golpe cargos diversos a su cuenta: embargos, comisiones y gaitas que tenían en stand-by; y cortarle también de súbito la luz, y agobiarla con el agua; y todo apunta a que, además, le encargaron a ladrones -muchos policías se valen a menudo de la gente lumpen para facilitarse el trabajo- que le robaran varias veces la cartera con dinero y documentación y hacerle la vida imposible... hasta que finalmente consiguieron derribarla. Y ya rodando por el suelo, para rematarla, le suprimieron, impune y alevosamente, la nómina funcionarial de docente que ya tenía tan mermada, con lo cual acabaron de destrozarle el ánimo y desquiciarla, hasta el punto de echarse a la calle a mendigar. Es un caso parecido al mío, también por destruir su matrimonio e intentando el aniquilamiento.
Y es que, ciertamente, estos lacayos del Amo no entienden de sutilezas, lo suyo es el servilismo puro y duro, y aporrean a la mínima, llamándolo después servicios especiales a la patria.
Tuve yo ayer otro disgusto. Como muchos domingos, subimos a comer al Club, donde disfrutamos de un rato de tranquilidad en un buen ambiente, retirados del ruido. En la sobremesa crucé unas palabras con un antiguo socio, a propósito del partido de tenis de Miami. Como yo apenas veo la tele, tal vez encontró extraña mi pregunta sobre cómo y dónde ver la final, tal vez; pero me confirmó que allí mismo, en el bar, iban a juntarse varios a verla; y quedó ahí la cosa, solo que, cuando se iba, le mencioné a un amigo suyo y sin querer le cambié el nombre, porque los dos eran de tres sílabas cortas y terminaban en 'ino'. Mi sorpresa y disgusto fue que le faltó tiempo para ir a contárselo al grupo con tono de mofa. ¡Date!, me dije, tampoco aquí dejan mi fama tranquila. ¡Y cómo habrían de hacerlo, pues! si a varios de los que en este foro atribuyo fraudes les he visto ser tratados con deferencia por allí...
*Nueva Normalidad
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