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Mostrando entradas de julio, 2022

JOSÉ, EL MENDIGO

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Dinero, sin Dios = Violencia sin límites. (El desprendimiento de los bienes materiales es controvertido, pero mi experiencia es que te da gran libertad. En su momento sufrí oposición, pero la santa Iglesia, por voz de uno de sus cardenales, me apoyó, gracias a Dios). Me despertó a mitad de la noche un sueño muy intenso, preludio de un gran cambio en mi vida. Era yo un niño-bien en viaje de placer. Era rico, y, por tanto, con mil apegos que mermaban mi libertad. Con todo, mi mayor tara era considerarme mejor que los demás. Deambulando como un turista, una ráfaga de viento me arrancó de las manos el billete de avión que tenía para volver. Lo vi meterse por una entrada de metro y corrí tras él, pero cuando estaba a punto de cogerlo, un nuevo golpe de viento lo alejó de mí. Y esto se repitió una y otra vez. Yo, incapaz de renunciar a mi posesión, me iba metiendo cada vez más adentro por pasillos y túneles, con peligros y sobresaltos. Por un destino ciego, el ticket se iba colando por hendi...

EL HIJO DEL TRUENO

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Cristo, la Roca; sobre ella Santiago, y después, España. Como todos los días, eché hoy un vistazo a los diarios digitales y me quedé con tres cosas: Que siguen tratándonos como a ignorantes, que esto mismo vuelve a decirlo De Prada (aunque por la tarde ya no lo vi) y que el Papa lleva a 72 periodistas consigo allende los mares. No sé qué pintan tantos periodistas en el avión papal; ni quién paga su billete… yo no quisiera. Hoy por hoy, no veo que se pueda realizar la propagación del Evangelio a partir de los medios; más bien lo contrario. Donde sí la veo posible es por la acción de algunos pastores que, en el anonimato, se alzan con su sufrimiento por el bien del mundo. Los gestos para la galería son propios de los falsos profetas, mientras que los verdaderos pastores tienen su mirada puesta en cada oveja. Hoy, mismamente, celebramos a Santiago, el primer apóstol en dar su vida por el Evangelio, del que desde muy antiguo se dijo que había predicado en España. ¿Es casual que hayamos cre...