EL BÓLIDO DE DIOS
Sumario
Este blog, "alcielo.es", es una especie de Cuaderno de Viaje al modo de los que escribían los antiguos exploradores, cuyo fin era abrir caminos, en este caso, al cielo. Antes de este cuaderno publiqué 'fíate.es', una crónica de actualidad en clave socio-religiosa. En total llevo diez años narrando lo que veo, y en esta entrada echo una miradita atrás. Mis artículos han sido el resultado de unir las experiencias colectiva y personal, y con esa perspectiva hago también esta pequeña memoria.
Al final, cuando llegue la siega, el cortador separará el trigo de la cizaña, pero, entretanto, tenemos la misión de crecer como trigo bueno en medio de las asechanzas del enemigo. En los veinte años que llevo en Toledo he pasado muchas dificultades, pero he mantenido la fe. Por ella, sigo casado y ocupándome de mi familia, sin abandonar mis obligaciones ciudadanas y cristianas. Y eso es, en cuanto a acontecimientos reseñables de mi crónica personal, lo más importante que tengo que decir hoy.
En cuanto a la crónica socio-religiosa, lo más importante es que el momento presente es un combate durísimo entre la Verdad y la Mentira, donde la dureza estriba en que la mentira amenaza de muerte casi a cada persona, llegando muchos, por el terrible aprieto, a pasarse a su bando.
Cabe reseñar que, como la Iglesia Católica es la depositaria de la Verdad, el combate que afecta a sus miembros cobra la forma, por arte de Belcebú, de una división interna, de un enfrentamiento entre distintas visiones de la fe. Este campo de batalla, arteramente seleccionado por el enemigo, se presta a que muchos "buenos, pero poco perspicaces, católicos" se sumen al clamor por la unidad, condenando a quienes hacen críticas, por considerar que la responsabilidad sobre el futuro de la Iglesia es de Dios, y que es el Espíritu Santo el encargado de defender su unidad, y no las mentes de los miembros de la Iglesia.
¡Qué gran estratega es el demonio!, ¡y cuantos tragan el anzuelo!... En realidad, no estamos ante ningún riesgo de cisma, sino ante un segundo Lepanto. La civilización occidental vive en este momento una amenaza mayor que la del imperio otomano, pero como hoy no se está plantando cara al enemigo, como se hizo en el mar Jónico, la profecía del 'manco de Lepanto', de que no verán los siglos otra ocasión como aquella, lleva trazas de cumplirse. En todo caso, para los que advertimos la trascendencia de este momento histórico, la aflicción y la angustia que sentimos sí que se pueden equiparar a la de nuestros antepasados del XVI. Es más, tenemos el sufrimiento añadido de constatar que la mayoría de la Iglesia no ve ni siente la terrible amenaza de sometimiento que pende sobre nuestras cabezas.
Predicar a tiempo...
Jonás, tras haber pasado tres días en el vientre oscuro y frío de una ballena, logró vencer su miedo a profetizar en la violenta Nínive. Hacían falta tres días para cruzar aquella urbe, y abordó la tarea apoyado sólo en Dios. Para su sorpresa, los ninivitas, desde el jefe hasta el último súbdito, le creyeron y cambiaron de vida.
El tres repetido de este pasaje bíblico es un anticipo de los tres días que duró el entierro de Jesucristo, en los cuales el mundo primitivo -por la fe en lo anunciado por Jesús- contuvo la respiración en espera de la resurrección. Finalmente, Jonás salió del cetáceo, Nínive venció al pecado, y Jesús resucitó de entre los muertos.
Los tres días es el necesario período de purificación que toda alma tiene que vivir para dar fruto. Un ocultamiento a los ojos del mundo, en el silencio, en la soledad, en el olvido de todos... un morir a sí mismo para poder resucitar. Para redimir al mundo del pecado, Jesucristo bajo a las lóbregas mazmorras donde el demonio mantenía cautivos, por el temor a la muerte, a los hombres. Jesucristo bajó, vio y venció. Y hoy nos manda a nosotros hacer lo mismo: Abajarse a donde están los hombres cautivos de su miedo a morir, el cual los induce a cometer pecado; y con la propia muerte, dar muerte a la suya.
El pecado es la realidad opuesta a la vida verdadera (y eterna). Allí donde Dios no es el centro, el pecado gana terreno sin parar, hasta convertirlo todo en un inmenso prostíbulo. Por eso el capítulo 19 del Apocalipsis (Revelación) comienza con la exclamación: "¡Aleluya! La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos; porque ha juzgado a la Gran Ramera que corrompía la tierra con su prostitución, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos."
La gente corriente comenta: "No sé quién va a arreglar esto". Pues bien, Dios es quien tiene la llave de la vida verdadera; el que no entra por su puerta malvive.
Nos jugamos la vida en la elección de un misterio: el de Dios o el del Mal. Ahora, por gracia divina, ya se va viendo que la arrogante emancipación colectiva de Dios nos está dirigiendo a un mundo sórdido y violento.
Hay dos cabezas al frente de dos ejércitos; la del mal utiliza sólo el poder de la inteligencia, porque desconoce el poder del Amor. Aprovecha la falta de firmeza (en-firmedad) espiritual para presentarse; y regalando 'lucidez y poder' a los incautos, los fideliza para sus turbios propósitos. En cambio, Dios lleva a sus almas a la pobreza espiritual, a depender de Él, por la fe; y a los que así se abajan, los ensalza, y los salva. Por practicar la caridad, los cristianos somos despreciados, y, básicamente, no somos importantes para nadie sino para Dios; pero, llevados a esa marginación, fácilmente percibimos que fiarse, escuchar la voz de nuestro corazón, que nos habla en la conciencia, da paz, mientras que el sólo razonar causa zozobra.
La Iglesia, consciente de su misión de 'instruir a su tropa', dice que a los falsos profetas se les descubre porque lo que anuncian no se cumple; generan expectativas que llevan luego a la frustración (los que pasamos de cincuenta corroboramos esto con solo mirar al pasado).
El momento actual es apremiante, y exige un cambio de vida, una conversión. En medio de la confusión y el caos reinantes, sólo es posible orientarse escuchando a los mensajeros que transmiten paz... los que vienen de parte del Justo, Aquel que, para que otros vivieran, dio su vida en el más cruel instrumento de tortura que existe. Una vez iniciado el camino de la fe, es Él, el único bueno, el que nos irá guiando, y de un modo inequívoco; tan inconfundible y personal, que los cristianos de todos los tiempos podemos decir, a imitación de San Pablo: "Sé de Quién me he fiado"...
El cambio de vida que trae consigo elegir a Dios, será siempre a mejor, aunque se pasen arrechuchos; e irá siempre a más porque nos situará en un camino nuevo, en el cual avanzaremos con la certeza de alcanzar la meta de nuestra perfección personal; algo así como ir de camino viendo ante ti la cumbre a la que ansías llegar; ves desaparecer lo viejo y al mismo tiempo ya vas viendo surgir lo nuevo... que además es inmutable. Por esto es posible atravesar áridos parajes, y vencer el miedo a lo desconocido; porque vivir con Jesús -lo que se conoce como 'estar en gracia'- es disfrutar, ya desde el primer momento, aunque de un modo velado, del precioso tesoro que tu corazón ansía.
Frente a esta opción están las falsas promesas, revestidas de oropel, de glorias humanas, de un mundo justo y sin dolor construido por hombres... Tienen más posibilidades de caer en este engaño quienes, como Judas, desdeñando el poder de Dios para sanar y salvar, piensan que es imposible dejar de pecar; los incrédulos son presa fácil, porque, desoyendo a su corazón, prestan oídos a quienes son intelectualmente superiores a ellos, pero no mejores en sus intenciones. Su error es que pasan por alto, temerariamente, la Buena Noticia del Evangelio: "El Amor infinito de Dios entregó a su Hijo Único para la salvación del género humano"; si meditaran en esto tendrían a mano la llave para salir de su prisión, pero, necios y ciegos, optan por seguir revolcándose en el fango de sus pecados.
Pues, ¡atención!: "Jesucristo es Hijo de Dios; nació de María la Virgen; lo mataron, y resucitó al tercer día; y hoy está vivo y actúa entre nosotros, con tal de que queramos creerlo. Él tiene poder para transformar nuestras humildes existencias en algo glorioso: aquí y ahora". Este es el mensaje urgente que el mundo necesita oír; y el amor de Cristo nos urge a propagarlo; nada hay más importante en estos momentos que proclamar alto y claro este mensaje. Porque ¿quién hay que viendo a un ciego dirigirse a un hoyo no le grita, y, si hace falta, le empuja a un lado, aunque lo derribe?
Claramente hemos entrado, este año, en una nueva fase, peor que la anterior, del loco proyecto de un mundo sin Dios. La precaria democracia en que vivíamos hace unos años es hoy un eco lejanísimo, y estamos instalados en una mentira que casi todo el mundo acepta, tristemente, como si fuera irremediable. Los medios de comunicación son un pastiche infumable; nos reducen al silencio... y a la estulticia. Sin embargo, un poco por debajo de estas infestas aguas, corre un río bravo de aguas vivas...
Forofos... o fósforos
"Ninguna pega; todo lo vivo con esperanza; duc in altum…", así me hablaba hace poco un apóstol del Señor, cuyo único secreto es que vive con Jesucristo, la prenda de nuestra salvación. En cuanto a mí, van cayendo mil a mi derecha, diez mil a mi izquierda, mientras que yo sigo adelante. Con toda mi pobreza, con mis limitaciones y pecados, me atrevo a decir que mi vida es Cristo, y una ganancia el morir; y lo bueno es que estoy convencido de que Jesucristo me cree cuando digo esto, y me toma en serio. ¿Por qué entonces habría yo de temer a mis enemigos? Compadezco a quienes desdeñan la buena noticia de que la salvación ya ha llegado a nosotros; si ahora que pueden salvarse no lo intentan, ¿qué harán cuando las aguas espumantes les lleguen al cuello?
Vivimos inmersos en una gran calamidad, como no la han conocido otros tiempos. Violencia y muerte, camufladas de libertad, nos saquean por doquier… y un silencio de ultratumba se va extendiendo... Rápidamente se van apagando las luces, debilitándose las voces, y esfumándose las ideas y las ilusiones… Apenas queda algo donde posar la vista 'que no sea la imagen de la muerte'...
...Y en esto llegó Hakuna. Los introdujo Isabel Díaz en Cibeles... como quien vierte la creme de la creme en su tacita dorada. 'Nuestros temas surgen de la oración', nos cuentan; pero el que está pegando fuerte ahora parece más bien un eslogan político: “Que todos seamos Uno, forofos todos de todos"; y eso no mola tanto; además, han hecho un video publicitario del tema, y huele mucho a género, porque se recrea especialmente en las chicas.
La coyuntura es muy, muy delicada. No sé si se parece a otras ya vividas y superadas, pero sí sé que están en juego muchísimas vidas. De hecho, los caídos ya se cuentan por millones, desde los no-nacidos hasta los no-nagenarios. Y el humanicidio no ha hecho más que empezar. Los papas tienen una posición difícil ante las ambiciosas quimeras de sus tiempos, porque manejan información muy sensible, y de sus decisiones dependen muchas vidas humanas. Aún así, con todo y con eso, somos ante Dios seres inalienables, con una relación personal con Él, y con una misión que cumplir, si queremos creerlo. No nos es lícito renunciar ni a nuestra razón ni a nuestra conciencia, en aras de un mejor desarrollo de la Iglesia o de la Humanidad. Ante Dios tendremos que responder de nuestras acciones, y no podemos delegar esta responsabilidad en nadie. Así las cosas, en medio de la confusión reinante, no tenemos más remedio que actuar en conciencia.
La línea de la Iglesia oficial en los medios es cansina: "Juntos, partícipes, acogedores, alegres, todos uno…". Cabe preguntarse a qué responde esa insistencia en la unidad al cabo de los años, y de ese modo tan de los políticos, como si por poner carteles, y no por ser ejemplos de piedad, se fuera a unir más la Iglesia. Esa novedad tan poco eclesial responde, como anticipé en el sumario, al plan del diablo y afines, el cual, a fin de ocultar su ataque a Dios, nos hace creer que la Iglesia está dividida. Simular una división interna y un peligro de cisma le da margen al nueviejo orden para reducirnos, porque ese peligro, en el sentir común de los fieles, es superable, mientras que si éstos llegaran a tomar conciencia de que se está enterrando a Dios (la verdad, el bien, la belleza, la justicia), se alzarían en armas, una vez más, para defender su fe. En este sentido, el alemán Monseñor Marx vendría a ser otro Puigdemont, encargado de apartar la atención del público del verdadero drama que está aconteciendo en off, a saber: la traición, expolio y esclavización de España a manos de los adinerados, y otro tanto de la Iglesia.
La estratagema del 'Juntos' es muy buena, porque, además de lo ya dicho, sirve para ajusticiar a los que se salgan del cauce oficial: El lema actúa en esos casos en sentido inverso, en vez de "Todos Uno", "Todos a por uno"; y funciona muy bien, por aquello de que "Mal de muchos...", y también por lo de "Entre todos la mataron...". (Y esto que digo del "Juntos" sirve también para el "Junts"... ¡Qué diosidencia, ¿verdad?! )
Si hubiese razones de estado vaticano para atemperar el riguroso juicio ético que merece el recorrido político de la Agenda 2030, habría también formas de hacer entender al pueblo fiel que la voluntad de los pastores del rebaño es inquebrantable en defensa del mismo; pero en vez de eso sentimos crujir los cimientos del templo de Dios, como si estuvieran siendo minados por la voracidad de la carcoma. En muchos casos, como cuando debutó el covid, la Iglesia no sólo no abordó el diálogo razón y fe, ni planteó dudas sobre la confusión que envolvió desde el principio el fenómeno, sino que incluso se adelantó a declararlo catástrofe natural, sin que nadie la apremiara.
Con flagrantes despropósitos como ése -la lista es larga y quemante-, y en el contexto de engaño que he descrito, se hace evidente que urge dejar claro que la Iglesia no puede confraternizar con la idea de un mundo sin Dios que subyace a la Agenda. Más que formar peñas de forofos, la tarea inaplazable es hacerse luz para señalar el buen camino; en vez de 'Todos forofos de todos', 'Todos fósforos de todos', practicando el diaconado de la verdad, corrigiéndonos, y animándonos mutuamente por amor y con amor. Esto quiere el Señor, no una adhesión gregaria y ciega, sino la fidelidad al Evangelio con la propia vida, haciéndonos luz del mundo, sal y fermento de la masa.
Y siendo esto así, es muy doloroso que haya entre nosotros algunos dedicados a segregar del rebaño a las ovejas más fuertes, aquellas que se ponen delante cuando ven venir al lobo. Con la campaña 'por la unidad' se está sembrando el error de que aquel que disiente de la versión oficial -'no está pasando nada que no haya pasado antes'- actúa contra la unidad que Jesucristo quiere para su grey, cuando es justo al contrario. La fractura que amenaza con derruir el edificio de la Iglesia viene de algunos que negocian con la herencia de Cristo, con el depósito de la fe, y no de quienes reclaman fidelidad al Evangelio.
La impostura mundial, desatada, también hace violencia en la Jerusalén terrestre... y cuando sus sicarios apuntan contra uno y lo derriban, nadie acude a socorrerle, porque el que lo hiciera se expondría a que también lo derribaran a él. Quien sí acudirá, paradójicamente, es el único que hoy apenas tiene presencia oficial en la larga lista hakuniana de ‘realidades cristianas unidas’: Jesucristo, el que es el mismo, ayer, hoy y siempre, el que está unido a su cruz eternamente, y por esa razón cada vez tiene menos entrada en esas realidades religiosas modernas.
Hay una nueva iglesia militante que apostata de la Cruz... de su madre, de cuyo seno nació… Calamidad de calamidades; y, para que la quimera a quien secundan -la de un mundo sin dolor, y una religión sin Cruz- progrese, calumnias y calvarios para muchos… Porque el eclipse de la Vida solo puede dar a luz la muerte.
En el 2013 llegaron los señores de negro, así llamados porque no se dejaban ver; y vinieron para abrir el grifo de la ruina nacional, aunque con medida, porque por aquel entonces convenía que nadie se alarmase en exceso. Ya entonces murió gente por los daños colaterales de la guadaña financiera, pero el fin de aquella maquinación no era todavía diezmar a la población -lo cual vino con el covid- sino posibilitar que ‘agentes de la Agenda’ coparan las instituciones; y, hoy por hoy, el que ocupa un cargo sirve -sea o no consciente- a los intereses del reset. La crisis 'decretó' la confusión social endémica, y al amparo de ésta se colaron estratégicamente, en todos los núcleos sociales, activistas aleccionados para implosionar el sistema. Se hicieron cambios en cascada, y todos se achacaron a la crisis: Jubilaciones, destituciones, desplazamientos, suplantaciones, sanciones, rediseños, nepotismos, cacicadas, acosos, despidos, y un largo etcétera de violencias soterradas que reconfiguraron en un tiempo récord el paisaje social. El resultado es una masiva inhibición de la cosa pública, algo impensable hace unos pocos años. No se trata de que antes mangonearan unos y ahora otros; la novedad es que los 'ascendidos' en esta campaña son un punto y aparte, si es que no son el punto final (y probablemente muchos de ellos no lo sepan).
La permeabilidad de la Iglesia con los errores del mundo ha ido a más desde la crisis. El diferencial plasmático mantiene un flujo constante en ambas direcciones, que tiende al equilibrio en 'el punto Omega', ese lugar enigmático y quimérico en el que la sociedad asume que dios es siempre bueno y lleva inexorablemente el mundo a un lugar mejor. De donde se deduce -hipócritamente- que no importa demasiado lo que hagan los insignificantes humanos; y, lo que es mucho más grave, que la Redención obrada por Jesucristo no fue tal, sino que le faltaba algo; ese algo que llegará cuando el mundo alcance el acuerdo de unificación de la conciencia cósmica.
Esto explica que la Iglesia esté empezando a mostrar como modelos a seguir el de aquellos que 'aceptan sin hacerse problemas' lo que la vida les traiga... Hace poco vinieron a la parroquia a dar una charla unos padres de familia pudiente que habían perdido trágicamente a un hijo de diecisiete años. Al preguntarles en qué cosas concretas había cambiado su vida familiar ese suceso, ella dijo que antes le parecía una carga ir a misa, y que ahora le apetecía ir; y él, por su parte, dijo que en la adoración al Santísimo tenía ahora el aliciente de que, además de estar con el Señor, estaba también con su hijo. Yo estuve en la charla sólo un ratito, el tiempo de oír esa respuesta y un poco más; pero ese poco estuvo teñido del llamativo contraste entre su 'animoso' testimonio y otro -que fue precisamente el que cerró la ronda de preguntas- más bien triste, cuando no patético. La persona que lo dio también había perdido un hijo hermoso, y, sincerándose con la audiencia, confesó que hablaba con él y que él le respondía, pero que eso no la consolaba porque había perdido a su hijo y ya no iba a volver con ella. A esto, los ponentes respondieron con una apelación al cielo, desmintiendo que el hijo se hubiera ‘perdido’, y afirmando que, desde donde ahora está, el deseo de ese hijo para sus seres queridos es que vivan su vida con normalidad y plenitud, alegremente, intentando amar. Y ante esto ¿alguien tiene algo que objetar?
La única vez que vi llorar a mi padre tendría yo cuatro años, y estaba con él en el garaje limpiando el coche. Le dieron la noticia de que su hermano más cercano acababa de perder a su hijo, también de diecisiete años. Después, mi padre y otro tío mío con el que éramos vecinos, cogieron sus coches y se pusieron a recorrer las precarias carreteras asturianas (año 1969), porque a mi desconsolado pariente le relajaba conducir y, destrozado como estaba, se había echado a los caminos sin rumbo; y hasta el día siguiente no lo encontrarían. Durante muchos años fue vivísima la pena de estos tíos míos; y, en mi niñez, todos los domingos, después de nuestro paseo familiar de la tarde, recalábamos los cinco en su casa antes de retirarnos a la nuestra, para consolarlos y distraerlos un poco de su soledad, que era grande; porque, aunque tenían otro hijo dos años mayor que el difunto, estudiaba interno en Oviedo, y con veintidós años ya se había ido a Madrid a trabajar. Éste llegó a ser Gobernador Civil; y por eso pude yo pasar alguna estancia en un ‘palacio’, con servicio doméstico de calidad incluido; pero, como el poder y el dinero son a menudo rivales de la salvd, este primo mío enfermó y se murió antes que sus padres… y esto fue, en palabras de mi propio tío, la puntilla que le llevó a la tumba. Estando en el lecho de muerte, y varios de sus parientes -entre ellos yo- con él, alguien le preguntó qué le pasaba, y su respuesta fue: “Tengo pena”. La viuda viviría todavía unos cuantos años más, pero igual de aquejada por esa dolencia anímica insuperable... Entonces, qué, ¿les hubiera ayudado a mis tíos oír la charla animosa de esta pareja?: “Vuestros hijos están en el cielo; y quieren que viváis alegremente, intentando amaros el uno al otro, y a los demás”. ¿Negarían mis tíos esa verdad y la bondad intrínseca de ese consejo?
En frío, sabemos que no hemos sido hechos para penar sino para amar, y ser felices amando; eso, en frío. Ahora bien, es muy normal quedar atrapado por ese sentimiento negativo de pena cuando la herida es muy honda, y el hecho de saber que la pena crónica es un estado indeseable no arregla nada. ¿Por qué habría yo de querer olvidar la vida feliz con mi ser querido, y de esa manera zafarme de la pena? Pues..., por ejemplo, porque la razón y el sentido común dicen que lo que identificamos con vivir es incompatible con estar siempre añorando lo que no se tiene. ¡Sí, bien, ya está!; al menos a nivel racional. Y puesto que tenemos una buena explicación vamos a probar su eficacia transformadora extrapolando el ‘principio filosófico’ a algunas situaciones ficticias; a otras pérdidas habituales, por ejemplo. Pongamos que te quedas sin trabajo y difamado a los cincuenta y pico: “No pasa nada, voy a intentar seguir siendo feliz como buenamente pueda...”. Pongamos, también, que tu mujer os deja a tus hijos y a tí y se va a vivir con otro hombre: “No pasa nada, voy a intentar olvidarla, olvidar los años -más de fatigas que de amores- en que hemos estado intentando construir juntos un (micro)mundo mejor”. Y, por último, pongamos que tu hija se quita la vida a los quince años: "Bueno, mi esposa y yo nos tenemos el uno al otro... y nuestra hija se fue al cielo... qué más podemos pedir, ¡casi nada el irse al cielo!"
Un regusto amargo me dejan estos pensamientos… bien amargo. Pero la teoría no puede fallar; está 'bien pensada', el principio filosófico es lógico, lo que mejor le cuadra a la tarea de ser humanos, a la tarea de vivir: “Pase lo que pase, nunca te deprimas, sigue adelante”; “Tienes a dios contigo, el que nunca falla; cuenta con él, y sigue adelante”... Es así, ¿no?... Sin embargo, sales a la calle, te fijas en la gente, y la ves triste. ¿Qué pasa entonces, que la gente no conoce a Dios? No, claro, eso por descontado... Pero, ¿y en la Iglesia? ¿Son diferentes las cosas? ¿Estamos alegres y amamos? ¿Amainamos nuestras tormentas o naufragamos en ellas? ¿Cuál es la realidad de los cristianos?
Ayer contaba yo el caso de la señora que vi en la Misa de Navidad, con su hijo de quince años y la bendita pareja homosexual de ese hijo suyo..., cómo se sentó un poquito separada de ambos... y un muchito triste y engañada.
Las desgracias, de las que he puesto ejemplos, asolan a nuestras comunidades cristianas como nunca. Desde el malhadado covid hasta hoy no hemos hecho otra cosa que contar pérdidas... y para seguir. En realidad, aquella catástrofe respondía a una reconfiguración totalizante de lo humano -el famoso reset, que no es un simple maquillaje. Este plan intenta diezmar a la población, destruir todo vínculo natural, arrancarle los hijos a sus padres, impedir a las personas el uso genuino de las facultades superiores (inteligencia, memoria y voluntad), someter por la fuerza toda autoridad independiente, castigar las decisiones de conciencia, reducir la ética y el Derecho a lo que diga el Amo... dejar inerme y exhausta a la población... y, finalmente, derribar todo obstáculo para la creación artificial de seres humanos... en una palabra, una quimera.
Ese plan, por su finalidad, encuentra en la familia su enemigo natural, lo cual explica el violento ataque de que las familias somos objeto. Por eso he dicho al principio que, en medio de mis grandes dificultades de estos últimos diez años, lo más importante de mi vida en este período es haber mantenido a flote el barco familiar.
Los católicos estamos en el punto de mira como en ningún otro tiempo histórico. Las desventuras que yo cuento en este blog son sólo una pequeña parte de las que vivo, las cuales son el precio que tengo que pagar por hablar aquí, libremente, de estas cosas. Y, por cierto, no les extrañe tampoco que a menudo me vengan a la mente y al corazón las palabras de Santa Teresa: "Por fin muero hija de la Iglesia"...
Las afrentas me llegan en oleadas, me envuelven, una y otra vez, para destrozar mi corazón... precisamente cuando ya me inclino a desear una vida tranquila. Hoy vi a un colega de profesión que me dijo que él iba a seguir en las aulas hasta los 65; y pensé: "También yo hubiera seguido si no me hubieran hecho desear desaparecer bajo la tierra...". Y, cosa 'curiosa', también hoy, precisamente, en el día del patrón de Toledo, se cumple un lustro del comienzo de la etapa más dura de mi vida.
Como en una versión de la Divina Comedia en negativo, un guía apareció en nuestras vidas, un Virgilio, para que mi mujer y yo, cual Dante y Beatriz, nos purificáramos de camino al cielo.
Hace cinco años, habiendo estado el curso anterior de baja, tuvo mi esposa el peor horario laboral de su carrera: 276 alumnos de 13, 14, y 15 años, y algunos muy conflictivos. Uno, en concreto, la traía a maltraer a quinta hora de los miércoles y a sexta de los viernes. Fue tirando con él como pudo el primer trimestre, pero, al comenzar el segundo, 'el coche le hizo un extraño...'. Mi esposa había llamado a la puerta de su inmediato superior, y él no había querido recibirla. Aquel caso le concernía a ella, pero también a la organización educativa y a los padres; y dado que su jefe no la apoyaba recurrió a la tercera pata del trípode, en línea con su buen modo de hacer de más de treinta años -que tantos éxitos en la EBAU había cosechado- aunque sin tener en cuenta el cambio de espíritu que se estaba operando clandestinamente en la sociedad.
Hay que decir que tres meses antes me había despertado yo como el personaje de La Metamorfosis, de Kafka, por obra del mismo espíritu bastardo que lo está alterando todo. El delegado provincial de educación tenía la obligación legal de proteger mis datos personales, pero él mismo burló la norma, sin causa justificada, para iniciar el proceso por el que tres años más tarde me echarían de la enseñanza con el baldón de loco a las espaldas. Recurrí a la Agencia Estatal de Protección de Datos, pero no se dignaron siquiera contestarme. Y desde aquel nefando día, el sistema me sometió a cruel tortura: el aparato -educación, sanidad, justicia, economía, Prensa, etc.- se volvió una trituradora para mí, de la que milagrosamente me sacó el Señor -como a un aborto.
Pero, ¡pásmense!, pues la misma LPD que burló mi superior impunemente para acabar conmigo, trató de criminal a mi esposa por dirigirse al grupo de los padres que por aquel alumno difícil estaban sufriendo la merma educativa de sus hijos. Cayó Virgilio como un rayo sobre ella; el director del centro, amigo de mi esposa, le aconsejó que contratara un abogado, y, presionado, se inhibió de ayudarla. De repente, de un día para otro, a mi mujer se le cerró el cielo: amenazas de cárcel, extorsión, persecución, maltrato, difamación... toda la violencia de los usurpadores del Estado para tronchar su carrera, su vida... y su familia.
Sufrió lo indecible, permitiendo Dios que las afrentas de los de afuera se sumaran a su aflicción por la agonía y muerte de su madre... Y yo no podía ayudarla porque los agentes del nuevo orden, pululando alrededor, nos aislaban y enfrentaban. La despojaron de todo: fama, salud, propiedades, dinero (en vísperas de confinarla, al socaire del covid, dejaron de pagarle ¡hasta incluso el salario mínimo interprofesional!), empujándola a la desesperación... Pero de nuevo actuó Dios en favor de sus hijos... La sombra de Virgilio se disipó... Y nos quedamos otra vez ella y yo, cada cual ayuda adecuada para el otro, y con el encargo de mostrarle a la hija de Dios que se nos había confiado el camino al cielo.
Educación, sanidad, tecnología de datos, trabajo, ocio... y una pujante religión sin Dios, se han convertido ante nuestros ojos en piezas de un engranaje para adulterar y proscribir la vida verdadera que da Jesucristo al mundo. Muchos católicos -sin duda bajo una insidiosa presión- se dejan engañar por los falsos profetas de un dios mayor que Dios, y de un Estado que traerá la Paz y Reconciliación definitivas al mundo, como nos decía el jesuita francés Teilhard de Chardin invitándonos a adorar al nuevo ídolo de rodillas.
Estando yo empezando a reconstruir mi vida en el Camino Neocatecumenal, en Oviedo, llegó a mis manos un comentario sobre el salmo 32 de un autor francés, que me turbó especialmente. Me lo había pasado el responsable de mi grupo religioso, Alberto "Cariño", un minero prejubilado, internado en su infancia unos añitos en el seminario de Corias -lo justo para despertar aún más su intelecto, de suyo inquieto- y después lanzado a la selva ideológica de la minería asturiana; Alberto, infatigable buscador de la verdad, tras unos años sin cultivo espiritual, zaherido y cansado, lograría por fin encontrar el camino de regreso al Padre. Y ya bien situado, en su ansia por avanzar rápidamente, devoró lecturas supuestamente piadosas que él se procuraba donde podía; y así fue como llegó el pensamiento demasiado audaz de Teilhard a su mesita de noche, y, de rebote, a la mía. Porque en torno a los 70 tuvo mucha difusión ese autor, a pesar de la advertencia de la Congregación para la Fe que pesaba sobre algunas de sus tesis.
En mi anterior artículo conté que, gracias a la admiración que suscitaba en Juan Manuel de Prada, me había animado yo a leer la Carta al comunista Barletta, de Castellani, en la cual éste daba una bella respuesta a la sugerencia de su interlocutor de que abandonase a esa novia (la Iglesia) que tanto le hacía sufrir. En esa enjundiosa carta descubrí maravillado la atinada visión profética que el sufrido ex-jesuíta argentino había plasmado ya hace más de setenta años; y rápidamente la colgué en mi blog secundario -Alfil Blanco. Y entonces aconteció algo inaudito: una brusca intervención de la censura digital. Siempre releo lo que publico, a menudo varias veces, y en una de éstas descubrí que la tijera había cortado una frase de la carta mencionada, en concreto, el trozo que decía: [a propósito del nuevo orden que está viniendo] «"... adorémoslo de rodillas". Fdo.: Teilhard de Chardin, s.j.» En verdad que me pareció intempestiva y grosera aquella acción de la nueva censura; nunca me lo hubiera imaginado...
Fue, pues, leyendo a Castellani como me reencontré con el autor que en los inicios de mi regreso al hogar, hace treinta años, había conseguido turbar mi espíritu. No me lo esperaba, pero mucho menos me esperaba que en ese reencuentro con la escabrosa prosa del francés, estuviera acercando mi dedo a la llaga sangrante de la Iglesia. Lo que sí advertí al bucear en las ideas de Teilhard fue que me encontraba ante una de las fuentes del error religioso actual. Pero fue la inopinada censura la que me iluminó sobre la trascendencia del asunto. Porque entonces seguí indagando, y vi que el Papa Francisco se había apoyado abiertamente en la intuición de este autor para su Laudato Sí, y vi también la amplia y esmerada campaña mediática para rehabilitar la fama del amonestado clérigo.
Chardin tuvo un Monitum del Santo Oficio a varias de sus obras en 1962, por contener errores doctrinales. Benedicto XVI sólo habló de él una vez, en una breve meditación sobre una oración de vísperas de la semana VII del tiempo ordinario -'Padre misericordioso, que has redimido al mundo con la pasión de tu Hijo, haz que tu Iglesia se ofrezca a ti como sacrificio vivo y santo y experimente siempre la plenitud de tu amor'." Lo que dijo el papa fue:
"Hay dos textos de San Pablo que se pueden aplicar a esta oración; en el primero nos dice que debemos llegar a ser un sacrificio vivo (Rom 12,16). Nosotros mismos, con todo nuestro ser, debemos ser adoración, sacrificio, restituir nuestro mundo a Dios y transformar así el mundo. Y en el segundo texto, que es donde Pablo describe el apostolado como sacerdocio (Rom 15,16), se nos explica que la función del sacerdote se puede describir como la consagración del mundo para que se transforme en hostia viva, para que el mundo se convierta en liturgia: que la liturgia no sea algo paralelo a la realidad del mundo, sino que el mundo mismo se transforme en hostia viva, que se convierta en liturgia. (...) Es la gran visión que después tuvo también Teilhard de Chardin: al final tendremos una auténtica liturgia cósmica, en la que el cosmos se convierta en hostia viva. Roguemos al Señor que nos ayude a ser sacerdotes en este sentido, para contribuir a la transformación del mundo, a la adoración de Dios, empezando por nosotros mismos. Que nuestra vida hable de Dios; que nuestra vida sea realmente liturgia, anuncio de Dios, puerta por la que el Dios lejano se convierta en Dios cercano, y realmente don de nosotros mismos a Dios».
Eso fue todo lo que dijo Benedicto XVI, y, sin embargo, a algunos les ha bastado para afirmar que esas palabras significan la superación del Monitum al pensador francés. ¡De risa si no fuera de miedo! En todo caso, por zanjar la cuestión, y máxime cuando parece que el Papa Francisco también asume en Laudato Sí una cierta interpretación en clave positiva de las tesis de Teilhard, traigo a colación un esclarecedor artículo del P. José María Iraburu; uno de los treinta y dos que componen su obra Reforma o Apostasía [1] y que está englobado bajo el epígrafe "El lenguaje fuerte y claro de la fe".
6. Lenguaje del P. Castellani – Teilhard
«Primero el lenguaje de Cristo, luego el de San Pablo, ¿y ahora el de Castellani? Pero bueno… Los dos posts anteriores, con tantas citas bíblicas, me dieron mucho trabajo, pero éste de ahora es un descanso para mí y espero que también para los lectores.
El padre Leonardo Castellani, argentino (1899-1981) fue uno de los más grandes escritores del siglo XX en lengua hispana. (cf. biografía. Obras) Al analizar yo aquí su lenguaje, siempre lúcido y lleno de humor, me limitaré a destacar su ortodoxia y su valentía para combatir a los más venerados ídolos de su tiempo. Elijo como ejemplo la crítica que Castellani hizo de Teilhard de Chardin (1881-1955), admirado entonces por la mayoría de la intelligentsia católica, no solo la progresista.
Los errores teilhardianos. Ya en 1950 –parece increíble– se atreve Castellani a escribir en su obra '¿Cristo vuelve o no vuelve?' lo siguiente: «Quien dudare (de que se está formando ante nuestros ojos una nueva y vasta religión herética) puede leer las obras de […] o recorrer los numerosos opúsculos a mimeógrafo y sin imprimatur del P. Teilhard de Chardin, […] mezcla detonante que constituye un vasto y complejo programa de neocatolicismo profundamente heterodoxo y “modernista”». Y cinco años más tarde ofrece una lista de los principales errores de ese autor, presentes en sus obras de modo implícito o explícito:
«1.- El transformismo darwiniano dado como verdad cierta. 2.- La negación de la Parusía o Segunda Venida de Cristo tal como la entiende la Iglesia. 3.- La negación de la Redención por la obra personal de Cristo. 4.- La negación del pecado original, a la manera de Pelagius. 5.- Monismo materialista evolucionista parecido al de Spencer y Haeckel. 6.- Panteísmo sutil a la manera de Bergson. 7.- Interpretación modernista de todos los Sacramentos, empezando por la Eucaristía, a la manera de Guenther. 8.- Negación del fin primario del Matrimonio y constitución del fin primario del matrimonio en la “ayuda espiritual mutua de los esposos”. 9.- Aprobación de los medios contraconcepcionistas en el matrimonio, a la manera de Malthus. 10.- Negativa implícita de la autoridad de la Iglesia para definir, a la manera de Loisy, Tyrrel y otros» (Dinámica Social, nº 63, Buenos Aires, noviembre 1955).
La Iglesia reprobó los errores de Teilhard poco tiempo después:
–la Sagrada Congregación del Santo Oficio (6-12-1957), en tiempos de Pío XII, ordena en un decreto que «los libros del Padre Teilhard de Chardin, S. J., deben ser retirados de las bibliotecas de los Seminarios y de Instituciones religiosas; no deben ser puestos a la venta en Librerías Católicas y no es lícito traducirlos a otras lenguas». De hecho, sin embargo, sus escritos, mimeografiados, se difundieron ampliamente traducidos a muchas lenguas.
–la misma Congregación del Santo Oficio (30-6-1962), ya en tiempos del Bto. Juan XXIII, publicó un Monitum muy severo:
«Varias obras del P. Pierre Teilhard de Chardin, algunas de las cuales fueron publicadas en forma póstuma, están siendo editadas y están obteniendo mucha difusión. Prescindiendo de un juicio sobre aquellos puntos que conciernen a las ciencias positivas, es suficientemente claro que las obras arriba mencionadas abundan en tales ambigüedades e incluso errores serios, que ofenden a la doctrina católica.
Por esta razón, los eminentísimos y reverendísimos Padres del Santo Oficio exhortan a todos los Ordinarios, así como a los superiores de institutos religiosos, rectores de seminarios y presidentes de universidades, a proteger eficazmente las mentes, particularmente de los jóvenes, contra los peligros presentados por las obras del P. Teilhard de Chardin y de sus seguidores» (AAA 54, 1962,526).
En el mismo número de L’Osservatore Romano (30-6-1962) se publicó el Monitum acompañado de un estudio muy amplio. En éste se describían y reprobaban detalladamente graves errores y ambigüedades, la mayor parte de ellas ya señaladas por Castellani. La Creación del mundo no es para Teilhard un acto libre de Dios, y la evolución mundana, infaliblemente progresiva, en la que, de alguna manera, Dios se va perfeccionando, conduce necesariamente hacia el Punto Omega. Por eso, «el Cristo de la Revelación no es otro que el Omega de la Evolución»… «Cristo salva. Pero ¿no es preciso añadir inmediatamente que él es también salvado por la Evolución?» (Le Christique, ensayo inédito 1955). Ese mismo texto afirma que hay en Cristo, «en sens vrai», una «tercera naturaleza», no humana, no divina, sino «cósmica».
La gnosis de Teilhard, su teología-evolutiva, rinde al Mundo una veneración suprema. En 1934 (Comment je crois) confesaba: «si se diera el caso de que yo sufriera una revolución interior (renversement), si llegara yo a perder sucesivamente mi fe en Cristo, mi fe en un Dios personal, mi fe en el Espíritu, pienso que continuaría creyendo en el Mundo. El Mundo (el valor, la infalibilidad y la bondad del Mundo), tal es, en último análisis, la primera y la única cosa en la que yo creo».
La rehabilitación de Teilhard de Chardin es imposible, considerando la enorme gravedad de sus errores. Puede darse en alguna ocasión una expresión, dicha al paso, de admiración en alusión a una expresión feliz de su pensamiento. Pero no más que eso. Pondré un ejemplo al contrario. La Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal Ratzinger, con muchas precisiones y explicaciones, reconoció que el sistema filosófico-teológico de Antonio Rosmini es compatible con la fe católica, teniendo en cuenta tanto las investigaciones más recientes, como el cambio histórico-contextual en el que aquellas «cuarenta proposiciones» suyas reprobadas se formularon (Nota 1-7-2001). Pues bien, una rehabilitación análoga nunca podrá darse en referencia a Teilhard, y nunca, concretamente, el Cardenal Ratzinger, en sus 23 años al frente de la Doctrina de la Fe, la ha realizado.
La anécdota siguiente es significativa. Una carta del Cardenal Casaroli al rector del Instituto Católico de París, que celebraba el centenario del nacimiento de Chardin (L’Osservatore Romano, 10-6-1981), produjo tantas y tales protestas, que la Oficina de Prensa de la Santa Sede hubo de publicar un mes después una nota aclaratoria, asegurando que el Monitum de 1962 seguía vigente, «después de haber consultado al Cardenal Secretario de Estado [Card. Casaroli] y al Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, quienes, por orden del Santo Padre [Juan Pablo II], habían sido debidamente consultados de antemano acerca de la carta en cuestión» (L’Osservatore Romano 20-7-1981).
Escuchemos de nuevo al P. Castellani. El teilhardiano P. Luzzi, S. J. –ignorando el Monitum de 1962 y algunas obras críticas excelentes, como la del sacerdote argentino P. Julio Meinvielle (1965)–, canta la gloria de Teilhard en un artículo -¿Mundo y Dios en controversia? Y lo publica nada menos que en la revista paolina, de grandísima difusión popular, Familia Cristiana (abril 1968). Poco después, el bueno de Castellani comenta adecuadamente el artículo. Pero antes de cederle la palabra, hago notar que con frecuencia él habla de Telar de Chardon [Cardo], alegando que «éste es su nombre español, créanme, y así lo hubieran llamado Cervantes y Luis de Granada»:
«El trabajo de este profesor constituye un intento de presentar a Telar en forma sinóptica y panegírica, para uso de la familia cristiana indefensa; a la cual la parta un rayo, si se fía de las “paolinas” […] Si Luzzi dijera palmariamente: “Nuestro Dios es un dios que se hace”, saltaría a los ojos una herejía patente […] Pero no lo dicen así: lo dicen amontonando la Cristogénesis, la centreidad, la morfología, la superconciencia, el punto Omega, el espacio-tiempo de forma cónica, la noosfera y cien más. Así, que te entienda Las Vargas.
«Las “ambigüedades” hormiguean en este escrito. Tomemos un ejemplo: Telar y su heraldo [el P. Luzzi] llaman conciencia a la afinidad química de los minerales, a los tropismos de las plantas, a la percepción del animal y a la conciencia del hombre; y por si fuera poco, también al hecho –si es hecho– de que “el portuario de Londres, el de Buenos Aires, el de Santa Fe reaccionan del mismo modo [?]. Hay algo que los hace manifestarse así, hay una conciencia común… ¿No notamos en esto una unificación de las conciencias?”. O sea una “superconciencia” destinada a unificarse en un bloque e ir a parar al Punto Omega en forma cónica.
«Esto pasa ya de la ambigüedad; es un bruto sofisma. El profesor dice que es “analogía”. Nones. Es un bruto equívoco, es equivocación. Nos toma por memos.
«Y así se podrían traer seis “ambigüedades” más. Como la que el espacio-tiempo-energía (Trinidad chardoniana) tiene necesariamente forma de cono. Risum tenete, amici! [amigos, aguanten la risa].
«Ellas [las ambigüedades] tiran a persuadir que en la Iglesia hay y había muchas cosas mal, que una buena inyección de Telar curaría como por ensalmo. Los que se opongan a eso, el Luzzi los amenaza con una cantidad de males que resumiremos en esto: se quedarán atrasados en las tinieblas de la Edad Media y no podrán convertir obreros –de los cuales Telar y el Luzzi deben haber convertido millares–; mientras los que se incorporan al movimiento gozarán de una cantidad de bienes tal que recuerdan el aria Ciarlatano en L’elisir d’amore de Donizzeti» (Jauja, nº 18, Buenos Aires, junio 1968).
Reconozcan ustedes, por favor, que hoy estamos urgentemente necesitados de la irreverencia bien documentada del lenguaje del P. Leonardo Castellani ante la manga de sabiazos elevados en nuestro tiempo, frente al Magisterio apostólico, como grandes ídolos teológicos.
Los admiradores actuales de Teilhard de Chardin siguen siendo en la Iglesia, por supuesto, los modernistas y progresistas supervivientes, cada vez más viejos y desencantados –y cada vez más fuera de la Iglesia–. Pero no deja de ser significativo que los principales enemigos actuales de la Iglesia rinden especial culto al P. Pierre Teilhard de Chardin. Por ejemplo:
–La New Age admira a Teilhard de Chardin.
El Pontificio Consejo de la Cultura y el Pontificio Consejo para el Diálogo interreligioso, colaborando con otros altos organismos de la Santa Sede, elaboraron un amplio documento sobre la New Age, titulado «Jesucristo, portador del agua viva. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”» (2-3-2003). El documento analiza el conjunto de tendencias gnósticas, panteístas, evolucionistas, naturalistas, esotéricas, etc. que confluyen en la New Age, y señala también su afinidad con el pensamiento de Teilhard, cuando dice en la nota [15] del documento:
«A fines de 1977, Marilyn Ferguson [una de las principales teóricas de la New Age], envió un cuestionario a 210 “personas empeñadas en la transformación social”, que ella llamó “Aquarian Conspirators” […] Cuando se solicitó a los encuestados que dieran el nombre de los individuos cuyas ideas les habían influido, bien a través del contacto personal, bien por medio de sus escritos, los más nombrados, por orden de frecuencia fueron éstos: Pierre Teilhard de Chardin, C. G.. Yung, Abraham Maslow, Carl Rogers, Aldous Huxley, Roberto Assagioli y J. Krishnamurti». A estos siete nombres principales, añade el documento otros 30 nombres significativos (The Aquarian Conspiracy. Personal and Social Transformation in Our Time, Tarcher, Los Ángeles 1980, pg. 50, nota 1 y pg. 434).
–La masonería admira a Teilhard de Chardin.
Jacques Mitterrand, Gran Maestre de la Masonería, declaró en la Asamblea General del Gran Oriente de Francia (3/7-9-1962): Teilhard de Chardin, «quizá sin que se diese cuenta de ello, ha cometido el crimen de Lucifer de que la Iglesia de Roma con frecuencia ha acusado a los masones: él ha afirmado que en el fenómeno de la hominización […] es el hombre quien tiene la precedencia y no Dios, y es el artículo principal de este proceso. Cuando esta conciencia colectiva alcance su apogeo en el punto Omega –como dice Teilhard–, entonces habremos producido el nuevo tipo de hombre, como lo deseamos: libre en su carne y sin trabas en su mente» (Roca, XV, nº 171, 3-1982). Probablemente el Gran Maestro masónico no interpreta bien a Teilhard, pero sí es cierto que la masonería halla una afinidad profunda entre su visión y la gnosis teilhardiana. Y en todo caso, sí queda claro que tenía razón Castellani cuando entre los errores principales de Teilhard señalaba «la negación de la Parusía». Si Teilhard «profetiza» la eclosión final histórica y triunfante de la Evolución, la Iglesia católica, enseñada por Dios, muy por el contrario, nos asegura que ese advenimiento glorioso del Reino no se dará «en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal» (Catecismo 677).
Actualidad de Castellani. El lenguaje que Castellani, estando él muy solo, emplea contra tantos falsos profetas venerados en su tiempo, y concretamente, como hemos visto, contra la gnosis panteísta-evolucionista de Teilhard, es semejante al lenguaje de Cristo y de San Pablo contra letrados y fariseos. Y ése es el lenguaje que hoy queremos recuperar en la Iglesia católica. Tiene razón Castellani: nos toman por memos. » [2]
Cierta torcida interpretación de las ideas de Teilhard sobre el sacerdocio -en concreto, aquellas donde dice que el pan de la Eucaristía fue partido antes de ser consagrado, y que "estas fuerzas de presión y fractura están dirigidas al crecimiento, a la elevación"- está derivando, a juzgar por lo que a mí me toca, en que algunos clérigos trituren a algunos fieles para elevar a toda la masa al ideal cósmico litúrgico... Y esto tiene también mucho que ver con el susodicho lema eclesial del 'Juntos', pues, para Teilhard, el misterio de la Eucaristía está en intrínseca relación con el misterio del universo: Hacer la comunión es estar en comunión con Cristo a través de todas las circunstancias de la vida, las cuales van hacia la comunión total del universo entero reunido en la totalidad de Dios, «todo en todos» (1 Cor 15,28) [¿Todos forofos de todos?]
Pero es jugar con fuego lo que ésos que cacharrean en la Iglesia están haciendo. Aquella pareja que vino a Toledo a ejemplificar esta nueva dimensión de la comunión, se dejó llevar en su día por 'la ola unificante', desafiando a su dolor humano, trascendiéndolo con... la idea del Cristo-Mundo-Total. Lo malo, malísimo, es que las ideas no salvan... y si te caes no te cogen... por la sencilla razón de que no tienen manos... Y en este momento, cuando el mundo está cayendo por un precipicio, ocultar la humanidad de Dios es privar al hombre de lo único que le puede salvar. Y, vístase de rosa o de verde, la fusión con la Agenda que desde Roma proyectan algunos, deja a Dios en un segundo lugar... es decir, acaba con Él.
Me alegra y consuela que nuestro Arzobispo, el Primado de España, hace unas horas, en la bella Misa Pontifical del Jubileo de los Sacerdotes, nos haya confirmado, una vez más, en la fe verdadera. Después de contarnos cómo, en su ordenación diaconal por manos de su antecesor Don Marcelo, al confesarle que habían sido el trato personal con Jesús y la fidelidad al papa, las dos luces que le habían llevado hasta allí, y asegurarle el cardenal que ése era el buen camino; después de compartirnos esto, digo, y sin solución de continuidad, añadió otra no menos luminosa declaración: "Es verdad, dijo, que, comprometidos los discípulos a dar una respuesta acerca de quién decía la gente que era Él, San Pedro tomó la palabra, y proclamó, en su nombre y en el de todos los que habrían de sucederle en el ministerio petrino: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo que tenía que venir al mundo". Y no contento con haber encendido el candil en el centro de la estancia, nuestro querido Pastor pondría el broche de oro a su cordial, instructiva y oportuna homilía, orando por la continuidad de una Iglesia que sea espacio de amor, libertad y justicia.
Si la sencillez suele acompañar a la bondad, lo vivencial suele formar parte de los argumentos convincentes. En este sentido, como el camino a la Paz no puede pasar por la violencia, y como es bien sabido que quienes esconden sus intenciones las traslucen malamente a poco que los contradigas, tenemos ahí un método fácil para descubrir a los falsos profetas, y también a los falsos modelos de vida: porque a poco que escarbes, saltan chispas... Y por eso, ciertamente, el mundo y la Iglesia, están que arden.
Se puede hacer arqueología de esta deriva eclesial y social mirando el blog fiate.es, (aunque hace poco he comprobado que también lo habían manipulado drásticamente, lo cual, por otra parte, es lógico, pues para eso están imponiendo por ley que toda comunicación sea digital -"sometida al Dedo"-, de tal modo que escribir en un ordenador venga a ser como escribir en el agua). Si se aventuran en esa investigación verán que a mi humilde persona la han venido castigando desde hace años, con el mismo rigor con que se viene reprimiendo cualquier manifestación del poder real de Dios sobre lo creado... milagros, gestas, progreso de los pueblos, vidas ejemplares, etc. etc.; de tal modo que, cuando oímos hablar de milagros, es sólo de los que, de puro increíbles, parecen cuentos, y nunca de aquellos otros, como el que yo he vivido, en que Dios cura un mal incurable a lo largo de veinte años, y sin dejar de tomar la medicación... De ésos, no se te ocurra hablar, porque esos sí que pueden convencer a la gente de que una vida como Dios manda es más saludable e interesante que una vida como manda la televisión.
Cuando yo daba clase en la Laboral, y me tocaba hacer una sustitución, procuraba entablar diálogo con los chicos, tan necesitados de orientación como están los pobres. Y salía fácilmente el tema personal, que es lo que mayormente les importa a esa edad. En muchos casos, al hablar de la vida, yo les decía abiertamente cómo la fe había cambiado la mía, y muy a menudo me despedían con un aplauso. En mi abordaje de la educación siempre me guie por el sentido común y por mi propia experiencia de aprendizaje; y siempre me topé con la incomprensión. Sufrí mucho -el famoso acoso laboral- pero de ese sufrimiento extraje mi conocimiento; de la confrontación de mi idea (religiosa) de lo que debe ser el hombre con la de los demás. En mi itinerario personal fue para mí un hito fundamental descubrir que existe una ley que conviene respetar por el bien propio y ajeno; y una vez que alcancé esa convicción se fueron derrumbando, como murallas en ruinas, mis miedos y dudas, mis vacilaciones y complejos: El descubrimiento de que el pecado existe, y que éste hiere a Dios y va contra la naturaleza humana, me dio alas.
Pero no habría yo alzado el vuelo si, además de 'alas', no me hubiera dado también mi descubrimiento penas y quebrantos. Ahora que van como un ejército en busca de prosélitos los que absuelven los pecados, individuales y colectivos, y disuelven la conciencia moral en nombre de un dios-mundo que camina él solito a la plenitud, mis 'cicatrices' me permiten rechazar esas razones serenamente: "En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús...".
Y a propósito de esto, dos cosas. El otro día fui al especialista de digestivo, pues desde hace algún tiempo me levanto con mal sabor de boca. Apenas había abierto ésta cuando el médico me dijo: tienes una enfermedad neurológica que causa trastornos del sentido del gusto. Quedé estupefacto, pues todos los meses en que venía arrastrando ese padecimiento yo lo achacaba a reflujo intestinal, como consecuencia del gran estrés prolongado que mis entrañas habían tenido que gestionar; pero me descolocó sobre todo la rapidez y seguridad del diagnóstico del galeno. Y al pensar en ello caí en la cuenta de que bien pudiera ser que esta molestia mía me hubiera sobrevenido tras uno de los episodios de intoxicación que ya he contado en este blog; y de que bien pudiera ser también que el médico hubiera visto últimamente muchos pacientes como yo -"suele venir por tomar medicación...", dijo.
En cuanto a la segunda cosa, la exhortación de San Pablo a los Gálatas me parece que da en el clavo de la miseria que encubre esta pretendida "renovación de vida de la Iglesia" que se intenta divulgar... Se trata, sin duda, de un intento de expandir esa visión neo-teológica desviada, en la que una falaz libertad cristiana, fundada en un seudo-Dios -"tan súper-bueno que se lo hace todo al hombre, llevándolo, él solito, a la perfección última"-, se toma en muchos casos como excusa para darle placeres al cuerpo, o sea, para no computar el pecado. Y ante ese peligro, que desvirtúa la Cruz de Cristo, y la hace inútil, es necesario anunciar el mensaje cristiano con claridad, y exhortar... a tiempo y a destiempo...
[1] Mucho me temo que la censura está al acecho para cercenar la libertad de pensamiento y de expresión, pues por tres veces he elaborado este enlace, y sigue fallando.
[2] Pamplona, Virgen del Carmen de 2011, por la fundación 'Gratis Date' (iniciada por el propio P. Iraburu junto con el Siervo de Dios P. José Rivera, y otros). Apartado 2154 - 31080 Pamplona, Navarra, España - tel:+34948123 612 - fundacion@gratisdate.org
Comentarios
Publicar un comentario