Al verlo se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado (Is 66,14).
A pesar de la apariencia de normalidad, lo cierto es que el momento presente es un ataque a nuestros bienes y a nuestra vida, y ante eso tenemos la obligación moral de defendernos.
Es una guerra distinta a las que conocemos, pues no vemos las manos de los que nos saquean ni oímos las balas silbando a nuestro alrededor; pero hay destrucción y hay muerte. El enemigo es también escurridizo, pero no hay duda de que se trata de los magnates que surcan el mar negociando aviesamente, el dragón que está en el mar.
Hoy os recomiendo una película sencilla, humana y entretenida. En ella vi cómo afronta un barco pequeño las olas de un mar enorme. (Todo lo puedo en aquel que me conforta).
La mayoría de los occidentales ya han sido avasallados, y con el último cónclave se ha estrechado el cerco al 'castillo que nos salva'. A este respecto, está claro que se mezclan entre nosotros curas que no lo son, obispos que son asalariados, y hasta algún Papa que no es del todo católico. En el momento presente, la Prensa intenta desesperadamente convencernos de que hubo un discernimiento profundo para elegir a León XIV, porque a la farsa ya se le rompen las costuras. Pero, convénzase el que aún no lo esté, la Prensa es el brazo armado de la impostura que pretende esclavizarnos: miente de principio a fin para ponernos los grilletes.
Ya se empieza a hablar regular del Papa Francisco dentro de la Iglesia, y los que antes se callaban se suman ahora a la corriente crítica; pero tan solo hace unas semanas tuve yo que escuchar a uno de los sacerdotes de mi parroquia, visiblemente molesto, decir desde el ambón que éramos seguidores del diablo los que opinábamos lo que ahora empieza a ser la versión correcta.
No es que venga a darnos la razón ese cambio, sino que, al igual que antes las críticas, responde a una estrategia de manipulación, que consiste en que, no habiendo habido en lo esencial (Objetivos 2030) ningún cambio, interesa sin embargo mucho que parezca que sí lo ha habido, que este Papa es la renovación que la Iglesia necesitaba. En lo que a mí respecta, no he dejado en ningún momento de ser antipático a propios y extraños; por expresar sinceramente y en conciencia mi opinión sobre los sucesos políticos y eclesiales, soy señalado y marginado; ayer, sin ir más lejos, volví a escuchar la reprobación de un sacerdote desde el púlpito de otra capilla, al tiempo que unos desconocidos que se sentaban detrás de mí daban su aprobación al presbítero, como si estuvieran en un mitin. Las cosas se están poniendo muy feas, y ese acoso, impropio en la Iglesia -del que la presencia de Trump en San Pedro fue anticipo- es la señal. La acritud se me hizo ayer aún más patente a la salida de misa, cuando un hermano, al que tengo en considerable estima, evitó saludarme. Aunque no sabemos cómo vive la mayoría de la gente, porque la Prensa no informa, se puede uno hacer una idea muy ajustada observando a quienes nos rodean. Por el lenguaje no verbal, la lógica, y la experiencia, sé, por ejemplo, que hay muchos varones -la mayoría- que prefieren pensar que sus mujeres son ‘más listas y mejores que ellos’, aunque en silencio estén viviendo enormes tensiones por ver frustrada su virilidad. Lo que llaman feminismo tiene la culpa, ciertamente; el dictado de unos pocos, personas interesadas sin duda, empodera a las mujeres en detrimento de los varones, y, como consecuencia, se produce en las parejas, en los matrimonios, un desajuste que provoca tensiones. Éstas, en la mayoría de los casos dan al traste con la relación, y en otros provocan graves disfunciones. La envolvente ideológica que promueve estos cambios no tiene por finalidad mejorar la situación de las mujeres, ni de nadie; por sus frutos se conoce al árbol, y el fruto de estos movimientos es la destrucción social. Recae principalmente sobre los hijos el drama que se hace vivir a los padres; y lo hace de múltiples maneras. Existe un desconocimiento general acerca de la naturaleza del matrimonio, de sus, digámoslo así, instrucciones de funcionamiento; y nuestra cultura no está por la labor de atender esa necesidad, sino todo lo contrario. De las disfunciones que ello comporta se derivan numerosas lacras para la convivencia ciudadana, al ser el matrimonio su célula fundamental. Al deteriorarse la armonía que subyace en esta institución, la relación afectivo-sexual que le da origen sufre, y aparecen patologías gravísimas para llenar el vacío: la pornografía, la masturbación, la homosexualidad, la zoofilia, el poliamor y la pederastia, entre otras; que hacen víctimas inocentes a los propios hijos. Existe, pues, una planificación para desestructurar a las familias; de tal manera que la mayoría de las que subsisten presentan graves dificultades de funcionamiento. Estos desórdenes, por obra de los dispositivos electrónicos, y de la falta de moral de las instituciones, quedan registrados, y son utilizados para dirigir la toma de decisiones familiares. Y otro tanto ocurre en el mundo laboral, de tal manera que la sociedad mantiene una apariencia de orden cuando en realidad está maniatada y descompuesta: los vínculos afectivos están liquidados y sólo una malla de presión la mantiene unida. El gobierno y la Prensa son despóticos porque ya casi nos tienen reducidos a individuos aislados unos de otros; y en estas circunstancias es muy fácil dominar a la opinión pública, puesto que, ante un tema controvertido, el posicionarse a favor de la verdad implica arriesgar el precario equilibrio que uno tiene. Se consagra así el autoengaño social, que, junto a los métodos coercitivos -de castigo y de recompensa (ascensos, favores, reconocimientos, halagos)- mantiene eficazmente a los individuos sometidos al orden impuesto.
Todo lo que vemos edificado a nuestro alrededor -yo estoy viendo ahora el perfil de la ciudad antigua de Toledo, un conjunto armonioso y bello- todo lo que vemos, digo, es muchísimo más que un conjunto de piedras o de ladrillos, es, en una palabra, amor. En el recinto amurallado de Toledo viven personas, pero, fundamentalmente, vive el amor; y cuando desaparece el amor una ciudad se cae. La realidad de nuestras vidas es que hemos nacido del amor, vamos hacia el amor, y es por medio del amor como conseguimos llegar a la meta. El valor supremo no es, como se nos quiere hacer creer, la vida biológica, la cual tendríamos la obligación de conservar a cualquier precio; no. El principio que da sentido a nuestra existencia, y que tenemos la obligación de preservar, es el amor. Todos estamos al servicio de ese gran bien fundamental, que es el arcoprimordial que sostiene la vida en la tierra, el amor. Partiendo de ahí se entiende mejor la Historia. Han sido innumerables los intentos de dominar a las personas cambiando el significado de su vida en la tierra. O, en otras palabras, dándoles un placebo de amor como aliciente para sus vidas. Estamos moralmente obligados a atender en todo momento ese requisito fundamental de la vida, que da sentido y fuerza a nuestros actos. Y es necesario estar vigilantes ante cualquier intento de adulterar ese significado original. Estos asaltos a la verdad, en el momento actual, en el que una gran masa de occidentales ha alcanzado un nivel alto de formación, se han hecho más sofisticados y atacan de formas sutiles el núcleo cultural que respalda la edificación de las sociedades, a saber: la verdad revelada por Jesucristo, nuestro Señor. Hoy en día son figuras de primer orden los hombres y mujeres con conocimiento de las comunicaciones humanas. Pero junto a ellos trabaja un equipo multidisciplinar de expertos en cultura, entre los cuales destacan especialmente los teólogos, por cuanto, por encima de todas las disciplinas se alza, para darles sentido, aquella que busca y tiene la sabiduría última que proviene de Dios. La importancia que los medios de comunicación vienen dando a la figura del papa tiene que ver con esto que estoy diciendo. La desaparición del Papa Francisco debe ser analizada desde este prisma. Después de doce años de pontificado había llegado a ser muy controvertida su figura por la dificultad intrínseca que, desde el punto de vista sociológico que estamos comentando, contiene el rol de cabeza de la Iglesia; de tal suerte que su muerte técnica era imprescindible para la impostura que quiere gobernar el mundo. A ésta, para continuar con su plan de ruptura con la tradición, tanto el pasado como el presente les son un estorbo; y a superarlo han venido los cambios de leyes y las adversidades inventadas. Bajo el paraguas de una propaganda altamente tecnologizada, la cuña del género, la Ley de Memoria Histórica, la adulteración sistemática de la educación, el gerontocidio covid, las guerras chuparrecursos, el candado a la información, la clausura (encubierta) de fuentes de conocimiento (esquilmación de bibliotecas y cambiazo de web por IA); todo eso y más, al servicio de una hiper-analfabetización funcional, allana el camino para que la psicología de masas pulverice la resistencia a la manipulación. La sustitución del Papa contó con la instrumentación de los viejos esquemas de pensamiento que aún laten en el subconsciente colectivo. El cliché es que 'muere un papa, se reúne el cónclave, y se abre un nuevo período impredecible de cambios en la Iglesia y en el mundo'. Al fin de actualizar ese viejo cliché respondieron las largas emisiones, los ríos de tinta, las películas de Papas y cónclaves, etc., de tal manera que la inercia de no pensar siguiera actuando en ese crucial momento; y de tal manera que se olvidara el contexto de mentira y opresión en que ese acontecimiento estaba teniendo lugar. Los sistemas de elección en todo el mundo son intencionadamente anacrónicos y las elecciones son fraudulentas. Y es lógico que sea así en el contexto de reestructuración social en marcha. La elección del nuevo Papa León XIV es absolutamente calculada para continuar con los propósitos del nuevo orden 'social'. Hoy he visto por primera vez referirse al Papa suprimiéndole el apellido: "León", a secas; previamente se instruyó al pueblo en los templos para decir "decimocuarto", de modo que, por lo largo del nombre, y a la mínima que los medios dieran pie a ello, también en la Iglesia se empezase a hablar de un "león" en Roma. De esa manera, con la simple asociación mental entre papado y poder, las adhesiones a esa nueva figura impostada se multiplicarían, al tiempo que las críticas quedarían mucho más expuestas a la descalificación y a la persecución. Pero el poder atribuido al Papa León XIV, como hemos visto con el Papa Francisco, es una pantomima, y en realidad está ahí por su plena sintonía con la impostura dominante. Así, de esa manera sibilina, se usurpa el legado de verdad que la Iglesia está obligada a custodiar. En el caso del nuevo Papa se da la circunstancia de que su perfil es opaco. Ni siquiera en los preliminares se supo nada de él, y lo que se destaca ahora, ya veremos por qué, es su pasado misionero. Pero jamás sabremos qué es verdad y qué no de lo que se nos diga de León XIV, porque todo lo que salga a la luz de un personaje clave en la arquitectura del nuevo régimen es de altísima relevancia y de calculada repercusión. Que circule por ahí una foto con el sacerdote Prevost montado en un pollino no aporta ninguna información fiable, en una prensa que es mentirosa desde el principio (hablo de la nueva Prensa); también yo tengo una foto con un oso y nunca he sido domador de fieras.
En el Mar Negro, Primorsko (Bulgaria), adonde, en el año 2000, me llevó una beca del Consejo de Europa para participar en un grupo de estudio de Mediación en Conflictos.
No busco la aprobación de otras personas cuando escribo estas cosas sino que cumplo con un deber de conciencia, con la misión de cooperar con la Verdad a la que me siento llamado. En esta labor he compartido con ustedes penas y alegrías, y he dado testimonio de la acción del mal en mi vida, para que sirva como prueba de la veracidad de lo que escribo. Si el Señor nos ha dicho que seguirle a Él implica cargar con una cruz, yo he querido mostrar mi seguimiento por medio de mis cruces; y mi testimonio es para dar a conocer su Nombre. En ocasiones ha permitido Dios que arriesgue todo por Él, para probar mi amor y aumentar así mi gozo; en esas pruebas he sufrido mucho, pero la certeza de tener a Dios como guardián de mi vida, la certeza de que Dios me ama, ha sido la recompensa a mi fidelidad.
Hace poco compartí aquí unas experiencias dolorosas recientes, doblemente dolorosas, por ser ataques al tierno corazón de mi hija, y por provenir de sacerdotes. Ya entonces aporté datos de la colaboración de algunas personas del colegio de mi hija en la vil tarea de desestabilizarla anímicamente para silenciarme. Y hoy, tristemente, ha vuelto a supurar aquella herida.
Los adolescentes sufren dramas que no dan la cara hasta que ya es tarde. Desde niños son sometidos a un bombardeo incesante de estímulos que les encierran en un mundo irreal y adverso, al que los adultos no tenemos acceso; esto no es fruto de la dinámica del mercado, sin más; no es para nada casual. Le interesa mucho al poder que este sector no llegue a adquirir una conciencia bien formada sobre la realidad que le rodea; le interesa neutralizar a la capa social más inconformista por naturaleza, la cual podría tumbar su tiranía. Estas jóvenes almas son blanco de incesantes reclamos que buscan confundirles y extraviarles. Viven inmersos en un sistema de (in)comunicación basado en la interferencia y en la asechanza continuas, que les hace sentirse inseguros y amenazados. Crecen con fatiga vital, acuciados por innumerables miedos, en un ambiente agresivo y hostil, privados de serenidad, de referencias estables y tranquilizadoras sobre el futuro, al borde siempre de la angustia y el desánimo.
Los centros escolares se han convertido en lugares peligrosos para quienes puedan suponer un obstáculo a los planes de la Agenda; y la estudiada transformación que han sufrido en estas dos últimas décadas los ha preparado para ese trabajo vil, en el marco del deterioro social general. En concreto, la educación se ha convertido intencionadamente en una tarea imposible; el que tiene suerte de haber nacido en una buena cuna, o de ser muy dotado por naturaleza, puede, como mucho, adquirir una instrucción que le capacite para un trabajo bien remunerado; pero, con todo, si Dios no lo remedia, llevará lagunas de formación humana que le limitarán de por vida. Esta falsificación de los objetivos educativos responde al plan de sustituir la inteligencia humana por la artificial, y someter el mundo a un dueño. Como este fin es inconfesable se mantiene sobre el papel una programación y una teoría educativas que en la práctica brillan por su ausencia, lo cual conforma un ambiente de falsedad generalizada en las relaciones humanas del centro. En este ambiente llevan la peor parte los alumnos desfavorecidos que no están dispuestos a transigir con la mentira; en torno a ellos se forman envolventes de acusación para neutralizar sus críticas (o las de sus padres), y participan en ella cualesquiera estamento o persona de la comunidad que vea un beneficio propio en colaborar de forma anónima con la extorsión. De la misma manera dañina se solventa la falta de una evaluación justa, por cuanto no existe forma humana de valorar rectamente el mérito de los alumnos en un ambiente tan turbio y adulterado como el suyo. Se configura así un clima propicio para el abuso psicológico: a los niños se les sumerge en el marco falso de que se tienen que esforzar para adquirir una preparación para la vida; pero, en vez de eso, lo que se encuentran a diario es una barrera de tropiezos que no sólo no tienen nada que ver con la educación sino que han sido introducidos para impedirla. Inevitablemente, inmersos en esa falacia, reciben sistemáticamente maltrato psicológico con el fin de confundir su inteligencia, de nublar la clara visión del engaño que no pueden dejar de percibir. Es de lo más corriente que se les haga ver que 'no valen' si no alcanzan los objetivos que arbitrariamente les marca el profesor, lo cual es una barbaridad equivalente a condenar a un inocente indefenso. El abuso psicológico que se ejerce sobre el alumno le empuja a adaptarse a ese sistema injusto adoptando él a su vez practicas deshonestas. Son innumerables las formas de intercambio ilícito, y terminan siendo asumidas como normales por el alumnado, cerrando así el círculo vicioso iniciado por los intereses del poder. En cuanto a la formación que se dice impartir, se traduce finalmente en unas migajas de conocimiento que no aportan otra cosa que un salvoconducto para acceder al siguiente obstáculo de un camino sin sentido.
En ese mundo adulterado, la imposición digital facilita el engaño, por cuanto toda la comunicación que podría ser aducida como prueba de errores puede ser revisada y corregida a posteriori por el impostor. Asimismo, el soporte digital permite atribuirle virtudes didácticas al sistema de autoaprendizaje que son, o pueden ser, inexistentes, o dejar de estar operativas a gusto del servidor; o estar, de hecho, disponibles para algunos y restringidas para otros a los que el poder haya decidido castigar, al tiempo que éstos no podrán conocer el origen de sus dificultades ni probar que hubo abuso.
Hay otras lacras que permanecen ocultas pero activas por esa misma discrecionalidad del sistema que imponen los poderosos. El abuso de autoridad, o de otro tipo, por ejemplo, fruto de la falta de honradez o de autodominio, podrá ser o no castigado según convenga al poder establecido; y su denuncia pública puede acarrear represalias y complicarte mucho la vida.
Los errores digitales son como los del "DIA", siempre en contra de uno...
El otro día nos llamó nuestra hija durante el recreo, pidiéndonos que la fuéramos a buscar porque no se encontraba bien. La recogimos una hora y pico antes de la salida, y se metió en la cama, con malestar general. Cuando se sintió mejor empezó con la tarea, pero se la notaba incómoda, y tensa. La razón por la que una persona con sus dones pueda sentirse tan a menudo superada tiene la explicación que antes he descrito: un principio tóxico, en general, que afecta a toda la sociedad, y de un modo especial a los jóvenes. Los padres tenemos que lidiar con esa sobrecarga, como podemos, con gran esfuerzo siempre; pero resulta especialmente frustrante comprobar que uno de los efectos de esa intoxicación sea el aislamiento comunicativo, que hace tan difícil poder ayudar a tus hijos.
En esas ingratas lides estábamos aquel día, apoyándola en sus tareas sin atinar mucho; y así nos pilló la noche, sin solución al problema, hasta que al día siguiente nuestro buen Señor nos echó un cable. Cuando iba a acostarse nos pidió que la despertáramos tres cuartos de hora antes de lo habitual, porque tenía que preparar un 'speaking'.
Al levantarse, comprobé que seguía sintiéndose mal, presionada, porque no reaccionó como ella suele hacerlo a un pequeño contratiempo. A esas alturas ya barruntaba yo el origen de su malestar, del que ya he hablado en otra entrada de este blog: esa herida doblemente dolorosa.
Como docente, soy especialmente sensible a la adulteración del sistema educativo por intereses espurios, y, como católico, lo soy al abandono de la verdadera educación religiosa. Advertir del peligro de esas derivas me han hecho antipático en las comunidades educativas de que he formado parte, pero no por eso he dejado de hablar de ello cuando se me ha presentado la ocasión. La última vez fue con motivo de una salida escolar de cinco días, a la que se apuntó más del ochenta por ciento del alumnado de primero de bachiller en el centro de nuestra hija. Intervine en la reunión preparatoria rogando que ya que la actividad iba revestida de 'gran interés escolar' se le diera más peso al aspecto académico -con el románico como centro de interés- que al lúdico-formativo; y lo propuse teniendo en mente que estaba siendo un curso pródigo en 'salidas', y siendo consciente del grado de dispersión y, por tanto, de perjuicio, que inevitablemente causaría dicha salida en el alumnado.
El día previo al viaje, con el trajín de los preparativos, vi en Educamos que le habían puesto una falta de asistencia a nuestra hija (la falta que en la foto de arriba lleva el comentario sobre un 'speaking'). Me pareció rarísimo porque a esa hora estaba en el centro como todos los días, pero porque no fuera preocupada al viaje no le comenté nada a mi hija. Al habla con el profesor me dijo que no me preocupara, 'que ya hablaría él con ella'. Tras la actividad itinerante, el jueves día ocho se incorporó a sus clases.
Pasó aquel fin de semana, y empezó la presente; el lunes ya empezó a dar muestras de estar apurada, y el martes fue cuando se encontró mal. En el diálogo que tuve con ella al despertarse al día siguiente, me pidió que le imprimiera un texto en inglés, que es el que pego a continuación.
"Good
morning, everyone, and welcome to Tate Britain. My name is [your name], and
I’ll be your guide for this part of the tour. I’m delighted to introduce you to
one of the gems of our collection – a painting that captures beauty, tragedy,
and literary symbolism all at once. The artwork I’m referring to is Ophelia, painted by John Everett Millais
in the mid-19th
century.
Before we
take a closer look at the painting itself, let me give you a bit of context.
Tate
Britain, where we are standing now, is one of the four Tate galleries across
the UK. It was founded by Sir Henry Tate, a wealthy sugar merchant and art collector, in 1897. His vision was to make British art
accessible to the public – and today, the museum houses a vast collection of
works dating from the 1500s
to the present day.
Ophelia is located in our section on Victorian art, among other works by the Pre-Raphaelite Brotherhood,
to which Millais
belonged. This painting is often considered a highlight of the entire
collection, and it draws thousands of visitors every year. Now, a few words
about the artist. John
Everett Millais was born in 1829 in Southampton,
England. He was
something of a prodigy – he entered the Royal Academy Schools at just eleven years old. Along
with Dante Gabriel
Rossetti and William
Holman Hunt, Millais
founded the Pre-RaphaeliteBrotherhood in 1848. Their aim was to return
to the rich detail, vibrant colour, and complex symbolism of art before Raphael – hence the name.
Millais’s painting style was meticulous and emotional. He was
fascinated by literature and often drew inspiration from poetry and theatre, as
he did with Ophelia.
Ophelia depicts a
scene from Shakespeare’sHamlet,
specifically the moment after she falls into the river and just before she
drowns. Ophelia,
driven mad by the death of her father and Hamlet’s rejection, slips into the water
surrounded by nature.
Now,
notice the composition. The scene is horizontal – we see the stream stretching
across the canvas, with Ophelia’s
body floating gently along the surface. Her expression is calm, almost serene,
despite the tragic context. Her arms are open, her palms facing up, and her
gaze is distant. Millais
captures a moment of haunting beauty right before death.
The level
of detail is extraordinary. Every flower, leaf, and blade of grass is painted
with scientific accuracy. In fact, Millais painted the background outdoors, by the Hogsmill River in Surrey, spending months
perfecting the natural setting. Then, he painted Ophelia in the studio, using a
model who posed for long hours in a bathtub – and even caught pneumonia during the process!
One of
the most striking aspects of the painting is the use of colour. The greens and
browns of the riverbank create a rich, earthy tone, while Ophelia’s dress and pale
skin stand out, drawing the viewer’s eye to her. The bright flowers around her
add contrast – but they’re not just decorative.
Each
flower in the scene has symbolic meaning. For example, the poppies suggest death and sleep, the violets represent faithfulness and chastity,
and the daisies are
often linked to innocence.
These choices weren’t random – Millais deliberately used Shakespeare’s text to include flowers mentioned in
Hamlet, reinforcing
the literary connection. The painting was completed between 1851 and 1852. At first, it received
mixed reviews, as the Pre-Raphaelite
style was quite radical at the time – it was too detailed, too unconventional
for Victorian
tastes. But over time, Ophelia
became one of the most celebrated images in British art, admired for its
technical mastery and emotional depth.
Today,
it’s not just a painting – it’s a symbol of the Pre-Raphaelite movement and a powerful visual
interpretation of one of literature’s most tragic female figures.
To sum
up, Ophelia by John Everett Millais is a
stunning blend of literature, emotion, and natural beauty. It tells a story
that’s both tragic and poetic, rendered with breathtaking precision. Millais’s attention to
detail, combined with his artistic vision, makes this painting one of the most
iconic works of the 19th
century.
Thank you
for listening, and I invite you to take a closer look at the brushstrokes and
textures – it’s a painting that rewards patience and observation.
Resultó que tenía que prepararse ese texto para exponerlo en clase a primera hora. Y, a pesar de no tener ninguna dificultad para expresarse en inglés, se vio del todo punto incapaz de afrontar esa tarea en la media hora de que disponía.
Tal como ya he dicho, es muy doloroso para nosotros los padres no saber qué viven por dentro nuestros hijos cuando lo pasan mal, y, por tanto, no poder ayudarles. Esa mañana yo no comprendía lo que estaba sucediendo, hasta que el Señor me iluminó. Hice una copia del texto en cuestión y me puse a leerla; marqué en amarillo los nombres propios, en verde las fechas, en violeta las largas enumeraciones de cosas, y en rojo los contenidos 'que pudieran herir la sensibilidad'. La de nuestra hija, por cierto, es muy acusada; desde niña manejaba los pinceles y los colores con una familiaridad asombrosa; en cierta ocasión, cuando tenía dos años recién cumplidos, probamos a llevarla a un cole muy bueno, y, pasado un tiempo, al habla con la directora, me dijo ésta que la niña tenía unas dotes extraordinarias para la expresión pictórica, tanto, que la profesora que la atendía llegó incluso a asustarse. Volviendo al speaking, resultó que el texto sobre el que tenía que hablar era el comentario de un cuadro famoso, y esa coincidencia me espabiló los sentidos; vi entonces que se trataba del suicidio de una adolescente a la que se le había muerto su padre y la había rechazado su chico, y cobró fuerza en mi un negro presentimiento; quise ver el cuadro al enterarme de que mostraba el cadáver de la niña flotando en el agua, y quedé estremecido de espanto al comprobar el extraordinario parecido de su rostro con el de nuestra hija... Sin embargo, tras esa primera impresión, me sentí muy aliviado.
¡Con que era esto! En el apuro que acogotaba la noble y tierna alma de nuestra pequeña, incapaz la pobre de comprender por qué se veía así de avasallada, su reacción al hacer la primera lectura de ese 'speaking' fue desmoronarse. No sé cuáles fueron las instrucciones del profesor, no sé si le pidió memorizar (de un día para otro) aquel texto tan lleno de datos, y en aquel momento tampoco sabía yo si lo había elegido ella, o, por el contrario, se lo habían impuesto (que era lo que yo me temía y, en efecto, sucedió). El día anterior me había comentado que "no entendía por qué tenía que hacer ella ese 'speaking'", pero era obvio que su natural bondadoso le había hecho aceptar 'la inesperada tarea' sin más, tal vez pensando, o inducida a pensar, que con su nivel de inglés 'no le iba a costar ningún trabajo hacerlo'.
Con la luz de Dios en mi mente y en mi corazón me acerqué a ella y le dije suavemente que "había visto el drama que estaba viviendo... que había visto a Ofelia"... y que no se preocupara en absoluto, ni en ese momento ni nunca, porque era muy amada.
Dios me permitió ayudarla, mostrándome lo escondido. Si no fuera porque ya tenemos un historial de trampas escondidas y destapadas por Dios... no sé cómo narraría yo este episodio; pero por gracia del cielo puedo narrarlo como alabanza a Él, el Dios vivo y verdadero, Dios bueno y Todopoderoso, que cuida de sus fieles día y noche y no permite que tropiecen sus pies. ¡Bendito sea Dios!
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