QUE NO TIEMBLE VUESTRO CORAZÓN


Juan Manuel Uceta Renilla, sacerdote, canta la Parábola del Siervo Fiel (Mt 24) en una boda;
y todos los presentes, como mirando por una ventana que diera al cielo, le ven impartir la Bendición con los Evangelios... 

"Alégrense y exulten las gentes, pues tú juzgas al mundo con justicia, con equidad juzgas a los pueblos, y a las gentes en la tierra gobiernas." (Sal 66; Laudes de hoy)

Dios gobierna, sí, pero es necesario orar sin desfallecer para no verse arrastrados por la desesperanza del mundo. Es contumaz el desprecio y la burla que los poderosos nos hacen a través de los medios. Desde aquellos tiempos de los 80 y 90, en que por cuatro perras comprabas un par de periódicos el domingo y tenías que llevarlos en un carretillo y ni con el mayor de los empeños lograbas leer en toda la semana los artículos que te parecían interesantes, hasta hoy, en que por más que quieras no encuentras ninguna información que merezca ese nombre, ¡cuánto han cambiado las cosas! 
El momento es trágico, sin ninguna duda. Dios mira desde el cielo, y las copiosas lluvias de este año son sus lágrimas. ¿Quién salvará a mi pueblo?, se lamenta el Señor. 
Ese tiempo en que la maldad crecerá tanto que la caridad de muchos se enfriará, ya está aquí. Muchos hermanos, vencidos por la dureza del camino, se están yendo detrás de distintos reclamos que les alejan de los buenos pastos. Y, ¿quién dará sabor al mundo si la sal se vuelve sosa?
En el ágora ha desaparecido el sentido común, y hace años que no hay forma humana de entenderse. Ahora se cocina todo a espaldas de los ciudadanos. Las noticias, incluso las que abordan los temas más delicados -como una guerra, o el peligro de guerra mundial- parecen estar redactadas por alumnos espabilados de la ESO; con faltas y todo. Y así un día tras otro, con total desprecio al lector. 
Un día se nos dice que nos van a freír a impuestos y carestías, y al otro se nos hace sentir que todo está como siempre; las corrupciones de este gobierno nunca le derrocan, y fósiles como Chaves y Griñán siguen dando jugo. O juego, porque jugar es lo que hacen con nosotros. 
Ahora se han buscado 'un sátrapa de trapo', un bufón de teatrillo para cargarle los malos humores que la vida sin amor y sin sentido provoca. A ese Trump-fantoche, con ese careto colorao y esa pinta ridícula, le van a sacar mucho partido los diarios españoles.

Y es que, de verdad, como diría un castizo: "Tiene una cara para llevar tortas..."

El personaje se presta a la manipulación perfectamente: Con el teléfono en la mano o con las posaderas en el Vaticano, en un mitin virtual o en su despacho oval, el títere malo produce el efecto de hacernos vivir contentos con las migajas diarias de sustento que nos arroja el amo...  
Lo sacan un día hecho un basilisco, amenazando con quitarnos la comida del plato, mientras los diarios, al unísono, corean: ¡qué miedo, qué miedo, que viene el coco! Y el mundo se agita y tiembla... Luego lo devuelven a su caja y sacan el muñeco de la "Sra. de Von der Layen sin Von que se le conozca", la antagonista del malo, la cual, con su invariable figura hierática, y sus pocas palabras, nos devuelve la seguridad y la calma. Y así, entre sustos y palmadas, con sancheces y celenskis, secundarios de barriada, las habichuelas del rancho nos chulean por la cara.
A despistarnos se dedican los medios, y a templar gaitas; que, cuando el efecto se pierde, de la pueril farsa, y el genio hispano resurge de entre las sábanas, podemos, por unas horas, soñar despiertos que despierta España, y leer en algún diario alguna cosa sensata; pero es breve la alegría en la casa del pobre, y al madrugar éste al alba a sus labores, ya está de nuevo en escena el rompeilusiones y ya se achica el más bravo de nuestros varones. 
"Si decimos: "No hemos pecado", le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros." (1ª Jn 1,10)
Mateo pone, antes de empezar a narrar la Pasión, tres parábolas que animan a llevar una vida de servicio activa; la primera es la del Siervo Fiel, antes citada, y la segunda la de las diez vírgenes, exhortándonos en ambas a perseverar en las buenas obras, aunque nos parezca que tarda en llegar Aquel a quien esperamos. La siguiente parábola es la de los talentos, y en ella se corrige una actitud impropia del católico, aunque frecuente: que es la de 'no arriesgarse en nada, por temor a un Dios Todopoderoso'; y la cita que da título a este apartado concuerda muy bien con esa parábola. Porque, en cierto modo, el que no invierte sus talentos se hace la ilusión de que Dios va a estar contento con él, porque lo que le dio para que lo guardara estará seguro hasta que se lo reclame; y, sin embargo, ¡qué cerca está esa actitud del que se cree que no peca! 
El ABC y El Confidencial se victimizan continuamente, acusando al gobierno de ejercer censura, pero mienten. Su defensa de una información libre tiene como único fin hacernos creer que los partidos representan distintas ideas políticas -¡qué cinismo!- y, en realidad, todos ellos, azules y rojos, sirven a los intereses de un único amo.
En las misas de San Juan de la Cruz hay muchos tosicómanos. ¿Cómo han contraído esa 'enfermedad'? Ayer vi una película de acción y suspense, Bourne, en cuyos diálogos me voy a apoyar para explicarlo:

                                                      

Hacia la mitad de la película, Bourne pregunta en qué consiste Ironhand, la nueva operación de la CIA; y la experta en ciber se lo explica: "Vigilar a todos todo el tiempo".



Y en la penúltima escena, esa misma agente, al sugerirle a Rawlins convertirse en su mano derecha, da razón de cómo se completa 'la adicción': "Si Vd. no quiere... no se preocupe... hay muchas agencias interesadas en lo que yo sé." 
 
                                                      

Esta súper-agente está al día, y dice, por ejemplo, que Mr. Dewey, el director de la CIA al que Bourne se acaba de cargar -un malo malísimo- representa los métodos de control antiguos, y que Mr. Kalloor, -un joven alegre y desenfadado- representa el futuro de la seguridad mundial: Deep Dreams, su plataforma de aplicaciones, tan encantadora y tan exitosa que, "una vez dentro, ya no te planteas el problema de la libertad". Toda una alegoría de los planes de la Agenda, mira tú por dónde.  





           

  




Pero el mundo convertido en una empresa, propiedad de un dueño, en la que la persona no es más que una pieza del engranaje y queda 'excluida si no cumple el contrato', es también el argumento de la última novela atribuida a Almudena Grandes, del género "de anticipación política", y, curiosamente, son un grupito de gente humilde, descontentos con ese mundo totalmente dirigido y controlado. los que, por caminos  borrosos, entre la ingenuidad y la providencia, logran sacar a España de esa pesadilla. Un grupo de los que no cuentan, movidos por el "algo habrá que hacer", que logran confundir y vencer a los que cuentan, gracias a Dios.  
El modo principal de reclutamiento para esa empresa mundial es tan viejo como el hambre: el chantaje, por temor al sufrimiento (a la muerte, en último extremo): 'Si no haces lo que te digo va a saber todo el mundo que eres un gusano...'. Y firmas, vaya que si firmas, porque está muy feo todo eso que has estado haciendo. 
El pecado nos pone unas cadenas; nos hace esclavos de una u otra forma. El 'negrero' es, en última instancia, el Oscuro; ese que se presenta en tu noche más triste y te pone ante los ojos 'un infierno de vida', para paralizarte y dominarte. Pero, ¡atención!, si en esas trágicas circunstancias tuvieras la contraoferta que representa Jesucristo, y la prefirieras, sucederían dos cosas (hablo también por experiencia): una, que verías que la oscuridad con que el malo había pintado tu futuro era un engaño (porque él no tiene poder sobre Dios); y, dos, que la opción 'ventajosa' a la que estarías renunciando no tiene color comparada con la vida con Jesús. Tú no lo sabes, pero es muy probable que esa denuncia pública de tus miserias por renunciar al siniestro contrato, pudiera perfectamente no llegar jamás a ejecutarse; y, en todo caso, la purificación que forzosamente habrías de iniciar al abrazar la esperanza de una vida libre y sin pecado, no sólo no te 'mataría', sino que la experimentarías desde el primer momento como una liberación, como encontrar la salida de un laberinto de muerte. 
El caso es que muchos son reclutados para el ejército negro de esa triste manera; hay en esas filas ladrones, asesinos, pederastas, sádicos, exhibicionistas, homosexuales con matrimonios por la Iglesia, etc. etc., representantes de todas las miserias humanas, y de todas esas relaciones 'impuras' de las que la lectura de hoy de los Hechos de los Apóstoles recomienda abstenerse (Lev 18). Y esos son los tosicómanos que hoy perturbaban el recogimiento en la misa de San Juan. Ellos han recibido órdenes de sus jefes para actuar así; son esclavos, sin más.
Desde este punto de vista, la Agenda 2030 se puede considerar como la crónica de la extensión del pecado por el mundo en el milenio actual. Les conté hace poco como los de Emaús quemaban los pecados en una pira expiatoria, porque ¿quién sino su dueño iba a hacer una cosa así? Estos condenados modernos van a Emaús y similares (la lista es interminable: partidos como Vox o Podemos, empresas pantalla, sindicatos de viejo y de nuevo cuño, asociaciones de vecinos, deportivas, profesionales; van también a centros de enseñanza, con la bolsa de trabajo o con plaza fija, con la misión de flirtear para romper matrimonios, o de entrar en los equipos directivos para destrozar la poca educación que todavía se imparte; etc. etc. etc.); los desgraciados que son pillados in fraganti en un patinazo no saben que todas sus tropelías están registradas desde el primer día. Y una noche, aquella en la que el Ojo vea que estás más vulnerable, recibes un mail, un blackmail; y al día siguiente ya te vas ¡a galeras a Emaús! Y tras unos meses llegarás incluso a auto-convencerte de que estás haciendo un bien a la sociedad, y te emplearás a fondo en extender el error, porque has caído en la cuenta del poder de la fiera, y la veneras...
Algunos van, cómo no, a grupos sinodales, o a grupos tradicionales de las parroquias, porque así entran en la casa del enemigo al que quieren destruir. Se introducen, pues, allí donde ha dejado de soplar el Espíritu porque no hay vida, y allí donde, no soplando, ellos montan el paripé de que sí lo está haciendo, y fuertemente. Todos estos agentes que pululan en la Iglesia llevan siempre una vela en la derecha y otra en la izquierda... Se les conoce a la legua por su escasa motivación religiosa, porque, aunque hacen moniciones, cantos, o ritos, le imprimen a todo una languidez morbosa, porque no pueden dar lo que no tienen. Y cuando salen fuera se muestran como son, interesados en las cosas del mundo. El dinero basta para reclutar a muchos de ellos: un chalet, un trabajo cómodo, un buen coche... y ya está. Y se dedican con denuedo a horadar las murallas de la civilización cristiana con todo su empeño y sus talentos.
Por eso es tan grave que muchos católicos piadosos le tengan miedo a Dios y no inviertan sus talentos. Por algo dice el Señor que los hombres de este mundo son más astutos que los hijos de Dios. Y más trabajadores.
Las sociedades libres, los estados de Derecho, y esto lo sabe todo el mundo, son pura fachada; por dentro están como quesos de Gruyere. ¿A cuento de qué, si no, llevamos seis años aguantando las afrentas y las transgresiones del desalmado gobierno impostor de Sánchez? ¿Y cómo es posible que sigamos sin una ley de prensa que obligue a informar al ciudadano, y lo proteja de la burla a que diariamente es sometido por los medios? Pues sencillamente porque una parte importante de la población trabaja en secreto para los magnates sin escrúpulos que nos oprimen,  y otra parte, también muy considerable, guarda silencio. Están actuando con el miedo y la propaganda como armas; con el respaldo de ese gran ojo que todo lo ve.
No hace falta ser muy listo para entender la jugada. El gobierno actual hace burla de todo porque así genera un sentimiento de impotencia que inhibe a la población de hacer frente a la impostura. ¡Ay, si el mundo escuchara la Buena Noticia!: "Os he llamado como la gallina a sus polluelos; si vinierais a mí, en un momento humillaría a vuestros enemigos..."
Pero por las buenas o por las malas, esa Buena Noticia se oculta. Y en su lugar hace ostentación de fuerza el enemigo. ¿De dónde va a salir un Bourne entre nosotros, si la falta de Dios nos deja sin fuerzas? Y basta la ficción -una CIA de medios deslumbrantes,  ilusorios- para hacernos creer que el enemigo es invencible. Me viene a la memoria Blas de Lezo, aquel 'medio hombre' -cojo, manco y tuerto- que, en 1741, con sus talentos potenciados por la fe, humilló a la poderosa armada británica en desigual batalla, alargando con ello la gloria del reinado, fecundo en fe, de los reyes católicos. Y es que un cojo, lleno del Espíritu Santo, es un hombre entero, de una pieza, con una entereza heroica. (Y, al contrario, un cojo -cada uno de nosotros- que no reconoce su limitación, su condición básica de menesteroso, de estar necesitado de perdón, es un ser miserable, cuya psicología busca incansablemente dar con 'la cojera del otro' para, amenazándole con exhibirla, dominarle). ¡Despertad del sueño, pobres de la tierra! Pues nada puede hacer el hombre sin Dios; nada; el poder humano es una gran mentira.
Publiqué en julio del 2023 mis conclusiones acerca del proceso electoral, relaté cómo había descubierto el fraude que encerraba el escrutinio; y señalé a la empresa de recuento, participada por el gobierno en un porcentaje que le daba el mando... Esa misma que hoy sigue pavoneándose por ahí con su nombre de planta venenosa; sintiéndose intocable. Pero ¿quién puede creerse que un país como España cayera tan bajo como para dar su confianza a un personaje tan mediocre como nuestro presidente? En verdad, estoy convencido de que los números reales nunca le han dado opción a gobernar, ni sumando a los violentos.
Detallé con ocasión de aquel (u otro, no me acuerdo bien) proceso electoral, cómo me había impactado la siniestra actitud de los dos comisionados del ayuntamiento en el colegio donde yo actuaba como interventor, su frialdad, su nula empatía, el halo repelente con que se protegían... Y hoy he entendido, por fin, el por qué de aquella gravedad suya. 
Uno de esos feligreses que salen muy serios al ambón es un funcionario veterano del ayuntamiento, que en aquellas elecciones en que yo participé se movía entre las mesas como pez en el agua, organizando, vigilando... Nada sorprendente, pues en su falta de alegría litúrgica se podía adivinar su buen desenvolvimiento en el mundo. El caso es que en la siguiente ocasión en que fui a votar me lo encontré presidiendo una mesa... 'Demasiada casualidad', pensé. Así como a lo tonto, una joven que también presidía una mesa me confesó que no había perdonado el 'sábado noche', y que estaba allí habiendo dormido poco... sólo por poner dos casos, dos gotas en el océano del fraude electoral. 
El conocimiento matemático que permite las impresionantes realizaciones tecnológicas actuales, ¿no habría de ser capaz de hacer una predicción de resultados en tiempo real? Hay muchos intereses en juego en el resultado de unas elecciones. Ya en Bourne (2016), lo de 'vigilar a todos todo el tiempo' lo sacaban a colación como 'proyecto de futuro', para ocultar que ya se practicaba. A aquellos dos tristes funcionarios a los que yo observaba, 'les agarró un temblor' y una rigidez extrema cuando obtuvieron de los presidentes de mesa las actas con los porcentajes de votación de mitad de la jornada. Como el que lleva un tesoro que quema, salieron con los documentos hacia su previsible, inconfesable destino: un análisis con las más sofisticadas técnicas, un ultra procesamiento cruzado con los perfiles de votantes, actualizados constantemente; con las tendencias y previsiones por zonas, barrios y mesas extraidas por comparación de históricos -en un contexto de congelación social- y con mucho más; para alcanzar, sin duda, una predicción exacta final de las votaciones. Y si es más que probable que las actas parciales de participación, en el registro matematizado de la vida ciudadana, permanentemente monitorizada y cada vez más predecible, basten para permitir la anticipación exacta del resultado final, lo es también que dicha información sea el soporte para el diseño del plan de intervenciones de 'cirugía mínimamente invasiva' necesarias para modificar el resultado electoral en favor de los magnates. 
Aquí volvemos a Bourne y a los nuevos métodos. Mucho antes de que saliéramos ninguno de nosotros a votar aquel domingo de julio, los ingenieros informáticos tenían ya preparado un dossier completo con información sensible de ser utilizada para manipular el proceso electoral: qué personas habían decidido no ir a votar; que personas habían pasado a un estado propicio para ser 'intervenidas'; qué configuración y condiciones reunían las distintas zonas, colegios, mesas, a raíz del protocolo previo al día de las elecciones, etc. etc. . Esa información, cruzada con las acciones previsibles utilizables de la población, como por ejemplo, la hora preferida para ir a votar, y enriquecida con todas las incidencias factibles de ser provocadas, ofrecería un mapa de candidatos a ser suplantados sin riesgo, y de los que se debería tener preparado un DNI falso para que unos cuantos cientos o miles de 'reclutados' pudieran presentarlo en las mesas seleccionadas, de modo que sólo tuviera que ser chequeado por esos presidentes puestos a dedo  -o, en el peor de los casos, también por esas chiquillas con ganas de irse a casa. Un crimen perfecto que explica, por ejemplo, el sorprendente abrazo que se dieron Iglesias y Pedro, sellando un pacto de gobierno, cuando aún no habían transcurrido ni cinco horas desde el cierre de los colegios.
Anticipándome a las objeciones, digo: ¿En virtud de qué misteriosa fuerza deberíamos esperar que el vetusto reglamento electoral fuera respetado? Porque a estas alturas no sólo presenta agujeros -más bien cráteres- sino que nuestro 'nuevo' modo de vida lo invalida totalmente. El ethos social ha desplazado del primer puesto a la honradez, al respeto a la verdad; y no sólo lo ha relegado sino que lo proscribe. Esto supone una dificultad objetiva para la validez de la ley, por cuanto el espíritu que la informaba ha perdido vigencia. Además, también los parámetros sociológicos -nivel de vida, de educación, comunicación, salud...- han cambiado, devaluándose; y el nuevo contexto de inseguridad, violencia, impredecibilidad social, influye en las relaciones ciudadanas de una manera determinante, vaciándolas de todo sentido de cooperación con el bien común, y reduciéndolas a meras transacciones comerciales: favores, prebendas, que generan deudas, y que condicionan, desvirtuándolas, cualquier tarea y responsabilidad sociales.
Lo que aquí digo se adecúa mejor a la realidad que la versión oficial. Es ingenuo pensar que una sociedad que toma la mentira por verdad, y el pecado por virtud, renuncie al lucro de la opresión teniéndolo al alcance de la mano. Pensar así sería tanto como tomar a Dios por mentiroso.
Y, al amparo de la repugnancia que esta miseria produce en la sensibilidad de las gentes, proliferan toda una serie de efectos especiales emocionales: las exclusivas 'de la nueva prensa rosa', generadas por los impostores para catarsis del pueblo, y llevadas a cabo con la colaboración, más o menos culpable, de muchos soldados rasos... de 'católicos' de a pie, en ocasiones.
Mi querido Juan Manuel, me vas a perdonar, pero estoy convencido de que tu amor por la verdad me está pidiendo también que hable aquí de ti. Concelebraste mi boda; y fuiste el primer sacerdote toledano al que confesé mi pasado clínico, unos años antes de contarlo en mis memorias. Cuando se cebó la desgracia con mi familia, no fuiste el único santo que me dio la espalda, y aunque -te lo digo ahora- me dolió bastante, la gracia de Dios y la intercesión de María me han librado siempre de guardarte rencor por aquello. Yo quedé marcado, mi vida pegó un cambio radical por la virulencia del golpe que descargaron gentes de mente y corazón embotado sobre mi familia. Nunca he podido volver a relacionarme contigo como antes de que sucedieran aquellas cosas, que duraron tiempo, y aún siguen. Nos fuimos viendo en ocasiones: cuando me diste clase en Ciencias Religiosas, alguna vez en los Pinos, en algún evento. Supe que habías enfermado en torno al tiempo del covid. Una vez, estando tú ya con la terapia, te vi por la calle, y no te encontrabas mal, incluso tenías todo tu pelo conservado; y consideré para mis adentros, por tu significación, que te habían elegido los de la Agenda, con permiso de Dios y para sus inconfesables fines, para inocularte ese veneno que mató a tantos en el huracán plandémico, y que actúa doblegando a las defensas con la cobertura de una sanidad criminal que, registros de constantes y diagnósticos mediados por informáticos anónimos, hacen proliferar el bicho en vez de matarlo, mientras lo llaman covid,  cáncer, enfisema o lo que les parezca. A este respecto, cuando apunté esta teoría -por respeto a los muertos- en aquellos calamitosos tiempos, y puse en solfa al consejero de sanidad, diciendo que se ocultaba detrás de sus enormes gafas de pasta negra y su bigotazo, resultó que en pocos días le vi en la tele con otra montura, más ligera...
Y hay otra cosa, porque -nadie salvo tú sabe esto- fuiste testigo excepcional de la trampa que la curia le tendió a mi matrimonio, intentando demostrar de esa forma miserable que mis opiniones críticas hacia alguno de ellos se debían a mi extravío personal. Y confieso que en estos años de tu enfermedad, sobre todo al principio, pensaba que si tú llegaras a morirte iba a morirse contigo la única defensa de mi matrimonio. Bueno, el caso es que, últimamente, cuando nos decían tus parientes que estabas en las últimas, yo le pedía a Dios que me dijera si quería que yo hiciera algo por ti, y no me dio respuesta, salvo la obligada, la de rezar pidiendo que fueras asistido en tu combate. Y lo hice, junto con mi esposa.
Debo confesar que mi recuerdo de tu persona va acompañado de una admiración por la suavidad de trato que siempre has mostrado, y por la hermosa sonrisa que tan fácilmente regalabas. Me da sana envidia ese tono amoroso que imprimías en tus relaciones; y me ha hecho pensar en cuál debía ser el quid para ganarse el cielo. Aunque no siempre te vi igual de bien, también te lo digo. Cuando pasaban los años y tú seguías estudiando, mientras el mundo iba cayendo en picado... O cuando te oí regañar a los feligreses de Chozas porque sólo echaban cobre al cepo... pero eso tenía la impronta de tu fino humor. Allí, a tu querida parroquia, nos llamaste a mi esposa y a mí para impartir cursillos pre-matrimoniales... y qué bien se estaba a tu lado. 
Tengo claro que yo no soy quien para juzgar a nadie, pero si otros lo hacen, y te tratan de santo antes de tiempo, tampoco me parece bien. Que se estudie el tema. Vale.
El otro día corregí a alguien que se refería a tu velatorio como "en una capilla ardiente", como si fueras un famoso; y me dio muy mala espina eso que refirió nuestro Arzobispo de que un tropel de jóvenes hacía cola en Madrid para hablar contigo, porque lo de movilizar a un grupo para hacer una foto está a la orden del día, y es lo que saben hacer muy bien los de la fiera. Estoy muy sensible con estas efusiones sensibleras; porque quienes nos oprimen organizan al mismo tiempo saraos para despistarnos (sé lo que están haciendo conmigo desde hace años -¡lo difícil que me lo ponen todo! ¡que llevo un año intentando vender el piso hermoso que tú conoces y no hay forma, ni tirando el precio! por poner sólo un ejemplo nimio). Los creo capaces de todo, claro que sí, para sacar adelante esa quimera que llaman Agenda (creo que podrían perfectamente haberte matado para después hacerte santo... con el fin de manejar ellos las llaves del reino ¿sabes?) En fin, querido Juanma, te estoy agradecido, y, fuera como fuese tu muerte, saliste airoso vencedor en la batalla, estoy seguro, y has sido un ejemplo enorme de caridad para todos.
Te vi, ya con aureola de santo, en un vídeo que un tocayo mío grabó utilizando un dron... ¿será un espía este tal Julio? No sé, no me extrañaría, mira tú qué casualidad que hace un video que flipas y en nada te mueres... y se revaloriza un montón... que todo hay que pensarlo, querido Juanma, y que la risa es remedio infalible, y se conoce mejor a los amantes de verdad (y de la verdad) por lo que se ríen que por lo que dicen; y tú y yo sabemos muy bien que el humor es hermano del amor; ¿o no?, ñoñito mío
A mí ya me van sobrando los apoyos, como cantaba ya Gonzalo cuando yo aún gateaba en la fe; no sé, Juanma, tal vez nos veamos pronto, aunque si hay frontón en el cielo, y me toca jugar enseguida, prefiero que no vengas a decírmelo, total ¿paqué? Porque hombre, si hay que ir se va, pero ir pa ná... Entre tanto, aquí abajo hay tajo, Juan Manuel; y sí que te pido una cosa -ya empecé a hacerlo en cuanto supe de tu nuevo emplazamiento- y es que no dejes de echarme una manita, porque a veces se me hace duro resistir. Un beso, hermano.



























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