CON LA SOGA AL CUELLO
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Un niño de 50 años se quita la vida en Toledo colgándose de un puente. (Foto: Agencia Eñe) |


Sabemos que la víctima vestía pantalones cortos y camisa, que rondaba los 50 y que era vecino de Toledo; del resto no sabemos nada. Se ve que el drama humano no le interesa a la prensa; el cieno, en cambio, sí. Hoy *[Ayer, día 5] la portada del decano de los diarios se recrea en el culebrón Leire, al que le siguen el tufo Aldama y el lustroso Ábalos; de comparsa figuran Escrivá, Trump y el cerdito de Naturgy, que pone también la orla de banners. Que no nos vengan con que las pantallas trastornan, lo que lleva al suicidio es que nos traten como animales; son los responsables de la Prensa y de la Política los que matan, o sea, la Agenda. A ésta, y a todos los que la apoyan, es a quienes hay que culpar.
¿Cómo se puede vivir con el fango hasta el cuello, y sin horizonte ninguno? ¿Para qué mantener, con estrecheces y angustias, a instituciones que nos esclavizan? Piénsese en estas cosas, porque tal vez sea la hora de arremangarse, decirle a la Sra. de Von der Layen 'Adiós, muy buenas', y volver a edificar España. Empezando por restaurar el valor público de la verdad. Hasta que esto no se haga seguiremos desayunando sapos y lagartijas. Que hay que morir, ¡se muere!, pero vivir pa ná... eso no hay quien lo resista. Y en todo caso, si no morimos en ese frente nos van a matar en otros de todas formas...
De muchas formas nos empujan los que no temen a Dios a la muerte; su alma se abisma en la maldad, da miedo pensar en ello; y todo porque se hacen la ilusión de que Dios no ve sus maquinaciones; pero se equivocan, y su final causará espanto.
Mi vida, como reza el salmo 119, está siempre en peligro, pero no por eso dejo de cumplir la ley del Señor... aunque a menudo le tenga que decir "No permitas que mi corazón se incline a la maldad".
Sufro dura persecución desde hace quince años. Empezó en cuanto conseguí librarme de la red que la enfermedad me había tendido; la cual, por cierto, también estuvo a punto de asfixiarme varias veces. Pero de igual manera que de ella me sacó el Señor, me defiende ahora de mis perseguidores.
Los que habéis leído Con el Alma en el Crisol recordaréis cómo actuó sobre mí una trama, que está oculta en la administración, envolviéndome con enredos para hacerme tropezar, ¡con qué inquina y desprecio a la verdad y al bien actuaron! (y eso que yo era un ciudadano respetable, por mi trayectoria de superación personal); cómo conspiraron para hacerme recaer en la locura; y cómo lo único que consiguieron fue hacerme más resistente.
La presión que habían puesto sobre mí me obligaba a llevar un ritmo frenético para defenderme; y en cierto momento, sin duda por ese estrés, sentí un dolor en el pecho, y fui al médico. Me hicieron pruebas pero no me encontraron nada; y me despidieron diciéndome que acudiera a Urgencias si el dolor reaparecía. Un día que había ya amanecido con mucha actividad, a media mañana, noté una ligera molestia que recordaba la de entonces; y, aunque leve, por prudencia, fui al Hospital de la Salud. Lo que viví allí terminó en una denuncia en Comisaría; y se la resumo:
Después de hora y media en una camilla de un pasillo, me llevaron a una sala; me pidieron que me desnudara y me pusiera en pijama; y la prenda que me dieron resultó ser un camisón de mujer, corto en exceso, para mayor inri, lo cual bastó para ponerme en guardia. Yo estaba convencido de que no tenía nada; que el dolorcillo, que no había durado más que un minuto, se explicaba por la temprana sobrecarga de aquel día; pero ya daba igual, porque yo mismo, por mis propios pies, me había metido en la boca del lobo sanitario...
En aquella sala iban y venían enfermos, celadores, familiares, sanitarios... Yo estaba solo, y nadie me atendía, mientras el tiempo pasaba. Los que habían entrado después que yo recibían asistencia antes, y se iban, y yo seguía esperando. Apareció un médico del que no recuerdo nada; tan sólo que jóvenes pizpiretas de blanco le llamaban alegremente 'Santi'. A una de ellas debió de decirle este galeno algo así como: "Este es un esquizofrénico que no se medica; dice que le duele el pecho, pero le miraron en cardio y no tiene nada. Ponle un neuroléptico suave a ver si podemos derivarle a planta". Se me acercó una enfermera muy joven, me inyectó algo y se marchó corriendo, sin limpiar siquiera las gotas de sangre que se le habían escapado... Tumbado, empecé a notar una incómoda sensación familiar, como un adormecimiento de los sentidos; y al rato, entumecimiento; comprendí entonces que la chica me había mentido sobre el medicamento; y me dispuse a combatir contra el miedo... Comencé a dar cortos paseos por la sala, pues al tumbarme me daban calambres. Nadie me atendía, y la tarde avanzaba; al ingresar aquella mañana había pedido que avisaran a mi esposa, pero no lo habían hecho. Estaba, pues, solo con Dios; y la oración y el permanecer vigilante me ocupaban y me defendían de mis miedos. El plan de Santi era sin duda hacerme perder los nervios y justificar así mi ingreso. Ya oscurecía, y amainaba el trajín de la sala; todos los de mi alrededor se habían ido yendo... sólo yo permanecía. En el callejón trasero, iluminada por unas farolas, había entrado una funeraria; y esperaba, como yo...
Debían de ser alrededor de las nueve de la noche cuando un cierto cambio de personal, y la tranquilidad reinante, propiciaron que alguien del equipo se interesara por mí, justo en el mismo momento en que yo entablaba conversación con una feligresa de mi parroquia a la que había reconocido entre los familiares de un paciente; y la enfermera que se me acercó me oyó conversar 'como si estuviera en mis cabales'... porque, habiéndome yo esforzado durante todo el día en conservar la calma y la paz, pude relatarle a mi parroquiana, con mesura y sosiego, una versión benévola del motivo de mi ingreso y del porqué de que mi esposa no estuviera conmigo, lo cual la movió a ofrecerme su móvil... Entonces, al ver el cariz que estaban tomando las cosas, la enfermera se fue rápidamente al control, y en un pispás me dieron el alta. Así fue como cayeron, en aquella ocasión, de mis tobillos y muñecas los grilletes que me tenían apresado.
En los años de crisol que recojo en mi segundo libro de memorias, me encontré en el camino con unos cuantos "Santis"... de los que, uno por uno, me fue librando el Señor. ¡Bendito sea Dios, mi roca, que adiestró mis manos para el combate, mis dedos para la pelea! (sal 144)
El nuevo hospital de Toledo es de última generación, pero no genera vida, sino muerte, porque eso es lo que piden los tiempos. Lo más destacable en él es la informatización; nadie sabe dónde está el cerebro, pero desde la simple toma de una temperatura hasta el subir o bajar de una persiana queda registrado; en un segundo se pueden cerrar o abrir todas las puertas, pasando el lugar a ser un laberinto del que no se puede entrar ni salir; muy útil en caso de muertes masivas... Hace poco me tocó andar por allí, y lo que vi me obligó a estar más en la capilla que en las habitaciones: el olor a asepsia mezclándose con los humores de la tristeza, y la perplejidad. Quién puede entender que las habitaciones sean pequeñas, que las salas de consultas externas sean más pequeñas aún, y que los pasillos que sólo pisan médicos y celadores sean avenidas enormes y desiertas; o que para entrar a una habitación individual haya que conocer y pulsar un código... Yo comprendí la respuesta cuando, de entre todos los médicos con los que tuve contacto, el único que me pareció contento de estar en aquel ambiente era un colaborador del servicio en el que me habían dado por 'limpio' no estándolo... uno que daba diagnósticos, precisamente...
Hoy dejé que nuestra hija durmiera un poco más, porque ayer la invitaron a una fiesta de fin de curso en la casa de una compañera, y allí, como jugando, alguien la cogió del cuello por detrás, y ella, queriendo zafarse, se hizo daño, y se acostó dolorida. Esta mañana, al levantarse, vino a donde yo estaba tecleando este artículo, y con cara de quien ha tenido un sueño maravilloso y aún está metida en él, me dijo:
-Papá, esta noche soñé que íbamos tú y yo por un casco antiguo, pero que no era normal, tenía como muchos accidentes geográficos, elevaciones, valles, cortados, etc., y los hombres oscuros trataban de impedir que hiciéramos el bien... Yo iba en una escoba, como Harry Potter; y tú... no sé... pero igual... Y cuando por fin salíamos del casco, era una ciudad muy abierta y muy bonita, como mágica...
Nuestra hija tuvo un sueño alegórico de la vida del cristiano: la lucha entre el bien y el mal, asistidos, y sostenidos, por una fuerza sobrenatural, pero que actúa a través de un trozo de madera... Y después, la ciudad mágica, la Jerusalén celeste. Esa fuerza que nos asiste a los cristianos en el camino es el Espíritu Santo, que Dios da a los que creen que Jesús es el Hijo de Dios y la Cruz -'el trozo de madera'- el lecho donde nos desposó y donde siempre nos espera y acoge con infinito amor.
"Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: No están éstos borrachos, como suponéis, pues son las nueve de la mañana, sino que es lo que dijo el profeta: Sucederá en la era cristiana, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos e hijas, vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará". (Hch 2, 14)
El enemigo no cesa en su pugna para derribarnos, y esta semana ha vuelto a ofenderme gravemente. Ha tensado de nuevo el arco para disparar sobre mi familia a traición; y me amenaza incesantemente con la ruina: 'No te vas a salvar; te cogerá mi mano, te alcanzará mi espada, te arrancaré la piel y el botín'.
El enemigo es muy poderoso, y nadie puede vencerle sino Dios. Y ¡ojo!, porque esta batalla es para todos, no sólo para mí y otros locos como yo. "Todo el que es de la verdad, escucha mi voz", dice el Señor; y a esos tales, también les tocará combatir, y vencer con la ayuda de Dios.
Nuestras armas se ponen a punto con el amor; sólo en él son eficaces; amor, oración, y ¡adelante! La batalla está ganada en este campo: la confianza ciega en nuestro Padre Dios; si nos sacan fuera de ese recinto, lo cual no es difícil, la solución es volverse a él en cuanto uno se percate de que está afuera, luchando con sus propios medios; y seguir, seguir adelante. Aunque veamos los edificios derrumbarse sobre nosotros según vamos caminando... no hacer ni caso; la especialidad del enemigo es el engaño.
Y el acoso psicológico su arma preferida. Como decía nuestro arzobispo "todo lo que empieza por de viene del de-monio: depresión, desánimo, desesperación... Los signos de estos tiempos empiezan asimismo por de: desorden, desmadre, desprecio... A diario nos inflan a vejaciones y burlas, para persuadirnos de que no podemos nada contra el nuevo orden; pero es todo mentira. Un ejemplo del uso de esta táctica es que anteayer mismo nos ilusionaban los medios con unas elecciones anticipadas, y ayer ya estaban pinchando el globo, por enésima vez; de modo que, poco a poco, nuestro ánimo se vaya resquebrajando. Pero además de esa evidencia de la acción sistemática del enemigo, tenemos también la del poder superior de Dios, y para muestra un botón: miren cómo ha actuado Dios -por medio de un pobre como yo- en el caso de la dana: dejando a los criminales en evidencia, y obligándoles a movilizar a la Armada y a su Capitán General (el cual, por cierto, aún no me ha contestado). Así que, si tenemos que soportar a diario el hedor de los miasmas de la prensa, lo hacemos con mucho gusto, porque sabemos que al final la victoria será nuestra.
Y si en el fragor del combate nos calumnian, lo mismo, ¡ah de la paciencia de los santos, que obra milagros! Dios no puede mentir, y si dice que es posible resistir, tiene que ser verdad; después de todo, nunca nadie se murió por esperar ni por el olor nauseabundo del azufre...
Como les iba diciendo, estoy teniendo entretenimiento esta semana; se ve que quieren dejar el gallinero limpio y en calma este verano, tal vez para encerrar una buena temporada a las gallinas, y sin luz, para que pongan más. No quieren a nadie en el patio diciendo claramente que llevamos siete años de expolio y esto cada vez va a peor; que pinta muy mal la cosa, que el ogro de la caverna ruge furioso y chorrea sangre por las fauces. Siete años con la prensa toreándonos con fábulas de viejas, disputas de colegio, y cuentos chinos. Y mientras tanto, el país destrozado, y la gente obligada a fingir que todo va bien.
Los del enemigo, ejerciendo su arte de hacer que las cosas parezcan lo que no son (cuando digo Diego, digo digit) la han emprendido con mi hija, tal como les he venido contando, para echarme a mí la culpa. Por cierto que, aunque este blog ya no lo leen más que 'mis cuatro lectoras', después de mi último artículo reprochándole al cole el descuido en la elección de textos, parece ser que se enmendaron, y obligaron a los alumnos a grabar este vídeo... en su memoria:
Lo malo es que después, como los egipcios al dejar irse a los hebreos, lo pensaron mejor y vieron que habían hecho una tontería, y entonces le(s) obligaron a grabar -en la memoria, y en el corazón- este otro (y esto, según parece, por mi gran parecido con el protagonista):
Como los esbirros del enemigo saben muy bien que, quien más quien menos, todos tenemos algo de que avergonzarnos, acudieron a su GOD*, que lo ve todo, y no les costó mucho convencer a unos cuantos de los adultos cercanos a mi hija para crear, por mediación suya, 'una ficción escenográfica' en la que nuestra niña es el personaje principal. Con las asignaturas de inglés y lengua encauzadas por fin, ya habíamos dado por terminado el sobre-estrés del curso, cuando de repente vimos que se levantaba de nuevo el telón. Nuevas intrigas, nuevas ofensas, nuevas lágrimas... nuevo orden. Y ante esto, yo, como ya dejé claro, por amor y en oración, actué en consecuencia. Hice un relato resumen del asunto y lo presenté en el juzgado; el texto llevaba unas notas añadidas, las cuales pego a continuación:
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La soga al cuello; el amor -paterno y fraterno- y la oración, en mi corazón; y en los labios el salmo 18: |
"Tú eres, Yahveh, mi lámpara, / mi Dios que alumbra mis tinieblas; / con tu ayuda las hordas acometo, / con mi Dios escalo la muralla."
Creo que la última vez que vi al Padre Juan Manuel Uceta, antes de su trágica muerte, fue delante del Tiburón. Me dio muy mala espina porque estaba rodeado de mujeres de una edad parecida a la suya, todas muy complacientes con él, cosa que por mi experiencia es muchísimo peor que tenerlas a todas contra ti. Estaba arremangado y se había quitado la tirilla; al acercarme, viéndole en ese peligro, le hice un comentario, que no recuerdo, al cual me respondió: "Si tú supieras lo que es tener esto al cuello las veinticuatro siete...".
En aquella ocasión, mi querido Juan Manuel, no te dije nada, pero te lo digo ahora: Sí, sé lo que es tener la soga al cuello las veinticuatro siete; pero también te digo, y tú ya lo sabes, que es preferible tener esa cadena quemándote el cuello todo el día que tener, no solo el cuello, sino todo el cuerpo en llamas para siempre.
Lo dicho, si el enemigo consigue sacarnos del tatami, lo sabio es volver a él en cuanto nos demos cuenta; en todo caso, algunos son preferidos del Padre, y a éstos, cuando el Señor los ve en peligro, peligro... los coge corriendo y los mete en casa... como hizo con Juanma.
*GOD: Gran Ojo Digital
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