LA IGLESIA Y EL MUNDO

 

El hombre en la opulencia se asemeja a las bestias (Sal 48)


Ese antiguo adagio, que da pie al salmo 48, toca el tema del sentido de la vida, cosa fundamental pero de la que apenas se habla. Yo sé que mis cuatro lectoras me agradecen que escriba sobre estas cosas; porque les aburren mucho las arrogancias, sobre todo, pero también porque perciben cierta esperanza detrás de lo que digo. A pesar de que no pocas veces las alarmo con peligros de incendio, no dejan de agradecerme la luz y el calor que en esos fuegos les llegan; y eso me compensa de las muchas fatigas y pesares que este blog testimonial me acarrea.
La elección del Papa León XIV, como luego explicaré, se enmarca en un comprometidísimo paso del proyecto de la Agenda -liquidar la Iglesia católica- en el que no puede haber cabos sueltos, por lo que resulta en extremo peligroso que lo que aquí estoy diciendo se divulgue. *[De hecho, este artículo ha adelantado la fecha prevista para esa delicada fase, y unas horas después de publicado, ya desfila la cuadrilla de la Agenda con su matador teutón: ayer dos cabezas de portada para Alemania; y hoy los primeros capotazos al toro católico en un tercio de banderillas brutal]. Está a punto de resurgir la persecución mortal de cristianos en Occidente; todos debemos saberlo y decidir de qué lado queremos estar; porque muchos de los nuestros, ante el desorbitado avance del mal, se enfriarán en su caridad y abandonarán la verdadera fe.
Es crucial en estos momentos que el mundo comprenda que la guerra que abandera la Agenda contra la Iglesia no nos afecta sólo a los católicos; porque el tesoro que custodia la Iglesia es patrimonio de la Humanidad. En general, ese tesoro es un conjunto de hechos -verdades- que han probado ser fundamentales para el progreso verdadero de los pueblos. Lo que está en juego son principios universales de convivencia cívica. El drama que atraviesa la vida de este siglo es el eclipse de esos principios; básicamente, el del valor sagrado de la vida, y el de la existencia de la verdad. 
Por la ocultación del primero están muriendo millones de inocentes a manos de las autoridades. Por la negación de la segunda estamos asistiendo a la descomposición acelerada de nuestras sociedades. El vacío que dejan esos principios lo está ocupando la voluntad del más fuerte; y es también esta voluntad la que explica el movimiento subterráneo que intenta hacer desaparecer la actual civilización occidental, anclada en el Derecho Natural. 
Cuando una sociedad no respeta la verdad, colapsa. Y eso es lo que está sucediendo. La verdad ha venido siendo el principio de ordenamiento social consensuado; si eso falla, la sociedad se descompone. Una tras otra, van cayendo todas las instituciones, van fallando todos los engranajes, todas las medidas de seguridad. 
La verdad -que es en sí misma inaprensible- se va 'encarnando' en leyes dentro de grupos humanos que se forman de modo natural por la unión de varón y hembra (dicho sea de paso, el interés en negar esto va vinculado a un proyecto totalitario de reproducción artificial, asimismo vinculado a un interés monetario). Como consecuencia de ese principio ordenador de la vida común se produce un crecimiento armónico, una depuración de las sociedades a la que llamamos progreso. Pero este proceso tiene lugar en medio de tensiones, puesto que en el modo de ser humano siempre está presente la posibilidad -libertad- de obtener mayor 'ganancia' no respetando la ley. ¿Quién es entonces el responsable de que la 'suma de fuerzas' sea favorable al bien y a la verdad? ¿Es la Historia un proceso ciego? ¿Hay un Dios bueno que la encamine al éxito? ¿Y, si lo hay, nos impone conductas?...
Lo cierto es que cada uno debe responder por sí mismo en las circunstancias concretas de su vida; cada uno tiene que responder a la pregunta fundamental de todo ser humano: ¿viviré mejor si le hago a los demás lo que no quiero que me hagan a mí?
Existe la conciencia individual; nuestras conductas nos definen, y si yo soy injusto, a la noche me acostaré con un injusto, y oiré a todas horas el discurso de un injusto queriendo imponerme su mentira... o sea, viviré un infierno en vida.
Si falla la verdad, se acaba la ley, y mi conducta pasará a estar regida por un tipo con más poder que yo. En una sociedad sin verdad, la única forma política posible es la tiranía. Y a eso nos dirigimos a toda velocidad. Lo que cuento hoy en esta entrada de 'alcielo.es' sirve como ejemplo de esta afirmación.

Ayer fuimos a recoger a nuestra hija al aeropuerto, y al dejar el coche le pregunté a mi esposa en qué edificio quería aparcar (de la A a la G), y me contestó que en el B de 'bondad', a lo cual yo objeté que la caridad era superior a la bondad, y así acordamos aparcar en el C. Resultó que esta es la zona más cercana a la Sala de Llegadas, y por tanto la más cara, 'de ahí lo de caridad'. Ciertamente, amar cuesta, y socorrer al desvalido en vez de dar un rodeo, sale caro; pero ese precio -que es la cruz- compensa mucho, porque viene acompañado por el conocimiento de Dios, verdadero e insustituible alimento del alma.
En la moraleja del cuento del samaritano -Anda, y haz tú lo mismo- se condensa el plan de vida más completo que mente alguna pueda concebir. La coherencia con ese principio de caridad no tiene fondo, el mar de delicadeza en que te sumerge es infinito, y los dones que da el Señor a las almas que lo siguen no caben en la imaginación. ¡Es tan diferente, tan rica, la vida del amigo de Jesús, que con nada se puede comparar! 
Señor, he oído tu fama… y mis entrañas se estremecen… pero a mí me das piernas de gacela y me haces caminar por las alturas. Así resume Habacuc el paso de la angustia terrena a la paz y seguridad que Dios inspira, y esto lo dejó escrito cuando aún no se había cumplido la promesa mesiánica. “Por eso, nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea grato, con religiosa piedad y reverencia, pues nuestro Dios es fuego devorador.” (Heb 12) En efecto, Él nos purifica con su fuego a fin de que reflejemos mejor su luz, para que el mundo crea y se salve.
Habitando los católicos ya desde ahora la Ciudad del cielo, en compañía de los ángeles y de los santos, todo lo del mundo palidece ante nuestros ojos, y no quedamos paralizados cuando recibimos gracias especiales del cielo, pues Dios las derrama abundantemente a sus hijos en la medida de su fe (de ahí que se diga que la oración lo puede todo). Después de una larga etapa de sufrimiento purificador en mi vida, llevaba yo tiempo diciéndole a Dios: “Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen”, cuando el Señor puso ante mis ojos la foto montaje de la dana. Y ya vieron ustedes lo que pasó después, que mi denuncia sirvió para frenar el malévolo intento de la Agenda de hundir la fama del PP para prorrogar el terror de Sánchez. 
El hecho de recibir una gracia especial es como caminar por las alturas con pies de gacela, es decir, enfrentarse a los poderosos sin que el temor te domine. No es que no experimentes el vértigo de la limitación humana, sino que no te paraliza. Por eso he sido yo capaz de sobreponerme a todas las asechanzas que desde mi primera denuncia de aquel deleznable crimen han venido siendo sembradas contra mí y contra mi familia. Con el oído atento a la voluntad del Señor, y firme en la fe, fui sorteando todos los intentos de 'hacerme callar', sutiles y crueles, preparados con ese terrible poder de dañar en lo oculto que la era digital ha potenciado asombrosamente. 
En cumplimiento de mis obligaciones ciudadanas emplacé a políticos, prensa, y justicia a dar una explicación de aquella foto de portada que recorrió el mundo, y que a todas luces era una macabra manipulación, y ninguna de esas instituciones se dignó contestarme. Finalmente, me dirigí al Rey con el mismo texto que había usado para el resto de las autoridades, a saber: 
[Majestad:]
Aún no habían transcurrido 24h desde que empezaran las fuertes lluvias de Valencia, de finales de octubre pasado, cuando los diarios españoles, los grandes y los pequeños, publicaron esta foto o una similar: 

Sobrecogidos por el significado de esa imagen -de violencia extrema- los españoles quedamos en suspenso, y asistimos consternados al incesante goteo de muertes que en los siguientes días se nos fueron comunicando.
Se supo luego que la foto en cuestión era un montaje, dado que aparecían los coches arrastrados de mar a tierra (la calle Gómez Ferrer tiene orientación este/oeste, y "esta riada” fluye del este). Este hecho insólito, asociado a un balance de 228 muertos, no ha sido todavía explicado públicamente.
Se comprende que en una situación de emergencia, ante la imposibilidad de ofrecer reportajes reales, los medios de comunicación puedan recurrir a la simulación en su misión de colaborar en la salvaguarda de la seguridad ciudadana. Ahora bien, no es admisible bajo ningún concepto, ni en su noble profesión ni en ninguna otra, valerse del engaño por intereses políticos. 
Los españoles creemos que, por respeto a los muertos, es necesario que los medios y la justicia den una explicación de lo ocurrido. Y por esa razón me dirijo a S. M., con la esperanza de que su respuesta aporte al caso la luz necesaria para disipar cualquier duda.
Atte.,
D. Julio Manuel Espina Fernández (DNI 09353073P)

Y me llegó la siguiente contestación de la Casa Real:

Por una parte, desoían mi petición de aclaraciones, y, al hacerlo, comunicaban que no estaban dispuestos a considerar hipótesis alguna acerca de la naturaleza del suceso. En una palabra: La máxima autoridad del Estado español prefiere dar un rodeo al ver al inocente abatido al borde del camino... no está dispuesto a padecer con las víctimas... les da buenas palabras cuando lo que necesitan es un prójimo que las suba a su cabalgadura, las acompañe, y las cure. Porque de ninguna otra forma cerraran bien sus profundas heridas; y supurarán resentimiento por mucho tiempo, el cual impedirá la buena convivencia ciudadana.
Tenemos un país que es un queso de Gruyere, horadado a más no poder por sentimientos negativos; y cada vez que la Agenda ordena a la prensa que tire del filón de las derechas y las izquierdas, agrava ese mal. Los ingenieros sociales de la quimera intentan dividir para dominar, y nos enviscan con el viejo cebo político; pero no es en la ideología donde está la raíz de nuestra desgracia
La mentira y toda su corte de males se enseñorean de nuestras plazas y nos pillan remisos a aceptar que esa es nuestra realidad, y que es urgente dar una respuesta ciudadana si queremos frenar la barbarie que, taimadamente, se nos está imponiendo. Mentira y violencia son sinónimos, y no tienen fondo; y de ese rancho nauseabundo nos hacen comer a diario nuestros carceleros los periodistas:

Así cuenta España hoy LV, pero nuestro país es, además de una página de TBO, ansiedad lacerante, ruina voraz, miedos incontrolados, duelo, soledad, tristeza, desamparo...  

Hay en estos momentos en España millones de seres tendidos 'al borde del camino', en innumerables miserias que sólo ellos conocen, y que no comparten, por vergüenza. La prueba de este estado de cosas calamitoso es la vejación continuada a que nos someten prensa y políticos y la falta de respuesta que suscita. España es un polvorín en cuanto al malestar que encierra, pero está cuarteada por todos lados, atenazada para que parezca una sola pieza mientras llega el momento de hacerla crujir y fulminarla. Entre tanto, ese grupo de amos déspotas, que se reparten el mundo, hacen y deshacen aquí a su antojo para triturar los últimos pedazos de nuestros muros centenarios; y, "justo ahí, amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado". 

España es, hoy más que nunca, un enigma. Sabemos de siempre que nos gustan las cosas claras, y sabemos también que la clase media que en los ochenta nos situó como la sexta economía del mundo sigue siendo al presente el muro de contención -permanentemente bombardeado- frente a la invasión bárbara. De las piedras vivas de ese muro forman parte mis cuatro lectoras, que saben apartar lo superfluo y fijar la mirada en lo que es claro y distinto, tal y como han aprendido a hacer en su buena formación, de la que no reniegan. ¿Cómo puede entonces abordar la Agenda la demolición del muro mientras haya quien proclame la verdad? ¿Matarán al mensajero?... Va a ser que sí, pues no parece que pueda haber otra solución.
A este servidor se le cargó injustamente con el sambenito de loco en previsión de este momento crucial que ahora estoy anunciando. Me faltaban veinte días para cumplir los sesenta y jubilarme cuando me retiraron por mala salud mental. Como aquello fue un atropello y tenía todos los documentos necesarios para probarlo, formulé un contencioso-administrativo, que acaba de resolverse en contra mía.
En Toledo no encontré quien quisiera defender mi recurso, y acudí a un letrado asturiano, coetáneo mío, con el que había ido al instituto. En la redacción de la demanda terminé chocando con él por negarse a presentar lo que a todas luces eran pruebas concluyentes del abuso; concretamente, llegó a decirme que los documentos clave que yo afirmaba haberle enviado -y que el servidor de correo no me había devuelto- no le habían llegado. Fue en aquel punto cuando, habiendo tenido varios intercambios para pulir el texto, y habiéndole enviado yo la última modificación que a mi juicio era admisible, le emplacé a presentarlo, sin entrar a discutir lo de la no recepción por su parte de las pruebas ciertamente enviadas. Y, abonándole por adelantado el total de sus honorarios, con la promesa de añadir quinientos euros más si ganábamos, lo dejé estar. 
No abrí los dos correos siguientes que me envió, que permanecieron en negrita años; uno tuve que abrirlo al conocer la sentencia, el otro, con comentarios suyos, sigue cerrado, como prueba del desacuerdo que hubo entre nosotros. Debo decir que yo no estaría ahora contando estas cosas si no fuera porque él mismo me dio a entender que no conocía este blog, su contenido.
Estaba en Asturias cuando recibí la sentencia, y fui a ver a este abogado. Me enteré por casualidad de que ahora tenía un nuevo bufete en un edificio moderno de la mejor zona de Oviedo; aunque ya cuando empezamos a tratar de este asunto pude comprobar que estaba teniendo contacto con profesionales influyentes. Sesentones él y yo, no era raro que con tantos meses de por medio, y en tiempos tan turbulentos, se nos hubieran olvidado detalles del asunto. Después de un buen rato de distendido intercambio, en que recordamos a los conocidos comunes, y hablamos de los viejos y los nuevos tiempos, le dije amistosamente que por mi parte la visita me parecía obligada, para que me diera sus impresiones; y él empezó por decirme que no le había extrañado nada el fallo, puesto que no habíamos alegado a la instancia adecuada (la sentencia establecía que no era competencia de aquel tribunal -TSJM- entrar a valorar la decisión administrativa que me jubilaba por enfermedad, puesto que el pleito se había interpuesto contra la unidad encargada de reconocer y cuantificar la pensión, previamente decretada); y apostilló que "creía que esto ya me lo había dicho". Yo, gracias a Dios, estaba tranquilo escuchándole; y en ese discreto tono me mantuve durante toda la entrevista. A su impresión general añadió que, por supuesto, no procedía recurrir en casación, y que lo único que se le ocurría, como posibilidad, era solicitar una suspensión del cobro de esa pensión para recibirla por otra vía (o algo parecido); y que lo iba a estudiar. 
El desacuerdo que habíamos tenido lo había interpretado yo en aquel momento como el resultado de presiones sobre mi abogado para frustrar el éxito del recurso; porque se me hacía incomprensible que, siendo las pruebas tan concisas y concluyentes, él se empeñara en rechazarlas y descafeinar hasta el ridículo la demanda.
Llevaba yo mucho tiempo esperando la resolución del caso, y, como me solía suceder en estas ocasiones a lo largo de mis muchas batallas contra la administración, el desenlace me llegó en un momento inoportuno. Estaba defendiéndome de un nuevo intento de socavar mi credibilidad por la vía de provocar incumplimientos en mis obligaciones de estado (pisos que no se venden y sólo generan gastos, dos coches que se estropean de pronto y no se arreglan, allZone, Revolut y Shein que me retienen semanas cientos de euros... líos, líos y líos a más no poder, para superarme), y estaba liado, digo, cuando me sorprendió el aviso de que el fallo sería el 18 de junio aunque podía tardar unos diez días en llegarme. Sucedió que esa comunicación se demoraría hasta tres semanas, tres semanas en que, en vez de cesar los líos, se agravaron. 
En un curso que costaba mil doscientos euros a la semana, sin contar el viaje, a los tres días de llegar nos llamó nuestra hija diciendo que lo estaba pasando mal, que no había chicas de su edad y que se veía obligada a mendigar compañía. Ese disgusto duró un par de días, pero al poco tiempo nos llamó diciendo que había gastado el dinero, y que necesitaba algo más. Acabábamos mi esposa y yo de llegar a nuestra casa del curso medio del Nalón -Langreo- cuando me tocó bregar con este nuevo inconveniente. Para empezar, por raro que parezca, tenemos allí, a un cuarto de hora de Oviedo, el extraño problema de que Orange deja de prestarnos el servicio de datos prepagados, o lo hace muy malamente, con lo que a menudo las vacaciones se complican o resultan algo incómodas; y con esa precariedad comunicativa tuve que atender la urgencia de nuestra hija. El problema vino por la deficiente comunicación de la empresa con la que contratamos el curso, que hablaba con nosotros dirigiéndose unas veces a mi esposa, otras a mi hija y otras a mí, en un momento, además, de gran estrés por el final del curso -acentuado en nuestro caso, como ya he dicho antes. Por otro lado, la sucinta información disponible sugería una cantidad de dinero para gastos que resultó inadecuada, pues el comportamiento de compras no es el mismo en un chico de diez años que en una adolescente a la que le gusta ir a la moda. Eso, y la falta de práctica en administrar dinero, causó el problema, al que yo me tuve que enfrentar derrochando ingenio, paciencia y coraje. Pasé muchas horas en gestiones infructuosas -algo así como un bucle-; un día comencé a las siete y media de la mañana y me dieron las tres y media sin poder solucionar el problema. Aquella mañana llegué a hablar con siete personas diferentes, y con algunas de ellas varias veces; y a todas les tuve que contar el caso desde el principio, con educación, orden, y sin acritud; un esfuerzo enorme y aparentemente ineficaz, bregando con la preocupación por el bienestar de nuestra hija y con la impotencia de no poder ayudarla. Mi banca, la mayor de España, ¡fue incapaz de hacerle llegar liquidez, en pleno siglo veintiuno, y teniendo dinero de sobra en nuestra cuenta! Si los que buscan mi ruina hubieran querido desanimarme en plenas vacaciones con la desestimación de mi recurso, no hubieran podido encontrar mejor momento que el final de aquella dura y frustrante mañana. Viendo que era viernes y que se echaba encima el descanso de quienes podían solucionar aquello, le había pedido a mi esposa que comiera sin mí, y cuando al final me senté a la mesa, solo, ante unas tristes viandas, y encendí el móvil por ver si cogía red y me daba la alegría de ver solucionado el problema, en vez de una alegría recibí el disgusto de la desestimación del recurso. 
En principio, no pensé en hacer nada; lo encajé en mi mente como pude y lo dejé estar. Pero, ¡ah, de ese Dios misterioso y santo, que da todo a sus amigos mientras duermen! En sueños recibí la inspiración de ir a la Capilla de la Adoración Perpetua en Oviedo; y así lo hice al levantarme. Una vez allí, en oración, comprendí que debía visitar a mi abogado, con el que llevaba casi tres años sin hablar del tema y sin saber qué había hecho finalmente con mi asunto (aunque me temía lo peor). Como podrán imaginar, uniéndose el cansancio al enfado, se daban todas las condiciones para que en mi visita hubiera un choque de trenes en el que, con toda probabilidad, el que iba a resultar peor parado iba a ser yo. Pero junto con la inspiración para visitar a mi abogado, el Santísimo me brindó también una ayuda inesperada, mostrándome el mejor camino para aquel encuentro: el que inauguró Jesucristo y nos dejó en herencia para descanso del alma, el de la mansedumbre y la humildad.  
Comoquiera que el abogado me planteara tan claramente aquella mañana que el caso había estado perdido desde el principio, lo cual cerraba toda discusión, hubiera sido de mi parte lo más fácil deslizarme por la pendiente de atribuirle a él la culpa del fracaso, en virtud de las maniobras por las que me había impuesto un texto desprovisto de toda mordiente y respaldo de ley; pero, providencialmente, como acabo de decir, fui guiado por otra vía más sutil y provechosa. 
En aquella conversación yo era consciente de que al preparar el recurso no estaba claro en absoluto su falta de recorrido, y además estaba convencido de que llevaba toda la carga de prueba necesaria para comprometer al tribunal. Por esas razones, siendo obvio que la declaración de conformidad del letrado con el fallo no encajaba con dicho planteamiento de partida, le pregunté inocentemente si nuestra base de demanda había sido entonces la de pedir la nulidad del acto por no estar yo en la situación de ser jubilado por enfermedad, a lo que me respondió afirmativamente.  
Aquel sí del letrado constituía una auto-descalificación en toda regla, pues la apelación había sido dirigida a una unidad administrativa que únicamente había intervenido en reconocer y cuantificar la pensión previamente decretada por otro organismo, con lo que hubiera sido un error de principiante formular en los términos que él reconocía haberlo hecho nuestro recurso; eso implicaba su afirmación, pero lo dejé pasar.
En línea con la postura que estaba manteniendo en la conversación, alabó el texto de la sentencia y al juez que la había dictado, por parecerle moderada, siendo lo habitual un tono mucho más agresivo. De nuevo me contuve, de modo que nada pudiera sospechar mi interlocutor de que para mis adentros no sólo dudaba de la bondad de la sentencia sino que estaba convencido de su malicia. Y, haciendo como que ya todo estaba hablado, y me plegaba 'al engaño', dije en tono casual que lo único que sentía era haber hecho el ridículo...
Llevábamos a la sazón como media hora de charla, y en ese tiempo había permanecido el letrado reclinado en su sillón, en exceso echado para atrás, para mi gusto. He pensado luego en ello, y no me extrañaría que, aunque no lo parecía (tal vez por el cálido trato que por el amor de Dios le pude dispensar desde el primer momento) es probable que, dadas las circunstancias, mi defensor me hubiera recibido a la defensiva. El caso es que cuando, como a lo tonto (que no lo fue en absoluto), dije aquello de 'haber hecho el ridículo', mi estimado intercesor saltó como un resorte: - ¡¿Por qué ridículo?!
La respuesta se presentaba rotunda y contundente según lo ya expuesto, pero de nuevo me asistió una sabiduría no mía, sino inspirada, y sólo tangencialmente aludí al meollo, trayendo a colación un comentario de la sentencia en el que el juez justificaba la atribución de costas de tan solo cien euros en base a "la escasísima complejidad de la cuestión planteada". 
Ese lance sirvió para que el abogado explicara que la demanda había puesto en juego una cuestión de índole procesal, en la que, si bien no había sido el caso, bien pudiera haber sucedido que el juez interpelado tomara la decisión de 'entrar a conocer el fondo del asunto', en cuyo caso, el resultado hubiera podido ser bien distinto. Esta contingencia, que no se dio -la de que el magistrado juzgara necesario investigar- es, de hecho, la única vía practicable en un recurso de casación: probar que el juez, debiendo  haber entrado a conocer del caso, no lo hubiera hecho. Pero sobre ese particular, ya desde el principio me había dejado claro mi abogado que por ahí no había nada que hacer... 
De nuevo como a lo tonto dejé caer que me daba rabia que, faltándome tres semanas para la jubilación ordinaria, se me hubiera jubilado por enfermedad. Y en este punto, no sé con qué intención, aunque pudiera ser buena, me asoció el letrado a uno de sus muchos casos, en que a un trabajador de baja prolongada, que temía ser jubilado con el 75% , él le había aconsejado darse de alta. Y digo que no sé a qué vino aquello porque mi caso había sido notoriamente distinto, al instarse mi jubilación -ilegalmente- desde la situación de alta laboral, y sin haber tenido nunca, en treinta años, bajas relacionadas con la causa de jubilación; tal vez el comentario se debiera, simplemente, al deseo de quitarse de encima el muerto...
Salvo una cosa que diré más tarde, que tenía clavada en mi mente como ancla de salvación, yo, después de tres años de mucho combate y ajeno al tema, ciertamente había olvidado las circunstancias que se habían tenido en cuenta para la redacción del Contencioso, e incluso se me habían olvidado la forma y el contenido que finalmente yo había dado por aceptables; y consultar mi archivo documental del tema era una pérdida de tiempo porque llevo años padeciendo y denunciando inútilmente su asalto, su alteración y su robo (como, por ejemplo, los partes médicos de los diez meses en que, estando de baja, me pagaron como si estuviera trabajando); una reiterada violación de intimidad tanto física como digital: destrucción de pruebas, suplantación de personalidad, violación de correspondencia, etc.. Concretamente, no recordaba qué parte de lo que el letrado consideraba en aquel entonces necesario plantear en el recurso había sido aceptada por mí; y por eso insistí un poco más en mostrarme extrañado de que el enfoque finalmente acordado fuera ése que ahora mi abogado daba por destinado al fracaso desde el principio. Vacilaba yo, pero como él seguía seguro en su versión, tanteé su recuerdo indagando acerca de si tenía claro los pasos seguidos por mí hasta llegar al contencioso, si había apelado o no al organismo que había dictaminado la jubilación, por ejemplo; y me dijo que no se acordaba. Pero -y esto ahora sí que lo recuerdo ya perfectamente- ¡por supuesto que había apelado!, en cada instancia administrativa y en todos y cada uno de los eslabones de la larga cadena de atropellos destinados a señalarme con un estigma de por vida para neutralizar mi influencia. Concretamente, presenté una alegación a la resolución de la médico que con tanto cinismo y desprecio a la ley, y a su profesión, había actuado. Tan flagrante fue, de hecho, su delito, que, para taparlo, falsificó mi recurso a su resolución para que figurara en mi expediente como una Solicitud de Revisión de Incapacidad (el acto médico-administrativo por el que ella me incapacitaba tenía que superar la fase de alegaciones para cobrar firmeza, y como yo lo recurrí en tiempo y forma -tanto es así que, de hecho, fue objeto de un requerimiento de subsanación por parte de la Administración- sólamente falsificando la fecha de mi pliego de alegaciones cabe que figure ahora en mi expediente como una solicitud de revisión de incapacidad).  
En realidad, el abogado sabía mejor que yo la gravedad del ataque que la administración había perpetrado contra mí; tanto cuando actuó como mi defensor como al valorar la sentencia. 
La inspectora había procedido con premeditación y alevosía al citarme y al mentir en su dictamen. Sabía que me había reunido con el Director Provincial de Educación poco antes de ir a su cita, por iniciativa mía, para atajar males mayores, y que me había comprometido a pedir la jubilación anticipada para dar salida al embrollo que la torcida actuación administrativa había liado (estaba de alta y sin poder trabajar,  por las calumnias difundidas sobre mí). Y a partir de esa reunión se multiplicaron las irregularidades  administrativas de que fui víctima, como síntoma inequívoco de que se había puesto en marcha un intento desesperado de anularme antes de que la jubilación ordinaria me librará de su propósito de estigmatizarme: corrupción de documentos aportados por mí; transgresiones de la LPA en comunicaciones, plazos, citaciones, procedimientos, medios empleados, etc., etc. (y todo ello en el contexto de causar el mayor daño posible valiéndose de información obtenida por vulneración de intimidad y vigilancia). La médico obró al margen de todo código; se saltó los principios de economía, bien común, y eficacia que rigen la acción administrativa del Estado; y también las normas éticas de su profesión. Y si arriesgó tanto lo hizo por un doble motivo: por sentirse bien respaldada; y porque estaba convencida de la viabilidad del plan criminal para liquidarme del que era eslabón fundamental
En ese contexto criminal tengo que colocar la dolorosa intervención de mi letrado. Al preparar el recurso, en la última sesión presencial que tuvimos, me enteré por él del 'cambiazo' que la Dra. Del Amo efectuó para pervertir el proceso de recurrir su actuación delictiva. Me alarmó oírle decir a mi abogado que yo no había apelado el dictamen médico; pero más me alarma ahora ese recuerdo, a la luz de todo lo anterior, porque al intentar obtener datos sobre esa sorprendente afirmación de mi letrado, supuestamente sacada del expediente oficial, desvíó la conversación, dejando esa pieza clave silenciosa y perversamente operativa. Y eso resulta ser una evidencia de la complicidad de mi defensor con la parte demandada -seguramente fruto de una extorsión sobre él. 
Yo había recorrido hasta llegar a su despacho un camino sembrado de piedras de tropiezo, verdaderos escándalos para un Estado de Derecho. Y con la sombra de aquel calvario rondándome, hice un vago comentario, el cual sirvió para que mi interlocutor abriera su caja de Pandora, y dijera: "Ahora que lo repaso en mi mente, veo claro que tu caso estuvo asociado a una persecución; no sé por qué..." Miraba yo en aquel momento unas notas que había pergeñado antes de entrar, y no levanté la vista del papel al oír su comentario capcioso (él, en calidad de defensor mío, había vencido meses atrás al fiscal en el surrealista intento de incapacitarme civilmente); como si no hubiera oído nada, seguí a lo mío, y haciendo ademán de levantarme para irme, a fin de quitar importancia a lo que iba a decir, saqué el tema de aquellos dos o tres documentos de prueba que habían desaparecido misteriosamente en la red; pero él insistió en no saber de qué le hablaba...
Ya en el pasillo, en plan de compadreo, y entre buenos deseos, le insté a esmerarse en la exploración de aquella salida que me había mencionado al principio, "porque este asunto me ha salido muy caro y hay que sacarle partido", le dejé caer. Con el tiempo, hasta yo, más bruto que un arado para la diplomacia, con Dios de por medio, soy capaz de ejecutar con elegancia una disputa dialéctica.
Salí de su casa silbando, crucé la Avenida de Santander, por la que transcurre la N-634, subí a la losa y la bajé por el otro lado, el que da a la calle de los ferroviarios, donde el aparcamiento está todo reservado para ellos, y donde si alguno aparca sobre la acera, en el acceso a las vías, es porque es de casa y le dan venia, y donde a mí también me la dieron aquel día, y la aproveché. El Señor mismo me había nombrado perito en vías, y con ese conocimiento inspirado me había librado de un choque fatal, que sin duda me habría apartado de la circulación, tal vez para siempre. Mientras conducía de vuelta a casa me preguntaba qué sentido había tenido aquel encuentro, tan distinto a como yo lo hubiera planteado. Y enseguida me lo explicó el Señor.
Estando tan deslucida la verdad, y tan maltratada por quienes deberían cuidar de su respeto, el ciudadano honrado se ve a menudo envuelto en luchas para defenderla; y por amor a esa verdad, se ve también obligado a vencer la repugnancia que la insolencia de la mentira le causa. En el caso presente, se amotinaron mis tripas al oír, al cabo de casi tres años y con un desembolso de miles de euros, que mi recurso había sido una tontuna. Pero vencida la inicial indignación, que nubla la mente, experto además en sufrir la manipulación de pruebas en mi perjuicio, y consciente de haber sido siempre asistido por Dios, me avine a abrir y entrar por las puertas de mi memoria; y se fue haciendo la luz... Al momento de decidir la base de mi recurso tomé la decisión de jugar una carta atrevida: pedir la anulación de la resolución impugnada en base a haberme fijado una pensión de unos doscientos cincuenta euros más de lo que me correspondía por ley -¡cómo no recordar esto! Y, convencido de estar tocando la clave del asunto, había emplazado al abogado a fijar el objetivo del recurso en ese punto. Al tomar aquella decisión estaba persuadido de que apoyar la alegación en tan insólita demanda obligaría al juez a conocer del caso, y , de ahí, a deducir que ese aparente error de cálculo era un eslabón más de la cadena de abusos que injustamente me había atado a una jubilación falseada y difamante. Asimismo, obtuve certeza de la pertinencia del recurso informándome acerca de la naturaleza específica del contencioso-administrativo; y a este respecto, hallé respaldo en la jurisprudencia, con sentencias recientes que enfatizaban el carácter garantista de derechos básicos del contencioso, que compromete al juez a conocer de aquellos casos que presenten suficientes indicios de constituir vulneración de derechos fundamentales del ciudadano.
Como ya he dicho, el cariz viciado que, en vísperas de presentar el recurso, tomó finalmente la relación con mi defensor, me determinó a renunciar a ver reflejadas en su texto mis aspiraciones -claramente expuestas a su consideración- sobre lo que debía constituir la base de la alegación; y, una vez tomada esa resolución, no quise siquiera leer lo que se entregó al registro, ni lo que a mí se me envió en soporte digital. Casi tres años permaneció sin abrir ese correo, junto a otro con comentarios suyos, que aún sigue sellado. De estos dos, rescaté, por fin, de g-mail, el de la demanda para ir a la cita que estoy comentando, y comprobé estupefacto que el aspecto clave del recurso, tal como yo lo había pensado y he relatado aquí, aparecía postergado, enmascarado y desprovisto de toda su mordiente de indicio de delito. Tras una larga exposición -e inútil, como bien señala la sentencia- figura solamente al final, emboscado entre una maraña de datos viciados. Concretamente, se le menciona en el último de los doce puntos del argumentario, y absolutamente despojado de su valor de clave interpretativa del abuso cometido. En ese duodécimo punto hay cuatro apartados; de ellos, el 1 es irrelevante; el 2 es el que presenta el dato, pero de un modo entre anecdótico -como despiste-, despechado -con esa redacción confusa del típico indignado, que 've claro' que le están engañando y trata de explicarlo atropelladamente, enfoque que queda apuntalado por el uso de la expresión "y ello, a juicio de mi representado", y también por la ambigüedad expositiva de la parte final de dicho apartado, que da pie a pensar que se reclama por estar cobrando de menos-, y, finalmente, además de los dos vicios anteriores, se usa el dato de un modo también torticero - describiendo la causa de la 'equivocación', a sabiendas de que es una explicación falsa (no da cuenta del error; y añade confusión al poner "brutos" en vez de "netos"); en cuanto al 3, está redactado como para que una lectura rápida lo tome por una reclamación típica de dinero a la Administración; y el 4, al igual que el 1, es también irrelevante. [Transcribo a continuación, literalmente, ese punto 12. Al texto le precede un encabezamiento, que dice: "Abundando en lo anterior:", dando a entender que este argumento se sumaría como uno más al cúmulo de errores y despropósitos detallados en los once puntos anteriores, para entre todos ellos "demostrar mi 'inválida' jubilación". Pero, en principio, lo que acordamos el abogado y yo, fue que el dato del error figuraría como objeto del recurso; y ahí está la traición; pero el abogado ha perdido la memoria, y la memoria artificial ha perdido al abogado...].

1.- Como resulta del expediente administrativo, mi mandante a la fecha de jubilación 29 de noviembre de 2.021, cuenta con 36 años de servicio. Para el cálculo de la pensión, se tienen en cuenta los años de funcionario, entre los que hay que incluir los que restan para llegar a la jubilación por edad. Y se tienen en cuenta los años que figura al folio 16 del expediente administrativo, por lo que Don Julio Espina, en noviembre de 2.021, está a tres semanas de cumplir 60 años, y tiene más de 36 años de servicio al estado.
2.- Al expediente obra que para el cálculo de la pensión se han aplicado la Ley11/2020, y los RD 670/87 y 497/2020 (pagina 18 del expediente) y los datos informativos obrantes en su poder (páginas 15 y 16 del expdte.) como Grupo A2; y sin embargo, en su aplicación y en el ratio comprendido entre el 15 de Octubre de 1985 y 9 de Septiembre de 2012, debe ser computado como Grupo B, como se deduce de los documentos que se acompañan señalados con los números 10 ( Acuerdo y Formalización de Cese y Adscripción efectuados en una misma Provincia de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes-Docentes no Universitarios);  y 11 (Acuerdo de Reducción de Jornada Consejería de Educación, Cultura y Deportes-Docentes no Universitarios). Y ello, a juicio de mi representado, provoca efectos, habida cuenta de que los sueldos, trienios y complementos de un Grupo B son distintos a los del Grupo A2. En concreto la diferencia final en el importe de pensión reconocido será de unos 225 euros mensuales menos de lo reconocido, es decir 2.205 euros en vez de 2.430 euros, brutos.
3.- La pensión que se le reconoce a mi representado, echa la corrección antes mencionada, le supone una merma de ingresos anuales de unos 13.500 euros; y aunque es verdad que tenía solicitada Jubilación Voluntaria para fecha cercana, esta solicitud vino motivada por la inesperada instrucción del expediente que dio lugar al acto que ahora se impugna.
4.- Igualmente carece de fundamentación legal el que, como se afirma en la resolución 
“Para el cálculo de la pensión no se han computado las cotizaciones efectuadas al sistema de la seguridad social por el interesado, aunque expresamente solicitó la aplicación del RD 691/1991, de 12 de Abril, ya que dichas cotizaciones no permiten mejorar el importe de la pensión calculada, considerando exclusivamente los servicios prestados en Clases Pasivas”,
tal y como se desprende de la lectura de la norma citada, en su artículo 4 apartado 3.

En los cuadros siguientes resumo el tipo de error y su cuantía, que en ningún caso baja de #250 euros#, cantidad que ingresan cada mes en mi cuenta sin haberla ganado. Incluso si me hubieran tomado los 41 años de servicios (que abarcan los trabajados hasta la jubilación más los que faltan hasta la fecha de la jubilación forzosa a los 65) como prestados en la categoría A2 (que es lo que dice el abogado que hicieron) incluso así, la pensión que me han reconocido (34.029 euros) estaría por encima de la debida (33.498 anuales).

La pensión que me corresponde son 30.363, que restados a la que efectivamente me adjudicaron, sale una cantidad pagada de más de #262 euros# al mes [34030-30363=3667; 3667÷14]. Pero antes de continuar con este asunto tan serio, voy a introducir una cuña publicitaria:


Bromas aparte, el circo de antes era realmente divertido y desenfadado, cosas que ahora echamos de menos. En vez de ese clima relajado, en el tiempo presente nos sale a cada paso un marrón, un lío, y no tenemos más remedio que afrontarlo. Respecto a la veracidad de todo cuanto he dicho más arriba (independientemente de que quienes manejan el negocio del tráfico de bytes puedan ya casi recrear la realidad a su conveniencia) me he encontrado entre mis papeles un correo que le envié a mi abogado unos días antes del fin del plazo para alegar, y que resulta ser una demostración definitiva de veracidad. Helo aquí: 


La importancia de todo este asunto excede con mucho una cuestión de amor propio o de dinero. Si la administración se sale con la suya -retirarme con el estigma de loco- toda mi acción evangelizadora puede ser puesta en entredicho. Y entonces ya no me obliga la defensa de mis derechos sino la de los de Dios.
En el plan de la Agenda estamos en un momento avanzado de la fase de demolición de las piedras sillares de Occidente (ética judeo-cristiana; derecho greco-romano;...) plantadas sobre la Roca Viva que es Cristo, y a ese fin les es crucial remover la piedra sillar de Roma. Para la Agenda, romper esa piedra es simplemente aplicar el divide y vencerás que preside toda la acción del enemigo de Cristo; y en este sentido debemos estar preparados para la muy cercana proclamación de un cisma en la Iglesia, que, obviamente, comenzará por la separación de la Iglesia alemana, y que, una vez rota la unidad, será seguida por muchas otras Iglesias. Queda bajo esa luz al descubierto la intención que promovió la decisión del cónclave de elegir un Papa de perfil bajo, de insignificancia mediática -"talante sereno y dialogante", dicen algunos- porque una figura moldeable es lo que conviene a esos cambios cruciales que bajo su mandato se intentarán imponer. Este pontificado será el de la Agenda; ya no se intentará hacerlo pasar por continuador de la Doctrina, como con Francisco I; el actual será el último de la civilización cristiana; y el Papa León, ahora ya se sabe, lleva ese nombre para ocultar que en vez de cabeza de león es cola de ratón.
Las labores previas de movimiento de tierras, derribo y zapa se ejecutaron en el pontificado de Francisco I, y ahora se procede a barrenar en puntos estratégicos de la piedra para introducir dinamita en ella y reventarla. Hoy mismo he leído acerca de la persona a quien el Papa León XIV ha puesto al frente de la Pontificia Academia para la Vida, ¡nada menos que la mano derecha de Monseñor Paglia!


Ese nombramiento indica la continuación del desmantelamiento sigiloso de la Doctrina de la Fe, o sea, la continuación del objetivo y modus operandi que llevaron al Papa Francisco a poner a Monseñor Paglia al frente de la Academia para la Vida, y que impulso a éste a disolver el Instituto Pontificio Juan Pablo II para la Familia de un modo cauto y ladino: no haciéndolo desaparecer de golpe, sino vaciándolo de contenido; y, además, ¡viniendo a España a presentarlo! 
Mi esposa y yo, como ex-alumnos del Instituto, recibimos una invitación para el acto; y yo fui. En un salón abarrotado, con una Presidencia de Mesa muy purpurada -Nuncio incluido- escuché pacientemente los discursos 'extraños' de aquellas autoridades, y cuando estaban dando el acto por concluido, corrí a la palestra, tomé el micrófono, y me dirigí a la audiencia: "En representación del alumnado del IPJP II, mi esposa y yo, que cursamos el Máster en Ciencias del Matrimonio y de la Familia en el bienio 2006-2008, y que al licenciarnos estábamos de seis meses de nuestra primera hija, como para hacer las prácticas en casa, saludamos a todos, y queremos agradecer a sus eminencias... al excelentísimo Canciller tal y tal, al Nuncio de Su Santidad, a los Cardenales tal y tal, y a su eminentísimo y reverendísimo Monseñor Paglia, sus esfuerzos por venir a España a presentar su reforma. Pero respecto de ella tengo que decir lo de Pablo a los Gálatas... que no lo veo bien..." Al instante se levantó un murmullo que en un santiamén pasó a barullo, pero yo, antes de hacer mutis por el foro, todavía levanté la voz para decir: "...pero aquí no, con España no podrán". Según salíamos, me preguntaron si me iba a quedar al vino, y hubo quien me dijo que había sido muy valiente... Yo pensaba 'sólo Dios, todo lo puedo en Aquél que me conforta'; y me volví a Toledo con la sensación del deber cumplido. 
Los medios congelaron la imagen del mundo justo antes de que la Zona Cero de Nueva York se convirtiera en símbolo del alumbramiento de un nuevo orden. Y llevan ya sus promotores un cuarto de siglo camelando al personal con esa trasnochada imagen estática: los bloques, la lucha de clases, la discriminación sexista, etc., cuando en realidad nada de eso existe ya, y tanto políticos como periodistas son figurantes que siguen consignas de los ideólogos del nuevo orden. Esta sumisión es la verdadera novedad socio-política: Unos y otros haciéndose cómplices de crímenes a gran escala, como sucedió en el gran fraude covid, y como seguimos viendo que sucede en la representación de guerras y políticas ficticias, en danas y apagones manipulados, y en la mentira diaria de los medios. El objetivo es destruir las categorías mentales y culturales heredadas del humanismo cristiano, y poner en su lugar la voluntad soberana de los magnates -no sometida a ningún freno, ni natural ni moral. Estos, en su desmedida ambición, se imaginan capaces de crear y destruir vida humana mejor que el mismo Dios. Pero para culminar felizmente su proyecto sobran Cristo -el mismo, ayer, hoy y siempre- y los cristianos; y por eso vienen a por nosotros, a por la Iglesia, a saco. Y éste y no otro es el significado de la ambigüedad deliberada de Pegoraro respecto al carácter sagrado de la vida humana: eliminar resistencias al avance de la impostura bárbara que nos está asolando. Pero, por si alguien aún no se ha dado cuenta, el silencio de la Iglesia acerca de la eutanasia, y de otros temas, trae consigo el asesinato de millones de inocentes y la propagación de un tsunami de sufrimiento en el mundo.
La ocultación de la verdad -revelada por Cristo- que se está operando, forzosamente repercutirá en la vida de todos los habitantes del planeta, ocasionando una grave crisis mundial de salud: estando en jaque el alma, también el cuerpo colapsa; y los ingenieros de la Agenda calculan que para cuando la población esté a punto de extinguirse ya tendrán operativo su programa de repoblación totalmente artificial.
Pero todo esto, tan siniestro, debe suceder de modo suave; porque de no ser así, el mundo entero se levantaría en armas contra sus asesinos. O sea, que el nuevo orden sólo podrá acontecer por medio de un fantástico engaño mundial. Es necesario, pues, en el itinerario de la Agenda, hacernos comulgar con ruedas de molino, que al blanco lo llamemos negro, y que a los villanos los tomemos por señores, y al vicio por virtud. 
Es tan grande el dolor que al alma causan la mentira y la maldad que sólo lo puede entender el que ha amado de verdad. Asimismo, con tan solo decir que ésas son las teclas que pulsa la Agenda para hostigar a los católicos ya puede darse uno idea de la virulencia y la saña con que nos atormentan.
¡Qué batalla más penosa la que nos está tocando librar a los católicos! ¡Codearnos a diario con los que nos quieren destruir! En mi caso, por ejemplo, que desde el propio colegio se acose a mi hija para herirme a mí, y que sean hermanos en la fe, e incluso sacerdotes, los que le hacen daño, da idea de la crueldad refinada que los enemigos de Cristo emplean contra los que le son fieles.
Y no paran; no contentos con extorsionar su psicología durante el curso, estaba ella preparando las maletas para ir a un campamento de verano a Inglaterra cuando ya me llegó el tufillo de un nuevo plan de acoso para el curso que viene. En la inocencia y buena fe de la muchacha habían basado parte del ataque psicológico que tanto la hizo sufrir (manipulando su frágil universo interior con 'casualidades íntimas' impostadas, y con sucesos 'casuales', de donde, descubiertos en parte, saqué la base para mi denuncia defensiva). Y cuando, aun bajo el machaque de la persecución, se disponía ella a seguir con su vida, nos llegó esa amenaza velada de una nueva campaña de acoso. Se planteaba al hilo de la elección de optativas, con lo que, habiendo yo tanteado a mi hija sobre el tema, comprendí que incidía en una herida aún sangrante, por lo que decidí dejarlo para más adelante. Iba a pasar ella quince días estudiando inglés en el Reino Unido, y calculé que esa experiencia la ayudaría a recobrar su tono vital y que, en aquel ambiente más relajado, podría digerir sin problemas el replantearse el asunto de las optativas. Y así, antes de que emprendiera su viaje, le mandé una breve carta certificada al sitio donde iba a residir; y a los tres días de estar allí le envié otra para asegurarme de su recepción, presintiendo que la primera podría 'demorarse'. Nos urgían del centro una decisión suya, para que su Jefe de Estudios pudiera cuadrar los grupos; pero, como me temía, la chica pasó sus dos semanas en Inglaterra y se volvió sin que el correo le fuera entregado. Entretanto, el mencionado profesor insistió en el tema, diciendo que alguna de las asignaturas señaladas por nosotros en el formulario oficial de matrícula no iba a ser impartida (?)
A mediados de junio, pareciéndome a mí que mi imagen pública había sido rehabilitada tras el golpe de gracia del Caso de la Dana, le dirigí yo un correo al director del colegio de nuestra hija solicitándole una entrevista, con lo cual, por estar vivo aún ese intercambio de correos, pude responder al apremio organizador del centro respecto de las optativas apelando a mi previsible conversación con el director. 


Sucedió que a ese correo me respondió el director con el siguiente:

Y yo, por mi parte, con este otro:

El lunes día 16 -hoy hace un mes- pedí la cita; el 17 me emplazó el director para la semana del lunes 23; desde entonces ha pasado un mes y no he recibido llamada ni aviso ninguno de la dirección del colegio. ¿Qué significado tiene esto? Cuando el actual director relevó a D. Sebastián me dirigí a él por correo con un saludo de bienvenida y una petición de cita en calidad de Presidente de Fíate; en aquella ocasión no me respondió siquiera, pero a la presente, rehabilitada mi imagen -por la innegable ayuda social que supuso mi intervención en el asunto de la desgracia de Valencia- la respuesta fue distinta; esta vez sí accedió a recibirme, si bien después no lo hizo. En el lapso en que yo esperaba su llamada salió la sentencia que, a falta de agotar el plazo para recurrir, ratificaba mi exclusión de la enseñanza por incapacidad. De confirmarse, esto afectaría también, de lleno, al reconocimiento de mi habilitación para desempeñar un rol social como experto en educación. Y este es el punto que intento combatir por el bien de todos; para evitar que personas como el director de Infantes puedan escudarse en esa resolución legal que me descalifica, para no tener que hablar conmigo. 
Se mezclan, pues, aquí, temas de gran calado social; porque el razonamiento anterior sirve también para neutralizar mis opiniones sobre asuntos de la Iglesia, los cuales, ciertamente, son muy graves y decisivos para el futuro de la convivencia en paz, en España y en el mundo, y en los que yo mantengo una posición crítica con ciertos miembros de la jerarquía dirigente, visiblemente inclinados a contemporizar con los errores del mundo.
La pieza de mi edificio familiar que más están removiendo -esos ciertos clérigos y laicos afines, al alimón con la Agenda- es la más débil. Ahí se inscribe la denuncia que presenté a finales del curso pasado y los movimientos actuales con la dirección del centro; pero mi batalla es contra el pecado; y aunque no he llegado aún a la sangre, me encamino a ello... ¡para mayor gloria de Dios!
Para explicar cómo puede sentirse alguien al que le atacan en lo que está más metido en su corazón no encuentro palabras. Creo que un artista podría decirlo mejor que yo, y voy a ayudarme de uno para expresarlo... ¡Con todos ustedes... Raphael!


La importancia de llamarse Cerdán
En cuanto al mundo y sus cambalaches, como ya se ha hecho norma, después de haber caldeado durante toda la semana pasada, a cuenta de ese pillo metido a político, a la opinión pública, enardeciéndola contra el gobierno y exigiéndole elecciones, se la enfrió de repente en la presente, diciendo que hay gobierno para rato, de modo que el brusco cambio de temperatura (electoral) pudiera provocarle al pueblo otro resfriado, y así se fuera minando su salud, cosa que sin duda están consiguiendo. 
Han anunciado de repente una andanada legislativa, como para despedir el año político con normalidad. Lo grotesco es que en la noticia que este domingo informaba de esto, se decía que serían siete las leyes que serían votadas el próximo día 22 en el Congreso, pero que tres o cuatro aún estaban por determinar... ¡qué esperpento!, ¡al órgano deliberativo de la nación se le oculta sobre qué tiene que deliberar!
Han dicho, eso sí, que van a aprobar una nueva ley de Responsabilidad Civil en el Tráfico y del Seguro. Seguramente quieren atornillar más al ciudadano, porque lo que está más claro que el agua es que la auténtica seguridad del pueblo no les mueve en absoluto (covid, apagón, inflación, burla y desinformación continuada...). Yo me estoy temiendo, porque el otro día ya me cascaron una multa presentándome imágenes de cámaras callejeras, que en el nuevo reglamento se habilite todo el sistema de vigilancia vigente para castigar las infracciones... de quienes ellos quieran. Y si eso es así, entonces podrán convencer al respetable de que yo soy un loco temerario, porque en cierta madrugada, mientras todos dormían y con el viento a favor, me fui a ver a mi tía soltera, maestra hija adoptiva de Rota, que tras haberse librado de milagro de ser finiquitada en el covid, volvía a estar en serio peligro por la misma acción perversa de su residencia; y es verdad que fui, la rescaté, y volví, todo en un solo día. ¿Serán capaces de señalarme como peligro público por ello? Si fuera así, les diría, como Jesús: ¿Qué está permitido en Sábado, salvar a un alma o dejarla morir? ¿Qué está permitido en una autovía solitaria, saltar la limitación para salvar un alma o dejarla morir? Seguro que ellos, si por accidente se les cayera a la balsa de excrementos un cerdo, lo salvarían. Y si fuera un Cerdán, también; con perdón... y para ello empezarían, ya han empezado, por mencionarlo usando su nombre de pila.

  


























































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